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Grupal con camioneros, nos cambió la vida (parte 2)
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Tiempo de lectura: 4 minutos

El camionero llamó a uno de ellos de nuevo, le dijo que tenía una putita para compartir esa noche en la terminal. Pao por hacerse la loca se abrió la concha con las manos, respondiendo cuando el camionero dijo que era una para darle mucha pija. Del otro lado del teléfono aullaba el involucrado, reíamos, y allí le dije al camionero: Decile que si mantiene el aullido un rato lo invitamos a él, del otro lado del teléfono se desesperaba en el grito, tome el aparato celular y se lo pasé por la concha y Pao dijo ¡si, que sea este! Reímos y el camionero le dijo que cuando llegue al parador vaya directo al dormitorio grande, que allí estaríamos.

Llegamos a la terminal o lugar de descanso, había una garita, un guardia o algo así, en la entrada. Paola se arregló, se sentó y puso la campera que había quedado tirada en el piso de la cabina. El camionero saludo, le dijo a Pao que no se preocupe que de abajo el de la garita casi no la vería. Avisó que dejase entrar al auto de atrás y que cuando llegue el “Turco” le diga que estacione del lado de atrás.

Se veía una gran arboleda, una zona muy amplia con una casa muy linda, una entrada en el frente, muy amplia y con una pequeña galería, y dos alas que se extendían a los lados de la misma. Había varios camiones frente a una de las alas y detrás, más alejados, de la casa. Nosotros, con el camión, fuimos a la parte de atrás de la casa, que tenía toda una larga galería, muy linda, con enredaderas. Paramos como paralelos a esa galería y bajamos. Oscar dejo el auto también allí.

Bajamos y entramos en una gran habitación. Tenía una cama, grande, un armario de esos viejos de madera con 4 puertas y las dos del medio con espejos ovales. Una mesa redonda, como de plástico y chapa, había varias sillas distintas y una puerta, con un vidrio esmerilado o pintado, que daba a un baño, pero casi todo eso lo vi después, porque entramos Pao, el camionero, Oscar y yo, en ese orden y en ese orden eran las manos en la cola de Pao. En los pasos de la puerta a la cama, ya le habíamos quitado la campera y la remera, y la pollerita la tenía enrollada en la cintura.

Llegamos a la cama y la pusimos en 4, el camionero comenzó a besarle y chuparle la concha y la cola, Oscar y yo le pusimos nuestras pijas en la boca. A mí me encanta, me enloquece verla así, con dos pijas en la boca, o alternado una a otra.

Ella lo sabe, lo hablamos millones de veces, y me mira, desde abajo, muy puta y picarona. Mientras el camionero le comía a lengüetazos desde atrás yo le lleve mis dedos a la concha, era un mar, una catarata de fluidos y saliva. Le pegué un cabezazo al camionero y él se vino para la boca de Pao y yo me fui para atrás de ella, a penetrarla por la concha. MI pija le entró fácil, estaba muy lubricada, abierta con los dedos y caliente desde hacía horas. La bombeo, y la bombeo, ella se saca las pijas de la boca y me habla. Yo creo tener claro las locuras de cada uno, creo.

Le digo a Oscar que se ponga un forro y se tire boca arriba al costado nuestro. Se la saco a Pao, le doy una nalgadita y le digo que se lo monte a Oscar, el camionero me mira como desilusionado. Yo le dejo ver mi sonrisa socarrona que él no entiende, y me pongo un forro. Pao le pasa las piernas a ambos lados de Oscar y se deja penetrar, no muy lentamente. Pao sabe cómo seguiremos, y le toma la pija con la boca a camionero que se queda un instante como sin entender. En ese movimiento baja su torso, acerca las tetas al pecho de Oscar y yo me acomodo para penetrarla por la cola y hacerle una doble penetración. Despacio. Despacio, solo la punta, ella esta ensartada por la pija de Oscar.

El camionero abre sus ojos, grandes, Pao no se la chupa, me habla, gime. Se la pongo un poco más, y más, Oscar está quieto, como dejando que yo entre. Apenas le bombeo, casi que nada, casi que solo voy entrando, despacio, despacio. Le digo al camionero: ponete un forro, Pao arquea la espalda, levanta la frente y me mira para ir cerrando despacito los ojos. ¿Me parece a mí o se sonríe? El camionero se apura, se pone atolondradamente el forro, con mi mano derecha lo guio a que salga de la posición en la que estaba en la cama y venga a donde estoy yo.

Ahora si le bombeo un poco, ahora si trato de metérsela toda, toda bien al fondo. Se la mantengo bien al fondo, un instante quieta y empiezo despacito a salir, despacito, demorando solo la cabeza mientras, Pao gime. Me muevo, el camionero ya entendió su oportunidad, ya se agarra la pija enfervorizada y le dejo el lugar.

Él tiene una pija corta, pero gorda, bien gorda. Pao es una diosa, es toda mi intimidad compartida, tenemos muchas charlas, sabemos que nos gusta. Esa pija gorda es la que quiere ahora, ese movimiento brusco y tosco del camionero es lo que quiere, yo acabándole en la boca, eso es lo que queremos, eso es lo que hablamos varias veces y muchas más veces lo hablaremos después.

El camionero la penetra, le entra de una, ahora si Oscar también la bombea, los dos le dan. Yo le acabo en la boca, y así acabamos los 4. Ufff que polvo, Oscar a lo largo, en el mismo lugar, Pao igual, boca arriba, con mis gotas de leche cayéndole muy lentamente, y el camionero parado en el extremo de la cama con su pija cayéndole, muerta.

Un instante después, como cinematográfico, Pao aun con sus con sus ojitos cerrados, que se abren picaros cuando escuchamos estacionar un camión y nuestro amigo diciendo: ¡Llega el refuerzo!

¡Nos cambió la vida, continuamos con muchas, muchas otras experiencias, que de a poco, contaremos! Saludos, Pao y Edu.

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