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Tiempo de lectura: 3 minutos

Los niños están con la abuela materna y la casa está libre y sin visitantes. Lorena y Eduardo se van quitando la ropa, juegan con las correas de cuero que fijan a la cabecera, primero las manos y luego las piernas son las atadas. Eduardo Inicia el sexo oral con ganas, lo pone muy húmedo, su lengua se mueve en círculos por todas partes, desde el ano hasta el clítoris.

Lorena se retuerce, amarrada, sometida, gime gozando suavemente mientras mueve sus caderas en círculos. Eduardo le amasa los senos pequeños coronados por pezones largos y duros. Ella se muerde los labios, frunce el entrecejo, suspira; después se acerca al miembro para lamer el tronco y el glande; mientras él le toca el clítoris que está sensible, suave y muy hinchado. La desamarran por un momento para voltearla mientras le jala el cabello, le hace sacar la cadera y parar las nalgas. Eduardo trata de penetrarla por el ano.

Lorena se resiste porque la tiene corta pero gorda, trata de sacarse la punta de ese miembro porque le duele, aunque siente su hoyito irritado y excitado prefiere evitarse las molestias posteriores a la penetración anal. Eduardo se excita más y con el miembro más hinchado y duro le picotea la entrada de la vagina y la penetra de poco a poco. Lorena empuja sus nalgas para sentir ese verga gorda: Él le lame las axilas, se encuentra muy excitado y le hace la petición: “¡Háblame, háblame!”, “¿qué quieres que te cuente?” pregunta Lorena, “lo que quieras” responde él.

“Te contaré la vez que me la metió el capitán, esa vez me gustó mucho, me chupo mis deditos, sentí su lengua larga en los talones, luego fue subiendo por las piernas y me lo lamio rico, sin prisas, me vine en tres orgasmos uno tras otro, luego me lo quiso meter, le dije que no me sentía preparada para su enorme verga, que me iba a doler, que me había dado miedo. El capitán me paso sus manos por mi cabello, me puso su miembro en las manos y me dijo que yo solita me lo iba a ir metiendo según lo fuera sintiendo. Me puso de ladito y me amaso las nalgas para relajarme mientras me beso la espalda y el cuello, sentí su miembro desde la punta de mis dedos hasta más allá de la muñeca. Lo tenía grande y sabroso, lo apreté, era largo y venoso, lo froté varias veces en la entrada de mi vagina, lo meneaba y me golpeaba el clítoris con él, mientras él me decía que siempre le había gustado, que cuando se cogía a mi amiga a mi era a quien se imaginaba, que siempre quiso tener mis nalgas así entre sus manos y frente a él para cogerme, que se lo había puesto muy duro. Yo me lo metía un poco y me lo sacaba. La cabeza de su pene era pequeña pero después se iba haciendo el pene largo y ancho. Al tener su verga entre mis manos me dieron ganas de que ya me cogiera. ‘Métemelo” le dije y tomo mis caderas y me penetró rápido y profundo, me vine muy fuerte. Los espasmos que sentí hicieron que se saliera su pene, pero me dio miedo que me desagarrara y le pedí que se la chaquetera sobre mí. Al principio no quería, pero con tal de complacerme se la jalo frente a mí, no podía dejar de ver esa verga grande y poderosa, me apretó las chichis con la otra mano y eyaculo sobre mí. Me lleno el vientre y los senos de su semen, yo ya no quise más por ese día. Ya días después me entro algo raro y ya no quise coger en otra ocasión con él, aunque me llamaba y trataba de convencerme, me decía que sólo me lo iba a chupar rico, que mi hoyito si aguantaba su verga, que yo solita me lo podía meter hasta donde quisiera, hasta me ofrecía dinero, de repente me excitaba escucharlo y me daban ganas, pero ya no me animé, también sus amigos me hablaban para decirme que saliera con ellos, igual me ofrecían ponerme casa y ‘cogerme diario para que estuviera bien atendida’”.

Eduardo le retuerce el clítoris en círculos a Lorena y la penetra con fuerza, ella se viene respirando muy fuerte y después él también lo hace mientras le dice que sus nalgas lo vuelven loco. Viene la calma después de hacer el amor, pero a Lorena se le antoja un segundo encuentro y le dice a Eduardo: “¿Sabes quién de la colonia también quiere cogerme?”. Eduardo abre los ojos y siente como su miembro empieza a crecer nuevamente mientras Lorena sonríe y le dice: “en un ratito te cuento”.

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Deukirne
Deukirne
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