Mi pareja y yo no tenemos una relación abierta, pero tampoco sabemos muy bien como definirla. Andrea y yo tenemos el mismo gusto y excitación cuando se trata de involucrar a terceras personas en la cama, con una serie de conversaciones siempre sobre cómo vamos a manejar juntos las situaciones.
Andrea que tiene un culo precioso es codiciada tanto por hombres como mujeres y ambos lo sabemos bien, lo hemos aprovechado bien, sin embargo, durante 2 años hemos mantenido una relación un poco más diferente, en donde yo tengo relaciones con otras chicas y ella disfruta de verme, de mis historias, fotos, videos o a veces solo con la imaginación de ambos hablándonos de escenarios mientras yo la penetro con fuerza. Últimamente nuestra relación se ha ido moviendo más a la humillación sexual, un tema que ella simplemente adora; nunca la he visto venirse más duro que cuando algo que no debería pasar, pasa.
Esta es la primera vez en lo que llevamos de relación que hago algo que se siente increíblemente prohibido, que la humilla públicamente y que desata un mundo mucho más intenso y deseado para los dos en nuestra vida sexual.
Estaba en casa de Melissa, una ex compañera de colegio de Andrea y una compañera mía de trabajo. Ella estaba rodeando mi cuello con sus pies, con unas piernas delgadas y suaves que terminaban en unas nalgas redondas y completamente expuestas, tenía puesta un hilo blanco empapado en su excitación al cuál yo intentaba acceder solo con la dureza de mi miembro. Melissa ya le había robado un novio a Andrea hace unos años, también fue ella el primer beso con una mujer que había tenido mi novia y siempre hubo una tensión sexual tan grande como su enemistad actual.
Melissa que solo había salido a tomar conmigo y un grupo de amigas de ella había estado toda la noche jugando a acomodarse las tetas en un vestido que parecía quererlas expulsar constantemente, ella solo me miraba y aunque habíamos sido amigos por un buen tiempo sabíamos que esa noche iba a cambiar todo en el momento en el que nos encontramos en el baño y después de meterle mi lengua hasta su garganta le confesara, que no solo mi novia estaba de acuerdo con lo que estaba haciendo, sino que le gustaba.
Hace unos días tan solo, ella fantaseaba con que la gente supiera el arreglo que teníamos de pareja, sobre como ella era completamente sumisa y aún con sus deliciosas tetas y su gran culo, mi verga era compartida.
Fantaseaba con que lo supiera una ex mía, que lo supieran mis amigos, que lo supiera su hermana…
Hasta que se dio cuenta, que había una persona que era de confianza que no iba a decir nada y que además sería completamente humillante para ella.
Melissa, durante fiestas de trabajo ya había dejado caer que yo le parecía atractivo y que si no fuera por Andrea ya habría intentado algo. Durante unos días la estuve molestando, preguntándole si lo que había dicho era cierto, contándole como yo había hecho tríos y como si hablaba con Andrea podríamos tener un pase libre. Melissa que no sabía exactamente que tan en broma eran los comentarios se limitaba a responderme con el mismo tono, hasta que un día se me ocurrió preguntarle por su rutina de ejercicio y sobre sus resultados. Las fotos empezaron como cosas normales de ejercicio, hasta que le pasé una foto mía solo en ropa interior con el miembro resaltado en la foto, a lo que ella solo respondió "bien dotado".
Se sentía extraño enseñarle esas conversaciones a Andrea y ver como solo eso y unos dedos en su vagina eran suficiente para que ella se viniera varias veces. Andrea, había cometido un error y en una salida con sus amigas cercanas bebió demás y terminó besándose con un chico desconocido en un bar frente a ellas, lo que ocasionó que tuviera que explicar que en nuestra relación no es raro involucrar a terceras personas y que yo no estaría molesto por eso. La realidad es que ella nunca consultó eso conmigo, se había equivocado y por lo tanto merecía ser castigada.
Melissa estaba boquiabierta cuando mi mano empezó a bajar por sus nalgas y el beso se ponía cada vez más físico- Yo sabía que lo que estaba haciendo iba a cambiar por completo mi relación.
En el baño nos sorprendió una amiga de Melissa que también es amiga de Andrea y había estado en esa fiesta en la que ella besó al chico, le bastó con mi explicación de que yo tenía derecho a hacerlo también y deje caer que ella estaba de acuerdo y le gustaba la idea.
Sin más preguntas la amiga se fue y a lo lejos la vimos observándonos y hablando con las demás del grupo. Melissa y yo habíamos cruzado varios límites.
Sin despedirnos nos fuimos del lugar en mi carro y nos dirigimos a mi casa. Entramos haciendo ruido y besándonos, la lleve entre brazos al dormitorio y la dejé en ropa interior, viendo como solo quedaba a la vista un hilo blanco que posaba entre sus grandes nalgas. Melissa no preguntó, pero en el primer piso estaba Andrea quién nos había escuchado llegar y quién como castigo debería dormir en el cuarto de invitados.
Mis jadeos eran fuertes y los gritos de ella también cuando empecé a introducir mi pene haciendo un lado su hilo, ella me sujetaba con sus pies entre mi cuello y su pelo castaño y algo corto se mecían a mi ritmo. Ella que tenía unos grandes ojos azules los dejaba brillar con cada suspiro que tomaba, para ambos era un desahogo sexual.
Tras la puerta Andrea que vestía un short azul y una camisa blanca escuchaba todo mientras se mojaba, ese día tendría que bastarle el morbo, la imaginación y su dildo.
Con ganas de penetrarla duro, le quité la blusa a Melissa, la deslice por sus finos brazos y me recibió la sorpresa de unos pezones perfectos, rosados y respingones en un buen par de tetas que nunca se habían visto tan grandes como ese día, la tomé del pelo y de perrito estuvimos un buen rato hasta que ella después de un pequeño silencio dejo ir un jadeo, su cuerpo se movía la ritmo de los espasmos de su vagina que empapaban un poco más mi pene.
Al final ella me escupió en el pene y empezó a mamármelo como si no hubiera un mañana, me terminé viniendo en su cara y en sus tetas.
Tras seguir por un rato, caímos drenados ambos en un sueño profundo, para despertar la mañana siguiente desayunando con Andrea en una conversación que fue por si misma erótica. y ahora ¿qué le íbamos a decir a la gente? ¿Realmente podríamos contar con Melissa, podría ella guardar el secreto?… Andrea sabía que tal vez no había marcha atrás, sabía que ella era toda mía y que desde entonces lo sabría todo el mundo.
Me encantó tu relato yo soy sumisa y cuckquean y esta historia casi representa mi vida, saludos!!