En un momento de mi vida, estando soltera tuve muchos amigos, que me visitaban durante el día para darme sus caricias y besos; y siempre terminaba igual… teniendo sexo salvaje en cualquier lugar y en una diversidad importante de posiciones sexuales.
Fue un tiempo en que me divertí mucho, conocí muchos hombres y mujeres, muchas bocas, muchos cuerpos desnudos.
Entre esos compañeros sexuales conocidos en mis años de lujuria, entable una especie de relación con un chico.
Tuvimos muy buen sexo, el mejor hasta ese momento.
Él era súper creativo, me regala diferentes atuendos, y propone juegos.
Una tarde al volver de trabajar encontré sobre mi cama un regalo.
Y con una sonrisa pícara abrí esa caja.
Reconocía ese tipo de regalos.
Al abrirlo descubrí que dentro contenía un ambo blanco con sus medias de red al tono y una tarjeta con la propuesta del juego impresa, escrito en letras negras-: Juego: sos una masajista profesional y fría y yo el paciente caliente.- decía.
Era súper divertido.
Durante el primer verano juntos nos tomamos unas vacaciones juntos y caminando por la playa, me propuso el juego más caliente, erótico y divertido de todos.
Me dijo que había observado las miradas que los hombres le propinaban a mi exquisita cola y pensó porque solo conformarse con mirar si también se podía tocar. Solo había que ponerle un precio.
Te propongo, me dijo, que seas prostituta por un día.
La idea me encantó!!! Pero necesitaba poner algunas reglas para mi seguridad, y confort.
“Yo no quiero ser prostituta, quiero ser puta”.
Creo que a la prostituta se le paga por hacer lo que el otro quiere.
A la puta se la paga para que haga lo que sabe hacer, lo que le gusta hacer.
Yo quiero ser puta, quiero hacer todo lo que me gusta, dominar la situación. Ser el ama del momento.”
Esa noche fuimos a tomar un trago a un bar, vi un muchacho que me gustó y se lo indiqué a mi chico.
Tome un trago para que me de coraje y me encamino hacia la barra para encarar al muchacho.
La adrenalina que el juego me producía me excitaba mucho.
Cuando me acerque desfachatadamente, le pregunté si quería ser mi primer cliente sexual, le dije que era también mi primera vez, y que estaba igual de nerviosa que él, y que si le gustaba la propuesta le pasaba la dirección del hotel. Obviamente su respuesta fue un contundente SÍ.
Volvimos al hotel y esperamos a que mi cliente llegara.
Preparamos el ambiente, con música y tragos…
Mi cliente llegó y mi chico lo recibió ofreciéndole tomar asiento, mientras le ofrecía algo de tomar. Mientras yo, en el baño, me miraba en el espejo buscando en él a la loca que habitaba en mí y me preparaba para jugar.
Abrí la puerta del baño totalmente dispuesta a todo y creyéndome mi personaje.
Al vernos nos gustamos. Él se puso de pie de inmediato. Estaba muy nervioso lo note al acercarme, por su espalda, apoyé mis manos en sus hombros y noté su cuerpo temblar.
Yo estaba igual de nerviosa, no era mi primera vez con dos hombres pero sí lo era siendo puta.
Nos encontramos con un beso suave, como pidiéndonos permiso.
Y comenzamos a conocernos.
Supe su nombre, Pablo, y que estaba muy nervioso.
Con mi mano entre sus jeans note el efecto que los nervios provocaban en su miembro flácido.
Algo dentro mío se encendió y supe que era el momento de demostrar que tan puta podía ser.
Le quite la ropa y le dije -quedate tranquilo, déjame trabajar. Te cobro la mitad ahora y la mitad al terminar de acuerdo?
Solo asintió con la cabeza y depositó algo de dinero sobre la mesa.
Coloque en mi boca una pastilla de mentol y me arrodille frente a él, que estaba parado frente a mí y más relajado. Introduje su pene en mi boca, y jugué con la punta de mi lengua de un lado al otro, distribuyendo el mentol por el pene.
Introduje todo el pene, hasta llegar a mi garganta y lo sostuve con mis manos con fuerzas, jugaba con movimientos rápidos, y los combinaba con movimientos suaves y lentos. Colocando mis manos en su trasero, me pongo de pie, su pene estaba erecto, bien duro.
Y de pie frente a él, mirándolos a los dos les digo -Yo soy la puta acá. Hago lo que me gusta. No recibo órdenes. Dejame trabajar y relájate.
El muchacho explotaba, solo quería que siga con lo que tenía pensado hacerle. Mi chico me miraba divertido. Al verlo tan atento, lo invitamos a participar. Se pone de pie. Yo hago lo mismo.
Mi cliente exhalaba placer.
Cruzamos miradas pícaras entre los tres y casi instintivamente comenzamos.
El cliente seguía parado, mi chico acompañaba con su mano mi movimiento con su mano apoyada sobre mi nuca. A mi lado. Luego se reclina y me tomó suavemente de la cadera y me ayuda a ponerme de pie, quedando mis piernas rectas, abiertas, exponiendo mi vagina y me penetra, acompañando mis movimientos orales.
El ambiente estaba cada vez más caliente, el juego nos había excitado a los tres, éramos fuego puro, nuestra sangre hervía.
Llegamos los tres al orgasmo juntos. Fue muy fuerte y ardiente la experiencia.
Los muchachos depositaron el dinero restante sobre la mesa.
Mi hermoso y joven primer cliente se despidió sonriente con un beso y se fue.
Mi chico asombrado y complacido decidió tomar una siesta.
Yo, por el contrario, me duche, sola y me masturbe recordando mi desempeño en el desafío propuesto…
Salí de compras durante toda la mañana a gastar el dinero que había ganado la noche anterior.