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Hemos vuelto a las andadas
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Primero fue con mi prima y luego con su hija de 19 años, los tríos se repiten. En algún lado relaté como hicimos un trío, mi mujer y yo con mi prima. Pasó el tiempo y encuentro a su hija de 19 años, idéntica a como era su madre esa edad. Lo hablamos con mi mujer de las ganas que yo tenía de cogerla esa joven. Sus padres vivían en otra ciudad y ella visitaba a su abuela. La invitamos a cenar a nuestra casa, llegó con un pollerita mini, tableada y a cuadros, como si fuera escolar. Su blusita blanca dejaba imaginar sus hermosas tetas.

Hábilmente llevamos la plática al sexo y sentimos que la joven se excitaba. Mi mujer se sentó a su lado y comenzó a colocar sus manos en sus muslos, mientras yo las miraba con ojos pícaros y libidinosos. La temperatura comenzó a subir. Las sonrisas y las risitas ya eran algo más que alegres, me senté su lado y comencé a decirle lo linda que estaba, como no reaccionaba mal, fui haciendo cada vez más atrevidos mis embates. La abracé y comencé a besarle el cuello y las mejillas. Sus suspiros se hacían sentir, bajé mis manos a sus tetas, ya me miraba con una mirada seria y ardiente. Mi mujer llegó a su vagina, a través de su bombachita. Comenzó a desnudarla para ofrecérmela.

Yo saqué mi polla, dura y brillante y tomando su mano hice que me la moviera en vaivén. Mi mujer se desnudó y comenzó a besar todo su cuerpo. Besé su boca a mi polla y comenzó a mamar y lamer como si fuera una experta. Mi mujer comenzó a chuparle su raja y su clítoris, no tardó en venirse en un feroz orgasmo. La puse panza arriba, abrí sus piernas, levantándolas, su conchita quedó oferente. Poniéndome al costado de la cama la penetré hasta que mis bolas chocaban contra sus encharcados labios vaginales. Mi mujer subió a su boca y a sus tetas. Esa joven se convirtió en un volcán en erupción, los orgasmos se sucedían, sus gemidos eran gritos desesperados, sus movimientos eran de una serpiente enfurecida.

Los “Lléname de leche papi!!! Cógeme duro, hijo de puta!!! Rómpeme el culo!!!” se sucedían. Ya no era la virginal joven que creíamos, era más puta que su madre. Después de llenarle de leche esa conchita, la di vuelta y la penetré por el culo. La verga entró relativamente fácil, se sucedieron sus orgasmos y se repitió mi eyaculación.

Debo decir que me dio sueño y me dormité. Mi mujer me cuenta que entonces comenzaron ellas en su amor lésbico hasta el amanecer del otro día.

No cuento esos detalles porque no los viví.

Al otro día, desayunamos y platicando nos contó que hacía rato que deseaba estar con nosotros y que en su ciudad tenía un buen grupo de sexo.

No la hemos vuelto a ver, pero sabemos que es tan puta como su madre, que en algún momento se había levantado a todos los habitués de un bar que frecuentaba.

Un abrazo a todos.

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