Ya que mi adorado esposo decía que "yo no aportaba lo suficiente en casa", decidí incursionarme en el mundo del modelaje por webcam
Fueron semanas de investigación y de preparación, además que un amigo me advirtió sobre ese mundillo y me dijo lo que podía llegar a encontrar. En un mes, ya tenía todo preparado para poder comenzar mi trabajo, había sido mucha la inversión: lencería, una buena cámara, un trípode, iluminación y, lo más importante, algo con que cubrirme el rostro durante mis streams.
Conseguí una máscara veneciana muy bonita y sensual, me vino de anillo al dedo con la bata de encaje negro que había comprado, así que preparé todo, me senté, encendí la cámara y empecé el espectáculo.
Reconozco que al principio estaba muy nerviosa, ya que había cientos de personas que podían verme, pero yo a ellos no. Personas que se estaban masturbando con mi imagen, personas que me enviaban dinero por hacer cosas como mostrarles el culo o las tetas, personas que enviaban tokens y hacían que mi lush vibrara en el interior de mi concha con diferentes velocidades. Estaba nerviosa, y excitada.
Tenía que permanecer ocho horas en stream, ocho horas que de verdad se hacen largas y agotadoras. Ocho horas masturbándose, moviendo el culo, masajeando mis tetas, introduciendo mi vibrador y mi dildo en mi interior, chupando mi senos y cumpliendo las exigencias de los clientes.
Los hombres que me veían eran gringos o españoles, en su mayoría. Me decían cosas como "chúpate los pezones", "mete tu dedo en tu culo", vamos, cosas normales. Pero luego tenía algunos que me pedían que orine y beba mi orina, que defeque y la huela o me la unte en los senos… No soy para nada fan de ese tipo de fetichismo, pero el cliente manda, y lo tenía que hacer. Con el tiempo aprendí a tener un paquete de toallitas húmedas para una limpieza rápida luego de un show privado, porque la plataforma te da sólo diez segundos para prepararte antes de regresar a la sala de chat comunitaria.
En ocho horas llegue a atender a más de treinta clientes. Prefería que sean pocos, pero que permanezcan mucho tiempo en el privado, a que sean muchos y solo estén conmigo un minuto o dos.
Llegué a hacerme de una audiencia fiel, que esperaba a que me conectara para charlar conmigo. Sí, les gustaba verme tocar y acariciar, les gustaba escucharme gemir, pero me di cuenta que más le gustaba mi compañía.
Fueron tres meses de estar satisfaciendo hombres, y mi propio morbo de sentirme deseada y observada. Tres meses donde trabajé bastante duro, pero la agencia se quedaba con el 75% de lo que yo producía, y eso que yo trabajaba desde casa y no usaba las instalaciones de la empresa.
Decidí irme por ese tema: el monetario. Pero debo reconocer que extraño el stream. Extraño que me vean y se masturben conmigo. Extraño imaginar quién estará del otro lado, tocándose pensando en mi.