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Hermana follada y amordazada en pandemia
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Estalló la pandemia y quedamos encerrados, encapsulados en un departamento de tres ambientes, Laura y yo, dos hermanos de 20 años. También estaba Julia, nuestra tía unos pocos años mayor que prácticamente nunca abandonaba su habitación. En realidad, Laura era como una especie de asistente de July, esta sufría de un extraño síndrome que no le permitía abandonar su dormitorio con baño. El asunto había empezado hace unos años, y de a poco, como una “casa tomada” a la inversa, dejó de utilizar el balcón, luego el living- cocina, para al poco tiempo recluirse en su dormitorio de donde rara vez salía. Por lo demás, trabajaba online en el sector finanzas y su economía estaba asegurada. Laura y yo vivimos del interior a estudiar y fue natural terminar alojados en su departamento del piso diez en Puerto Madero.

Laura es una chica castaña, con ojos marrones claros, labios ovales siempre rojos, lunar en pera y de contextura delgada, llegando al metro setenta. No es llamativa, salvo por su boca mullida; tal vez su nariz sea un poco alargada en el respingue, sin embargo, le da un aire jocoso y afable cuando sonríe. Mi hermana llevaba un año viviendo con July y yo había llegado hace un par de semanas, encomendado por mi madre, en precaución a una seguidilla de fuertes gripes que habían deteriorado la salud de Laura.

El aislamiento calaba hondo en nuestro ánimo y compartir la casa con una persona encerrada en su cuarto que apenas percibimos, no facilitaba las cosas. Para colmo la fragilidad de Laura había robado de su rostro la mueca cálida y divertida.

En la fila del supermercado, tuve la idea de permitirnos una celebración como hacía tiempo no teníamos. Sería bueno para el ánimo, entre tanta amargura, pánico y ansiedad.

-Laura querida, ponete linda que hoy festejamos, vamos a cambiar la pila, dale loca, birra, música baile -vociferé mientras levantaba un pack de cerveza en la mano.

Laura miró incrédula, ni siquiera se había peinado

-Dale loca, arriba, haceme el favor sino yo también me caigo…¿querés que ande en joggings barbudo y con olor a huevo todo el día? -me quede quieto mirándola fijamente, esperando una señal, rogando una mueca positiva.

Laura se quedó quieta, escudriñando, como explorando con la mirada y estirando la tensión

-Y… daleee. -dejo expandir en su rostro una hermosa sonrisa que hacía ratos no veía.

-Ponete linda, dale -suplique

Mande las prepizzas al horno y la cerveza al freezer. Me acerque a la puerta de July y le pregunté si quería unirse y tras unos segundos escuche el clásico chasquido repetitivo que significaba "no".

Cuando Laura salió de su dormitorio, el cambio en su aspecto me noqueo: yo me había acostumbrado a verla deambular por el departamento en horribles jeans laxos y buzos estirados, convertida en un paciente de clínica. Llevaba una blusa negra como emplumada y unos diminutos shorts de cuerina azul con botas bajas. Su boca estaba rojísima por el pintalabios y olía riquísimo. Pasó a mi lado y mi mirada se fue con su cola satinada.

Laura subió la música y abrazada al ritmo de la bachata se acercó y me tomo de la mano. Bailamos, mano en cintura, girando, pasando mi cara cerca de la suya, oliendo su aliento, maravillado. Comimos y bebimos, reímos; nos mirábamos a los ojos divertidos, sonrientes, felices como hacía mucho tiempo no lo hacíamos.

Mi hermana se puso de espalda a lavar los platos.

-¿Me vas a mirar la cola toda la noche o me vas ayudar? -me dijo jocosa.

Me tenía en offside, durante toda la "fiesta" en cada oportunidad de distracción, la había mirado disimuladamente o no tanto como ahora me hacía saber.

Me acerqué con las manos en alto, sonriente. Ella me tomó del cuello de la camisa, acercó su cara y me lamió la mejilla. Paso a un costado y sin poder controlarme la tome de la mano y con el otro brazo acerque su cintura a la mía y la bese… no hubo resistencia, solo un cálido gemido.

Súbitamente comprendí el horror y di un paso atrás trastabillando. Laura solo se dejó caer sobre el sofá con las piernas y los brazos extendidos, la cabeza de costado. Yo quedé parado en el medio de la habitación, intentando suspirar una disculpa. Laura volvió la mirada hacia mí y explotó en una risa insana. La blusa emplumada voló por el aire, quedando en corpiño, entonces, se incorporó.

-Que boludo que sos -dijo entrecortada, lagrimeando- Vení acércate -volvió a susurrar.

Camine unos pasos manteniendo distancia prudencial.

-En circunstancias excepcionales, medidas excepcionales… te espero en mi habitación si querés… te la puedo mamar, la cola, lo que quieras… pero si no venís ahora nunca más te hablo -dijo con mirada terminante.

Vi el culito encuerado desaparecer tras la puerta entreabierta. Me quedé tomando aire en el balcón toda la madrugada…

No fue un mal sueño, habíamos transgredido un límite y solo podía pensar en seguir más allá de allí. Laura salió de su habitación cerca del mediodía. Desalineada, con una mini vaquera se sentó en el inodoro con la puerta abierta. Orino y se limpió, vi todo.

-Hermana, te pido disculpas -susurre desgraciado.

Mi hermana cruzó un dedos sobre su boca -shhh. Camino hasta la mesada y sacó un rollo de cinta plateada de un cajón, corto un pedazo y lo pegó en su boca, bien ceñido a los labios carnosos.

-Supongo que vas a cumplir tu promesa de no hablarme más -mire de reojo

-mmpff -contestó

-Es ridículo, ¿te sentís bien?

-mpph -señal de fastidio

Laura se sentó junto a mi en el sillón

-mmpfhh -señalando la boca

-¿un beso? -pregunte

-mph -afirmó

-¿con la cinta? -extrañado

-mph -afirmativo

Apoyé los labios sobre su mordaza y no pude evitar llevar mi mano a su entrepierna. Ella gimió entre la aprobación y el deseo. No puedo explicar como, enseguida estaba yo penetrándola con la dulce sensación de sentir el húmedo y estrecho conducto aflojar su resistencia, provocando bocanadas de placer. Con las piernas abiertas sobre el sillón, gimiendo, sus manos en mi espalda subían y bajaban acariciando mi cuello, mi pecho. En los últimos empellones movimos el sillón de lugar. Finalizamos, transpirados, uno arriba del otro, abrazados, su boca amordazada sobre mi pecho.

-Sacate la mordaza -susurre

-mpffh -en clara negación.

Laura recogió sus prendas y desapareció tras la puerta de su habitación. Espero volver a sentir su boca, suspiré.

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