Me desperté temprano, Jorge estaba dormido con una mano apoyada en mi nalga derecha. Me giré y lo besé, abrió un ojo y me preguntó si ya me iba.
– Aún no, tengo que ducharme. Nos acostamos sobre mi corrida, además tu corrida ha salido de mi culo y tengo pringando las piernas. Me voy a duchar.
– Espérame y me ducho contigo. Ufff, he dormido como los ángeles -me dijo mientras se salía de la cama- Joder, olemos a sexo jajaja.
Me metí en la ducha, el plato de ducha era bastante amplio, daba la impresión que lo habían elegido así más por motivo sexual que por práctico. Abrí el grifo del agua caliente y comenzó a caer una lluvia fina, muy relajante. Jorge se metió detrás de mí, me acariciaba las nalgas, cuando me volví, me abrazó con pasión. Lo separé un poco para mirarlo y me besó en la boca, me besó como él solo sabe besar, de esa forma que me excita tanto. Nos separamos con las pollas comenzando a alegrarse, cogí la esponja, puse gel en ella y le froté el cuerpo a Jorge con ella, espalda, pecho, brazos, piernas, entrepierna, culo no quedó un hueco sin frotar.
– Si sigues así me querré ir a vivir contigo. ¿Sabes? Jamás pensé que haría lo que he hecho esta semana, y lo mejor de todo es que no me siento culpable por ello. Con la naturalidad que hemos estado desnudos los tres, sé que mi polla no es grande, más bien pequeña, pero me he sentido tan bien con vosotros que no he tenido complejo en ningún momento. Además, ayer con Nuria, como si nos conociésemos de toda la vida, con la naturalidad que nos besamos, sin ningún tipo de recelo, la verdad es que creo que por primera vez desde hace mucho estoy rozando la felicidad. Deja que te frote yo a ti ahora -me dijo.
– La verdad es que me pasa algo parecido, me siento muy a gusto -comenzó a frotarme la espalda, bajando a las nalgas y acariciándome el ojal- si sigues por ahí, tendré que dejarte a medias jajaja. Lo que te decía, me pasa igual, sobre todo me siento muy bien contigo, hemos pasado de ser heterosexuales aburridos a bisexuales versátiles y muy activos de la noche a la mañana. La verdad que no sé cuánto debe durar ese cambio, o si hay un tiempo de adaptación a esto, no lo sé, somos primerizos en esto, pero oye, gusta muchísimo, ¿eh?
– ¡A ver, a ver, quiero un hueco ahí! -dijo Eva, abriendo la puerta de la mampara- llevo un rato escuchando tonterías -se dirigió a Jorge entrando en la ducha, se pegó a él- Sí, la tienes pequeña, las hay más chicas también, pero lo que interesa es que sepas usarla, y te digo que la usas estupendamente, hay tipos que la tienen bastante más grandes solo para exhibirlas, porque lo que es usarla, no tienen ni puñetera idea -lo besó mientras le acariciaba el nabo y las pelotas.
Se volvió a mí, sus tetas las tenía pegadas a mi cuerpo- y sois hombres nada más, no poneros títulos de que si sois hetero, bisex, gays, eso es lo de menos, lo importante es que disfrutéis sin hacerle daño a nadie haciendo lo que os gusta, y os puedo decir a los dos que sois unos caballeros, me habéis tratado estupendamente, a Nuria también, no me habéis obligado a hacer nada que no quisiera, también porque no me habéis pedido nada raro, la verdad -me besó en la boca mientras me acariciaba la polla- Y ahora frotarme el cuerpo que llego tarde al trabajo, si fuese con el jefe -dijo guiñándome un ojo.
– Serías la comidilla de toda la empresa -dijo Jorge- te pondrían de buscona, de puta, de querer mantenerte en la empresa comiéndole el nabo a Óscar y los peores ataques los recibirías de tus compañeras.
Salí de la casa a buena hora, calculaba que llegaría a mi casa en un par de horas como mucho. Antes de salir me había despedido hasta el domingo por la noche de todos ellos. Jorge se quedaría en la casa, Eva se marcharía a la suya, al igual que Nuria, que se iría con su marido “Juan el coronado” como le decía ella.
Llegué a casa en el tiempo calculado, abrí la puerta con la llave y mi mujer se acercó a saludarme, llevaba puesta una batita fina, de raso, corta, le quedaba a medio muslo. Llevaba el pelo distinto, me quitó la maleta de la mano, se enganchó al cuello y me besó. Su lengua pedía paso en mi boca, así que le permití entrar. Notaba sus pechos duros contra mi camiseta, se le marcaban los pezones. La cogí de la cintura, notaba como se iba excitando, los pezones se le marcaban cada vez más y me estaba poniendo a tono.
– ¿Qué te has hecho en el pelo? Estás distinta.
– ¿No te gusta? Me lo he cortado un poco y me he hecho otro peinado. Ven, tengo hambre.
– ¿No has desayunado aún?
– No es ese tipo de hambre el hambre que tengo, tonto. Vamos a la cama.
– Ufff, vaya recibimiento…
Llegamos al dormitorio y dejó caer la bata. Llevaba un pequeño camisón medio transparente con algunos encajes, sus tetas se intuían bastante bien. Me quedé admirándola, estaba preciosa. Si tenía una aventura con alguien, esa persona había hecho maravillas con ella, en sentido estético en el sexual tendría que comprobarlo.
Nos abrazamos, metí mis manos por debajo del camisón, buscando las nalgas, duras y redondas como siempre. Subí mis manos y le bajé los tirantes que cayeron sobre sus brazos, hasta llegar al codo, le bajé la parte del escote hasta ponerle el camisón en las caderas. Sus tetas hermosas, de un tamaño ideal para no cansarse jamás de ellas. No eran como las de Eva, que miran hacia el techo, las suyas eran redondas, cálidas, con unos pezones con sus aureolas grandes y bastante más oscuras que su piel. Los pezones los tenía que parecían los mandos de un equipo de música de los 80, cuando los pezones se le marcaban le decía que se le nota la rueda del tono y el volumen. No paraba de besarme, bajó sus manos para desabrocharme la correa, quitó el botón y tiró de los pantalones hacia abajo, bajando también mis bóxers.
Gimió cuando me tocó la polla, la tenía casi dura. Le terminé de quitar el camisón, se quedó con un tanga negro que también bajé. Le acaricié el coño, al tocarlo la separé de mí, necesitaba ver ese coño totalmente depilado, tenía la vulva hinchada, los labios medio abiertos y brillantes de los fluidos que tenía. Me hinqué de rodillas y metí mi cara en aquel hueco, olía maravillosamente bien, a coño excitado. Abrió las piernas para que mi lengua pudiese llegar donde ella quería que llegara, bebí de allí, mi lengua recorrió toda su raja hasta el clítoris, ahí me puse a moverla en círculos jugando con el pequeño pene de su clítoris. Gemía como nunca la había escuchado, aproveché para meterle un dedo por el coño mientras mi lengua seguía con su clítoris.
Me agarró la cabeza y la apretó contra su coño, con mis labios apretaba sus labios mayores y succionaba sus fluidos. No paraba de gemir y jadear, tiró de mi cabeza hacia arriba, me besó de nuevo y se arrodilló. Hacía bastante que no me comía la polla, y cuando lo hacía no es que fuese algo que no olvidaría, no era muy experta. Lamió el capullo mientras me agarraba los huevos, bajaba por el tronco hasta mis pelotas, que besaba y lamía mientras su mano comenzaba a meneármela. Se metía la polla en su boca y la sacaba, me la estaba ensalivando. La subí para besarle y tumbarla en la cama.
– Ummm ¿me la quieres meter? Quiero comerte un poco más, túmbate en la cama.
– Ufff, mira como me tienes la polla, hazme lo que quieras.
– Es lo que quiero.
Me tumbé bocarriba y se puso de rodillas entre mis piernas a comerme la polla. Sus manos jugaban con mis huevos, mientras a veces, un dedo bajaba más allá de los huevos. Notaba como pretendía acariciarme el ojal con un dedo, pero veía que no se atrevía, así que levanté las caderas y le cogí su mano y la llevé hasta mi culo. Comenzó a mover el dedo alrededor de mi ano, a la vez que aceleraba el movimiento de cabeza chupando mi polla. Doblé las rodillas para que estuviera más cómoda y aprovechó para pasar su lengua desde mi polla, a los huevos, y a mi culo pasando por el perineo. Se puso a comerme el culo, primero lamiendo, después follándome con la lengua y de vez en cuando metía un dedo también. Eso me excitaba, me levanté y la tumbé en la cama.
– ¿Te gusta tocar el culito? Voy a comprobar el tuyo
La giré hasta ponerla boca abajo, separé sus nalgas con las manos y ahí apareció su ojal, redondito, un poco abierto. Me incliné sobre él y comencé a lamerlo, ella se puso a gemir mientras veía como se estaba pajeando con la otra mano. Mi lengua le daba masajes haciendo círculos, cuando uno de mis dedos presionó sobre él y se abrió, metí mi lengua en él. Ella aceleraba el movimiento de su mano, gimiendo como nunca la había oído.
– Dame por el culo, por favor -me pidió, era la primera vez que me decía eso-
-Ummmm, repite lo que has dicho
-Ufff, que quiero que me folles el culo por favor
-¿Quieres que te meta mi verga en tu culito? Ufff, porque lo estoy deseando
-Siii, quiero que me des por el culo…
Le subí las caderas metiendo mi almohada bajo su vientre, su culito quedó en pompa, redondito y hambriento. Le eché saliva en el ojal, coloqué el capullo en él y apreté despacio, su ano se iba abriendo mientras ella jadeaba, parecía que no era la primera vez que una polla le entraba por el culo. Seguí apretando mientras le decía:
– ¿Duele? Tranquila, voy a ir con serenidad.
– Tranquila, que ya está por la mitad ufff, ¡¡¡como lo tienes de caliente!!!
– Métela hasta uuuf el fondo.
– Ummm, lista, tu culito se ha tragado mi polla. Hoy estás putita, eh?
La dejé dentro sin moverme un par de minutos, ella lo estaba disfrutando, así que empecé a moverme, hacia fuera, hacia dentro teniendo un buen ritmo, ni muy acelerado y muy lento. Seguía masturbándose con sus dedos mientras la tenía empalada por el culo.
Empezó a mover sus caderas, aceleré el “mete y saca”. Sus gemidos y jadeos
Mi polla empezó a vaciarse en su culo mientras no parábamos de gemir. Caí sobre ella, saqué mi polla y me tumbé boca arriba en la cama. Ella se giró y me agarró el nabo, acercó su boca y se puso a limpiarme la polla.
– Joder, qué bueno ha sido. Ummm, buena limpieza me estás haciendo.
Acabó de limpiarme, se levantó y fue al baño para descargar mi leche y limpiarse. Cuando regresó, se tumbó junto a mí, y acariciándome los huevos y el nabo se puso a hablar de cosas sin importancia, cuando la interrumpí:
– Voy a hacerte un pregunta y no quiero que te la tomes a mal, ¿vale?
– Umm, de acuerdo. Dime.
– Bien, ¿te estás viendo con alguien?
– ¿Viéndome?
– Sí, acostándote.
– ¡Por dios, no! ¿Por quién me tomas?
– Tranquila, es que ¿Desde cuándo no echamos un polvo así sin contar el de la ducha del otro día? Antes eras muy puritana en el sexo. Si te preguntaba para darte por el culo ¿cuántas veces me dijiste que sí? Nunca. Apenas me comías la polla y hoy me la has comido y hasta limpiado después de correrme en tu culo ¿No crees que es un poco extraño? No estoy celoso ni mucho menos sino al contrario. Debo estar agradecido, y lo estoy porque ha conseguido revivir el sexo entre nosotros de una manera increíble.
No contestó, se levantó y fue a la ducha.
– Me ducho, ¿te vienes?
– Por supuesto -me levanté y me dirigí a ella, la cogí por la cintura y la besé, estaba claro que ese día las conversaciones importantes se daban en la ducha- No te habrás enfadado, ¿verdad? No estoy molesto en absoluto.
Mientras la seguía, me fijaba en el cuerpo que tenía, a pesar de tener unos años menos que yo, seguía teniendo un cuerpo espectacular. Entramos en la ducha, ésta no era como la de la casa que me había alquilado la empresa en Sevilla, aquí entramos los dos apretaditos. Me pegué a su trasero, haciéndolo a conciencia para que notara mi paquete pegado a sus nalgas, eso me estaba excitando de nuevo. Colocaba mi polla en la raja de su culo, ella notaba como estaba creciendo. Se giró, me agarró la polla y me empezó a besar mientras me pajeaba.
– Parece ser que no has tenido bastante con el polvo de antes…a ver qué solución busco para ti.
– ¿Quizás arrodillarte delante mía y meterte lo que tienes en la mano en la boca?
– No, creo que eso no sería una solución, eso sería un premio. Creo que ya lo tengo. Espera aquí, no te muevas -me dijo mientras se salía de la ducha, dejándome con la polla morcillona- a lo mejor tardará un poco, pero la solución para eso la tengo.
– Pero…¿no me lo piensas decir al menos?
– Shhh, vuelvo en un ratito, quédate bajo el agua relajándote.
Esperé un ratillo, la oí hablar por teléfono, recoger cosas en la casa, me preguntó si algo de lo que traía había que llevarlo a la tintorería. Le dije que una chaqueta, la que traía en los brazos, y el traje azul que estaba en la maleta. Pasados los minutos iba a salir de la ducha cuando oí el timbre de la puerta y alguien entrar, la oí hablar con alguien y después las voces venían hacia el baño.
– Ya llegó tu solución -dijo abriendo la mampara de la ducha- ya te puedes salir y tumbarte boca abajo en la cama.
– Vaya, cuanto misterio…
Me sequé con la toalla y fui hasta la cama, me tumbé desnudo siguiendo las indicaciones que me daba ella, nada más tumbarme apareció un tipo de unos 45 años, bien parecido, con buen cuerpo…y con una polla algo más grande que la mía, sus huevos eran más grandes que los de Jorge, y más colgones. Miré a mi mujer pidiendo una explicación, me dijo:
– Me has dicho que estarías agradecido si “veía” a una persona, ¿no?, pues aquí está, se llama Daniel y es masajista, mejor dicho fisioterapeuta, por cierto es bisexual.
– Pero a ver, que diga que estoy agradecido no significa que me lo metas en la cama -la verdad que lo estaba deseando, pero tenía que parecer que me negaba.
– Anda, déjate de sandeces -me dijo sacando unas braguitas como las que Eva me dejó en el baño de la empresa, me las extendió y me pregunto- ¿son tuyas? Porque estaban en el bolsillo de tu chaqueta -qué imbécil, las metí en el bolsillo pero olvidé devolvérselas a Eva- no, no son mías, son de una amiga.
Las olió, mirando a Daniel, que se estaba empalmando mirando mi culo, y mirándome a mí, se las pasó a Daniel y le dijo:
– ¿A qué huelen Daniel?
– Pues a hembra caliente, muy caliente. Joder es excitante.
– Pues tu amiga estaba bastante mojada, ¿no? Y claro se quitó las bragas y las metió en el bolsillo de tu americana, tendré que conocerla, parece que también le debo dar las gracias.
Se sentó junto a mí, me giré y me puse boca arriba. Me puso las braguitas en la nariz, aún conservaban el olor de los fluidos de Eva. Me excitaba mucho ese olor y ella vio que mi polla se agrandaba. Daniel se sentó junto a ella y comenzó a acariciarme los muslos, no podía dominar la excitación, ella me besó mientras me acariciaba el vientre, pasando sus manos por la parte interior de mis muslos, mi polla comenzó a levantarse de nuevo.
Daniel me la cogió y comenzó a meneármela, yo abrí las piernas mientras acariciaba las tetas de mi mujer, hice que se tumbara en la cama. Se me había ocurrido una cosa. Me levanté de la cama empalmado, busqué la boca de Daniel para besarlo, su lengua rápidamente salió en busca de la mía. Yo observaba a mi mujer como se estaba excitando, comenzó a masturbarse viendo como nos besábamos, le agarré la polla a Daniel que ya la tenía bastante dura, ufff era más gruesa que la mía, buen gusto tenía mi mujer.
– Fóllate a mi mujer, Daniel, quiero ver como lo haces delante de su cornudo marido.
– Jejeje, sabía que esto te iba cabrón -me dijo ella agarrando mi cabeza para besarme- ¿vas a ayudarlo para que me folle otra vez? ¿sabes cuántos polvos me ha echado? Y se ha corrido dentro, dentro de mi coño y dentro de mi culo y en mi boca. Veo que te gusta ser un cornudo, tu polla te delata. Jajaja
Tenía la polla muy dura, la verdad es que quería ver como otro se follaba a mi mujer, y si quería, me podía follar a mí también, claro que eso no lo dije pero yo lo estaba deseando.
Daniel se puso encima de mi mujer, comenzó a comerle las tetas mientras yo observaba su polla buscando la entrada del coño de ella.
– Cógele la polla y me la metes Óscar, haz de mamporrero.
Eso me excitó mucho, agarré la polla de Daniel, aproveché y le di unos cuantos meneos, dios estaba tan dura, la puse en la entrada del coño de mi mujer y solo tuvo que empujar para que le entrara todo aquello a la puta de mi mujer, comenzó a gemir, la besé. Me dijo que mirara como la follaba Daniel, así que me puse como espectador en primera línea, veía el culo de Daniel subir y bajar, su polla entraba y salía del coño de ella. Acaricié los huevos de Daniel desde detrás, los tenía duros, apretados, acerqué mi boca y se los chupé.
Bajé mi boca hasta llegar al coño de ella y aprovechaba cuando la polla de Daniel se salía, para meterla en mi boca y mamársela un poco. A él le gustaba eso, gemía. Cambiaron de postura, él se puso abajo y ella se sentó sobre su polla dándole la espalda a él, me hizo ponerme entre las piernas de él para que le comiera los huevos, dios tenía unas vistas privilegiadas, los huevos y la polla de Daniel, y por encima el coño de mi mujer. Saboreaba los cojones de Daniel, de vez en cuando ella se sacaba la polla y me la daba para que la mamara, cuando se la comía, ella me comía la boca para probar la polla de Daniel de mi boca. Tenía muchas ganas de que Daniel me enculara y encularlo, ella se dio cuenta y me dijo:
– Ponte a 4 patas, hay una sorpresa para ti.
– ¿Quieres que él me la meta?
– Tú ponte, ahora veremos…
Eso hice, estaba deseando notar esa polla dentro de mí, me estaba volviendo cada vez más pasivo. Se colocó de rodillas detrás de mí, puso la punta de su verga en mi ojal y fue apretando, mi culo se iba abriendo sin dificultad, ya había metido la cabeza y comencé a gozarla, gemía como una puta, más que gemía mi mujer. Él siguió apretando, notaba como se abría mi culo y su polla entraba, llevaba al menos la mitad dentro, diosss sentía un placer tremendo que empezaba en mis huevos y se dirigía hacia mi vientre. Mi mujer estaba mirando como me abría el culo la polla de Daniel.
– Óscar, una pregunta ¿alguien te ha follado el culo hace poco?
– Ummm ufff por qué? Aaahhh
– Porque lo tienes que se abre con facilidad y no te quejas de dolor, a mí me dolió la primera vez que me la clavó, y no te has quejado.
– Venga putita -me decía Daniel- tienes el culito bien abierto y de hace poco ufff tienes un culo ummm muy rico.
– Sigue cabrón, no te pares después te voy a dar lo tuyo.
– Mi mujer se tumbó delante de mí, abrió sus piernas y me dijo:
– Empieza a comerme el coño, maricón. Es mi amante el que te está enculando, como me ha enculado estos días mientras follabas con tu amiguita y parece ser que con alguien más, ¿verdad Daniel?
Daniel me estaba haciendo disfrutar de lo lindo, notaba como su polla abría mi culo, lo invadía todo y me encantaba, tenía mi polla soltando hilos de líquido preseminal. Mi mujer se dio cuenta, no quería que me corriera aún. Le dijo a Daniel que la follara a cuatro patas, en el suelo. Quería que yo no me perdiera detalle alguno. Me fastidió que Daniel me la sacara, me faltaba poco para soltar toda mi lechada. Empezó a empalar a mi mujer, jadeaban y gemían sin parar, me empecé a pajear viéndolos.
Le puse mi culito junto a ella mientras yo seguía meneándomela, me metió dos dedos por el culo, lo tenía super abierto y entraron estupendamente, empezó a moverlo al mismo ritmo que yo me la estaba cascando, comencé a gemir, notaba ya los cojones rebosando de leche de nuevo.
Salió despedida mi leche al suelo mientras mi mujer seguía con sus dedos en mi culo, en ese momento ella empezó a gemir más fuerte, se iba a correr. Daniel aceleró el movimiento agarrándola por las caderas.
– Dame tu leche Daniel, no te corras dentro de ella.
Daniel comenzó a gemir, se sacó la polla y me la acercó, se la agarré mientras mi mujer nos miraba y se masturbaba nuevamente, le ponía ver a su maridito con la polla de su amante. Empecé a pajearlo y pasarle la lengua por el capullo, la tenía muy muy dura y latiendo en mi mano. Comenzó a gemir y noté las contracciones de su polla en mi mano, en nada de tiempo, el primer trallazo de leche me cayó en los ojos, la frente y la cabeza, los siguientes mi inundaron la boca, me llenaron la cara, el pecho, un buen corridón.
Cuando acabó, se la limpié con la boca. Mi mujer volvía a correrse de nuevo, me acerqué y le pasé la leche de Daniel de mi boca a la suya, la saboreó y se la tragó, me aguantó con la mano para que no me retirara y rebañó toda la lefada que me había caído por la cara y el pecho con su lengua, en cuanto acabó me dio un beso muy largo, su lengua se enredaba con la mía, tenía el sabor de leche de un macho y me estaba excitando de nuevo.
– Ahora a la ducha -dijo mi mujer- te has vuelto muy maricón, querido esposo (esto lo dijo con cierto retintín) -y me besó nuevamente- Te amo.
– Y tú te has vuelto muy puta -le contesté- Te amo también más de lo que pensaba que te podía amar.
– Nos duchamos y ya limpios y serenos, nos sentamos a hablar, Daniel iba a marcharse cuando le pedí que se quedara, también era parte activa de esto (nunca mejor dicho lo de “parte activa”)
Le conté todo lo que pasó desde la primera vez que me fui a la Bahía de Cádiz, cuando conocí a Jorge, después lo de Sevilla, Eva y Nuria no le oculté nada. Ella me contó que con Daniel llevaba un mes y algo, que follaban siempre que podían, pero lo tenían difícil, él vivía con unos compañeros, y ella no quería follar en nuestra cama, hasta hoy.
– Bueno, y ¿cuándo nos vamos a Sevilla? -me dijo.
– Yo no puedo irme a Sevilla, tengo que trabajar, pero me encantaría ir -soltó Daniel.
– Bueno, pensé para que no sospecharas, irme el lunes temprano, si quieres podemos irnos hoy mismo. ¿Te apetece?
– Estoy preparando la maleta ya, bueno, pensándolo mejor, ropa poca me voy a llevar, estaré todo el día desnuda, dios mío, me estoy mojando de nuevo con solo pensarlo.
Preparamos la ropa, sobre todo la mía, yo iba a trabajar, ella iba a follar, nos despedimos de Daniel, le dije que si quería se podía venir aunque solo fuese un día nada más. Me contestó que ya vería, en realidad yo deseaba que viniera, a Jorge le iba a encantar, y a las chicas. Nos subimos al coche con rumbo a “Villa Follada” como la nombró mi mujer.
Pero eso ya, como sabéis, para el siguiente relato.
Pediros que si os gusta me lo hagáis saber, si veis algo no está bien o lo que sea también. Acepto ideas para siguientes relatos, un saludo. Mi correo: [email protected].
Vantheway.