Les miraba fijamente sonriendo con el amor de una madre, estaban los dos todavía dormidos, les tapaba con una fina sábana con cuidado para no despertarles, mi cuerpo desnudo recibía los primeros rayos de sol que entraban por la persiana mal cerrada, había trabajo en aquella casa, pero seguro que entre los tres lo conseguiríamos, iba a quedar estupenda, tal y como yo la recordaba cuando de pequeña viví los años más felices de mi vida, mis dos hermanos ahora dormían plácidamente, habían pasado mucho y quería recompensarles, quería formar con ellos la familia que nunca tuvieron.
Juan tenía 18 años recién cumplidos, un muchacho guapo, listo y espabilado, pero al que la vida hasta ahora no le había tratado demasiado bien, Eva tenía un año más que él con sus mismos rasgos, piel fina, unos ojos verdes preciosos, melena rubia, realmente una muñeca, pero que no supo sacar partido de su belleza ni de su cuerpo, yo me llamo Lara, tengo 26 años, nuestros padres se separaron siendo todavía niños, mis padres nunca fueron un ejemplo para ninguno de nosotros, pero en la separación yo me llevé la mejor parte, puesto que el acuerdo entre mis padres era que yo me quedara con mi madre y ellos se fueran con mi padre, de esa forma nos dividían y al vivir en ciudades diferentes y bastante alejadas nos veíamos muy poco.
Debido a la distancia procuraba hablar con ellos casi todos los días, sabía lo mal que lo estaban pasando y de los problemas que tenían a diario, más viviendo con mi padre, podía notar su rabia e incluso en ocasiones conmigo por eso desde que cumplí los 18 años quería irme con ellos unos días de vacaciones, que se alejaran de todo aquello que les hacía tanto daño y pocos fueron los veranos en los que mi padre accedió a ello, ahora mis padres han fallecido, primero mi madre, hace ya dos años que me dejó sola y no hace ni cinco meses mi padre, desde un principio quise que se vinieran conmigo, ellos estaban todavía estudiando y no iba a permitir que lo dejaran, la solución vino increíblemente por parte de mis padres, en herencia nos habían dejado la casa de campo donde vivimos de pequeños la cual ninguno de los dos quiso, ahora es una enorme casa de campo muy deteriorada con un precioso jardín muy descuidado.
Debajo de la ducha mientras el agua caía por mi cuerpo pensaba en el reto que teníamos por delante y empecé a recordar sin darme cuenta lo que había pasado la noche anterior mientras frotaba con mi mano la vulva haciendo cada vez más espuma en mi vello, pasando mis dedos por mis labios y por la entrada de mi vagina, recordaba con un poco de vergüenza si, pero con una sonrisa de lado a lado lo que había sucedido, fue la primera vez que nos vimos unidos, disfrutando los tres de nuestra compañía sin malas caras ni reproches, recordaba como de estar enfadados terminamos aquella noche los tres de aquella manera, quizás esa era la manera de unirnos otra vez, era una locura, pero de momento no se me ocurría nada más que hubiera funcionado tan bien desde hacía cuatro meses, el agua seguía golpeando con suavidad mi cuerpo desnudo cuando mi mente volvió a las ocho de la tarde del día anterior cuando entrábamos en la provincia de Alicante, cuando…
-Juan deja de mirarme las bragas, eres un guarro. –Esa era Eva que espetaba a nuestro hermano a la vez que se tapaba con las manos y se cruzaba de piernas. -Joder Juan deja ya a tu hermana. –Mediaba yo intentando poner un poco de calma entre los dos. -Pues que no se ponga esa ropa. –Replicaba Juan riéndose.- O sea que según tú tanto Eva no puede vestir así, eso se llama machismo hermanito. –Le decía mirándole a los ojos. –Nadie te impide mirar, perfecto, pero no como lo estás haciendo tú continuamente y más si molestas a Eva y encima te lo dice.- Pero Lara yo… -No tienes razón Juan, nosotras podemos ir como queramos al igual que tú, a nosotras no nos importa que nos miren, pero sí que nos falten el respeto, no lo entiendes. –Zanjaba la conversación y me reía a continuación, cuando le pillé mirándome las piernas, la minifalda que llevaba se había levantado más de la cuenta al conducir y quizás podría llegar incluso a verme también las bragas. –A mí no me importa que mires jajaja, pero prepárate hermanito porque quizás a partir de ahora nosotras hagamos lo mismo contigo jajaja.
Juan estaba sentado en el asiento delantero y desde ese momento no me dejaba de mirar los muslos, incluso intentaba ver si por casualidad me veía las bragas cada vez que cambiaba de marcha, le observaba mirarme los pechos, mi cuello, mi tripa, la verdad que no dejó un rincón sin revisar, me hacía gracia y de vez en cuando le miraba yo a él sin previo aviso riéndonos los dos, al final terminamos el viaje riéndonos los tres a carcajada limpia, fue la primera vez que conectamos también, la verdad que tanto Juan como Eva estaban empezando a conocer el mundo del sexo, Juan aún era virgen y Eva suponía que no por las conversaciones que había tenido con ella, pero desde luego estaba casi virgen en el tema.
Por fin llegamos a la casa de campo, tras pasar un jardín lleno de matojos entramos en la casa, estaba sucia y llena de polvo, dejamos las mochilas encima de un viejo piano cubierto con una sábana mugrienta y dejamos las maletas en una de las dos habitaciones que ya estaban limpias, puesto que me adelanté la semana anterior con un amigo para limpiarlas y así poder dormir esa noche, no era muy tarde, pero salimos a cenar algo para volver pronto, ya que al día siguiente nos esperaba un duro trabajo. Eva dormiría conmigo y Juan en la otra habitación, pero Juan no quería dormir solo aquella noche así que decidimos que esa noche la pasáramos los tres en la misma habitación, en la que iba a ser la mía con una cama enorme de matrimonio.
Esa noche al salir del baño, mis hermanos estaban durmiendo ya, Eva a mi derecha dormía con una camiseta y ropa interior, Juan a la izquierda solo con el bóxer, me habían dejado un hueco en el centro así que me acosté entre los dos con una pequeña camiseta de tirantes que no me llegaba ni al ombligo y un tanga de color negro con mucho encaje que de haber estado despierto Juan de seguro me estaría mirando, ya que casi era transparente, estaba realmente cansada y enseguida nada más cerrar los ojos caía en los dulces brazos de Morfeo.
Serían las dos de la mañana cuando empecé a sentir calor, Juan se había arrimado a mí y tenía una pierna encima de las mías con un brazo sobre mis pechos, le miraba y dormía plácidamente, intenté darme la vuelta sin despertarle y me puse de lado mirando hacia Eva cerrando los ojos nuevamente, pero abriéndolos a los pocos minutos cuando sentí otra vez como el cuerpo de Juan se pegaba a mi espalda, sentía como su pene se erguía sobre mis glúteos y como movía su pelvis intentando rozar su pene contra mí, no le di importancia porque pensaba que estaba dormido, mi hermano estaría teniendo un sueño húmedo y no quería despertarle, me estaba dando la risa floja, pero la verdad que a mí también me estaba excitando fuera mi hermano o no, sentía como su pene me golpeaba por detrás y como mi tanga se empezaba a humedecer.
Al cabo de un rato me di cuenta de que mi hermano no estaba dormido y lo que estaba haciendo era realmente y literalmente meterme mano, yo no quería parar, quería que continuara, pero sin que supiera de momento que estaba despierta, pensé que más tarde haría como si me despertase y lo pararía en seco, así que le deje seguir, mi hermano con la impunidad de verse a oscuras con una mujer empezó a meterme su mano por debajo de mi camiseta acariciando mis senos y jugando con mis pezones.
Sentía como Juan se había incorporado un poco y tenía casi su cabeza sobre mi cuello intentando darme unos besos en el cuello con cuidado de no despertarme, su pelvis con su bóxer se rozaba continuamente contra mis glúteos hasta que empecé a sentir su pene tan duro y desnudo en contacto con mi piel, eso, los besos en el cuello y sus caricias en mi vientre y en mis senos me estaban desmontando y empezaba a tener que reprimir mis gemidos, pero no a si mi respiración que se había disparado, era el momento de darme la vuelta y asustarle, era el momento de acabar con todo aquello y sin embargo no fue más que el principio.
Estaba más que decidida para darme la vuelta cuando su mano acarició mis senos, bajó por mi tripa y abrió la pequeña cinta de mi tanga metiendo los dedos y acariciando mi monte de Venus, un poco más abajo descubrió algo que de seguro buscaba, mi clítoris, el cual empezó a frotar con mucho acierto, eso fue lo que empezó a destrozar mi resistencia, quería seguir y ver qué pasaba, lo cual descubrí al poco cuando sus dedos se encontraron con mis labios realmente húmedos y con la entrada de mi vagina inundada por mi flujo.
Fue en ese momento cuando no pude evitar un gemido y girar mi cabeza buscando sus labios, Juan se sorprendió al principio, pero lo que no hizo fue parar de meterme sus dedos en mi vagina. Nos empezamos a besar, sin ningún tapujo, su mano subía y bajaba por mi cuerpo, nuestras lenguas se unían una y otra vez y su pene entre mis glúteos se dedicaba a empujar sin tener suerte, siendo descuidado y brusco hasta que decidí entre jadeos susurrarle.
-Espera Juan, espera, yo te enseño, mira así con cuidado, así oohh!! mmm ves así, hazlo despacio aahh!! mmm, así despacio con mmm con cariño. –Le había cogido su pene y meneándoselo un momento lo metía por detrás en la entrada de mi vagina separando un poco la tira de mi tanga y metiéndomela un poco, solo la cabeza de su pene que salía mojado y envuelto en mi flujo, se lo sacaba y me lo pasaba por los labios de arriba abajo, contactando con mi clítoris y dándole un pequeño masaje con mis labios en su glande, metiéndolo entre ellos y luego otra vez en mi vagina. –Ves así oouuhhh!! que bien mmm así se hace, así puedes desmontar a cualquier chica mi vida, primero así aahh joder Juan que polla tienes, luego ya vendrá la velocidad mmm oohh!!, más velocidad, lo mejor es mmm que cojas un ritmo y si aahh!! mmm sigas ese ritmo hasta el final.
–Lo hago bien Lara, así te gusta. –Me preguntaba susurrándome al oído, mientras metía y sacaba su polla de mi vagina
-Mmm si, así me gusta Juan me gusta mucho aou!! mmm. –Era increíble, su polla se deslizaba hacia delante y hacia atrás dentro de mí, dándome tanto placer que no podía ni hablar, solo gemir.
-¿Te he desmontado? –La pregunta me hizo gracia y nos empezamos a reír lo que aproveché para quitarme el tanga y ponerme como un feto con mis rodillas en mis pechos dejándole una clara posición para que me la pudiera meter mejor y follarme bien.
Juan cogía su pene y como yo le había enseñado lo pasaba de arriba abajo por mis labios, metiéndomela un poco y luego sacándola haciéndome excitar más y más, acariciando mi clítoris continuamente, volviéndome loca con sus juegos, que si me estaba desmontado me preguntaba, era algo más que eso, realmente mi hermano había sido un alumno muy aventajado, sabía que su primera reacción era metérmela tan deprisa como pudiera y ya está, pero le había enseñado a respirar, a aguantar, hacerme sufrir con lo que mi excitación crecía y crecía, realmente se había convertido en un pequeño maestro y estaba haciéndome gemir como nunca, tapándome la boca porque no quería despertar a Eva.
Poco a poco el pene de Juan se iba metiendo más y más en mi vagina, ya casi no la sacaba y había cogido un ritmo lento, un ritmo realmente delicioso en el que podía sentirla entrar despacio, ganando cada centímetro de una vagina encharcada de flujo, notaba como cada centímetro de su pene me daba placer desde su glande en la punta de lanza hasta el final de su tronco cuando notaba como sus testículos chocaban contra mi cuerpo, que si me estaba desmontando decía, solo tendría que ver mi cara con la boca abierta sin poder gritar de placer cuando dejaba su polla allí dentro llenando mi vagina que se había dilatado y adaptado a ella, la rodeaba y abrazaba haciendo que con cada roce, con cada empujón los gemidos y gritos salieran inexorablemente de mí, luego la volvía a dejar inmóvil tan dentro de mí que a la vez que me besaba, sus dedos manejaban mi clítoris a su antojo, luego volvía a moverse, a sacar su pene y volverlo a meter.
Mis manos sobre mi boca sin separarse de ella impidiendo que mis gritos despertaran a Eva, realmente no me lo podía creer que me estuviera dando tanto placer y que siendo su primera vez estuviera aguantando tanto, no podía creer que mi hermano al aumentar un poco el ritmo y penetrándome tan profundo me hiciera explotar en un delicioso orgasmo, que empezó con una tremenda explosión de calor en mi vientre, con mi boca abierta de par en par queriendo gritar y no poder emitir sonido alguno, con las contracciones involuntarias de mis muslos, mis uñas se hundían en las sabanas cuando empecé a sentir todo aquello, quería reír, llorar, mis sentimientos tan a flor de piel, más de un minuto sintiendo aquel placer, con mi hermano metiendo y sacando su polla de mi interior hasta unirse conmigo cuando se paró teniéndola tan al fondo que nuevamente notaba sus testículos rozar mi cuerpo.
Una tremenda explosión, como la de un volcán en erupción lanzo a gran velocidad su semen dentro de mi vagina, en ese momento los dos no pudimos evitar gritar, la sacaba y la volvía a meter para volver a explotar tan violentamente que eyaculaba dentro de mi útero, notaba como una ola caliente me llenaba por dentro, como su semen navegaba junto a su pene por un mar de pasión en mi interior, metiéndomela y sacándola muy suavemente, estaba tan mojada que cuando me la saco su semen empezó a salir de mi vagina sintiéndola caer por mi cuerpo lentamente.
-Perdóname Lara, no me he podido aguantar y me he corrido dentro… -No pasa nada Juan, no te preocupes, ha sido genial. -Juan me besaba el cuello y preocupado me decía al oído que le perdonara por haberse corrido dentro de mí, yo le cortaba y decía que no pasaba nada mientras jadeaba cansada y miraba preocupada a los ojos de Eva que se había despertado y nos miraba asustada, pero a la vez excitada tocándose con los dedos por debajo de sus bragas.
-Ven Eva deja que te ayude, confía en mí. -No sabía qué hacer en esos momentos, Eva nos había pillado follando y ahora la veía yo que se estaba masturbando y dejándome llevar por aquella situación que me había desbordado desde un principio, metía mis manos dentro de sus bragas y le empezaba acariciar su clítoris a la vez que la besaba en los labios.
Juan se había dado cuenta y se había levantado quitándose el bóxer y poniéndose de rodillas delante de Eva le empezaba a quitar las bragas lentamente ante la atenta mirada temerosa de Eva, me miraba con miedo sin saber cómo actuar todavía hasta que sintió en sus labios vaginales la lengua de Juan, que la empezaba a sorber, bajando y metiéndose en su vagina, Eva me miraba fijamente con la boca abierta, mordiéndose los labios y expeliendo unos pequeños gemidos, gemidos que calle con mis besos sobre sus labios y con mi lengua asaltando el interior de su boca entrelazando nuestras lenguas húmedas, las dos nos besábamos y nos tumbábamos boca arriba con nuestras piernas abiertas para que Juan pudiera disfrutar de nosotras, metiéndosela primero a Eva y luego otra vez a mí.
Pero eso chicos…
Eso es otra historia, en unos días sabremos como continúa, pero de momento os dejo que seáis vosotros los que imaginéis como continuará la historia, pensar, soñar, imaginar que os habéis encarnado en Juan y que me tenéis a mí y a mi hermana Eva, las dos abiertas de piernas llamándoos para que sofoquéis nuestro fuego.
La imaginación es libre y aunque el relato está escrito decirme como lo acabaríais.