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Historias de un matrimonio cornudo. Confesiones
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Tiempo de lectura: 6 minutos

A partir de estos relatos, escribiré de manera independiente, es decir, aunque seguiré contando las cosas de manera lineal y los nombres y acciones pasadas aún pesarán en la historia, quiero creer que se podrán entender cada uno por sí mismo.

Después de que mi “esposa” terminara con el primer cabrón que me hizo el favor de ponerme cuernos (un compañero de ella, profesor de la escuela donde da clases) ella siguió escribiéndose de forma muy caliente con sus excompañeros de universidad y preparatoria (Armando y Darío, respectivamente); sin embargo, no se animaba a salir con ellos, me decía que se le hacía muy pronto, yo la animaba, diciéndole que Eder no había sido su novio ni una relación, ella me decía que lo entendía, pero que no se sentía preparada, después me confesaría que se sentiría muy zorra al salir luego con ellos.

Aparte de eso, mi esposa tenía muchísima calentura, prácticamente a diario lo hacíamos, eso sí, la rutina era más o menos la misma, la mojaba con mi lengua, la penetraba, como ella me insultaba y me decía muchísimas cosas muy calientes (que era un cornudo de primera, que no sentía mi pitito, que mi pitito era como de un niño, que aparte de cornudo era un pendejo, que encima de pito chico era un impotente que no duraba ni 2 minutos, que no era un macho de verdad, que era un pobre cornudo) que me hacían terminar en menos de 3 minutos (justo como mi esposa decía), me ordenaba bajar a hacerla terminar con mi lengua y que le limpiara toda la leche que le tiraba, diciéndome, ya ves cornudo de mierda, bájate a tu lugar, con tu lengua entre mis piernas como solo un pendejo puede hacerme terminar.

Yo bajaba de inmediato y efectivamente la hacía terminar mientras la limpiaba completamente. Tengo que ser muy sincero, mientras mi esposa me insultaba yo me excitaba muchísimo, tanto que eso provocaba que terminara demasiado rápido, pero me hacía sentir mal, temía que me abandonara, porque me hacía sentir poco hombre, yo me tomaba todas sus palabras en serio, pero me ganaba más la excitación. Todo fue así la primera semana post “rompimiento”, pero el sábado en la noche, cuando yo ya había terminado y estaba limpiándole la conchita, ella estaba especialmente cachonda, así que me dijo algo que a mi parecer superaba con creces todos los insultos que me había dicho, me dijo que era su putito cornudo maricón, ahí si de plano me detuve y le dije que teníamos que hablar, ella se desilusionó porque estaba a punto de terminar, pero aceptó, le dije que si era verdad todo lo que me decía, que porque aunque algunas cosas me parecían excitantes, también eran muy humillantes, y que tenía miedo de que se alejara de mí, que me abandonara cuando encontrara lo que ella llamaba un macho de verdad.

Pensé que se reiría o se molestaría, pero mi sorpresa fue enorme cuando me acarició el rostro, me miró tiernamente y me dijo que no me preocupara, que ella me amaba más que a nada, que era el padre de sus hijos y que me diría toda la verdad, me dijo que en realidad no le parecía que yo tuviera el pene pequeño, que es más, que aunque el de Eder efectivamente era más grande, en realidad no lo era por tanto, y que del grosor estaban más o menos iguales, que ella estaba muy satisfecha con nuestras relaciones sexuales, que el poco tiempo que yo duraba lo compensaba con una pasión increíble, que aunque Eder duraba muchísimo (y que en verdad esa era una de las razones por las que llegaba toda adolorida) no se lo hacía siempre con esa intensidad, que lo que le gustaba de él era como la trataba, que en una palabra, era muy competente en el sexo, que le hacía sexo oral de una manera incomparable y que cada vez lo hacía mejor, que siempre tenía un orgasmo conmigo; después de decirme eso, me empezó a besar.

Entonces le pregunté que por qué me decía todo eso si en realidad no lo sentía o no lo creía, ella me respondió que ella lo veía como parte del juego, del rol que estábamos asumiendo, que así como le prendía muchísimo que la humillaran y trataran como a una puta (cuando en realidad en la vida real no dejaría que lo hicieran, es más, ella era exitosa y una profesional más que capaz) que le encantaba hacer lo mismo conmigo, y saber que tenía la confianza de hacerlo, que solo de pensar en los insultos que me diría se humedecía completamente y que eso tampoco significaba que yo era eso; después de un momento en el que nos quedamos callados ella me tocó la verga y me dijo, y por lo que veo el problema es tu cerebro, porque a tu pitito le encanta todo esto, porque no terminas tu trabajo cornudo maricón de mierda, toma tu lugar como el pendejo que eres; así seguí haciendo lo mismo, pero con la confianza de que ella no solo me amaba, sino que todo esto era parte de una vida sexual en común que disfrutábamos completamente ambos.

Después de esa charla las cosas fueron mucho mejores, yo había entendido que toda esta parte de la humillación era algo que nos calentaba terriblemente a ambos, y que no nos separaba, sino que lo disfrutábamos y mucho, sentí como si me liberara, porque al fin, de una manera muy cómoda podía soltarme completamente sobre mis más oscuras fantasías o deseos (que en realidad ni siquiera sabía que tenía, porque en la calentura decía cada burrada, muy impresionante); así, en la siguiente semana tuvimos sexo de nuevo a diario, y estábamos totalmente desatados, mi esposa seguía insultándome a tope, ya con la confianza que le daba el hecho de que no me molestaría ni lo tomaría a mal, es más, lo escaló hasta el punto de que si hacía algo mal o que no le gustaba mientras le hacía sexo oral me daba tremendos cachetadones y me decía: así no pendejo, aprende a comerme la panochita como el buen cornudo pito chico que eres; uf, eso me encendía.

Llegamos a tener hasta dos sesiones de sexo al día (en realidad yo eyaculaba dos veces dentro de ella y me obligaba a bajar a limpiarla ambas veces); yo también ya mas desinhibido le decía que por favor ya no me hiciera sufrir, que ya le diera las nalgas a otro macho de verdad, que tenía muchas ganas de leche de macho; también le decía que extrañaba mucho como llegaba su panochita y su culito bien destrozados por vergotas que sí sabían cogérsela, que prefería limpiarle sus agujeritos golosos que penetrarla yo mismo.

Después de una sesión especialmente intensa de sexo a tope en donde me dio de cachetadas y hasta se sentó en mi cara que porque ya se había cansado de mi pendejez a la hora de limpiarle la panochita empezamos a hablar de fantasías que teníamos, yo le confesé que me encantaría al fin ver como la usaban a tope, y que quería ser sumiso de ella y demostrarle a su macho de ese momento lo contento que estaba de que se cogiera a mi mujer limpiándola delante de él y alabando su sabor y lo bien que me hacía el favor de penetrar a mi esposa; en cambio ella me dijo dos fantasías, la primera era muy tradicional, que fantaseaba mucho con ser la putita de su jefe (en cuanto me lo dijo, le mencioné el nombre del director de la escuela donde da clases, y aunque ella hizo una mueca de desagrado porque ya era mas grande, aunque apenas unos 5 años mas que yo, también hizo un gesto de calentura impresionante), que la usara como quisiera, que no le diera chance de nada, que le ordenara guarradas que ella sin chistar obedecería y que me dominara a mi también; la verdad es que veía bastante realista esa fantasía, aunque ella decía que no.

En cambio, su segunda fantasía era muy, pero muy caliente, excesiva e increíble, sobre todo por la precisión en los detalles que me manejó: ella quería coger con seis hombres al mismo tiempo, bueno, no al mismo tiempo exactamente, sino que se fueran turnando uno por uno, pero que no debían estar en la habitación, que ahí solo debíamos estar ella, el macho en turno y yo de rodillas a su lado, que en cuanto terminara de usarla uno de los hombres ella de inmediato me ordenaría limpiar y aliviar un poco el agujerito que le usó y que yo debía indicarle al siguiente que pasara a usar a mi esposa; uf, eso me calentó y me extrañó, le pregunté que de donde la había sacado y me comentó que no sabía, pero que hasta se había masturbado imaginando todo, los seis cabrones y yo como su fiel cornudo limpiando y hablándoles a los demás.

También dentro de esa semana le pregunté sobre sus experiencias sexuales pasadas, me sorprendió que no fueron muchas, perdió la virginidad con un primo suyo que venía de Estados Unidos y el exnovio anterior a mí, que con su primo fueron experiencias que sí le gustaron, que durante 3 años el cabrón se la cogía cada que venía de Estados Unidos; me contó que la primera vez fue una semana antes de su fiesta de quince años, que su primo acababa de llegar de Estados Unidos por dicha fiesta y que aprovechó que los padres y hermanos de mi esposa salieron al centro de la ciudad para comprar cosas para la fiesta para entrar como hacían cuando eran niños a su habitación, solo que ya no eran niños, su primo la abrazó por la espalda, mi esposa hizo como si durmiera pero sintió claramente su pene en su trasero, también me dijo que le gustaba sentirlo, pero su primo empezó a tocarle los senos y a restregarle mas su paquete, le dijo al oído: se que estás despierta, si quieres que siga no hagas nada; y mi esposa no hizo nada; él la tocó por todo su cuerpo, los senos, las nalgas, las piernas y mi esposa empezó a gemir, entonces su primo se bajó a hacerle sexo oral, mi esposa no sabía que hacer entonces su primo le dijo: vaya, te ha gustado todo, estás mojadita y entonces ella empezó a gemir, después le abrió las piernas y la penetró, me dijo que le había dolido mucho, pero que fue de manera abrupta, solo sintió como un pinchazo muy, pero muy doloroso y después empezó a ser inundada por el placer, su primo le estuvo bombeando un buen rato hasta que terminó en su vientre.

Ella no esta segura de que haya terminado esa primera vez, pero en las siguientes semanas su primo se encargó de cogérsela casi a diario aprovechando cualquier rato en que los dejaran solos, que hasta en su fiesta de quince se la chingó con todo y vestido, que ahí le enseñó a chuparle la verga y la empinó para darle por detrás, eso sí, me contó que siempre fue muy responsable y nunca terminaba dentro, sino fuera, en su vientre o en sus nalgas y cuando le enseñó a mamar, le acababa en la boca, me contó también que cada que venía de Estados Unidos ella le daba las nalgas siempre que pudiera, que le encantaba hacerlo con él, aunque creía que le había gustado porque eran sus primeras experiencias, dejaron de verse después de que él se enlistó en el ejército de Estados Unidos.

El otro hombre en su vida fue su exnovio de la universidad, que realmente con él si no le gustaba el sexo, aunque duró 4 años con él el sexo nunca fue satisfactorio, que era muy conservador y miedoso, que solo lo hacían de misionero y nada de que él se bajara a chuparla a ella o ella a él, decía que era asqueroso, yo no podía creer que aún existieran hombres así; y aún me contó que ella casi casi lo viola la primera vez que porque él quería esperar hasta el matrimonio.

Una semana después ella se quedó de ver con su excompañero de la preparatoria Darío, pero eso vendrá en el siguiente relato.

Continuará.

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