Me preguntó un amigo si lo quería acompañar, era una reunión de recién llegados, y supusimos que iba a haber latinas!
Siempre se dice que las latinas son bombas sexuales, y me intrigaba averiguarlo, yo solo había salido con chicas locales, así que esto era un nuevo reto para mí.
Yo no hablo una palabra de español, pero con el inglés me se defender.
Llegamos tarde, ya había mucha gente, yo me acerqué a un grupo de chicas y comencé a hablarles, en seguida me llamó la atención una morocha, flaca, buenas tetas, pero principalmente una carita divina, noté que me miró y me acerqué a ella. Le invité un trago y nos quedamos hablando un rato largo. Ella se movía al ritmo de la música y yo me derretía, sus miradas, sus curvas ¡no podía estar más buena! Nos fuimos alejando del grupo y terminamos en un rincón, no pude aguantar y la besé.
Yo no esperaba recibir un beso así, nunca en mi vida había sentido esto, ¿cómo tan solo un beso podía generar una reacción así en mi cuerpo? fue inmediato, me sentí duro, como cuando veía porno en la adolescencia.
Le dije que me acompañara al auto y me dijo que mejor en el de ella, nos sentamos y nos empezamos a tocar y a besar, metió su mano en mi pantalón y creo que la sorprendí. Me desabrochó, yo ayudé con el cinturón, sacó mi pene y me empezó a chupar, yo ya venía muy caliente así que a los pocos segundos llegué, ella siguió como si no pasara nada, lentamente, y con una habilidad increíble se tragó todo.
Esto nunca me había pasado, creía que era solo algo que pasaba en las películas. Le dije de ir a mi casa, a seguir con esto, pero ella prefirió pasarnos al asiento de atrás, la situación era increíble, ideal diría yo.
Ella se sacó su bombacha, tenía puesto un short de jean, así que solo se lo subí un poco y con mi pene aun duro la comencé a coger. Como yo recién había llegado, tardé más de lo normal, lo cual le dio tiempo a ella a llegar dos veces, y me lo hizo notar. Cada orgasmo me agarraba fuerte los brazos y estiraba su cuello hacia atrás.
Cuando al fin frenamos esta tormenta de sexo, nos relajamos y empezamos a hablar, a conocernos un poco más.
Ella era argentina, más joven que yo, había llegado hace poco, estaba estudiando y vivía lejos de donde vivía yo.
Ya era tarde así que nos despedimos, me dio su teléfono y quedamos en hablar.
Al otro día le escribí, chateamos por horas, yo quería verla, pero ella no podía. Siempre me decía que estaba ocupada, pasaron los días y me confesó que era casada, y que no le era fácil encontrar momentos para vernos, pero me prometió una segunda vez, yo por mi lado le dije que tenía una sorpresa para ella.