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Había estado trabajando en mi jardín todo el día. Me encontraba cansado y a punto de dejar mi tarea, pero había un árbol que estaba difícil, pero no debía dejarlo para otro día porque podría ser motivo de accidente.  Apareció mi vecino muy fornido y en muy buena forma y ofreciéndose para ayudarme a mover el último tocón de árbol que había estado cortando. Acabé chorreando sudor por el esfuerzo realizado durante todo el día y al final con prisa porque el partido de fútbol estaba a punto de iniciarse en la televisión. ¡Mi vecino se había quitado la camisa y apenas había sudado! Lo invité a una cerveza de agradecimiento y aceptó, le di la cerveza y conectó el televisor justo cuando comenzaba el partido.

— Voy a darme una ducha rápida, ponte cómodo; siento mucho que encuentres mi covacha tan escasa de muebles, es que todavía no he desempacado todo. Me enjaboné muy rápido, me enjuagué y salí. Lo escuché vitorear al equipo local y no quería perderme nada, así que salí solo con mi toalla para ver la repetición. Me senté en el borde cerca del televisor. Tomé dos cervezas más, las traje y me tumbé en el sofá. Apenas sus ojos se despegaban de la pantalla, pero de vez en cuando lo veía mirándome y luego se acercó un poco más a mí. Su camisa estaba sobre sus rodillas, su sombrero hacia atrás, por lo que me presentaba una buena panorámica de su pecho y sus brazos. ¡Menudo pedazo de hombre! Le hablaba sobre el juego que veía y fingí estar tranquilo. Como si estar desnudo bajo una simple toalla no tuviera la mínima importancia. Volvió a acercarse y vi que su mirada llegaba a mi hombro y bajaba por mi trasero. Se movió para acomodarse su entrepierna. Me di cuenta entonces que ya se había tomado su segunda cerveza casi había desaparecido y reaccionó él diciéndome:

—Tomaría otra, sí no te molesta, ahora que ya están casi acabando la primera parte.

Cuando volví con dos cervezas, abandoné la toalla, me tumbé desnudo y le puse la cerveza en el suelo delante de él, su mirada no se apartaba de la pantalla. Comenzaron los comerciales y se giró para mirarme, ¡pero sus ojos se dirigieron directamente a mi culo apretado y liso.

—Wau ¡joder!, mira eso. Parece que me ha tocado la lotería con un nuevo vecino.

Me sonreí y le dije:

— No era esto lo que buscaba, pero me miraste con esos ojos tuyos tan abiertos y tan luminosos… y bueno…

Puso su dedo en mis labios y me abrazó, me agarró de los tobillos, me giró sobre el sofá para que mi trasero estuviera justo en su cara y se zambulló allí, lamiendo mi culo apretado como si ya fuera mi esposo. Me hizo gemir y chillar a gusto. Tres horas más tarde el juego terminó. ¡¡No estoy seguro de quién ganó, pero logró depositar una buena carga en mi garganta y otra en mi culo!! ¡Me corrí dos veces sin tocarme mientras él me follaba! ¡¡¡Me folló largo y profundo!!! Me desespera tener que esperar al domingo para que venga a ver el fútbol, así hemos quedado. ¡Será un evento de todo el día!

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