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Gran escuela de hostelería (parte 10)
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Estamos los dos sentados en el suelo jadeando y sudados, oímos un golpe en el comedor y nos levantamos corriendo, nos vestimos y salimos como si nada.

Al salir al comedor vemos a Carlota, que se había dormido en el sofá, que ahora está en el suelo, nos miramos y nos echamos a reír, Nico me abraza la cintura y me conduce a su habitación.

Me besa de nuevo pero esta vez lo freno.

– No sé si estoy haciendo bien, Nico, – se me vuelven a llenar los ojos de lágrimas- está muy reciente lo de Roel y quizás debería ir más despacio.

– Pero Lexa, solo ha sido sexo, no te estoy pidiendo ser novios.

– Lo sé, pero mi cabeza no está ni con Roel ni contigo, mi cabeza está en otro, Nico. Le hice mucho daño a Roel y no quiero que eso vuelva a ocurrir, me siento fatal cada vez que recuerdo esas sesiones de sexo que deberían haber sido íntimas y entre nosotros y mi cabeza estaba con otro. No sé si me explico, pero no quiero que se me vuelva a repetir esta historia, y quiero ser sincera. – Nico me abraza mientras y empiezo a sollozar pegada a su pecho.

– Te has explicado muy bien Lexa, mira, yo no puedo cambiar que tu cabeza esté con otro, pero si te puedo asegurar que no me importa, si no quieres no habrá más sexo entre nosotros y se quedará en una anécdota. Pero te digo que este polvo que hemos echado, es de los mejores, sino el mejor, que he echado. Y te aseguro que no quiero nada más allá, te aprecio como amiga, pero yo tampoco estoy en un punto en el que necesite una relación. Y si te sirve de consuelo, yo cuando lo hago pienso en Anna Kendrick, me pone que lo flipas. – Me echo a reír, ha conseguido sacarme del bucle de culpabilidad en el que me había metido.

– Gracias Nico, me sirve mucho de consuelo, ojalá un día consigas echar un polvo con Anna Kendrick, pero seguro que no lo hará lo que yo. – Los dos rompemos a reír.

Cuando se nos pasa el ataque de risa le cojo la cara y lo beso con ternura y agradecimiento por su comprensión, el responde de igual modo. Volvemos a desnudarnos, lo empujo a la cama y vuelvo a probar esa hermosa erección, pero entonces Nico se incorpora y me coge la mano, me cierra la mano dejando el dedo índice levantado y me susurra al oido:

– Quiero esto dentro mi mientras me la comes.

– Nunca he hecho eso…

– No te preocupes, lo harás bien. – me dedica una sonrisa pícara y a mi esto me resulta muy excitante, así que me pongo a ello.

Mientras masajeo su erección con la mano izquierda, me chupo el dedo índice de la mano derecha y lo lubrico bien, empiezo a masajear la entrada a su culo y poco a poco empiezo a introducir el dedo. Nico se tensa y se incorpora para mirarme, nuestras miradas se cruzan, hace un gesto de aprobación y empiezo a meter y sacar el dedo, cuando se me hace más fácil el movimiento, me meto su erección en mi boca y empiezo a subir y bajar, mientras mi dedo entra y sale de su interior, noto un pequeño abultamiento dentro de él y me centro en ese punto, noto a Nico agitado, pero no dice que pare, así que sigo, y sin hacer más, se corre dentro mi boca, suelta tanto semen que me cuesta tragar, pero lo consigo.

Cuando saco su erección de mi boca me doy cuenta de que Nico esta tumbado hiperventilando me tumbo sobre el, le doy un beso y le pregunto si está bien.

– Ha sido fantástico Lexa, es mi primer masaje prostático y ha sido una pasada. Me habían metido el dedo antes, pero has encontrado el punto que nadie había encontrado. – lo miro con cara de orgullo, mi primera vez y he conseguido que se corra solo masajeándole la próstata, estoy encantada. – Déjame corresponderte.

Me saca de encima con delicadeza, se incorpora y del cajón saca como una especie de micro, le da a un interruptor y se oye un leve zumbido. Nico me besa se dispone entre mis piernas y dirige esa especie de micro hacia mis pezones. ¡Uf! Es un vibrador y el mínimo contacto con los pezones hace que me moje, le va dado toquecitos a mis pezones y cada uno de ellos hace que se me tense el cuerpo.

– ¿Estas bien? – Asiento con la cabeza – Esto va ser muy intenso, creo que te gustara, pero si quieres que pare, solo tienes que decirlo. – Vuelvo a asentir, no tengo fuerza para sacar voz.

Nico sigue haciendo lo mismo pero está vez va viajando por mi vientre y llega a mi clítoris, mi cuerpo se descontrola y Nico cambia la posición, me hace incorporarme y sentarme al borde de la cama, él se sienta tras de mi me pega a su cuerpo y me pone mis piernas sobre las suyas, estoy totalmente expuesta y vulnerable. Con un brazo me sujeta por la cintura y con la otra mano vuelve a coger el vibrador y empieza a torturarme.

Cuando intento cerrar las piernas, el levanta las suyas y me sujeta con más fuerza, mi cuerpo convulsiona, no tengo fuerza para gemir siquiera, tengo un orgasmo tras otro, mi sexo no para de chorrear y noto como la polla de Nico cada vez se pone más dura y empuja en mi espalda. Finalmente Nico se apiada de mí y deja la tortura de los orgasmos, me tumba sobre la cama se pone encima mío y entonces comprendo que quiere hacer la postura del misionero, lo paro poniéndole la mano en el pecho y le digo:

– Yo nunca hago esta postura, creo que debe ser con alguien que realmente quieres, creo que es una postura muy íntima.

– Cierra los ojos e imagina que soy el hombre que deseas, te prometo que lo disfrutarás igual, como si fuera el quien lo hiciera. Pero no te voy a obligar a nada… – Asiento con la cabeza, se me ha hecho un nudo en la garganta.

Nico me besa y yo cierro los ojos y me vienen imágenes del sueño que tuve con Jorge, mi imaginación echa a volar.

Sus grandes manos recorren mi cuerpo, se entretienen en mis pechos, continúan su recorrido hasta mi sexo, Jorge me mira a los ojos y me hace un gesto para pedir permiso, asiento y empiezo a notar su gran miembro dentro de mi, cuando entra por completo se tumba sobre mi y besa, enredo mis dedos en su pelo mientras lleva un ritmo perfecto metiendo y sacando, haciendo un movimiento circular. Empieza a acelerar, hunde su cabeza tras mi hombro, me muerde la oreja, yo llevo mis manos bajo sus brazos y los envuelvo hasta sus hombros, con las piernas envuelvo su cuerpo y cuando deja de morderme la oreja, me mira a los ojos fijamente y es nuestra perdición, caemos en un orgasmo simultáneo, voy a gemir pero lo ahoga con su lengua entrando en mi boca. Caemos los dos exhaustos y el sueño se nos lleva.

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