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Hice realidad una fantasía. Follar en una playa nudista
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Hacía años que la idea de tener sexo en una playa rondaba mi cabeza. Ya lo había hecho alguna vez dentro del agua, pero no era lo mismo. Yo necesitaba cumplir eso que tantas veces me había imaginado. Darnos igual todo y follar sobre la arena…

Estuve cerca de cumplirlo con un chico, pero nunca se atrevió a más que alguna mano loca. Eso no satisfacía para nada mi fantasía y, lo tuve claro, si él no se atrevía, lo haría yo sola.

Supe lo fácil que sería la primera vez que me lancé y decidí ir sola a una playa nudista. Noté como te miran cuando una chica está sola ahí. No te quitan la mirada de encima y a mi las miradas… Me matan.

Esa primera vez, fue bastante fácil acercarme a cumplirla. Había 2 chicos muy cerca, al principio pensé que eran pareja pero en uno de mis paseos hasta el agua y vuelta a la toalla, noté como miraban y que uno de ellos se estaba tocando. No pude evitar sonreír y calentarme pensando en cómo 2 amigos se ponían de acuerdo para ir a playas nudistas a mirar chicas y tocarse juntos. No vi que ellos estuvieran dispuestos más allá de solo mirarme y tocarse y, la verdad, no me importó. Era la primera vez que me atrevía a ir sola y jugar con fuego. Que solo nos miramos en la distancia ya era más de lo que pensé que haría. Me puse en posición hacía ellos con las piernas abiertas y cuando vi que ellos eran conscientes de que quería jugar y me seguían el juego mirando hacia a mi mientras se tocaban… Nos masturbamos los 3 mientras nos mirábamos a escasos metros de distancia. Algún mirón observaba de lejos sin acercarse y poco más.

Me fui bastante satisfecha a casa. Pero no paraba de imaginarme dando 1 paso más.

1 mes después por fin tuve la oportunidad de ir sola. Esta vez, era otra playa, una en la que las calas son más cerradas y no hay apenas gente. Mientras iba de camino pensaba que igual era un error y no me encontraría más que 1 pareja que solo me pondría más cachonda a mí y me dejaría con las ganas. Nada más lejos de la realidad, la vida me sonreía ese día…

Cuando llegué había 3 chicos, los 3 en solitario y apartados 1 del otro. 2 de ellos jóvenes y el otro de unos 50 años.

El de 50 años estaba en el agua cuando llegué y cuando vio que una chica se acercaba, salió un poco del agua dejando el miembro a la vista. No sé si lo hizo con intención o no, pero a mí me bastó como indirecta.

Me puse en medio de donde ellos estaban y empecé a desnudarme. El del agua no se lo pensó y empezó a tocarse. Bastante descarado, pero yo iba a eso así que, estaba lejos de molestarme. 1 de los chicos, el que estaba más cerca de mi, se dio cuenta y me sonrió mientras decía algo. No entendí que dijo en ese momento pero por su actitud se notó que hacía un comentario sobre el del agua.

Hice bien en mirar hacia ese chico cuando al terminar de desnudarme, me tumbé en la toalla y abrí mis piernas mientras me acariciaba. Digo que hice bien, porque ahí confirmé que si me hizo un comentario sobre el del agua. Al ver que esa era mi actitud, el chico se giró hacia mi, mientras decía:

– Y yo pensando que te estaba molestando.

Le sonreí, seguí acariciándome y le dije:

– En esta vida hay que disfrutar…

Ahí le cambió la cara, es como si justo en ese momento se hubiese planteado por primera vez en su vida tener sexo en una playa y ya le diese igual todo. Vi 2 segundos como llevaba su mano hacia su miembro cuando… ¡Sorpresa! El otro chico sin tan siquiera saludar, se había acercado a mi por el otro lado y había puesto su toalla junto a mi.

Sorprendentemente este era el más joven (de unos 20 años), pero también el más desvergonzado. Yo lo mire y tan solo le dije:

– Buenas tardes al menos, ¿no?

Él sonrió y tan descarado como ya había dejado claro que era dijo:

– ¿Me dejas tocar?

Yo había ido a eso, decir que no sería perder la oportunidad de mi vida…

– Claro. Puedes tocar lo que quieras.

Y a por todas que fue. Se puso frente a mi de rodillas y empezó a acariciar mi clítoris. Yo ahí dejé la mente en blanco, por fin iba a cumplir esa fantasía que tanto deseaba. Me acomodé tumbada del todo en la toalla, abrí mis piernas más y con mis manos empecé a acariciar mis pechos.

El, al ver que estaba dispuesta a todo, bajo su cabeza y empezó a darme suaves besitos por los muslos mientras me seguía tocando. Yo, bastante excitada, giré la cabeza hacia el otro chico y vi el tremendo miembro que tenía entre las manos… Duro, gordito, grande… Mmmmm.

Lo miré con cara de deseo y él se acercó para que lo viese mejor. Os podéis imaginar en la nube que estaba en ese momento. Una cala medio privada, tumbada en la toalla, abierta de piernas, un chico tocándome mientras empezaba a lamerme, otro con una polla enorme tocándose a mi lado mientras me miraba y… ¿Donde estaba el hombre del agua? Recuerdo pensarlo durante unos segundos cuando el mismo decidió responder. Apareció por el otro lado, venía tocándose y entonces, al llegar donde estábamos, solo dijo:

– ¿Me dejas mirar?

Yo estaba completamente caliente, ni la cabeza no me daba ya para pensar en nada. Sin pensarlo, tan solo me salió responder:

– Tu has empezado esto, lo que debes hacer es follarme.

Se le abrieron los ojos de par en par. Preguntó si alguien tenía preservativos y, menos mal que yo sabía a lo que iba.

Me acomodé, busque en mi mochila y saqué un puñado.

El chico que se estaba masturbando a mi lado no pudo evitar reírse. El fue quien entendió que ese era el mejor día de mi vida.

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