Tuve algunas relaciones más o menos estables, espero poder contarles en diferentes relatos estas experiencias que son un grato recuerdo con el tiempo, a pesar del dolor que pudieran ocasionar cuando se terminaron. Alguno de mis amantes ocasionales decía que esto no era posible entre hombres, pero yo me enamoré y me hicieron sentir su amor, por eso creo que sí, mantengo la esperanza de una nueva oportunidad y les deseo a todos que puedan vivirlo.
Cuando estudiaba en la facultad, realizaba actividad deportiva, jugando en uno de los equipos de la universidad y me entrenaba regularmente, pero hubo un tiempo en que por cambio de horarios no podía concurrir a los entrenamientos y el profesor me dio la posibilidad de entrenarme con un grupo que hacía atletismo en un horario en el que yo podía hasta que pudiera reincorporarme con mi equipo. Así fue como conocí a un chico muy lindo en el nuevo grupo y que cursaba una carrera distinta a la mía, con el que tuvimos afinidad de entrada, pero como siempre yo me mantenía discreto porque no quería problemas en la facultad, aunque me gustaba mucho. Es un chico rubio, de ojos verdes, pelo muy enrulado, buen cuerpo.
Cuando hacíamos ejercicios, muchas veces elegíamos hacerlos juntos y pude notar sus brazos y sus piernas fuertes. El contacto de nuestros cuerpos me excitaba pero hacía todo lo posible por disimularlo. Le dedicaba muchas pajas cuando estaba solo recordando la sensación de rozar su piel, de sentir sus manos calientes cuando me tomaba para hacer algún ejercicio físico, sujetándome fuerte de los tobillos para hacer abdominales o simplemente cuando nos abrazábamos o nos besábamos en la mejilla al despedirnos en el estacionamiento.
Además, después de cada entrenamiento, compartíamos las duchas y podía observar todo su cuerpo desnudo y a él parecía gustarle exhibirse (como a mí) porque se paseaba en bolas un rato largo antes de entrar a la ducha. En varias ocasiones íbamos en bolas a los mingitorios y meábamos completamente desnudos uno al lado del otro, a la vista de los demás. En una ocasión, se metió en mi ducha con la excusa de que se había olvidado el champú y pude observar que su pija estaba algo erecta, yo intenté pensar en otro cosa y los nervios me ayudaron para que no se notara que la situación también me calentaba. Había zafado otra vez. Pero un día antes de entrenar, mientras esperábamos al profe, charlábamos en un banco, observábamos un grupo de chicas que corrían alrededor de la cancha de básquet mientras el equipo masculino de básquet practicaba, entre las cuáles había algunas bastante gorditas, y me dijo que antes que coger con alguna mujer con el cuerpo tan deforme prefería hacerlo con un hombre y me preguntó: "fíjate aquel chico que esta junto al aro de básquet que cuerpo tiene, ¿no sería mejor que estar con esa gorda de ahí?". Me dejó helado, no supe que decir, después dije que si, entre risas, y zafé de nuevo.
Nos hicimos amigos y quedamos en salir a pasear o compartir un café. Un día me invitó a que nos viéramos un sábado a la noche porque se sentía muy solo ya que era del sur de la provincia y no tenía amigos en la ciudad. Le dije que tampoco vivía cerca y no estaba con vehículo en ese momento, en transporte público iba a ser muy complicado si se hacía tarde, entonces me invito a quedarme a dormir en su casa. Así fue, nos encontramos en el centro, paseamos, charlamos, fuimos a comer algo. Allí retomó la conversación sobre sexo, más distendido me animé a hablar yo también y nos contamos libremente nuestras experiencias y nuestras fantasías.
Volvimos a caminar por un rato pero la confianza entre nosotros era otra, nuestras miradas se cruzaban a cada instante. Lo deseaba cada vez más y sentía que lo mismo le pasaba a él. De tanto caminar sin rumbo y sin darnos cuenta, llegamos al parque O'Higgins que estaba muy solitario y allí, tomo mi mano, acercándome hacia él y me dio un beso en la boca. No podía creerlo, algo lejos pero no tanto como no habernos visto, un grupo de chicos venía caminando. En esa época, no era algo habitual como hoy que se pueden ver chicos besándose libremente a plena luz del día, por suerte. Salimos rápido y entre risas. Lo adoré.
Nos fuimos a su casa. Vivía con unos tíos que lo alojaban mientras estudia aquí en la ciudad y a esa hora, según sus cálculos, ya debían haber tomado la pastilla para dormir y estarían en un sueño profundo como para no darse cuenta cuando entráramos… Por las dudas, pasamos sin hacer ruido a su habitación.
Como debería haberme imaginado, solo tenía una cama de una plaza, ni siquiera lo discutimos, ya no era necesario, no íbamos a estar como amigos en esa habitación, los dos moríamos de ganas. Las charlas, las insinuaciones, las miradas, todo nos había llevado hasta ahí, a poder estar juntos finalmente deseándonos tanto. Nos besamos con locura, mientras nos arrancábamos la ropa. Nos tiramos en la cama, con los pantalones a la rodilla, mientras nos seguíamos besando. Me puso de espaldas y mientras terminaba de sacarme el pantalón y el bóxer, comenzó a chuparme. Cerré los ojos y me dejé llevar por la sensación de sus labios recorriendo mi pija en todo su largo, de su boca succionándola o comiéndosela entera, su lengua jugando con mis huevos.
Después se paró frente a mí, me incorporé y mamé su verga también. Acariciaba sus piernas, mientras él se enredaba un poco en su intento de terminar de sacarse calzado y pantalón, sin sacarme su hermosa pija de la boca. Estaba erecta pero su prepucio seguía cubriendo la cabeza, lo corrí con mis labios y llegué hasta su base. Tenía el vello púbico recortado y los huevos afeitados. Una sensación deliciosamente suave. Desde ese momento y en cada encuentro, darnos mutuamente placer oral fue estar en el cielo.
Ya completamente desnudos, nos abrazamos, nos recorrimos con la boca, nos acariciamos, nos prendimos en un hermoso 69. Recuerdo especialmente su delicada piel que me provocaba tanto deseo, la blancura de su culo y la suavidad de su orto, la dulzura de su mirada, especialmente al momento de pedirme que lo penetrara y sus labios carnosos posándose sobre mi glande mientras me miraba a los ojos. Lo cogí primero en cuatro y luego con las piernas al hombro. Me incline para besarlo cuando estaba por acabar y el me rodeó y apretó fuerte con sus piernas sobre mi espalda.
Esa habitación se transformó en nuestro refugio. Después de cada salida, volvíamos a la madrugada para disfrutar juntos. Experimentamos el placer de pasar la noche juntos, de quedarnos dormidos después de gozar apasionadamente y de despertar juntos, desnudos, abrazados y con un beso. Compartimos nuestra amistad, nuestro amor no declarado más que en momentos de pasión (quizás por nuestros propios prejuicios y miedos o por la sociedad conservadora en la que crecimos donde el amor entre hombres parece un imposible aún para algunos homosexuales). Igualmente siempre me hizo saber que sentíamos lo mismo de distintas maneras, estoy seguro que estaba enamorado como yo.
Como anécdota, en una de tantas veces, nos quedamos dormidos más allá de la hora habitual (siempre tratábamos de levantarnos antes que ellos para que no supieran que había pasado allí la noche, me iba antes o era una amigo que llegó temprano de visita) y su tía fue a golpear la puerta para despertarlo porque tenían visitas, por precaución estaba con llave. Saltamos de la cama, me metí desnudo en el placard, mientras él le avisaba a su tía que en un momento estaría listo. Me vestí y esperamos a que la puerta de salida de la casa estuviera libre para irme sin que lo advirtieran, mientras él los distraía saludando a las visitas.
Nuestra relación se mantuvo con la misma pasión y cuidado hasta que él terminó de cursar su carrera y decidió volver a su pueblo. Allí lo esperaba una familia que jamás entendería lo nuestro. Yo aprendí a comprenderlo y dejar que se transformara en uno de los mejores recuerdos de mi vida.
Espero sus comentarios sobre el relato y sus opiniones sobre el tema de las relaciones amorosas entre hombres. Saludos.