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Gardenia
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Tiempo de lectura: 5 minutos

Después de 9 meses Gardenia había terminado su relación, lo cual nos dejaba a Pablo y a mí como los caballeros de arma dorada que iban a mitigar su sufrimiento y es que a pesar de las lágrimas derramadas Gardenia, la chica morena de grandes ojos marrón era nuestra mejor amiga y una persona poco ortodoxa en la vida y por eso no permitiríamos que siguiera de esa manera.

Un viernes por la noche estará chévere para Garde. -hice una pausa.- Bebidas y bailecito no le harán mal.- Le comenté a Pablo mientras estaban en el corredor.

-Sí, suena bien. -acomodó sus lentes.- quizá case algún desprevenido. -miró de manera pervertida.

Un par de llamadas bastaron para convencerla de ir de fiesta con nosotros.

Al terminar las clases en la Universidad Pablo y yo fuimos al departamento para cambiarnos de ropa y zapatos. Alrededor de las 9 llegamos a casa de nuestra amiga para recogerla, ella salió inmediatamente envuelta en un vestido verde esmeralda pegado a su cuerpo, escote en “v” y chamarra de cuero, cabello suelto y zapatos bajos.

-¡Uh lala! -Pronunció Pablo al abrirle la puerta.- Parece que hoy si nos vamos de cacería. -Mostró su sonrisa de galán de pueblo y volvió a subir a su puesto de copiloto.- Bueno, arranca que la noche nos espera. -Encendí el auto y nos dirigimos al bar.

Había mucha gente en la entrada, pero logramos ingresar y apartar algunos lugares para sentarnos a beber y convivir.

Todo parecía ir bien hasta la tercera ronda de tequilas el juicio de todos comenzaba a nublarse y fue ahí cuando todos fuimos a bailar y divertirnos como nunca.

El alcohol transitaba por nuestras venas y para esas horas de la noche entre el sonido de la música y el calor de la pista de baile había hecho que en un par de ocasiones hubiera más que toqueteos y acercamientos entre Gardenia y yo, mis manos en sus caderas hacían que sus movimientos fueran espectaculares y es que no podía negarlo ella era una mujer espectacular con una belleza poco común pero hipnotizaste con el movimiento de su cuerpo y sus manos.

Así transcurrió y el tiempo, muchos hombres se acercaban a intentar ligar con ella pero Gardenia únicamente se dedicaba a rechazarlos, con nadie bailo más que conmigo y Pablo y yo estaba agradecido por eso, era nuestra chica.

Pablo estaba borrachísimo y decidimos marcharnos de ese lugar, era muy mala copa y quisimos evitarnos de problemas. Arrastras lo subimos al carro y ella se fue adelante conmigo, en cada momento aprovechaba para ver sus trabajadas piernas, su hermoso escote y el perfecto contorno de sus labios rojos. Para mí era una belleza.

Al llegar al departamento llevamos a Pablo a su habitación.

Ahora solo estábamos ella y yo en mi habitación, comenzamos a platicar de cosas sin sentido y era algo definitivo que se quedaría a dormir con nosotros, no la dejaría tomar un taxi a esa hora.

-Puedes cambiarte si tú quieres, prometo no mirar. -Le dije mientras buscaba mi pijama.- En el primer cajón está mi ropa deportiva, quizá algo pueda funcionar. –agregué-. Y creo que también ropa tuya que dejaste hace tiempo.

Ella me agradeció y se quitó los zapatos, luego la chamarra, recogió su cabello y desabrochó su vestido para mi suerte no tenía sostén y en lugar de salir o por lo menos voltear para otro lado y cumplir mi promesa quedé como una estatua al ver su figura semidesnuda frente a mis ojos.

-Yo sé que me quieres. -se acercó a mí y llevó mis manos a sus caderas-  y la única forma que quiero que me ayudes es de esta manera. -Subió sus brazos rodeando mi cuello y me besó lentamente.- Quizá es difícil pero mira mi cuerpo, tócalo y quizá eso te ayude a verme como otra mujer. -Ella me miro con esos ojos inquietos y con una sonrisa pícara entre sus labios hinchados.

No sabía si era parte de mi delirio que estaba cegando a mi cordura al tener latente la imagen con la que había soñado en muchas ocasiones y había tenido pajas en muchas ocasiones. Dubitativo aproximaba mi cuerpo al suyo, aun cuando no la entendía. Ella por su parte me recibió con pequeños besos en el cuello y sus manos frías recorrían mi espalda por debajo de mi camisa. Nuestras respiraciones comenzaban a agitarse a diferencia de los movimientos. Con una mano rodeaba su cintura y con la otra sujetaba su cabeza entre un beso lento, no pensaba en nada, solo me limitaba a sentir su piel erizándose al roce de la mía, a su cuerpo inquieto y tibio entre mis brazos, podía sentir sus latidos acelerados en sus mejillas.

Nuestros jadeos aumentaban mientras nuestras manos temerosas exploraban cuidadosamente nuestros cuerpos, la miraba tratando inmortalizar cada momento en mi mente hasta que sentí como con su mano comenzaba a masajear mi pierna, mientras me recostaba y pegaba su cuerpo para sentir sus pechos desnudos, en cuestión de segundo comenzó a convertir mi respiración en jadeos, dio un beso corto, casi como un roce.

Por instinto solté un gemido al sentir su mano rozar mi entre pierna y a pesar de ello seguía dudando de tocar su cuerpo más allá de lo permitido, ella se encargó de quitarme la playera y posicionar su cuerpo encima del mío, tomo mis manos y las puso encima de sus senos mientras daba pequeños brincos, y ahí supe que no era un sueño o una visión, así sentía mi cuerpo y el de ella calentarse y cuando bese su cuello rebase la línea total de la cordura, en un movimiento brusco intercambiamos posiciones ahora estaba ella bajo de mí, la observe antes de tocarla, acaricié sus piernas con las yemas de mis dedos y comencé a recorrerla hasta a la ropa interior mientras ella solo respondía a mi tacto al arquearse.

Era un juego de lucha por el poder, así que volvió a posicionarse encima de mí y llevo sus pechos a mi cara, al entender la indicación iba comenzar a tocarlos cuando llevo uno de estos a mi boca, nunca había hecho esto con ella, lo cual lo hacía más placentero, jugué con sus pezones un momento, y seguí así hasta que sentí su cadera moverse, por lo cual guie mi recorrido de besos hasta su parte intima, la cual ya estaba húmeda y de un tirón retire las pantis seguida de un gemido alto de ella, ahora si estaba completamente desnuda. Me miró.

-¿Podrías quitarte la ropa de una vez? -expresó con la voz entre cortada.

Estaba desesperada, así que comencé a desabrocharme el pantalón y a bajarlo lentamente, ella me reprocho con un bufido y bajo a sus manos a su parte intima para acariciarla mientras abría las piernas, la mire con extrañeza y me di cuenta que quería jugar sucio por lo cual rápidamente terminé de quitarme la ropa y apartarle las manos.

-Esa parte me corresponde a mí, abre más las piernas. -le dije con voz ronca por la excitación y comencé a besarla, mientras me introducía en su cuerpo y movía mis caderas.

Sería una mentira que no deje muchas marcas por todo su cuerpo, que no disfrutaba de cada embestida, de cada roce y cada beso que nos dimos sin importar que Pablo estuviera en la otra habitación y que podía despertar den cualquier momento a consecuencia de nuestros gemidos que llenaban el silencio de la noche y el sonido de nuestros movimientos rápidos e indecorosos, su piel y mi piel podrían fundirse perfectamente como el cristal cuando alcanza el punto de ebullición.

Sentí como mis muslos se tensaban en señal de que el final se acercaba o al menos para mí, estaba llegando, salió un fuerte gemido y me aferre a su cuerpo mordiendo su hombro. Sentía el líquido correr y me sentí triunfal. Ella también sonrió y me pidió que me sentara en una de las esquinas de la cama frente al espejo, se sentó frente a mi e introdujo nuevamente mi miembro, daba saltos mientras posicionaba sus manos en mi cuello para aferrarse a él y yo sujetaba sus glúteos, contribuí a su final feliz volviendo a chupar sus pechos, veía su cuerpo arquearse, sentí como sus paredes se tensaban al igual que sus muslos y luego un líquido tibio y salí de su cuerpo para recostarla en la cama y abrirle las piernas para besar su cavidad chorreada, lamí cada gota antes derramada y acaricie su clítoris rojo e hinchado con mi pulgar dando golpes pequeños, de nuevo comenzaba a humedecerse y mientras ella cogía mis dedos lengua iba a sus pechos, a esas hermosas bolas grandes que tenía frente a mí, de nuevo otra corrida esplendorosa y mis dedos cubiertos con sus fluidos los cuales llevé a su boca. Al terminar cubrí su cuerpo y el mío con las sabanas y dormí aferrado a su cuerpo tibio.

-¡Weeey! -escuché una voz en la habitación.- Weeey. -volvieron a llamarme y aun medio dormido reconocí la voz de Pablo, lo que hizo que me despertara rápidamente.

-¿Gardenia? -busqué su cuerpo a lado de la cama, pero solo veía a Pablo parado en la puerta, ¿Dónde estaba?

-No wey, soy Pablo, Gardenia se fue en la mañana, cámbiate que nos vamos por algo para desayunar porque no aguanto ni a mi alma. -y se puso sus lentes obscuros.

Revisé mi celular y tenía un mensaje.

“Hola dormilón, espero que Pablo no nos haya escuchado anoche, eres excelente con esos dedos largos y no porque seas guitarrista.

Nos vemos el lunes en la universidad.”

Miré mis dedos y sonreí.

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