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Historia de una hembra (2): Juegos de penetración
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Una vez que había por fin reunido todo aquellos que estaba a mi alcance para poder llevar a cabo la primera penetración, los lápices y bolígrafos que había encontrado por casa, y una pequeña botella llena de aceite de oliva para utilizar como lubricante, no lo dudé más y decidí dar al paso a realizar mi primera penetración.

Era una noche de verano. Mi madre y mi hermana aún no habían terminado de cenar, pero yo me apresuré a irme a mi habitación con prisas y ansias. Debía tener cuidado, ya que debía de asegurare que nadie entraba en la habitación mientras realizaba aquel acto. Siempre cerraba la puerta de mi habitación al irme a la cama, pero no era extraño que por cualquier motivo mi hermana o mi madre entrasen en la habitación sin avisar, razón por la cual decidí atascar la puerta después de cerrarla. A continuación, apagué las luces, para que así fuese más difícil que se viese lo que estaba pasando en caso de que alguien entrara. Tenía mucho miedo.

Rápidamente, comencé a desnudarme, quedando completamente desnudo sin nada de ropa. Me agaché hasta el suelo para mirar debajo de la cama, lugar en el cual escondía la ropa de mujer (tangas y bragas que había ido comprando), y saqué una tanga brasileña blanca de licra. Me apresuré a ponérmela y, al igual que siempre que lo hacía, no pude evitar sentir el fuego arder en mi interior acompañado de una gran erección como nunca la había tenido. Estaba a punto de meterme algo por primera vez en el culo y la mujer que llevaba dentro lo sabía. Vestida ya con la tanga, me tumbé sobre la cama. No sabía en que postura ponerme, pero decidí que lo mejor sería tumbarme mirando hacia arriba y levantar las piernas. Y eso hice, tumbarme, y bajar mi tanga hasta las rodillas. En ese momento, imaginé lo que sería estar así delante de un hombre. Pensé, en como me miraría, y en como frotaría la punta de su pene en el exterior de mi ano.

Con cuidado de no manchar la cama, abrí la botella de aceite, y mojando en ella la punta de los dedos, comencé a lubricar la entrada de mi ano. Estaba ansiosa por meter el dedo dentro, pero tal y como había leído en todos las webs de recomendaciones acerca de como llevar a cabo la penetración anal, lo primero era relajar la zona. Por eso, y con los dedos untados en ese espeso aceite de oliva, y las piernas alzadas, comencé a masajear la parte externa de mi ano, de color rojizo, y ahora pringada por el líquido. Permanecí así durante algo más de 20 minutos, sintiendo como poco a poco mi ano se había acostumbrado al tacto de mis dedos, y periódicamente este se abría un poco invitando a mi dedo a entrar.

Llegó el momento de meter algo. Cogí uno de los lápices que tenía guardado en mi estuche, y lo impregné también con el aceite de la botella. Lo sujeté con una mano, y mientras que con la otra separaba mis nalgas para dejar completamente expuesta la entrada de mi ano, coloqué la parte trasera del lápiz en la entrada y, realizado una leche presión, comencé a meterme el lápiz por el culo, el cual entraba sin ningún tipo de dificultad. Cuando esto pasó, y fruto puede que del nerviosismo, mi ano se apretó, haciendo fuerza contra el lápiz, y rápidamente lo saqué de mi interior, sintiendo un pequeño dolor justo en el momento en el que este salía del ano y sentía como este me quemaba.

Fue una primera penetración extraña. No me dolió tanto como pensaba, ahora sé que gracias a la lubricación y el pequeño diámetro del lápiz. Estuve unos minutos masajeando de nuevo mi ano. Tenía que volver a meterlo, y esta vez más al fondo, pero necesitaba ver un macho. Necesitaba ver una buena polla. Por ello, puse porno en el móvil, buscando vídeos de hombres negros follándose blancos delgados como yo, y dejándolo de fondo, procedí a volver a meterme, esta vez dos a la vez. Cambié de postura, y en lugar de mirando hacia arriba, me puse a cuatro patas, esta vez subiendo mi tanga hacia arriba y apartándomelo hacia un lado. Apoyando la cara sobre la almohada, coloqué dos lápices en la entrada de mi culo, y apretando progresivamente, me los metí completamente. Nuevamente, mi ano volvió a cerrarse, pero esta vez estaban lo suficientemente bien metidos, por lo cual no se salieron. Cerré los ojos, intenté relajar, y noté como mi ano poco a poco se relajaba, haciendo que ya no apretase fuertemente los lápices. Entonces, y poco a poco, comencé a moverlos dentro y fuera, follándome el culo. Me sentía bien, no percibía ningún tipo de placer, pero me gustaba sentir como los lápices bien lubricados se deslizaban dentro y fuera de mi ano. Me quemaba, pero me satisfacía. Mi pene ya no estaba erecto, sino completamente flácido y pequeño, recogido por aquella tanga. Pero yo seguía follándome el culo, sin sentir placer físico, pero sí espiritual. Y fue así hasta que, metiendo los lápices más hacia dentro, sentí como estos llegaban (en aquel entonces no supe a dónde) hasta mi próstata, de cómo la golpeaban cada vez que entraba, y como esto me producía un enorme placer, sintiendo una sensación parecida a cuando orinaba y a la vez a cuando eyaculaba como un hombre.

No llegue a tener un orgasmo, pero sí a sentir como líquido preseminal salía de mi flácido pene manchando mi tanga. Algo había cambiado. El ser penetrada ya no era una fantasía. No era algo que imaginaba dolía pero daba placer a la vez. Era algo que había vivido, algo que había sentido. Ahora sabía, lo mucho que me gustaba que me follaran el culo.

Fue esta la primera experiencia follándome el culo de las muchas que estarían por venir. Desde ese día, no pude evitar masturbarme a diario follándome el culo, metiendo toda clase de objetos por mi ano, cada vez de mayor tamaño, ya que cada vez era mayor el grosor que necesitaba para sentirme bien. Deseaba una polla con todas mis ganas, sentir el quemar y el ardor de una polla al entrar por mi ano, y como mi próstata era golpeada. Quería sentirme así, siendo dominada por un hombre.

Espero que hayan disfrutado del relato. Nuevamente, espero sus comentarios. Por supuesto, estoy abierta a resolver sus dudas, o incluso llevar a cabo un relato en conjunto. Poco a poco seguiré contando mi historia, pero para ello necesito sus valoraciones y comentarios acerca de qué les han parecido los anteriores y si los han disfrutado.

CONTINUARÁ…

Siguiente relato: Confesiones. Todo lo que me he metido por el culo.

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