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Historia de una hotwife: El Inquilino
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Tiempo de lectura: 29 minutos

Hola machos cabrios soy su milf favorita Ishtar, les voy a contar otra experiencia sexual a través de un relato, espero me sigas en mis redes sociales, me encuentras como Ishtar Flores, a los que ya me sigan les agradezco el apoyo, sus fotos de sus miembros, me sonrojan, algunos están muy dotados, besos, sin mas preámbulo comenzamos. Besos en sus miembros.

Mi esposo y yo decidimos obtener un ingreso extra, debido a los gastos de la Universidad de nuestras hijas, gastos de la casa y sumado a la crisis del país, era una buena idea rentar el cuarto de servicio que tenemos en la parte trasera del jardín, cuenta con un baño, y un especio para estudiar, la solución se le ocurrió a mi esposo me pareció totalmente descabellada en un principio, pero analizándola con calma termine cediendo. Solamente que mi marido puso una condición: Verónica por cuestiones de seguridad, debemos rentarle a una mujer, tú sabes por la seguridad de nuestras hijas, solamente respondí, ok. El anuncio lo colocamos a principio de este año, sin obtener grandes resultados, fueron pasando los días y meses y no encontrábamos a nadie que reuniese un perfil adecuado y que pudiera ayudarnos con los gastos, a pesar de que empezábamos a tener urgencia por aumentar los ingresos fuese como fuese. Por eso nos planteamos admitir en casa a un joven llamado Dionisio, hizo cita para el 14 de marzo.

Aquella tarde de marzo, regresaba del trabajo cuando a lo lejos veía a mi esposo platicando con un joven alto, al llegar quede impactada, -Veronica, amor, mira te presento a Dionisio, viene a ver lo de la renta del cuarto, -buenas tardes señora, un gusto, dijo con voz grave. Hola joven, apenas pude responder. Dionisio es guapo, con rasgos finos, moreno claro, gallardo, alto, aproximadamente, 1, 84, musculoso. Cuéntanos sobre ti, dijo mi esposo Joel, mire señor, soy estudiante de Ingeniería y estoy en el último año de mi carrera, realizo mi servicio social, y solamente les rentaría por los siguientes dos meses, en lo que termina este semestre, por eso le pido que me acepten, tengo referencias personales y académicas, no tomo, no fumo, por favor, consideren, he estado buscando un lugar donde rentar, porque la señora que nos rentaba a los estudiantes tuvo que vender su casa, para irse a Guerrero. Dionisio, realmente era un excelente estudiante, mi marido, le dijo, está bien muchacho, te acepto porque se ve que eres un caballero decente. Dionisio, respondió; muchas gracias, voy a traer mis cosas, para dormir esta noche, aquí.

Aquella noche, yo estaba como Puma en celo, pero mi marido e hijas estaban en casa, no podía hacer nada por lo que me conforme con masturbarme mientras me bañaba, aquel joven me había aumentado mis calores infernales. Al siguiente día, en la mañana coincidieron con mis hijas Livia y Estefani, su padre las presento, y como era lógica, quedaron completamente gustosas con Dionisio, al percatarse de esto, mi marido me comento; crees que la presencia del joven vaya inquietar a las niñas, en mi mente dije, mi amor, a mí ya me alboroto las hormonas- le respondí: Joel, el muchacho se ve decente aparte nuestras hijas son unas niñas educadas y tienen novios, mi esposo, asevero, tienes razón. Pasaron los días, y aquel joven, nos ayudaba siempre que podía, en las labores domésticas.

Recuerdo una tarde, regresé a casa algo más temprano de lo habitual, y sorprendí a Dionisio mirando nuestras ropas en especial las prendas íntimas. No debió escuchar mi llegar, me gustó observarlo mientras se deleitaba con nuestras bragas. Todavía no se había percatado de mi presencia cuando de entre las prendas mojadas, toco una de mis tangas. Se quedó mirándolo por unos segundos como embobado. Me excito verlo, yo quería coger con ese macho cabrío, desde el dia que lo vi, de repente volteo y se sorprendió al verme en la cocina. Titubeó como quien atrapa a un niño pequeño cometiendo alguna travesura. Trató de disimular lo evidente, que le habían llamado la atención mis prendas más íntimas.

-¿Te gustan? -Yo…, esto…, no sé qué decir, no te vayas a pensar- titubeó por unos segundos, -tan solo quería ayudar a quitar la ropa, pero ya que me has atrapado, aprovecho para decirte que seguro que te ves estupenda con ellas- trató de mostrarse galante a modo de cumplido mientras señalaba alguna de las tangas que había tenido entre sus manos. -Gracias- le agradecí el piropo. -Tú tampoco debes estar mal con estos boxers- dije señalando su parte intima, para desgracias nuestra, abrieron la puerta y él se retiró a su cuarto, eran mis hijas, habían regresado de la Universidad. Si bien esa fue la primera conversación un poco picante que tuvimos entre los dos, con la confianza y el paso del tiempo sucedieron algunas más por el estilo.

Los siguientes días, se mostró en todo momento atento y educado, se desvivía por hacerme favores. Todo lo contrario, a mi marido, que no se levantaba para nada del sillón y siempre me mandaba a mí por las cosas que se le olvidaban a él, alegando estar cansado. Su conversación era amena e inteligente, y si bien alguna vez lo había sorprendido en algún desliz observándome las piernas o el escote, esto hacía que aumentara mi celo. En consecuencia, mi lujuria y astucia, hicieron que instalara unas mini cámaras, en su baño y recamara, a través de la aplicación lo monitoreaba en mi celular, el ver ese tremendo físico al bañarse me excitaba, necesitaba copular con ese macho, también me percate que se masturbaba viendo pornografía, lo raro era que no eyaculaba. Así transcurrieron los siguientes días.

En el puente de la primavera, mis hijas salieron de viaje con sus novios, y mi marido y yo, salimos a una cena con nuestras amistades, aquella noche bebimos algo más de la cuenta, lo suficiente como para desinhibirnos en nuestro regreso de madrugada a casa y terminar haciendo el amor en nuestra cama. Los dos lo necesitábamos, llevábamos mucho tiempo en que el estrés y las preocupaciones no nos dejaban culminar. Sumado a que yo seguía molesta por el hecho de que mi marido me dejo sola en nuestro aniversario 25. Juro que estaba disfrutando inocentemente hasta que mi marido me alertó por los gemidos y grititos que estaba pegando. Yo siempre he gemido mucho, lo reconozco, y no me controlo cuando estoy próxima al orgasmo. -silencio- dijo mi esposo tapándome la boca a una mano, -si sigues gritando así nos van a oír hasta los vecinos- me susurró mi marido al oído mientras me penetraba a lo misionero tratando de que no hiciera ruido y con la luz apagada.

-Lo siento no puedo evitarlo- articulé como pude entre jadeos y gritos. -¿Acaso quieres que te escuche Dionisio?,- me preguntó mi marido quitándome la mano de la boca para que pudiera respirar y alertándome para que no fuera tan escandalosa. Al decir el nombre de ese joven, mi calentura aumento, imaginándome copulando con ese macho. Evidentemente a mi esposo no le hacía ni pizca de gracia que nos escuchase nuestro inquilino. Mi marido comenzó a moverse de nuevo dentro de mí. Con su gordo cuerpo encima me costó respirar. Lo miré como estaba encima de mí al estilo conejero concentrado con los ojos cerrados. Quise encontrar en él una mirada cómplice que incendiara nuestro amor, pero no la encontré. Al contrario, lo observaba como permanecía ensimismado pensando en no venirse. Así continuamos por un momento, hasta que mi marido se corrió en mi interior completamente ajeno a mis necesidades, preocupado tan solo en su placer y en que no nos escuchase nuestro inquilino. -Ha estado genial, ¿no crees? – preguntó mi marido una vez que se salió de mí y se tumbó en su sitio al lado en la cama. -Claro que, si cariño, ha estado genial- repetí sus propias palabras.

Al siguiente día, en la mañana me disponía ir a trabajar, y me cruce con Dionisio, quien me dijo-Al parecer ayer no la pasaste mal, disfrutaste el puente muy bien-¿Nos escuchaste?- le pregunté. -Era imposible no escucharlos- respondió como si fuese lo más natural del mundo para él escuchar yacer a otras parejas. -¡Qué vergüenza!- pronuncié tapándome la cara con las dos manos en plan mojigata.-Vamos Señora, no tienes de qué avergonzarte, es lo normal en una pareja- dijo tratando de quitar hierro al asunto. -Siento haberte despertado- traté de disculparme por haberle interrumpido el sueño. No tienes nada de que disculparte, al contrario, me gusto escucharte, bueno señora hermosa, me despido, que tengas un lindo día, así como tu sonrisa, me sonrojé y le di las gracias, aparte de que lo deseaba sexualmente, también era un caballero que me hacía sentirme una dama.

Los días fueron transcurriendo, un miércoles creo recordar, cuando Dionisio se duchó al regresar de la Universidad y dejó la puerta de su baño entreabierta por primera vez en todo este tiempo, quiero pensar que por descuido. El caso es que, entre unas cosas y otras, entre pasar en el patio de un lado para otro haciendo las tareas de la casa, pude contemplarlo de pasada desnudo tras la cortina semitransparente de la ducha. Incluso en una de las idas y venidas me demoré intencionadamente por unos segundos en mis tareas contemplando su figura. En esos momentos, su figura difuminada desnuda tras una cortina de plástico y en comparación con la barriga de mi esposo, Dionisio le hacía honor a su nombre y su cuerpo era la de un Dios Helénico. Quise disimular haciendo como que pasaba por el pasillo del patio en el momento en el que escuché como se cerraba el grifo de la ducha. Dionisio corrió las cortinas de golpe mostrándose completamente desnudo mientras salía de la bañera con la intención de cubrirse con la toalla de baño. En esos momentos comprendí que se había dejado la puerta abierta del baño por verdadero descuido.

Lo vi, me vio. Nos miramos mutuamente. Su mirada se cruzó con la mía en la distancia. Me sorprendió, me había atrapado. Se sonrió orgulloso de sí mismo mientras alcanzaba la toalla. Yo tardé en reaccionar presa del pánico. Él se demoró en taparse regocijándose de la situación y de mi asombro. Yo disimulé tratando de hacer ver que era todo fruto de la casualidad y un hecho fortuito debido a mis quehaceres como ama de casa en esos momentos. Me dijo: por fin vas hacer mía, mi amor, me tomo de la cintura y me beso, pero el encanto se rompió, cuando abrieron la puerta, era mi marido, y uno de sus socios, mi marido me llamo; Verónica, amor, ya vine.

Aquella noche, me metí a la ducha, no pude evitar acordarme del cuerpo desnudo de Dionisio. Y eso que lo vi tan solo un instante, pero cuanto más me concentraba bajo el agua de la ducha en sus formas, con más nitidez y claridad rememoraba los detalles de su cuerpo. Tal es así que comencé a acariciarme poco a poco y terminé masturbándome, pude desahogarme a gusto. Quise sumirme en un mar de sensaciones placenteras e incluso dirigí el chorro de la ducha para que impactará directamente sobre mi clítoris, tal y como hacía de adolescente en casa de mis padres. Comenzaron a temblar en los primeros espasmos, pues resultó un orgasmo lento e intenso que me hizo gemir como una histérica. Lo que era en esos momentos. Una mujer desesperada que necesitaba calmar su cuerpo a toda costa. Me dejé llevar, grité, pero sobre todo disfruté. Al salir del baño di una revisada a las cámaras, y Dionisio se la estaba jalando, observé por varios minutos, después se guardó su miembro y fue a dormir, nuevamente no lo vi eyacular.

Al otro día coincidimos, mientras mi marido aún se encontraba en el cuarto, me dijo, buenos días señora, buenos días Dionisio, ya te vas a la Universidad, ya bonita, te ves con sueño, si es que me desvele, mi mente me traiciono y pregunte-¿Te tocaste?- él se sorprendió, y a mí la idea me resultaba excitante en esos momentos, además de que no sé por qué, estaba disfrutando al hacerle confesar. Me hacía sentir poderosa al saberme deseada por otro hombre que no era mi marido, y con el que podía hablar claramente de estos temas. -¿En serio lo quieres saber?- me miró esta vez más serio de lo normal restando algo de naturalidad a la situación-Uhm, uhm. Si te tocaste pensando en mí, creo que tengo derecho a saberlo- le devolví la mirada provocando su respuesta. -Sí, me toqué- pronunció mirándome fijamente a los ojos orgulloso. – se me escapó una sonrisa de satisfacción al conocer su respuesta chupándome el dedo en plan niña mala forzando su confesión. -Tú lo has preguntado y yo te he respondido. ¿Qué quieres que hiciera? – se justificó de nuevo. -A saber, en qué estarías imaginándote. -Mejor no quieras saberlo- dijo antes de romper a reír los dos con risa floja tratando de aliviar el momento. El ruido de las llaves en la puerta interrumpió la risa. Mi marido se dirigía a nosotros. -¿De qué se ríen?- quiso saber mi marido.-De nada, de nada- dijimos los dos al mismo tiempo para asombro de mi esposo que no sabía de qué iba el tema y solo nos veía reír, tratando de aguantarnos la risa.

El ultimo jueves de marzo, me tocaba entrar más tarde al trabajo, por lo que me levante a las 9am, no había nadie en casa, mi esposo en el trabo, mis hijas e inquilino en la Universidad- me levante de la cama, y llevaba puesta, mi tanga negra y mi sostén del mismo color, me dirigí al baño hice mis necesidades, y me puse una bata negra, era un conjunto sexi y elegante, baje a la cocina y desayune fruta, aún tenía tiempo para bañarme, estaba en el patio regando las flores, cuando escuche abrir la puerta de la calle era Dionisio, se sorprendió al verme en casa, yo una Puma en Celo, sabía que era el momento perfecto para aparearnos y le dije: -¿Te gusta?- al tiempo que abría mi bata y exhibía el conjunto para él. -Caray Verónica, estas preciosas- afirmó. No solo eres elegante para vestir también para dormir, que pijama más sexi. Yo me giré un par de veces y caminé pavoneándome delante suyo por todo el patio.

Lo tome del cuello y lo bese muy tiernamente para después apasionadamente, mientras el tocaba con sus manos mi cuerpo, ambos deseábamos este momento, -bajo los besos a mi cuello, después a mis hombros, y finalmente coloco su mano en mi vagina, -mira nada más que caliente e inflamada, la tienes- muy hábilmente, metió sus dedos en mi panocha, la cual ya tenía fluidos -mamacita, mira como estas bien húmeda- poseída por la lujuria le dije: así me tienes desde el día que te conocí- nos besábamos, mientras metía sus manos por debajo de mi tanga, me cargo y me llevo a la sala, y empezamos a fajar y besarnos muy rico, -yo le agarraba su verga, la cual parecía iba a reventar el pantalón, me abría las piernas para acariciar mis muslos, y manosear mi vagina, me dijo: yo también desde el primer día que te vi, me encantaste, tus atuendos son sexis y provocativos, tu cruzado de piernas, te gusta alborotar a los hombres, que rica estas.

Continuamos besándonos, y me arrodillé quede a sus pies y sin perder contacto visual comencé a desabrocharle el cinturón del pantalón. Tras desabrocharle el cinturón tiré del bajo de los pantalones apareciendo ante mis ojos uno bóxer negro que cubría un tremendo bulto. Me restregué aquel bulto en mi cara y lo mordí, eres tremenda Verónica. Luego tiré de la goma del elástico para descubrir como un resorte ante mis ojos una verga que cimbreó agradecida ante mi liberación. Si bien ya la había visto en video, cuando lo espiaba bañándose, verla en vivo, era un deleite, era muy grande unos 20cm, cabezona, se le marcaban las venas, morena, con la clásica curva hacia lado izquierdo y rasurada. Me detuve para mirarlo a los ojos deleitándome con su impaciencia.

Posteriormente, hice lo justo para rozar su glande con la punta de mi lengua y comprobar su sabor. Un inconfundible olor a macho cabrio me penetró por las fosas nasales al mismo tiempo que saboreaba la punta de su pene. Recorrí con mi lengua de abajo arriba toda la longitud de su miembro. Procedí con una segunda y tercera pasada antes de engullir su verga en mi boca. Quise tragar cuanto pude y aprisionar su pene entre mis labios para ascender poco a poco deleitándome en cuantas sensaciones me producía estar arrodillada a los pies de aquel joven semental. Con mis dientes, agarre su prepucio e intentaba hacerlo para atrás, lo que hizo que gritara de dolor y placer. Con mi experiencia, de una sola mamada, me lo metí por completo en mi boca, sentía que me ahogaba, mientras Dionisio, me peinaba de una manera dulce, que hacía más delicioso el sexo oral, por un momento sentí desesperación pues me faltaba el aire, y él, aprovecho y me tapo la nariz, por lo que el aire no me entraba por ninguna manera, es un placer único, ahogarse en un miembro grande, pero con la fuerza de mi boca, alcance a morderlo, por lo que retiro su pene de mi boca. Y volvimos a repetir el acto oral, Dionisio no cabía de gusto al ver como su verga desaprecia en mi boca, se retorcía, incluso trato de aventarme ya que el placer era demasiado, pero yo se lo impedí devorándole con toda su dura verga.

Posteriormente me levanto y me dijo quiero cogerte en tu lecho matrimonial, respondí, si amor, hazme tuya donde quieras, subimos y me aventó a la cama, quede a su merced, abrió fuerte mis piernas, retiro mi bata y empezó a besar mi tanga, la cual ya estaba muy mojada, -que rico, huele mi amor- le daba palmaditas a mi concha, inmediatamente quito mi tanga, la olio, se la enredo en su verga, después se dirigió a mis senos y quito el brassier para posteriormente mamar mis senos, parecía un becerro recién nacido, pegado a las ubres. Enseguida, bajo a mi zona íntima y empezó a chupar mi clítoris, con sus gruesos labios le daba buen trato, después besaba mi vagina, metía su lengua, le daba palmaditas, -ay que rico, mi amor- le decía mientas le agarraba los cabellos de su cabeza, me mordía sutilmente, se levantó y su verga la rozo con mi vagina, la cual ya ardía de deseo, se empezó a jalar la verga con mi tanga, y la ponía en mi concha, -esta muy caliente mi amor, ya métemela por favor, grite- tus deseos son ordenes, mi reina.

En la clásica, pero fabula posición del misionero, me coloque boca arriba con mis largas piernas abiertas e inmediatamente mi semental se colocó encima de mí. Su miembro entro de un solo golpe –mmmm, aaaa, delicioso muchacho que rico miembro tienes, decía entre gemidos—me estaba penetrando rico, después lo sacaba lo frotaba en mi vagina y nuevamente lo metía. Yo lo envolvía con mis piernas, y nuestras manos se unían, mientras, el contacto visual que teníamos otorgaba una sensación de intimidad y complicidad. Nuevamente saco su miembro, y ahora fue despacio, sentí como ingresaba la cabeza –si amor, sigue asi- después la mitad de su pene, y nuevamente metió de un golpe, sentía que me partía en dos, así hizo esos movimientos varias veces, ese Toro semental, penetrándome, después subió mis piernas en sus hombros, y me embestía como un animal en celo, -te gusta amor- -sí, no te detengas- mientras me penetraba nos besábamos, me lamia mi cara, cuello, y nuestras manos se unían, después bajo mis largas piernas, y las abrió, tomándolas de mis muslos, para sacar su verga y meterla rápido, aunque ahora hacia giros, me partía la vagina y mis muslos, los abría muy duro, después mi espalda la arquee, me tomo de la espalda baja y me penetraba muy rico, posteriormente baje mi espalda, y nuevamente lo abrace con mis largas piernas.

En seguida me cargo, quito las cosas de la mesa de mi cuarto, me coloco en ella, y el permaneció de pie, para comenzar a embestirme, Dionisio me levantando las piernas para después sujetarme por los tobillos. El plus de esta postura es que mi joven semental, disfrutaba de una panorámica de lo que estaba ocurriendo, estaba consiguiendo una penetración más profunda -señora Verónica, eres un manjar de los dioses, estas exquisita- estábamos follando muy rico, era un momento único, aquel hermoso y atlético joven, me hacía disfrutar como puta y dama-.-Siiih, aaa- gemí, mientras su verga se habría camino en mi interior. Le era fácil, penetrarme pues mi vagina estaba completamente empapada por dentro. Inmediatamente se recostó sobre mi cuerpo y esta vez sí empujó con fuerza, de tal modo que introducía su miembro a placer, yo recostada en aquella mesa, sentía mi espalda lastimarse por lo incomodo, pero mi cuerpo vibraba de placer. -uff que rico – chillé reprimiendo mi gemido mordiéndome los labios pensando que me partía en dos. Con sus movimientos de cadera respiré aliviada al comprobar como sus genitales chocaban contra mi perineo, señal inequívoca de que me había penetrado hasta el fondo. Respiré algo más aliviada, estaba gozando como una Leona, estaba extasiada, fue cuando tuve mi primer orgasmo, -aaaa, mmmm, que rico- moje a mi semental. Señora Verónica, que rico se sienten tus jugos.

Me saco s miembro, y me hizo mamarlo, así lo hice, aun estaba extasiada por el orgasmo que había tenido, mamaba y apretaba sus testículos, y después su pene, me tomo de las manos y me levanto para besarme con lujuria, me mordió fuerte los labios, mi amor quiero coger ese culo sagrado que tienes, al tiempo que se acomodaba detrás de mí. Dionisio inmovilizó mis piernas con las suyas, podía sentir sus pelotas rozándose por mis nalgas, lo que me provocó cosquillas y una risa nerviosa al saber que teníamos el tiempo contado, antes de que llegaran mis hijas. De repente siento como un chorro de saliva cae sobre mi piel alrededor de mi ano y Dionisio comienza a embadurnarme reconcentrándola sobre mi esfínter. Se entretuvo en abrir y cerrar mis nalgas a dos manos hasta que en medio del juego siento la yema de uno de sus dedos presionando con sutileza contra el anillo más sensible de mi cuerpo. Inevitablemente mi cuerpo palpita, mis nalgas rebotan como flanes al contraer de nuevo los músculos de mis nalgas y hundo mi cara en la almohada mordiendo la funda ansiosa por gemir. -aaaaa, mmm- Casi me ahogo contra la almohada, me quedo sin aliento por unos segundos que Dionisio aprovecha para sodomizarme definitivamente con su miembro. Puedo sentir la palma de su mano abierta de par en par contra mis nalgas señal inequívoca de que me ha introducido el pene hasta el final.

Empiezo a gemir, arqueando mi espalda al tiempo que me provoca cierto escozor. Totalmente soportable. Acto seguido puedo sentir como empuja un poco más adentro en mi interior. Se siente diferente, me quema por fuera al tiempo que estimula un montón de terminaciones nerviosas en mis entrañas. Comienza a moverse con cierto ritmo. Siento mi cuerpo temblar y dejo escapar un grito seco que temo me delate con los vecinos y me lleve a la ruina. Mi macho aprovecha para castigar mis nalgas y jalarme del cabello. Eso duele, pero me encanta, esa extraña sensación de picor que ya me resulta familiar, sonriente y poseída por la lujuria, deslizo mi mano por debajo de mi cuerpo hasta alcanzar a acariciarme el clítoris yo misma. Casi al mismo tiempo Dionisio comienza a moverse violentamente, castigándome muy rico, el dolor de mi esfínter es superado con creces por el placer de ser la puta de mi inquilino.

Continuamos varios minutos así, nuestros cuerpos totalmente desnudos y sudados, hacen de la recamara un infierno, y yo gozando mi adulterio. Después saca su miembro, y siento palpitar mi ano a la vez que un inmenso vacío se apodera de mi cuerpo. Me volteo para mirarlo a los ojos. Veo como se recuesta en mi espalda. Siento su peso encima de mí aplastándome contra el colchón. Me cuesta respirar con él encima. Tiene la delicadeza de apartarme el pelo por detrás de la oreja antes de susurrarme en el oído…te amo Verónica, quiero cogerte diario, a lo que yo le respondo, seré tu puta las veces que quieras amor. Inmediatamente, alzo mi culo en pompa todo cuanto puedo para facilitarle la labor. Empujo y lo intenta, pero no entra, nuestros cuerpos están muy irritados, y le menciono, saca de mi mueble, un lubricante, se levanta y lubrica su miembro y mi ano, después separa mis piernas con los tobillos, una vez dispuesta lo vuelve a intentar. Siento como entra el glande, ese cuyas formas me parecen tortuosas. Duele. Esta vez duele mucho, así que vuelvo a morder la almohada para no chillar. Comienza a meter, la cabeza, después el tronco, el lubricante comienza hacer efecto, -sigue amor- le hago saber aguantando mi dolor y dicho esto siento como simplemente deja caer su cuerpo en mi espalda introduciendo centímetro a centímetro su larga y gruesa venga en mis entrañas.

Muerdo la almohada, jalo las sábanas, después junta mis piernas y él se levanta, para penetrarme de una manera diabólica, -zaz-zaz- se escucha el choque de nuestros cuerpos, sumado a que golpea mis nalgas, sus fuertes manos dejan roja mis pompas, y su miembro destroza mi ano, minutos después comienzan a salir fluidos de nuestros órganos, que se comienzan a mezclar, no obstante, los fluidos internos de mi ano y su pene, se volvieron un lubricante, lo que ayudo a la penetración. -Dios mio, que rico me estás sodomizando- alcanzo a decir entre gemidos, me están rompiendo el culo de manera sublime y es ese pensamiento quien me anima no solo a morder la almohada sino a estrujar las sábanas en mis puños y aguantarme. Continúa atornillándome muy delicioso, y levanto la vista mientras muerdo las sábanas, y por el espejo alcanzo a verlo parado, es un semental en toda la extensión de la palabra, fuerte, alto, parecía una escena de la mitología griega, el Toro de Minos penetrando a Pasifae.

Dionisio me besa en el hombro cuando siento que sus pelotas rebotan en mi culo lo que evidencia que me la ha metido hasta el fondo. Es justo lo que necesito. Ya está, está toda dentro y puedo soportarlo. Ves señora bonita, tú puedes con todo. Mi semental, se detiene una vez me sodomiza hasta el final al ver la expresión de mi rostro. Esta vez giro mi cara para sonreírle. .-Más- le digo con la cara desencajada por el morbo- quiero más- le hago saber. Él comienza a moverse dentro y fuera de mí. Ya eran las 3 de la tarde, mis hijas no tardarían en llegar. Enseguida, me volteo para mirarlo una vez más. Puedo ver las ganas reflejadas en su rostro por venirse dentro de mí. Su respiración es irregular y jadea, sé que su cuerpo lucha contra el impulso de su orgasmo a mi espera. No puedo evitar alegrarme por haberme entregado a un hombre como él.

Deslizo de nuevo mi mano por debajo de mi cuerpo buscando acariciarme yo misma de nuevo. Dionisio también desliza sus manos por debajo de mi cuerpo para aferrarse a dos manos a mis pechos. De nuevo todo su peso en mi espalda. A mí me cuesta jugar con mi dedito y mi clítoris, y en cambio a él le resulta fácil jugar con mis pezones. Como me cuesta encontrar mi clítoris, decido introducirme uno de mis deditos cuando… ¡¡No me lo puedo creer!!. Puedo acariciar su polla entrando y saliendo de mi culo a través de mis entrañas. Apenas unas membranas nos separan. ¡Es increíble! -Uuuhm- un gemido intenso se escapa de mi boca debió escucharse hasta la calle. Dionisio se suma al placer intenso que ya siento moviéndose más rápido encontrando un buen ritmo que nos satisface a los dos. Siento como su miembro entra y sale de mi estrecho culo. Se siente bien y ambos sabemos que no tardaré en correrme para satisfacción de los dos. Mis dedos también se mueven más rápido en mi interior, ambos podemos notarlos. Sé que no se correrá hasta que no lo haga yo. De repente me falta el aliento, debo arquear la cabeza para poder respirar. Abro mi boca todo cuanto puedo para tratar de atrapar algo de aire. Aquel joven me muerde en el hombro al tiempo que pellizca mis pezones. Increíblemente el dolor me lleva a un placer inusitado. Mi cuerpo se estremece y una primera sacudida evidencia que estoy a punto de correrme.

.-Dionisio, me corro- le hago saber con la voz entrecortada a falta de aire. Mis palabras provocan que mi sodomizador se mueva con golpes más secos y contundentes, golpeando con rabia contenida. Enfurecido. Hundo mi cara en la almohada mientras mi cuerpo comienza a convulsionar y estallo en un orgasmo estremecedor. .-Dionisio, me vengo, Dionisio, Dionisio, Dionisiooo- grito su nombre contra el edredón cuando exploto. Yo he culminado con otro orgasmo, pero Dionisio todavía golpea con fuerza contra mi culo. Ahora sí comienza a dolerme por momentos. Varios minutos, sigue castigándome, después caemos en la cama, pero él se sigue moviendo, que verga tan duradera.

Posteriormente, Dionisio dijo, me vengo. -Córrete amor, quiero que te corras en mi cara- le susurro. -Por favor muchacho, quiero sentir tu crema en mi boca- pronuncio con la mejor voz de la guarra en que me he convertido. Saco su miembro prisionero de mi ano, y empezó a jalársela y como buena puta, le ayude, jalamos ambos aquella verga llena de venas, y en eso siento como un líquido caliente y viscoso es derramado en mi cara, salió mucho semen, cuando digo mucho era demasiado, me lleno literal la cara, me cerro un ojo, era muy oloroso pero amoroso, aaa son tuyos Verónica, muchos deliciosos espermas cubrieron mi bella cara, el seguía sacudiendo su miembro y otra cantidad de leche caía en mi pelo y hombros, -tienes mucha leche le comente- dijo sí, es que no me había masturbado en días, desde que te conocí- decidí confesarme y le dije: instale unas cámaras en tu baño y alcoba, he visto que te masturbas- sonrió, si se, que colocaste cámaras por eso me jalo la verga en dirección a la cámara, y si me he masturbado pero no he eyaculado, sabes es una cualidad que he desarrollado masturbarme y no eyacular, lo mismo en mis relaciones sexuales, muchas veces no he eyaculo es una técnica excelente, que permite controlar el placer, es poco conocida en los hombres, tener orgasmos sin eyacular.-le respondí: wow, amor, eres un semental en toda la extensión de la palabra, con su miembro juntó su semen y lo fue introduciendo en mi boca, ese semen de olor y sabor fuerte, me lo tragué por completo, le di unas mamadas, y besos a su miembro, y terminamos.

Dionisio se dejó caer a un lado de la cama mientras me besaba en la boca. No se me ocurrieron palabras así que mejor seguir besándonos. Es su forma y la mía de agradecernos algo que ambos deseábamos desde hacía tiempo. .-Estuvo sublime- fui yo quien rompió el silencio y los besos para agradecerle el momento incorporándome de la cama en busca de mi camisón y mi ropa interior que yacían por el suelo de la habitación. –Amor, tienes que irte ya no tardan en llegar mis hijas- Ya no fui a trabajar, les diré que me dolió la cabeza, Dionisio se despidió con un besa en la boca, me bañe y me puse una bata, me recosté adolorida pero llena de gozo, a los 20 minutos llegaron mis hijas, sorprendidas al verme en casa. En los siguientes días continuamos fornicando, no podíamos hacerlo en casa, por la presencia de mi esposo e hijas, sumado a los vecinos que podían delatarnos. Así que nos citábamos en un hotel en el centro de la ciudad.

El día primero de abril, tenía una entrevista en Centro Histórico, con una compatriota que radica aquí en México, para vender un departamento que tengo en mi tierra de Guatemala. Fiel a mi costumbre, me fui bien arreglada, estrené un mini vestido de color gris, muy pegado, demasiado sensual que resaltaba mis atributos, era de manga larga, esta vez decidí no usar medias, acompañada por unas zapatillas color blancas, que muchos hombres quisieran de aretes, mis dedos descubiertos, mis uñas pintadas de blanco, aquel mini vestido, resaltaba mi vientre plano, mis caderas y mis glúteos, era un deleite para los caballeros que me encontraba a mi paso, mi cabello suelto, y mis labios pintados de rojo.

Aproximadamente a las 6 de la tarde regrese a mi casa mis hijas habían salido con sus novios, mi esposo como de costumbre trabajando incluso los fines de semana, llegaba a media noche, mi inquilino, había ido a una fiesta. Por lo tanto, la casa estaba sola. Asi que decidí, subir a mi dormitorio, tome un abrigo para salir a rumbear, sin embargo, mi sexto sentido de mujer, me hizo revisar el celular, y mirar las cámaras de Dionisio, y para mi sorpresa mi inquilino tenía totalmente abierta de piernas a mi hija Livia, no lo podía creer, mi nueva conquista estaba apareándose con mi hija. La verga de Dionisio, golpeaba la vagina de mi hija, escupió en su clítoris, e ingresaba la cabeza, -aaa que dura, decía mi hija—después enterraba parte de su tronco, -aaa, si, me encanta- decía Livia, mi inquilino toma de su diminuta cintura a mi hija y de un solo golpe metió toda su verga -aaaa —mmmm– gritaba muy fuerte, así hizo esos movimientos varias veces. No daba crédito a lo que veía, sin darme cuenta estaba viendo fornicar a mi amante en turno con mi hija, y juro que en ese momento me excite al ser espectadora de un coito y a la vez estaba celosa de mi propia hija, por lo que, cerré mi celular, no está bien mirar, me decía a mí misma y respire profundo.

Aproximadamente a la hora, escuché abrir la puerta de mi casa, y salió Livia, supuse que iría a ver a su novio, fue cuando mi Leona interna, decidió ir a encarar a mi amante, toque fuerte la puerta de Dionisio, y al abrirla el quedo atónito, se encontraba sin camisa y con un short, le dije: que estabas haciendo con mi hija, desgraciado, desde cuando la frecuentas, estaba totalmente desquiciada llena de celos, no era yo, era una Puma reclamando su macho, exigiendo su puesto. –Tranquila, amor, tú eres especial, es cierto que me estoy cogiendo a tus hijas. Que, grite fuerte, -amor, ellas me buscaron, les guste, ellas también me gustan, vamos es algo normal- -no, replique- tu eres única, me doy cuenta, estas celosa, -no, cabron- claro que lo estas mami, ven pasa te voy a coger.

Me tomo de la cintura y comenzó a besarme, mientras su manos me dedeaban y después apretaban mis nalgas y senos, –mmm, comencé a gemir, era tal mi enojo, celos y excitación, que hicieron una mezcla diabólica, y termine cediendo, lo bese y me arrimaba a su cuerpo atlético, -muack-muack- esos besos estaban llenos de pasión, le comenzaba agarrar su miembro, metí mi mano en su short, y pude notar que aún estaba fresca la leche –cabron, mira, como estas- si amor, así me dejo Livia, deslechado pero ahorita me recupero. –desgraciado, estas mojado por mi hija, la tenías bien abierta de piernas- y me respondió: como sabes que estaba abierta, nos espiaste por la cámara mientras cogíamos- -no, dije con sobresalto- y el muy infeliz, llevando su mano en mi vagina, dijo: pues esto no dice lo mismo, parece que estás bastante mojadita por aquí abajo. Me decía pasando sus dedos por encima de mis bragas, yo estaba mojadísima, ya ves amor, también te éxito el verme follar a tu hija, no dije nada, y empezó a besarme el cuello, sus manos apretaban mi trasero y yo me sentía hipnotizada dejando que Dionisio se apoderara de mi cuerpo, en ese momento me dio la vuelta, puse mis manos sobre la encimera, él apretó fuertemente su cuerpo al mío, él pasaba sus manos por toda mi cintura y mis tetas.

-Dionisio, decia: ¡Ohhh que buena estás, joder! Dios como me pones. Mientras me besaba el cuello y el lóbulo de la oreja, sus manos no paraban, yo que no podía mover los brazos, me estremecía con los mordiscos que me daba en el cuello, echaba el culo hacia atrás, a la vez que inclinaba el cuerpo hacia delante, aquella tortura me hacía estremecer de gusto, notaba lo hinchada que tenía la verga, cada vez que echaba mi culo hacia atrás, era un lujo estar aprisionada por ese cuerpo atlético, sentir aquel abdomen marcado, esos pectorales definidos, yo ya estaba con una calentura y una tremenda excitación, sentía mis pezones duros, el muy cabrón viendo cómo me estremecía de gusto cada vez que me mordía el cuello, no dejó ni un momento de hacerlo, veía que aquello me hacía estremecer y gemir, retorciéndome de gusto, por lo que no tenía intención de parar, con mi culo pegado a su entrepierna. Enseguida volteo, quedamos de frente y nos besamos, yo estaba perdida, entregada y unas ganas de sexo enormes, no podía detener este deseo, le quité su short que parecía que iba a reventar con aquella verga erecta, Dionisio hizo un poco de fuerza en mis hombros indicándome que me arrodillarla, me hinque de rodilla, y quedo aquel trozo de carne delante de mi cara.

Estaba dura muy dura, muy olorosa, aun tenia los rastros de semen, y fluidos de mi hija, no podía creer que minuto atrás esa verga había destrozado a mi hija y ahora haría lo mismo conmigo, la empecé a acariciar, notando lo caliente que estaba. Lentamente metí su verga en mi boca, y comencé a chupar aquel miembro. -Dionisio: ¡Oh que bien la chupas! ¡oh ohhh! Así, así, trágala toda, trágala toda, ¡oh ohhh!, despues de varias mamadas, decidí contemplar su falo, y darle besitos en todo ese enorme tronco, baje a las enormes bolas y las comencé a succionar, mientras con mis manos intentaba jalar ese enorme pene, decidí comenzar la felación, dando lengüetazos en su frenillo y glande, intentaba meter esa enorme cabeza, –mmm, parecía una paleta— para mi sorpresa me dijo: mamame el ano, le respondí, con asombro, que dices y el menciono, los hombres tenemos el punto G, en nuestro ano, por lo tanto, me hinque e inicie a meter mi lengua en ese ano, era un sabor desagradable, me dio una pastilla y el sabor mejoro la experiencia, -como puede mire su cara- y estaba completamente extasiado, era la primera vez que un hombre me pedía eso, seguí varios minutos, y Dionisio, tuvo un orgasmo, mendiga perra, que rico. Me haces tener orgasmos sin eyacular, posteriormente nos levantamos.

Mientras nos besábamos, subió mi minivestido y bajo mi tanga, hasta las rodillas, estando de pie, iniciamos la fornicación, su miembro apunto hacía mi papaya y presionando un poco, entro todo su glande dentro de mí y después con su manos empujo mi cuerpo sobre su cuerpo introduciéndome todo de golpe su impresionante verga, llenándome por completo, sintiendo como iba entrándome ese miembro me iba rozando todas las paredes de mi vagina, era sensacional el placer que sentía al irme rozando su verga a medida que me iba penetrando, minutos después notaba como su punta me llega hasta la misma entrada de mi útero. Él se quedó un ratito quieto sobre mí y me decía: tu coñito bien acostumbrado a las vergas gruesas ¿Cuántos hombres han metido su verga dentro de tu vagina?, deben de haber sido bastante o los que lo han hecho la debían de tener bastante gordas ¿no?” si amor, muchas vergas, dobles y triples vergas, en mi vagina, ano y boca, respondí con orgullo. Y el asevero, eres una puta de lujo, una esposa caliente, le dije si soy una Hotwife. Mientras me penetraba nos besábamos, mis manos acariciaban su hermoso abdomen, mientras, yo decía: “Muévete, muévete más deprisa mi amor, sigue, sigue follandome, folla a esta puta que tanto has deseado, sigue, sigue no pares, asi, asi oh que bien me lo estás haciendo oooh mi amor sigue, por favor no pares…”

Posteriormente, fuimos a su cama, me subió el mini vestido hasta la cintura, quito mi tanga y se arrodilló y tomó un par de almohadas y pidiendo que levantara la cintura las colocó debajo de mí, con suavidad levantó mis piernas y me las separó, mis rodillas quedaron casi sobre mis pechos y todo mi sexo totalmente a su merced, sin dejar de mirarme acercó su boca a mi entrepierna, sentí su cálido aliento, seguido de un lametón en mi rajita, atrapa mi clítoris en sus labios y lo succiona suave y lento, un gemido largo y fuerte sale de mi boca, continuó algunos minutos disfrutando de mi vagina a sus anchas, me estiraba el clítoris con sus labios, lo mordisqueaba, me daba largas lengüetadas que iban desde mi ano a mi clítoris, su boca era mágica, me encantaba todo lo que me hacía, tomé con mis manos mis piernas para jalarlas a mi pecho y dejar mi coño bien abierto. – Me encanta tu dulce coño, es un manjar, es tan jugoso, nena. No contesté, solamente cerré los ojos para seguir disfrutando el placer que me daba, abrió mis labios vaginales y su lengua recorrió todo lo largo de mi vagina, desde mi ano hasta mi clítoris, sentí su dedo medio juguetear con mi orificio anal y empujar, mi esfínter no ofreció resistencia alguna y su dedo se metió profundamente, no pude evitar dar un respingo y apretar las nalgas, pero una vez que empezó a moverse en mi interior me relajé, y aprovechó para meter su dedo pulgar en mi coño, su lengua seguía lamiendo frenéticamente mi clítoris, mis ojos se pusieron en blanco, casi me desmayo de placer, sus dedos se rozaban dentro de mí, solamente separados por un delgado pliegue, se me aflojaron las piernas y las solté, pero continuó con el ataque implacable de sus labios sobre mi clítoris, mis gemidos se volvieron interminables.

– Papi, Ay, papi, papito, que ricooo, Ayyy, ahhh, me voy a correr, aghhh. Disfruta nena, no te preocupes, disfruta, goza, cómo yo estoy disfrutando con tu rico coño.

Todo mi cuerpo se estremeció, espasmos recorrían mi cuerpo, y gimiendo como loca, empecé a correrme, mis flujos empezaron a escurrir y Dionisio, los bebía con gula, fue un orgasmo larguísimo, espasmo tras espasmo, hasta que poco a poco fue menguando, estaba exhausta, rendida, pero plenamente satisfecha, pensé que me daría un respiro, pero no fue así, me tomó de la cintura y me hizo dar media vuelta, acomodando una almohada bajo mi cintura para que mi trasero quedara levantadito y en pompa. Que cuuulooo, no sabes voy a disfrutarlo- dijo admirando mi carnoso trasero. Apretaba mis nalgas al tiempo que le daba besos y pequeños mordiscos, las abrió con sus manos y sentí su cara hundida entre mis nalgas, su nariz prácticamente en mi esfínter, me hacía cosquillas y sentía el aire tibio de su respiración acariciando mi más recóndito rincón, a pesar de que me había recién corrido, el placer no disminuía, cerré los ojos, dejándome llevar por el gozo que sentía, abrió más mis nalgas y sentí la punta de su lengua presionando mi esfínter, la sensación fue increíble, se me escapó un fuerte gemido, un escalofrío recorrió mi cuerpo, como si su lengua me transmitiera una corriente eléctrica, siguió punteando y lamiendo mi hoyito un largo rato, hasta que mi esfínter cedió y entró la punta de su lengua en mi interior, suspiré y mordí mis labios al tiempo que apretaba las sábanas, la movía en forma circular, avanzando cada vez un poco más, metiendo y sacando su lengua y combinando con chupetones en mi culo, después de un largo rato dijo: quiero cogerte analmente, asi como se lo hice a tu hija.

Me tomó de la cintura, colocó unos almohadones bajo mi vientre y abrió mis piernas al máximo, quedando en esa conocida posición de entrega total, lista para el sacrificio, por el espejo vi que tomó una cantidad generosa de lubricante y lo aplicó en la entrada de mi esfínter, masajeando suavemente mis arrugados pliegues al tiempo que decía: – Tienes un culo hermoso, princesa, va a ser un placer enorme darte por el culo, ¿Quieres mi verga dentro? Iba a responder afirmativamente cuando empujó su dedo medio completamente lubricado y mi respuesta de transformó en un largo – Siiii, aghhh, que rico papi, sigueee. Siguió metiendo y sacando su dedo, dilatando mi anito, hasta que pronto fueron dos dedos en mi interior, los giraba en forma circular y los abría un poco ayudando a ensanchar mi conducto anal. Después empezaron las embestidas con su miembro, primero lentas y profundas, fue aumentando la intensidad, tomo mi cintura al tiempo que aumentaba la velocidad de sus embestidas, me empaló en una forma encarnizada por unos 20 minutos, tanto que sentía un poco de ardor en el interior de mi ano, pero no me importaba, el placer era mucho mayor, estaba segura que pronto se correría en mi interior, pero ese macho tenía mucho vigor y aún estaba muy erecto, a pesar de haber cogido previamente con mi hija.

Posteriormente, saco su miembro, y mi culo tomo un respiro, lo limpio y lo masturbaba para mantener la erección, después de ese receso, me la fue enterrando muy lentamente, centímetro a centímetro me fue abriendo el hoyito, sentía como esa barra de carne avanzaba y avanzaba y empecé a dar bocanadas de aire para relajar lo más posible mi cuerpo, hasta que por fin sentí sus huevos chocar con mis nalgas. – Ya la tienes toda dentro princesa, que rico, tienes uno de los mejores culos que me he comido en mi vida, uuuf, es tan apretadito, suave y caliente. Después de un par de minutos sin moverse, dando oportunidad a que mi culo se adaptara al calibre de su verga, me dio una nalgada y empezaron las embestidas, me encantaba como su verga me recorría por dentro, cómo estiraba mis pliegues al máximo, llenándome por completo, entre gemidos y jadeos fue aumentando poco a poco la intensidad, mis nalgas chocaban contra su pelvis, me estaba taladrando divinamente, todo mi cuerpo se zangoloteaba, cuando de pronto se escapa su verga de mi culo y por la excitación del momento, apunta a mi hoyito y da un fuerte golpe de cintura ensartándome su verga hasta el fondo, ese embestida me tomó desprevenida y no pude evitar dar un agudo grito de dolor por la salvaje empalada.

Me tomó de la cintura y reanudó sus embistes largos y profundos, ahora estaba preparada y ahogaba mis gemidos mordiendo una almohada y empecé a culear, el contacto se hizo más intenso, apretaba y relajaba mi culito para darle placer a esa barra de carne dura que me hacía tan feliz, el ritmo fue acelerando poco a poco, mis nalgas chocaban con su pelvis a toda velocidad, me susurraba mil obscenidades al oído, estaba en el séptimo cielo, apretaba las sábanas con mis puños y seguía mordiendo la almohada para ahogar mis gemidos, la cogida se prolongó mucho tiempo, nuestros cuerpos sudaban, en cada embestida mi coñito se restregaba contra las sábanas, hasta que ya no pude más y empecé a correrme, todo mi cuerpo temblaba, espasmos recorrían mi cuerpo, mis ojos en blanco, sentía que mi culo se contraía en cada espasmo, me embiste con todas sus fuerzas y siento el primer chorro de semen ardiente, eso intensificó mi propio orgasmo, siguió embistiendo y en cada embestida su verga se ensanchaba y largaba un chorro de su espeso y caliente néctar en mi interior, hasta que se desplomó sobre mí, sin sacarla, me tomó de la cara y me plantó un candente beso con toda su pasión.

Ufff, Veronica, eres sublime, quedo a lado mío, mientras su semen escurría de mi ano, me dijo espera haremos el beso negro y blanco, acerco su boca a mi ano y succiono su propia leche, y me beso, fue un beso largo, mientras nos pasábamos aquel fluido blanco combinado con los fluidos de mi ano, con su lengua metió el semen, el cual cayo en mi estómago, me mordió muy fuerte mi labio, haciéndolo sangrar, era un macho que sabia tratarme como dama y puta, haciendo una combinación sublime. Juro por Dios, que mi inconsciente me traiciono, y dije estas palabras: soy mas hembra que Livia. Dionisio sorprendido, dijo: ambas son un manjar, me encantan, también Estefani, es una gran amante. Celosa, pero excitada solamente sonreí.

Ya pasaban mas de media noche, revise mi celular y mi marido, mencionaba que seguía en la oficina, que llegaría temprano. Me dijo, aún falta otro round, la noche es larga, tu cornudo digo marido, llegara al amanecer, nos levantamos, y bebimos agua, pues al ser un atleta, él no bebe alcohol, hace un calor de los mil demonios, sumado a que yo tenía mi puti vestido, empezamos a besarnos. Mientras me desnudaba, me acariciaba todo mi cuerpo, me comentaba que nalgas tan ricas tienes, mira nada más como se te ven bien buenas, yo volteaba de reojo a ver el espejo, las movía cadenciosamente mientras me acomodaba la punta de su verga en mi coñito, empezamos a coger de pie, mientras nos seguíamos viendo en el espejo, luego di un salto y lo abrace con las piernas, Dionisio se inclinaba hacia atrás para ver cómo se deslizaba su pene en mi vagina, mis labios vaginales se veían rojos inflamados como se aferraban a su palo. —¡Ay que rico! ¡Ah! ¡Ay! ¡Sí! ¡Ah! ¡Ay, que rico! ¡Sí! ¡Cógeme rico! ¡Más fuerte! ¡Más! ¡Más! ¡No te detengas! ¡Ay, que ricooo! —Me estaba sintiendo muy querida y gozada por ese hombre. Súbitamente un sentimiento de vulnerabilidad me invadió y me erizó la piel. No tenía fuerza en las piernas, las sentía entumidas, un calor en mi vagina me estaba avisando que venía un orgasmo que, sería. —¡Ah! ¡Ah! ¡Me voy a venir! ¡Ay que rico! ¡Que ricooo! ¡Ah! —Mis pezones rositas se me endurecieron más y se me alargaron como montañitas y tuve un orgasmo fenomenal. Soy multiorgásmica, es como tocar el cielo con las manos.

Enseguida, Dionisio, agarró una botella de lubricante y se lo puso en el miembro, se acercó y me lamió el ano de una forma deliciosa, para después lubricarme el culo con sus dedos aceitados, se me contraía el abdomen de la sensación tan excitante que me provocaba. Ese joven, se acomodó detrás de mí y colocó la punta de su verga en la entrada de mi ano. —¡Soy toda tuya papi, méteme la verga por el culo! Entonces él me tomó de la cintura muy fuerte y me jaló hacia atrás contra su verga, a la vez que de un solo empujón me penetró analmente hasta el fondo aventándome contra el tocador de su mueble, pude sentir la sensación de que una verga entrara por mi culo abriéndose paso en mi interior violentamente. Sentí una fuerte punzada, ese dolor desgarrador característico del sexo anal, cuando su verga topó en mi interior sentí que me rompía, fue tan excitante y doloroso a la vez. Dionisio, siguió penetrándome analmente muy duro, cada que me la metía sentía como topaba hasta el fondo, empujándome contra el tocador yo estaba llorando y gritando sin parar, gritaba tan fuerte y de forma desgarradora, con mi llanto entrecortado, mi corazón latía muy fuerte y sentía reventado el culo, me ardía mucho. Hasta que perdí las fuerzas, sentía que me desmayaba, mis piernas estaban entumidas no podía seguir de pie, estaba rendida con mis senos sobre el tocador.

En el espejo de aquel tocador, veía el reflejo de mi sufrimiento y gozo a la vez, Dionisio, estaba completamente rojo, sus venas parecían explotar, sus fuertes bíceps, me excitaban, que delicioso macho, me estaba cogiendo. Él continuó ensartándome su verga sin piedad, mientras yo le gritaba cachondamente. —¡Ay que rico papi! ¡Sí, méteme la verga bien duro! ¡Así, papi, así! ¡Más rápido! ¡Rómpeme mi culo! ¡Se siente rico papi! ¡Que rico! ¡Ay! ¡Así! ¡Aaay! Él lo hacía brutalmente me causaba dolor y yo lo gozaba, era un objeto de placer para él, con el que estaba satisfaciéndose como un animal. Sentí que me ardía el culo como si tuviera cortadas, sabía que ya estaba teniendo mi sangrado, pues me da una sensación de dolor y placer ya que la sangre me genera fricción y me arde, lo que me excitó más y le grité mientras gemía. —¡Ay papi que rico! ¡Así, me duele mucho! ¡Que rica verga mi cielo! ¡Desgárrame el culo! ¡Que rico me sangra el culo! ¡Sí! ¡Así! ¡Cógeme más profundo amor!

Continuamos con ese frenesí de lujuria, ya era de madrugada, estábamos bastantes irritados, pero aun con la lujuria al 100%, bebió la sangre de mi ano, y me beso, para después decirme, hicimos el beso negro y blanco, ya a tus 50 años, no podemos hacer el famoso beso rojo (menstruación) solamente sonreí, Nuevos besos, nuevas caricias, nuevos deseos de unirnos; completamente desnudos y sudados, me fue arrinconando en la cama, se recostó, me sujeté de su cuello y abracé sus caderas con mis piernas, sus manos me sostenían del trasero, y ambos empujábamos rítmicamente de modo que su miembro se encontraba con mi ano; que puedo decir sino que gloriosas arremetidas me hacían perder el aliento. Gemía como una perra, y agitaba mis caderas buscando más de sus estocadas, y mientras su miembro era devorado por mi ano, su boca devoraba mis pezones; tanta calentura en nuestros cuerpos no era calmada ni siquiera con la frescura del aire de la madurada mientras nos cogíamos. —Ohhh que rico, asii… muévete así Verónica… —Quieres que me mueva más? ¿te gusto así sucia y cachonda? —Ohhh sigue nena… me encantas así… cachonda y cochina… sigue…

Sentada sobre él, con las piernas abiertas, y gracias a la altura que daban mis tacones, al fin tenía el control absoluto de los movimientos cabalgándolo a mi antojo. Mi melena oscura se revolvía cayendo sobre mis hombros mientras como una salvaje brincaba sobre su pene, sin más me contraje en explosivos movimientos que me dejaron exhausta en sus brazos. Comencé a cabalgar sobre su verga cada vez más rápido, él con las manos en mi cintura me ayudaba a impulsarme se escuchaba cada vez más fuerte el ruido de mi culo chocar con su pelvis, estaba fuera de mí, mis tetas votaban sin control, su cuerpo se inclinó, perdí el control y caí hacia delante con mis manos apoyadas sobre la cama, él aprovechó sin sacármela y me puso a cuatro patas, abrí mis piernas para que me follara bien, él estaba fuera de sí, comenzó a darme algunas cachetadas en mi culo mientras me follaba, me cogió del pelo y me llevo de nuevo al climax total, Dionisio, sin previo aviso… La metió de un solo golpe… ah no pude evitar que saliera un gemido de placer de mi boca al sentir aquella verga entrar de golpe, no podía evitar gemir ante aquellas envestidas… sentía sus huevos como rebotaban contra mi cuerpo uah que rico, a la vez que me follaba me azotaba y me gustaba.

Enseguida se puso de pie, y cargándome me follaba de pie, mientras yo montada y ensartada en esa verga dura, con sus fuertes manos tomaba mi pelo y me jalaba mientras yo mordía sus ricos pectorales, después sus manos tomaron mis nalgas, las apretaba mientras, sus labios besaban mis tetas, los chupaba, mordía mis pezones, mientras yo cabalgaba sobre aquella verga, sus manos apretaban más y más mis nalgas, yo me movía al mismo ritmo, estaba gozando, la primavera aumentaba mi celo, Dionisio dijo, ya casi me vengo, Sentía como sus manos apretaba fuertemente mi cintura al mismo tiempo que se estremecía se iba a correr, aumenté el ritmo, comencé a hacer pequeños círculos con mi cintura, con su verga dentro de mí. En ese momento siento un estallido de leche dentro de mí–Yo: Ah… si rico vamos ufh joder si

Yo también me vine, sentía como su leche se mezclaban con mis fluidos, nos quedamos un rato los dos abrazados sentía como toda su leche y mis flujos salían de mi ano, nos acostamos en la cama y así uno encima del otro nos quedamos unos minutos. “Veronica mi amor, eres una diosa” Me abrazó y beso para después apretar mis senos con fuerza lastimándome y pellizcando mis pezones, me beso el cuello, en ese momento sentía mucho calor en mi vientre y mi piel erizada y sensible pues ese hombre duro mucho penetrándome y me sentí muy vulnerada eso fue algo que estúpidamente me hizo sentir querida, ese hombre había gozado de mi culo, me había cogido con todas sus fuerzas desquitando sus ganas conmigo. En ese momento un calor arrobador envolvió mi cuerpo, me sentí plena. —Gracias mamacita que rico es coger contigo. —Me dijo muy apasionado. —Gracias a ti amor, que buena cogida me diste.

Nuestros cuerpos cansados y extasiados, se rindieron y quede dormida en sus brazos, hasta que nos despertaron los rayos del sol, Verónica mi amor, por hoy ya es bastante, es muy tarde y tú marido no tarda en llegar. No quiero que corras peligro y nos agarre con las manos en la masa cuando llegue. Será mejor que te vistas y te marches a tu cuarto, como pude me levante toda adolorida, Dionisio me ayudo a vestirme, y me cargo para llevarme a mi recamará. Dionisio menciono: —Ufff señora hermosa delicioso… ahora si quieres ir a nuestra habitación? —Nuestra habitación? —Jajaja nuestra desde el día que te cogí en ella… solamente sonreí y lo bese, al llegar se despidió muy tiernamente de mí, mencionando lo siguiente; fue un dia fenomenal me cogí a la hija y madre, las amo, las hice hermanas de leche (semen) en mi mente, dije, ay amor, si supieras que mis yernos son las que nos hicieron hermanas de leche. Dionisio, finalizo: Verónica, te tengo una sorpresa para semana santa, sé que tus hijas saldrá de vacaciones con sus novios, solamente hay que confirmar que tu esposo trabaje, para elegir el dia, así que prepárate, mientras salía de la habitación, me quede pensativa, intrigada, excitada, que sorpresa me estaba preparando. Como pude ingrese a la ducha, y a los 10 minutos escuche a mi esposo entrar. Mientras me enjabonaba mi ano y vagina, llenas de fluidos y muy adoloridos, me mordí los labios imaginando la sorpresa de Dionisio, pero eso será otra historia, besos.

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