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Gran escuela de hostelería (parte 8)
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Al despertar estoy sola en la cama, no sé dónde está Roel. Ay… me escuece. Aún no me creo lo que pasó anoche, nunca habíamos hablado del sexo anal, pero claramente no estaba preparada para esto, no le gusto sentirme humillada de esa manera, en otras circunstancias me hubiera gustado, pero siento que ha sido a modo de venganza y aún no sé de qué se tiene que vengar. Tengo que hablar de esto con Roel y saber que le está pasando.

Consigo sentarme en el borde de la cama y voy al baño, allí está Roel en la bañera, me da los buenos días y lo ignoro, porque ahora mismo lo único que podría hacer es mandarlo a la mierda. Aún me fastidia más que mi cuerpo llegara al clímax con esa cosa en mi culo, me fastidia que mi cuerpo estuviera listo y mi cabeza no.

Voy al servicio y me vuelvo a la habitación, pero oigo que viene detrás de mí, me coge de la cintura desde atrás, me abraza y me susurra:

– Ven conmigo a la bañera, por favor. No me odies, estuviste genial y te quiero más que nunca por correrte en esa situación. – me riega el cuerpo de tiernos besos, vuelve a ser el Roel de siempre y yo estoy más confusa que nunca.

Me da la vuelta, me besa en los labios y me coge de la mano para dirigirme a la bañera.

Me meto en la bañera y Roel se tumba detrás de mí. Me da un masaje y después me empieza a limpiar el cuerpo con la esponja, me la pasa por el cuello, por los pechos, se toma su tiempo y empieza a bajar a mi sexo, la esponja sale a flote y su mano se queda ahí, la otra me presiona el vientre mientras entran y salen sus hábiles dedos de mi sexo, noto cada uno de sus dedos en mi vientre por esa deliciosa presión que hace, Roel me besa y me muerde tiernamente el lóbulo de la oreja y es mi perdición, me dejo ir y caigo en un orgasmo que me tensa el cuerpo y me agarrota hasta los dedos de los pies.

Roel se levanta y me tiende la mano para que lo siga, cojo su mano y nos vamos a la ducha.

Pone el agua a la temperatura perfecta y nos adentramos los dos en la cascada de agua, me abraza y me besa, me da la vuelta y se arrodilla, me abre las piernas y hunde su cara en mi entrepierna. ¡Dios! Apoyo las manos en la pared, se me acelera la respiración y me dejo ir de nuevo.

Se levanta Roel y en esa misma posición me penetra fuerte y rápido, es una tortura deliciosa. De repente en una embestida siento un fuerte dolor en mi culo, grito de dolor, doy un salto y me acurruco en el rincón de la ducha. Me echo a llorar, Roel viene con gesto preocupado.

– ¿De qué vas? ¿Qué te has creído que soy? No sé qué es lo que te pasa, pero no me gusta el plan que has llevado durante todo el día. ¡Vete a la mierda! – digo entre sollozos mientras me lo quitó de encima. Me levanto y me voy a la habitación para vestirme y marcharme. Roel me sigue intentando disculparse. – ¡No intentes disculparte! Si lo único que te interesa de mi ahora mismo es tener sexo anal, olvídame, en vez de intentar disculparte, explícame qué coño te pasa. – le espeto ya harta. Roel cambia el gesto, ahora parece dolido y enfadado.

– ¿Que me pasa? Pues lo que me pasa es que estoy hasta las narices de tener una novia incapaz de mirarme a los ojos cuando tenemos sexo, estoy harto de verte la nuca y la espalda, me mirabas más cuando estábamos de rollo que ahora que tenemos una relación, es muy frustrante querer a alguien y no sentirse correspondido, he intentado todo esto para ver si probando cosas nuevas volvías a mí, pero no se donde esta tu cabeza, pero conmigo, no está. Así que creo que la que tiene que explicar que le pasa, eres tú, porque yo ya no sé qué hacer para que esto funcione. – Roel parece a punto de llorar, me parte el corazón, porque no ha dicho nada que no sea cierto. No sé qué responderle, así que me limito a vestirme entre lágrimas, me quito la pulsera “NoMeOlvides” que me regaló y la dejo sobre la mesita de noche y abro el móvil para pedir un Uber que me lleve a casa.

– ¿Así que no me explicar que te pasa? Deduzco por tu silencio que no he dicho ninguna mentira. – se le caen las lágrimas mientras habla y se pasa la mano por el pelo de modo desesperado – No sé qué decirte para arreglar esto Lexa. No lo he hecho bien, pero tú tampoco. Solo déjame llevarte a casa, no cojas un Uber, yo te puedo llevar en el coche, prometo que no haré nada. Por favor.

– Lo siento Roel, no he sido justa contigo, no has dicho ninguna mentira, eso me duele más que todo lo ocurrido. No puedo volver contigo a la ciudad, necesito pensar.

– Si te dejo ir sola no volveré a saber de ti, te has quitado la pulsera y sé que eso es un adiós para siempre, por favor habla conmigo.

– No tengo nada que hablar Roel, simplemente te puedo decir que no lo he hecho bien, no he sido justo y te mereces a alguien que te corresponda de verdad. – Le pongo una mano en el hombro, le doy un beso en la mejilla, cojo mi maleta y me voy.

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