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Gran faena
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Tiempo de lectura: 2 minutos

Serafina y yo teníamos aproximadamente 6 meses de conocernos ¡tiene unos labios espectaculares! No nos frecuentábamos mucho, pero cuando nos veíamos existía una gran química entre ambos y cada vez la tensión sexual iba en incremento.

Un cierto día coincidimos en la fiesta de uno de los amigos que ambos compartíamos, cuando llegué ella ya estaba ahí con una de sus amigas, a lo que me acerqué a ella para comenzar a platicar, la fiesta fue muy divertida.

Pasada la medianoche me comentó que su amiga tenía un compromiso al día siguiente por lo que ya tenían que despedirse, me ofrecí a llevarlas. Durante el camino íbamos bromeando de manera inapropiada, llegamos a casa de la amiga y ella se despidió. ¿Te llevó a tu casa? Le pregunté en tono serio y sensual, ella asintió con su cabeza, durante el trayecto comencé a tocar su muslo.

Llevaba vaqueros azules ajustados, mi mano abarco parte de su muslo, escuche un inspiro seguido de un pequeño quejido, ya no hablamos más, durante el camino a su casa recorría poco a poco y con delicadeza su pierna, creo que le gustaba.

Estacioné mi auto fuera de su edificio nos miramos fijamente y comenzamos a besarnos, al principio fueron besos suavecitos, sus labios eran la gloria. Mis manos tocaron su cintura y su espalda, sus manos me sujetaban el cuello. Sentía su respiración más agitada y su boca más suelta, chupé sus labios y escuchaba sus gemidos, introduje me lengua a su boca, ella hizo lo mismo, mi mano buscaba su entrepierna, ella no lo permitió.

Tomé su mano y la puse en mi paquete erecto, ella lo comenzó a acariciar por encima de mi pantalón, seguimos con el intercambio de saliva, al poco tiempo desabrochó mi vaquero y bajó la bragueta, mi fierro saltó fuera, todo húmedo por aquellos besos que nos dábamos. Lo tomó con su mano derecha mientras yo le mordía su labio inferior, ahora gemí yo, gemíamos los dos. Se dispuso a hacerme una gran paja ¡no era suficiente! La tomé de la nuca y le hice mamármela.

-Uff que rico la mamas…

Recorría todo mi tronco con sus carnosos labios, su lengua acariciaba la punta de mi pene chorreante, engullía hasta la garganta mi trozo caliente, la dejé continuar con su faena mientras mi mano acariciaba su culito apretado, siguió con su faena, dejé escapar un gemido mientras mi próstata se contraía para expulsar mi vitalidad, tragó toda mi lechita.

Se despidió con un abrazo y bajó del automóvil…

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