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Gina, mi amante
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Tiempo de lectura: 5 minutos

Gina fue mi amante por 5 años. Ella tenía una relación y yo también, pero entre nosotros hubo una conexión sexual intensa y poderosa con todos los ingredientes del más tórrido romance. Necesitaré muchos relatos para poder compartir cada cosa que hicimos, pero en este empezaré por el principio.

Trabajaba yo en una agencia de publicidad, largas horas, ritmo frenético, mucho movimiento de gente. Ya llevaba un par de años laburando allí cuando entró esta chica de 20 años, baja estatura, menuda, de tez morena clara y cabello ensortijado. No era nada espectacular sinceramente, de hecho no despertaba interés en ninguno de los compañeros de trabajo y eso ya es bastante decir para ese tipo de ambientes. Pasaba desapercibida.

Conforme pasaba el tiempo Gina se fue puliendo un poco, empezó a vestir mejor, a arreglarse más y ya conociéndola te encontrabas con una persona divertida y que al parecer no había tenido demasiadas experiencias (en general, no solo sexualmente) en su vida. Se notaba ávida de conocer cosas nuevas.

Hicimos un grupo de amigos interesante y todos los viernes al terminar la extenuante jornada nos íbamos a beber unas cuantas cervezas a un supermercado cercano, nos sentábamos en un muro y después de un par de horas y varias botellas nos íbamos cada uno para su casa.

Durante esa reuniones empecé a sentir cierto gusto de Gina hacia mi, y con su cambio de estilo yo pude notar en ella un cuerpo sinuoso y firme y unas nalgas duras que se pintaban en sus jeans apretados. Un gusto mutuo apareció.

Un viernes de esos la tensión era notable, Gina se encontraba sentada en el murito y yo estaba enfrente de ella, nos acompañaban Luis y Vero. Luis no se daba por enterado de nada pero Vero seguía nuestros movimientos con la mirada, las mujeres lo ven todo. Ya llevaba yo como cuatro cervezas y cada que quería descansar la lata en el muro la colocaba entre las piernas de Gina. Ella llevaba un vestido con falda a cuadros azul y blanco, sus piernas morenas no se cerraban nunca a la espera de mi juego, al tomar y volver a poner la lata la movía para que esta tocara su zona vaginal, ella sonreía nerviosa.

Solíamos tomar el mismo autobús de vuelta a casa, yo me quedaba primero y ella seguía. Ese día nos sentamos en la última fila. La tensión estaba al 100% y nos besamos.

Oye me gustaría proponerte algo – le dije y me miró. – Me gustaría acostarme contigo, me gustas mucho. ¿Te gustaría a ti también?- terminé mi frase.

Asintió y me dio un tímido sí. Nos seguimos besando y me bajé en mi calle con la verga tiesa.

Pasaron varios días y no pasó nada. En el trabajo estábamos haciendo un curso y teníamos que quedarnos algunas horas después de la jornada laboral habitual. Era jueves 7 pm, salí por un momento de la agencia a comer algo rápido antes de retomar el curso. Cuando entré de vuelta me crucé con Gina. Traía una blusita rosa y un jean azul, muy casual, caminó en frente mío bloqueando mi paso, me miró, sonrió, no dijo nada y se fue hacia otra área.

Entré a la sala donde estábamos tomando el curso y me senté. No pasaron más de 10 minutos cuando recibí un mensaje al móvil.

¿Vamos a tirar hoy? Sal de ahí y vámonos- Me escribió Gina.

Me dio más susto que otra cosa. Yo tenía una novia que a la postre se convertiría en mi esposa, la amo, la amaba, la conciencia me dio batalla por un momento. Pero quería descubrir que había en esa pequeña chica y sabía que de no responder afirmativamente e irme con ella perdería la oportunidad para siempre. Una chica no hace ese tipo de propuestas dos veces.

Pues nada, le dije que sí y muy nervioso y contrariado establecimos que nos veríamos cerca de la agencia en una calle para evitar que nos descubrieran. Nos encontramos y tomamos un taxi. Trataba de acercarme y ponerme cariñoso durante el trayecto pero ella estaba un poco reacia, tal vez igual de contrariada que yo.

Me tomaré este momento para decir que Gina solo había tenido un novio en su vida, el que inocentemente pensaba en ese momento que su chica estaba aún trabajando y no en camino a un motel para revolcarse con un compañero de trabajo. Por ende solo había tenido sexo con una persona. Pero Gina sería la prueba de que se puede aprender a chupar verga como profesional viendo videos en internet.

Llegamos a un motel y subimos a la habitación. La tensión sexual estaba ahí, los nervios y la conciencia también, no cruzamos palabra en el camino. Al entrar y cerrar la puerta fue como si todas las barreras se hubieran quedado afuera y hubiéramos creado un pequeño mundo de lujuria y deseo en el que solo estábamos los dos. Ella entró al baño, mientras tanto yo me quité la ropa y me quedé en ropa interior.

Pasó un minuto o dos y se abrió la puerta del baño. El cuarto estaba iluminado solamente con una tenue luz en una esquina así que apenas Gina abrió la puerta el cuarto se iluminó y pude ver su silueta mientras se recostaba sobre el marco de la puerta. Una delicia, pequeña pero sinuosa, delgada y firme, senos pequeños con pezones oscuros pequeños también, su vagina completamente rasurada y unas piernas firmes.

Se acercó a mí y se subió a la cama. Tomó mi pantaloncillo y me lo quitó, se develó mi verga ya tiesa y deseosa. Lo siguiente fue monumental, la mejor mamada de toda mi vida, abrió su boca y se tragó mi verga la mitad, su lengua empezó a juguetear con la parte posterior de mi glande y como si hubiera chupado mil vergas antes que la mía se encargó de generar suficiente saliva para empaparme hasta la base y empezar a mamármela con un movimiento circular. Fluía sobre mi verga con la boca mientras me la pajeaba con la mano desde la base como nadie más lo ha hecho y no sé si alguien lo hará en el futuro.

Le preguntaría alguna vez cómo podía mamarla tan delicioso con tan poca experiencia y me contaría que se ponía a ver instructivos en videos en internet y por supuesto, lo practicaba con su novio.

Me puse de pie al borde de la cama y abrí sus piernas morenas. Me puse un preservativo, posé la punta de mi falo en su rajita y debido a la increíble humedad de su orificio me deslicé separando sus carnes y la ensarté hasta la base. Un gemido que desplegó satisfacción, excitación y hasta algo de alivio salió de la boca abierta de Gina. Y empecé a darle rápido.

Me subí a la cama de vuelta y la puse en cuatro. Nunca hubiera imaginado un cuerpo tan delicioso, por su delgadez cuando la penetraba en cuatro los huesos de sus nalgas chocaban contra mi, dolía un poco pero fue algo característico que nos acompañó de ahí en adelante así que terminé acostumbrándome.

Gina se aferraba de las sabanas y gemía fuerte mientras yo seguía atacándola en cuatro. Terminamos tirando en cucharita mientras le manoseaba las teticas. Me vine y quedamos tendidos en la cama.

Sabes, yo hablé hace una semana con Luis, le dije que tenía una tensión sexual muy fuerte con alguien, que no podía dejar de pensar en eso, que nunca me había pasado… pero que yo tengo novio y no sabía que hacer – Me confesó. – Él me dijo que me atreviera, que probara una vez y ya, eso me dio valor para decirte eso hoy. Pero quiero que sepas que esto no va a volver a pasar, fue solo esta vez y ya. – Concluyó.

En futuras ocasiones bromearía con ella al respecto, “¿una vez y ya no?”

Bueno, si va a pasar solo esta vez entonces aprovechemos – Le dije dirigiendo mi mano hacia su vagina e insertando dos dedos.

A manera de spoiler debo decir que en el futuro Gina no me negaría nada e incluso llegué a meter todo mi puño en su vagina mientras deliraba entre el dolor y el placer, pero eso será parte de otra historia seguramente.

Terminamos de tirar una segunda vez, tomamos un baño y salimos. Pedimos dos taxis y cada quien se fue por su lado con la idea de que volvería a pasar.

De hecho a la semana siguiente, jueves también y bajo la misma excusa del trabajo nocturno y el curso la llevé a mi apartamento. Por aquel entonces aún no vivía con mi novia.

Se repitió la escena de la salida del baño pero esta vez venía con unos ligeros blancos y unas medias veladas blancas que le cubrían hasta la mitad de los muslos. Tiramos como locos en mi cama.

A partir de entonces nos volvimos amantes, nos escapábamos de tanto en tanto los medios días a un motel cercano que se volvió nuestro escondite, nos compenetramos cada vez más y empezamos a hacer locuras muy interesantes. Todo fue paralelo a nuestras relaciones y duró 5 años.

Pronto escribiré acerca de otras experiencias, hay mucho por contar. Escribo esto porque me gusta, me excita recordar aquello porque me pasaron cosas con las que algunos apenas sueñan. Ya ella no hace parte mi vida, sigue con su novio y yo con mi esposa.

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