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Hasta en vacaciones hago cornudo a mi marido
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Tiempo de lectura: 14 minutos

Continuación del relato "Primera vez con dos machos y primera doble penetración", dejo el enlace al final del relato.

Llevábamos cerca de 3 años de casados cuando llega mi marido de su etapa de labor en Plataformas y me dice contento y orgulloso que lo habían elegido para asistir a un Congreso Internacional del Petróleo que se llevaría a cabo en la ciudad de Cancún, lo felicité y le di un fuerte abrazo demostrando que estaba feliz de tener un esposo además de guapo, brillante e inteligente.

El Congreso se llevaría a cabo en dos semanas y quería que lo acompañara, me entusiasmó la idea, sería como ir de vacaciones, le demostré a mi marido mi agradecimiento con un cálido beso, no cabe duda de que mi marido era como pocos, tierno y dulce, mientras la mayoría hubiera aprovechado para andar de coscolino en esa ciudad llena de bares, centros nocturnos y miles de mujeres de todas partes del mundo en busca de diversión, mi esposo pensaba en mí, me remordió la conciencia ser tan puta e infiel.

Como les había comentado en otro relato, después de nuestra boda, habíamos quedado con muchas deudas, poco a poco nuestra situación económica mejoraba, y ya estábamos más desahogados, pero no quise gastar en ropa, mucho esfuerzo estaba haciendo mi marido para compras superfluas, busqué en mi guardarropa y encontré tres trajes de baño en excelentes condiciones y muy sexys y algunas otras prendas para la semana, pensé que sería suficiente alternar con los trajes de baño y así evitar mayores gastos.

El Congreso empezaba un lunes, pero nos fuimos el domingo en el primer vuelo para aprovechar todo lo que se pudiera de ese día.

Llegamos a mediodía al hotel y no pusieron pegas por llegar a esa hora, así que después de instalarnos y comer nos dispusimos a una tarde de playa.

El hotel era de una cadena española de grandes hoteles, el Congreso se llevaría a cabo en un hotel de la misma cadena a un lado del nuestro, que era de mayor lujo, pero el de nosotros sin ser tan lujoso estaba fenomenal, todo incluido, muy cómodo, con muchos restaurantes, bares, piscinas y todo lo necesario para pasar una semana fenomenal.

Había mucha gente joven, grupos de estudiantes y lunamieleros, una atmósfera informal y juvenil, lo cual me encantaba, odio los hoteles muy lujosos pero aburridos.

Llegamos a la playa, era hermosa, arena blanca y fina y un mar bellísimo de tonalidades azules que cambiaban según la hora del día o si le pegaban los rayos del sol o se nublaba, no soy muy afecta a la playa, prefiero la alberca, pero no pude resistirme a nadar en esas cálidas y cristalinas aguas.

Nadamos y disfrutamos de esas cálidas aguas como una hora y salimos a descansar, me tumbé en un camastro de playa en lo que mi esposo iba al bar por un par de cocteles, estuvimos un rato más en la playa y nos fuimos a explorar las albercas, nos ubicamos en una que tenía un bar muy cerca de nosotros y otro bar dentro de la alberca, había que aprovechar el todo incluido, nadamos otro poco y salimos a los camastros.

En la alberca principal había grupos de animación que hacían concursos, adivinanzas y otras actividades y nos relajamos viendo en lo que tomábamos nuestras bebidas, de pronto un chico de animación, muy guapo y simpático nos invita a jugar Waterpolo en la alberca principal, mi esposo no acepta la invitación, pero me anima a ir a divertirme.

Así que acompaño al guapo chico a la alberca, y se forman dos equipos, el chico queda en mi equipo y empieza el partido, un partido muy divertido, los chicos de animación de verdad se esforzaban por hacernos reír, uno de ellos narraba el partido con un micrófono diciendo mil cosas chuscas en inglés y español.

Durante el partido a la hora de buscar la pelota eran inevitables algunos roces, sobre todo entre ese guapo chico que estaba en la posición detrás de mí, esos roces eran leves, pero me excitaron, era muy agradable sentir la piel de ese hermoso joven bronceado y musculoso, rozando la mía, aunque sea unos instantes, en cierto momento que reculé hacia atrás en busca de la pelota me tropiezo con mis pies en forma tonta y pierdo el equilibrio, afortunadamente el guapo chico llega a mi rescate y me toma en sus brazos, sentí un calambre recorrer mi cuerpo y alcancé a sentir claramente un bulto posarse en la parte inferior de mi espalda, justo donde la espalda pierde su casto nombre, se adivinaba un buen bulto a pesar de estar en reposo.

Terminó el partido y me despedí del chico, aunque hablaba español, tenía un acento extraño que no alcancé a identificar.

Regresé con mi marido y me puse mis lentes de sol, de reojo seguía disfrutando viendo a aquel chico, realmente me había impactado, tenía una sonrisa muy seductora y unos ojos color verde, grandes y expresivos, un montón de chicas revoloteaban como mariposas alrededor de él, seguramente alguna de ellas sería la afortunada de llevarlo a la cama, intentaba adivinar cual sería, me dio un poco de remordimiento e intenté despegar mi vista, pero pensé, es como cuando los hombres ven a una mujer hermosa, solo una fantasía, estaba segura que incluso mi fiel y amoroso esposo debería tener alguna fantasía al ver a alguna chica guapa, incluso lo había pillado más de una vez admirando algún culo ajeno, pero era sólo eso, un atractivo visual, no significaba que me fuera a engañar, así que no tenía nada de malo recrear mi vista con ese guapo chico.

Llegó la noche y fuimos a cenar después de un baño, en la entrada al restaurant buffet estaba el grupo de animación dándonos la bienvenida, me sonrió y me guiñó un ojo en forma pícara, que coqueto era, me hizo sonrojar y ponerme nerviosa.

Después de cenar fuimos a la habitación y tuvimos una tórrida noche de sexo, mi marido cada vez era un mejor amante, pero a pesar de eso, no pude evitar imaginarme que era el chico guapo de la alberca quien me cogía.

El siguiente día era el primer día del Congreso y bajamos a desayunar a primera hora, tan pronto abrieron el restaurante, terminamos de desayunar y mi esposo se despidió para ir al hotel contiguo y registrarse en el evento, nos veríamos en la tarde justo a la hora de la comida.

Era muy temprano, pero no quise quedarme en la habitación así que me puse mi traje de baño y me dirigí a la playa con la intención de unas horas de relax total en un camastro.

Aunque era temprano y no pegaba muy fuerte el sol, mi piel es muy blanca y empecé a ponerme bloqueador, justo en ese momento se aparece el guapo animador y se presenta:

– Hola, soy Massimo, bella dama, veo que va a ponerse crema, ¿gusta que le ayude?

– Mmm, soy Patricia, puedes llamarme Paty, si no te molesta llenarte las manos de bloqueador, agradecería me ayudaras a ponerme en la espalda- respondí.

– No, al contrario, será un placer.

Me puse boca abajo en el camastro y Massimo se puso un chorro de bloqueador en sus manos y procedió a extenderlo en mi espalda, mientras lo hacía continuamos platicando, me contó que era italiano, y hablaba varios idiomas y hacía algunos años que fue de vacaciones a Cancún y le gustó tanto que decidió quedarse, no era tan joven como pensé, tenía 27 años, me preguntó sobre mi novio y le confesé que era mi esposo, llevaba casi 3 años de casada y que habíamos ido por un Congreso, por lo que estaría sola todos los días hasta la hora de la comida.

Tenía unas manos grandes pero muy suaves y no estaba simplemente poniendo crema, me estaba dando un masaje y no lo hacía nada mal, pasaba sus dedos muy despacio acariciando cada centímetro de mi piel, mi piel se erizaba al contacto, una sensación de relajación combinada con placer provocó que emitiera un suave gemido.

– Mmmm, agghhh

– ¿Estás bien? – preguntó.

– Estoy en el paraíso, no pares, que bien se siente, tienes unas manos divinas- respondí

Lo vi sonreír y aplicó otro chorro de bloqueador solar en sus manos y sin previo aviso fue a mis piernas, dí un ligero respingo por la sorpresa, pero me dejé llevar, abrí mis piernas para darle mejor acceso al contorno de mis piernas, después de frotar suavemente mis pies y pantorrillas, empezó a subir poco a poco hasta llegar a mis muslos, sus manos se adentraron en la pared interior de ellos y siguió subiendo hasta casi rozar mi sexo y mis nalgas, sus caricias me ponían cachonda y mi coño se humedeció, cerré los ojos y me puse a disfrutar, era un placer exquisito, estaba expectante hasta donde llegaría, mi traje de baño no alcanzaba a cubrir por completo mis nalgas y pronto sentí sus dedos pulgares recorrer sin pudor la piel de mis nalgas que quedaba fuera de mi traje de baño, mordí mis labios para no gemir, sus dedos eran mágicos, el placer era increíble, después de unos minutos, cuando pensaba que me volvía loca, inesperadamente se levanta y me dice:

– Ya empiezan las actividades de animación Paty, tengo que irme.

Antes de que diera media vuelta, de reojo vi que traía una fuerte erección, me sonrojé, lo vi marcharse admirando su musculoso trasero y ancha espalda.

Pasé un rato leyendo, tratando de relajarme, aunque no podía sacarme a Massimo de la cabeza.

Habría pasado un par de horas cuando nuevamente aparece Massimo y me lleva un coctel a mi camastro, me senté para tomar el coctel y mi cara quedó a la altura de su pelvis, el contorno de su verga se dibujaba claramente bajo su ajustado short, no sabría decir si lo hizo en forma intencional, pero tenía una vista gloriosa que me calentó y aunque trataba no podía despegar mi vista de tan imponente falo.

Cuando terminé mi coctel, me dijo:

– No he visto que te hayas metido al mar, no puede ser que hayas venido a Cancún y no disfrutes sus cálidas aguas…

– Perdona, es que soy más de alberca- contesté

– Nada de pretextos, ven, y me jaló la mano.

Me llevó al mar y durante un rato estuvimos disfrutando de las olas y sus aguas cristalinas, nuestros cuerpos se rozaban mientras chapoteábamos como niños.

Después de un rato se retiró nuevamente para seguir con sus actividades y yo regresé al camastro por mis cosas a fin de dirigirme a mi habitación para darme una ducha, la necesitaba, ya casi era hora de recibir a mi marido.

Me di una ducha fría, necesitaba apagar mi calentura, sin mucho éxito, seguía excitada, me puse un traje de baño seco y un shorcito y fui a lobby a esperar a mi esposo que no tardó en llegar, me dio un tierno y amoroso beso sorprendido porque estaba esperándolo y le dije que me sentía sola, que lo extrañaba y quise esperarlo, mentí.

Fuimos directos a comer y después una tarde de piscina, a mi esposo le había gustado la animación del hotel y pasamos la tarde en el bar dentro de la alberca viendo los diferentes juegos y concursos que hacían para entretener a los huéspedes, de vez en cuando notaba las miradas furtivas de Massimo y dedicarme alguna sonrisa. Ya no lo vi en la noche porque reservamos la cena en un restaurante de especialidad en lugar del buffet.

Al tercer día nuevamente bajamos a desayunar muy temprano por el Congreso de mi marido, pero no pude ponerme traje de baño debajo de mi ropa, no contaba con la humedad de Cancún, el del primer día no se había secado y el día anterior había mojado los otros dos, odio ponerme ropa húmeda, así que sólo me puse un short cortito que me quedaba muy justo, ya tenía algunos años con él y mi cuerpo había embarnecido un poco, así como una blusita playera, después que se fue mi marido me dirigí a la tienda del hotel en búsqueda de un traje de baño nuevo, pero los precios eran prohibitivos, no podía darme el lujo de gastarme tanto dinero en algo así y tampoco me gustaba la idea de ponerme un traje de baño húmedo, me estaba yendo a la habitación pensando que hacer cuando en el área de albercas veo a Massimo y le cuento mi problema, le pregunté sobre algún centro comercial o tienda que me aconsejara para comprar un traje de baño a buen precio.

Me dice:

– No te preocupes, los animadores tenemos un área de vestidores con lavadora y secadora, trae tus trajes de baño y los secamos…

Me pareció una buena idea y fui por mis tres trajes de baño húmedos.

Bajamos al sótano y llegamos a un área de regaderas y vestidores, al lado había un par de lavadoras y una secadora, así como una especie de oficina con un escritorio, varias sillas, dos sillones y un par de sofás.

– Mira, me dijo, aquí es donde venimos a descansar y donde planeamos las actividades diarias, ahorita está solo porque todos están ya trabajando, así que siéntete en confianza.

Metí mis trajes de baño a la secadora y en eso me dice:

– Para no perder tiempo puedes ponerte un traje de baño de los que usan las chicas de animación, hay varios en los casilleros que nadie usa.

Acepté y me metí al vestidor, efectivamente había trajes de baño con el logo del hotel para las animadoras que parecían nuevos, pero todos se veían muy chicos, ninguno parecía de mi talla.

Tomé el que me pareció más grande y me lo medí, definitivamente las chicas de animación eran sumamente delgadas, porque me quedaba demasiado ajustado, la parte de atrás se me metía completamente en mis carnosas nalgas, casi como si fuera una tanga y la parte superior marcaba mis tetas, se dibujaban claramente mis pezones, los cuales se me habían endurecido, definitivamente no podía usar ese atuendo, o de lo contrario a más de uno le podría dar un ataque cardíaco.

Me habló para ver cómo me quedaba y dudé en salir, pero me convenció.

– Ufff, te queda increíble, que sexy te ves.

– Nooo, ni loca uso este traje, me queda demasiado chico- respondí.

– Yo creo que te queda de infarto, las chicas de animación son todas unas flacas, ninguna con curvas y el cuerpo de una verdadera mujer, a ver, date media vuelta- expresó.

– No, como crees, me quedó como una tanga, casi obsceno.

– Ja, ja, pues aunque no te des media vuelta, ya ví que te queda precioso, te marca un culo increíble, te estoy viendo desde el espejo que tienes detrás.

– Mira come me has puesto- dijo al tiempo que miraba el bulto que se marcaba en sus ajustados shorts, el cual lucía un tamaño enorme, grosero.

Quedé con la boca abierta y Massimo aprovechó mi desconcierto y me dió un beso en los labios que me dejó congelada, estática, no alcancé a reaccionar.

– Mmmm, me encantan tus nalgas, me calienta tanto tu culo, anoche cuando me estaba cogiendo a una gringuita imaginaba que te cogía a ti.

Lo mismo me había pasado, pero aunque sentía atracción, no podía ser, no era correcto, intenté resistirme,

– No Massimo, no, soy casada.- expresé al tiempo que intentaba separarlo de mí con mis brazos.

– Eso es lo que más me excita de ti, las mujeres casadas son más calientes y cachondas, me encantas toda, preciosa.

Continuó su ataque sus besos en mi cuello me prendían, mordisqueaba mis labios y mi oreja, seguía susurrándome cosas sucias al oído.

Mis esfuerzos por resistirme se fueron haciendo más débiles y aprovechó para acariciarme y apretarme las nalgas en una forma muy erótica, eso terminó de derrumbar mis defensas y correspondí a su cachondo beso, un beso lleno de pasión, había escuchado sobre lo pasional que eran los italianos y lo estaba comprobando en carne propia, me derritió con ese beso.

Poco a poco nuestras ropas fueron cayendo, sus labios ardientes recorrían cada centímetro de mi piel, me quemaban.

Su piel contra la mía, cada poro de mi piel se erizaba, su verga dura contra mi vientre, la sentía dura, caliente, palpitante, de la punta de su miembro salía un líquido viscoso y transparente que quedaba depositado en mi piel.

Su lengua se introdujo en mi boca y empezó a explorarla, recorriéndola por completo, empezó a meter y sacar su lengua de mi boca, penetrándome hasta el paladar, de una forma que nadie lo había hecho jamás, era como si me estuviera cogiendo con su lengua, tremendamente excitante, muy intenso, sus manos seguían masajeando mis nalgas y pronto sentí uno de sus dedos recorriendo mi rajita y posarse en mi ojete, sentí una corriente de placer recorrer mi cuerpo y di un ligero gemido.

– Ahhh – Gemí

– Te gusta princesa, me encanta tu culo, quiero que sea mío.

Su dedo continuó su recorrido hasta llegar a mi vagina, donde finalmente fue entrando, otro dedo se unió y ahora dos dedos entraban y salían de mi vagina.

– Ay nena, estás chorreando

Efectivamente mi vagina chorreaba, mis fluidos escurrían por sus dedos, sacó sus dedos y los llevó a su boca, los chupó y expresó:

– Tu coñito es tan dulce, sabe a miel, prueba – los llevo a mi boca.

Chupé esos dedos con gula, como una pequeña verga que me cogía la boca, me recargó en un escritorio y me hizo dar vuelta, quedando con el culo empinado, se agachó y tomándome de las caderas, sentí su cara pegada a mi culo, su lengua recorrió mis labios vaginales y se hundió en mi conchita, su nariz me hacía cosquillas en mi culo, empecé a gemir, me encantaba como se comía mi coño, succionaba mis fluidos, su lengua recorría mi clítoris, me hacía estremecer, en eso, siento que abre mis nalgas y empezó a lamerme el culo, sentí estallar de placer, su lengua empezó a empujar mi esfínter, intentando abrirlo, mis piernas me temblaban, ya no podía más y le rogué que me cogiera, necesitaba su verga, me dio vuelta y me subió al escritorio.

– Métemela papi, ya no aguanto, quiero sentirte dentro- le rogué

Abrió mis piernas y pronto sentí la cabeza de su verga frotando mi rajita, poco a poco empezó a empujar y sentí como mis pliegues se iban abriendo, definitivamente era un muy buen miembro, dio un empujoncito y entró la cabeza, al tiempo que daba un gemido y me susurraba al oído:

– ¿Te gusta?

Mi respuesta fue otro gemido, a pesar de lo lubricada que estaba, costaba un poco entrar

– ¿Quieres otro poquito?

– Sí papi, métela toda- le imploré,

Empezó a enterrármela poco a poco hasta que sentí sus huevos golpear mis labios vaginales, me la había enterrado completo, que placer, era riquísimo ser penetrada por ese macho, su verga me llenaba por completo

– Aghhh, que coñito más estrecho, que rico aprieta mi verga, va a ser un placer inmenso cogerte, bombón.

Me dio un cachondo beso mientras me seguía embistiendo, aceleraba y ralentizaba sus movimientos, era notorio que era un experto y vaya que sabía coger, estaba al borde del éxtasis, mis piernas temblaban y oleadas de placer recorrían mi cuerpo con cada embestida que me daba, el frote de su verga contra mis paredes internas era delicioso y ya no pude aguantar, empecé a convulsionar y llegué al orgasmo, un orgasmo larguísimo, espasmos recorrían mi cuerpo y Massimo solo sonreía en forma lujuriosa, en lugar de acelerar los movimientos los ralentizó, y me la metía y sacaba muy despacio, disfrutando cómo me volvía loca de placer, como me movía, ensartándome su verga, mi orgasmo se fue apaciguando y caí exhausta en la superficie del escritorio, me dio un cachondo beso y lo abracé con todas mis fuerzas en señal de agradecimiento, sentía su verga dura, que control, me seguía cogiendo en forma lenta, disfrutando mi corrida, y diciéndome obscenidades en el oído que me encantaban:

– Que rico, aghhh, que placer, me he corrido como nunca, pero veo que no te has corrido, Que aguante papi. me tienes como una perra en celo- expresé

– Así es nena, te voy a coger un buen rato, eres deliciosa y te voy a coger hasta que me canse, te vas a ir bien abiertita y con ardor en tu coño.

Me sentía en deuda con él por el placer que me había dado y quería probar también esa maravillosa verga horadando todos mis orificios, así que le dije:

-¿Sólo mi coño?¿Acaso, no te interesa mi colita?

– Sería un placer, pero mi verga es muy grande y gruesa, ¿Estás segura?

– Si papi, pero hazlo despacito, quiero sentirte dentro de mi culo, pero no me lastimes.

– Imposible no lastimarte un poquito nena, pero seré cuidadoso, no te va a doler mucho.

Sacó su verga de mi coño y fue por un botecito de lubricante que tenía en un cajón, me ayudó a levantar y me dijo.

– Ven, colócate sobre el apoyabrazos de este sofá, así estarás más cómoda.

Fui doblando mi cuerpo hasta apoyar mis caderas en el sofá, me dijo que abriera mis piernas y bajara la cara hasta tocar el cojín, en esta posición quedó mi culito expuesto, a merced de mi macho.

Quede expectante esperando la estocada, cuando siento dos dedos entrar en mi concha y uno tercero masajear mi clítoris, se había agachado y mordisqueaba suavemente mis nalgas, sentí que las abría y su lengua empezó a lamer mi hoyito, llenándolo de saliva, sin sacar sus dedos de mi concha empujó su dedo pulgar en mi orificio y empezó a abrirse sin mucha resistencia, di un gemido e involuntariamente apreté la colita, apretando su dedo, no lo retiró, esperó pacientemente a que me relajara y continuó la conquista de mi culo, la caricia suave de su dedo moviéndose en forma circular en mi interior me ayudó a relajar y lo ensartó hasta el fondo, un nuevo gemido de placer salió de mi boca, era delicioso, moví mis caderas buscando me siguiera dedeando, me metió el dedo más profundo, sacándome otro gemido, sacó su dedo pulgar, y sentí un chorrito de lubricante caer entre mis nalgas, mojó su verga con mis fluidos vaginales y lo frotó contra mi esfínter, era una caricia divina, me encantaba sentir el enorme capullo en mi orificio, sentía su calor, palpitaba, mi agujerito se contraía involuntariamente acariciando aquella masa de carne chorreante, una caricia suave, caliente y tersa, levantó una de mis piernas y la puso sobre el descansabrazos, entonces empezó a empujarla lentamente y sentí como el culo se me iba abriendo, cuando entró la cabeza de su verga mi esfínter se cerró contra su tronco, engullendo el enorme nabo en mi interior, ardía, pero era infinitamente mayor el placer.

– Agghhh, despacio- me quejé

– Ya entró la cabeza, princesa, si te duele mucho la saco.

– Ni lo pienses, si lo haces te mato cabrón, ah, sigue, ahhh, pero muy despacio, ufff, me arde, pero tienes una verga increíble la quiero toda dentro.

Sonrió y se recostó encima de mi cuerpo, besó mi nuca y empezó a empujar lentamente, el placer era infinito mezclado con un poco de dolor, sentí como iba entrando esa barra de carne, centímetro a centímetro, la sentí palpitar dentro de mí, cuando llevaba la mitad empezaron las embestidas, muy despacio, retrocediendo un poco y avanzando un poco más, me susurraba al oído:

– Sientes como entra, ah, que apretadita estás, me encanta, ahhh

– Sí papi, la siento, sigue, me encanta como me estás rompiendo la cola.

– Mmmm, dime princesa, ya te habían cogido por la colita, ¿es virgen? ¿Tu marido te coge por atrás?

Sabía de la estrechez de mi culo, a pesar de que había sido gozado tantas veces por mis amantes, pero mi esposo no era afecto a cogerme por el culo, por lo que respondí.

– No, no es virgen, pero mi esposo no es muy afecto a cogerme el culo – lo cual era verdad- ahhhh, que placer, ufff, me encanta tu verga.

– Es un tonto tu esposo, tu culo es lo máximo, ufff, que rico, que desperdicio.

– ¿La quieres toda princesa?

– Sí, dámela toda, la quiero entera.

Me tomó de las caderas y me dio una fuerte embestida, sentí su pelvis rebotar con mis nalgas y sus huevos peludos en mi vagina, di un grito de dolor-placer y apreté los puños, me la había ensartado completa, la sensación era indescriptible, me sentía tan abierta, completamente poseída, mi conducto anal estirado al máximo, sentía toda su verga palpitando en lo más profundo.

Empezaron las embestidas, me susurraba al oído que mi culo era el más delicioso que se había cogido, entre otras cosas excitantes, lo escuchaba gemir, gruñir, mordisqueaba el lóbulo de mi oreja y metía su lengua dentro, lo cual me ocasionaba que mi cuerpo se estremeciera, el placer era máximo, empecé a gritar;

– Cógeme, gózame, ahhh, soy tu hembra tu puta, mi culo es tuyo, aghhh.

Arqueé la espalda, para que me ensartara más fácil, empecé a mover el culo en forma circular y aflojar el esfínter cada que me ensartaba y apretar cuando la sacaba, lo escuché gemir, gruñir de placer y me dijo:

– Ayyy, que rico, ninguna hembra me había hecho gozar así, aghhh, apriétame la verga mami, aghhhh, que rico, aprietalaaa

La sincronía era total, aflojaba el culo todo lo que podía para que me entrara lo más profundo y apretaba cuando salía, ambos aullábamos de placer, los embistes se fueron haciendo más rápidos hasta que por fin anunció su corrida, aghhh,

– Ya viene la lecheee, aghhh, me vas a sacar la leche, aghhh

Me dio una última estocada profunda y apreté el culo con más fuerza, de inmediato sentí su verga ensancharse y su esperma caliente, muy caliente, llenando mis entrañas, ya no pude más y llegué a un delicioso orgasmo, mis piernas temblaban y espasmos recorrían mi cuerpo, sentí un desvanecimiento, y luego me sentí totalmente relajada, su cuerpo sobre el mío temblaba, su verga fue perdiendo firmeza dentro de mi culo, hasta que salió de mi culo, junto a un poco de su semen que escapó y escurrió entre mis piernas.

Me tomó de la cabeza y me dio un beso cachondo, jugoso en agradecimiento, su cara irradiaba felicidad, me dijo que nunca había disfrutado tanto, que lo había hecho acabar como nunca y que le había sacado la leche sin su voluntad, que prácticamente yo me lo había cogido a él con mi culo y lo había vuelto loco de placer.

Me sentía cansada y me hubiera quedado dormida, pero no era posible allí, así que me tuve que incorporar con su ayuda y me dirigí a las regaderas, mi culo ardía, me lo dejó lleno de él y su semen escurría entre mis piernas, una vez en la regadera aflojé mi esfínter y lo dejé escapar, sentía delicioso como escurría entre mis piernas, caliente y espeso, abrí la regadera, para limpiarme.

Él también se metió a bañar a las regaderas de hombres y salí del vestidor de mujeres con una toalla, mis trajes de baño ya estaban secos, y me puse uno, quedamos de repetir al otro día, lo cual se repitió en cada uno de los días restantes.

Con mi traje de baño puesto me dirigí a la alberca a tumbarme en un camastro, exhausta, pero relajada y contenta, Massimo les pidió a los camareros que me trataran en forma especial y fui tratada como reina, recibía bebidas tan pronto me acababa una, trato que se hizo extensivo a mi esposo cuando estaba conmigo.

Los días restantes la cogida fue en mi habitación, tan pronto se marchaba mi marido, me iba a mi habitación, llegaba Massimo y me daba unas cogidas fenomenales.

En ocasiones me remordía la conciencia, mi pobre marido en el Congreso, me había llevado sin que fuera su obligación y yo le pagaba adornándole la frente, pero también pensaba que no podía dejar pasar la oportunidad de ser cogida por un macho así, ¿acaso un hombre hubiera dejado pasar la oportunidad de cogerse a la chica de sus sueños?

Terminó el Congreso y regresamos a nuestra ciudad.

En el vuelo de regreso le dije a mi marido que me había encantado el hotel y que me gustaría repetir.

– A mí también me gustó, tiene una excelente relación calidad-precio, buena comida, instalaciones, buena animación y un trato al cliente excelente.

– Eso es lo que más me gustó, me encantó el trato que me dieron- respondí sonriendo.

– Tienes razón, el trato fue lo mejor, entonces no se diga más regresamos en mis vacaciones de verano.

Me recosté sobre su pecho pensando en lo ardiente que serían las próximas vacaciones, todavía sentía una ligera comezón en el culo que me recordaban las cogidas de Massimo.

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Primera vez con dos machos y primera doble penetración

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