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Hugo se libera (cap. 1): Preámbulos
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Tiempo de lectura: 5 minutos

–Bueno Mariana si no te interesa entonces vete a la mierda y terminamos esto aquí –dijo Hugo agarrando sus cosas y yéndose del departamento de su novia.

Sin dar vuelta atrás escuchaba gritos que la mayoría de sus ex ya le habían gritado antes. Esta situación no era nueva para él, pero siempre le daba mucha ira llegar a ese punto en el que las mujeres exigían demasiado de él y a él no le apetecía cumplir esas expectativas.

Él sabía que ella tenía razón. Ninguna de sus ex novias había durado tanto tiempo sin tener relaciones y Mariana quería casarse pero él no, porque en el fondo sabía que nada de eso le había gustado. De hecho él nunca le había pedido a ninguna de sus ex que estuvieran con él. Todas las chicas con las que estuvo siempre daban el primer paso y él solo las aceptaba porque se le hacía más fácil que perseguir a mujeres que si bien le parecían atractivas nunca llegaban del todo a generale algún deseo sexual. Pero escuchar que alguna le reprochara su inexistente interés por pasar tiempo con ellas le hacía molestar mucho porque él sentía que hacía demasiado esfuerzo que no valía la pena.

Hugo volvió a su casa molesto, pensando en formas de vengarse de Mariana. Primero tendría que decirle a sus papás que habían terminado y que no se metan en la situación. "Lo primero que va a hacer es ir a la casa de mis papás y decirles que la traté mal", gritaba Hugo para sí mismo en la soledad de su habitación. Aun así sentía la necesidad de hacer algo más como represalia por lo que Mariana le había dicho. Su mente buscaba formas de vengarse, pero sus primeros pensamientos nuevamente lo llevaban a la idea de instalarse una App de citas y dejar que el primer hombre que le hablara se lo cogiera y le dejara el culo lleno de leche.

La idea prohibida de dejarse someter por un hombre le hacía ponerse de un humor distinto. Sentía una sensación en su cuerpo que le daba pequeñas descargas eléctricas imaginando cómo se sentiría hacer realidad esos pensamientos. Hugo empezaba a perderse en su imaginación visualizando a un hombre tratándolo como a una puta y diciéndole que tenía un rico culito apretadito como la virgen que era. La sumisión y el trato verbal eran constantes en sus ideas eso lo excitaba pero también le daba cierto miedo, como si alguien lo estuviese viendo y juzgando por sus actos y pensamientos. "No. No puedo pensar en eso. Yo soy un hombre. ¿Qué dirían mis padres si descubren que estuve pensando en estas cochinadas?" pensaba Hugo tratando de animarse a evitar esos pensamientos.

Pero, como siempre, el deseo podía más. Sentía como lindo y virginal culito se le hacía agua solo con la sola idea de imaginarse siendo sometido por un hombre que lo tratará como siempre había querido que lo trataran, con rudeza y autoridad. Su mente volaba imaginándose a sí mismo siendo penetrado por un rostro conocido y está no era la primera vez que imaginaba a ese hombre invadiendo sus entrañas y tratándolo como la zorra que él estaba seguro que podría ser si tan solo no fuera tan cobarde. Ya llevaba 31 años en el mundo y nunca se había atrevido a hacer nada de lo que realmente quería pero tal vez simplemente debería dejarse llevar y hacer lo que quería hacer.

Al igual que unos días atrás, sus pensamientos volvieron a ganar y explorando lo que ya había descubierto hace algún tiempo. Primero, se aseguró de que todas puertas de su departamento estuvieran cerradas y se tumbó sobre la cama. Se puso de rodillas imaginando que chupaba la verga de don Pedro mientras se llenaba los dedos de saliva.

Hugo se imaginaba detrás de la camioneta de la empresa arrodillado en medio de los campos de maíz chupándole la verga a don Pedro que le decía que era una zorrita, una putita, que le encantaba su boquita y que se moría por cogerse ese culito. Hugo sentía que de verdad estaba viviendo ese momento, la idea de tener a don Pedro metiéndole la verga le excitaba demasiado. Don Pedro era un hombre de cuarenta y tantos años, su piel áspera y morena debido a su exposición constante y permanente a los rayos del sol en sus chacras junto con un físico atlético estilo desaliñado habían llamado la atención de Hugo desde la primera vez que visitó sus chacras ya casi tres años atrás.

Los últimos tres años en los que Hugo ya no había podido resistirse a la idea y eventualmente sintió la necesidad de meterse algo por el culo y hasta ahora sus dos dedos habían satisfecho esa necesidad. Don Pedro nunca le había dado ninguna pista real de estar interesado en él y probablemente eso era lo que tenía a Hugo como loco. Don Pedro era una persona bastante coqueta y si bien no tenía mujer, tenía al menos 3 hijos con diferentes mujeres, o al menos eso es lo que Hugo se había enterado de las personas que vivían por allí.

Volviendo imaginarse que don Pedro quería quitarle la virginidad del culo, Hugo se puso de pie y se quitó la ropa, se echó de costado en su cama de forma que tenía acceso a su verguita y a su hoyito hambriento. Ya estaba en uno de esos momentos en los que no pensaba en otra cosa que en entregarse por completo a sus deseos. "Sí soy una zorra. Sí, métemela papi. Sí, soy tu putita, dame verga papi. Aaahhh, siii, dame" empezaba a gemir Hugo en su cama mientras se metía dos dedos en el culo.

Estaba echado de costado con la mano izquierda se masturbaba torpemente su pequeña verga y con la otra seguía metiéndose los dedos en el culo imaginando que don Pedro se la estaba metiendo duro por el culo. "Ay don Pedro sí, por favor, métamela. Ay sí papi, dame más duro, hazme un hijo también papi. Lléname de lechita" gritaba Hugo descontroladamente. Siguió en el mismo ritmo unos breves segundos hasta que su pequeña verga empezó a soltar choros de leche sobre su estómago y algunos caían sobre su cama. Hugo se quedó inmóvil por unos segundos mientras pensaba en lo que había hecho.

De repente se sentía sucio, como si hubiera hecho algo terrible, como si sus padres supieran lo que ha hecho pero también le daba cierta satisfacción pensar en que Mariana no sabía lo que había hecho. Si bien no era la primera vez que se imaginaba a don Pedro cogiéndole por el culo, sentía que la situación era cada vez era más frecuente y aunque no lo creyese cada vez sentía menos culpa, pero aún era fuerte. A los dos minutos pasados ya se reprochaba el haber disfrutado meterse dos dedos por el culo e imaginar como uno de sus mejores clientes le rompía el culo. Fue al baño porque había quedado con la sensación de que necesitaba ir y después de algunos minutos volvió a su cama sentándose sobre ella. "Todo esto es culpa de Mariana" se dijo a sí mismo, intentado quitarse la culpa de encima, pero solo lo decía de la boca para afuera él sabía que nadie más que él era el responsable de lo que hacía.

Sacó su celular e intento distraerse pero la imagen de don Pedro metiéndole la verga apareció otra vez en su mente. Mientras más trataba de no darle importancia más vívidas eran las imágenes. Su mente reproducía las imágenes pero su cuerpo reaccionaba a ellas y de un segundo para otro sintió una necesidad real de estar con un hombre dominante que le metiera la verga y que por fin le quitara todas esas ideas que rondaban su mente. "Siento que me voy a volver loco", pensó Hugo notando que estaba sudando en diferentes parte del cuerpo.

Tal vez hoy era el gran día, no estaba seguro pero la idea de instalar esa aplicación y de por fin pedir que alguien le quitara la virginidad del culo por fin sonaba más realista. Hugo tomó su teléfono y entró a su playstore. Buscó la aplicación y la descargó. Mientras la aplicación descargaba cientos de imágenes del futuro pasaron por su mente, él chupándosela a alguien en un callejón, recibiendo verga de dos desconocidos a la vez, recibiendo la leche de don Pedro y muchas otras cosas que nadie que lo conocía se podría imaginar. O al menos eso era lo que él pensaba. Varias veces había tenido este impulso de instalar la aplicación pero siempre se arrepentía al último momento. ¿Será este su inicio? ¿Un preámbulo de lo que estaba destinado a ser? No lo sabía, pero la sensación de incertidumbre lo tenía listo para cualquier escenario y a la vez para ninguno.

Con cierto miedo a todo lo que podría venir con ella, Hugo vio la aplicación instalarse exitosamente y de inmediato hizo clic en "abrir" y desde ese momento no hubo marcha atrás.

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