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Fui infiel en un hotel de parejas (Parte 1)
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Tiempo de lectura: 10 minutos

Mi marido me dice que soy demasiado gritona y que todo el vecindario se entera cuando tenemos sexo en casa, por eso me lleva a estos lugares. A mí me encantan los telos porque los espejos, las luces y la música me predisponen para desatarme con toda mi furia. Esa tarde de un lunes, fin de semana largo, habíamos ido a un telo muy paquete que está alejado del centro de Mendoza.

Yo por supuesto acostumbro a llevar conmigo mis juguetes. Estuvimos casi hora y media. Torito abdicó en la primera media hora con el pene semi flácido a pesar que se lo chupé todo el tiempo. Para satisfacer mis ganas tuve que recurrir a mis aparatos, viendo una peli porno con esos tipos superdotados y exaltando mi ímpetu con el Fernet con coca, aunque creo que en lugar de apaciguarme fue para peor, me excité más. Luego nos duchamos y vestimos para irnos. Pero oh sorpresa, al subir al auto en la cochera del telo, mi esposo notó que el volante estaba duro. Se bajó y detectó el problema: una rueda sin aire. Comenzó a insultar a todos los santos y tomó el celular.

-Hay Torito quieres calmarte? Solo tienes que poner el gato y cambiar la rueda de auxilio -le dije.

-No, justamente no la tengo. La dejé para reparar en una gomería cerca de casa y olvidé pasar a retirarla.

-Uf, Arturo N, sos un gran pelotudo. -le dije con mucha bronca.

Volvimos a la habitación y llamó por el teléfono interno al encargado del telo, explicándole el contratiempo y que íbamos a tener que esperar la grúa del seguro unas 3 horas, según le dijeron. El encargado le dijo que a 100 metros había una gomería y que podría llevar la rueda caminando. Mi esposo le agradeció diciéndome que lo esperara, que tardaría a lo sumo media hora en volver. Era verano. El aire acondicionado no era suficiente para mantener neutralizada mi temperatura, que sonrojaba mis mejillas mientras veía una porno de tres tipos con una chica. Estaba sedienta, le pedí al encargado otro Fernet con coca. En eso suena mi celular, era Arturo. Le pregunté que necesitaba.

-Hoy es mi día D -me dijo-. El gomero hoy no trabaja porque tiene que hacer una compra en la ciudad. La suerte es que me dijo que puede llevarme en su auto hasta alguna gomería y luego me pasa a buscar para traerme hasta el telo, así que acepté y estamos al salir. Voy a tardar por lo menos hora u hora y media.

-Está bien Artur, no hay otra opción, creo. Yo me quedo aquí esperando y le explico al encargado. Suerte.  

En ese momento escucho golpes en la puerta del servicio y la voz del encargado avisando que me dejaba la coca en la bandeja giratoria. Yo estaba viendo una película a full con un enorme consolador negro.

-Está bien señora? Si necesita algo más avíseme.

-Disculpe, me llamo Hilda y no sé su nombre. Quería pedirle un par de almohadas más para reclinarme y ver más cómoda la tele, si no es molestia. Mi esposo va a tardar más de lo previsto.

-Por supuesto señora, ahora se los acerco. -A los 5 minutos escuché golpear. Era el encargado.

-Señora disculpe. Voy a necesitar abrir la puerta del servicio ya que la almohada no pasa por la bandeja giratoria.

Me causó agrado saber que por esto de la rueda del auto, iba a conocer a uno de esos personajes anónimos de los telos, que entregan las llaves de la habitación o cobran a la salida extendiendo una bandejita tras un vidrio polarizado. Me cubrí con un toallón y sentada en el borde de la cama le dije que pasara.

-Placer de conocerla señora, me llamo Gustavo -Tendió su mano, sujetando dos almohadas bajo el brazo.

Mi extrema atracción hacia los hombres me posibilita tener una evaluación de un individuo con un flash visual, en segundos. Era un hombre alto bastante apuesto, con cuerpo bien cuidado, barba corta y prolija, pelo oscuro y ojos castaños claros. Me puse de pie sujetando el toallón que me cubría y le di un beso en la mejilla, lo cual es mi forma habitual de saludar.

-Mucho gusto y muchas gracias Gustavo, yo soy Hilda. -Como era más joven que yo, de unos 40, consideré apropiado tutearlo. Le comenté el inconveniente del gomero y el viaje de mi esposo al centro.- Si no tienes problema Gustavo, tendré que quedarme más de una hora, esperando a mi esposo.

-Al contrario Hilda. Es un placer poder ayudarlos.

En ese momento la película en la tele estaba en un momento extremo. La chica emitía fuertes quejidos de placer ya que le estaban haciendo una doble penetración mientras se tragaba el tercer pene hasta los testículos.

-Veo que te gustan las porno -me dijo Gustavo, mirando discretamente de reojo la gran poronga de silicona negra que estaba en la cama.

Yo también a veces me pongo a ver alguna película para matar el aburrimiento. Por desgracia el aire acondicionado de la oficina no funciona, así que estoy muerto de calor.

Gustavo se mostraba muy amable y simpático, por cierto me agradaba mucho.

-Yo no tengo inconveniente en que te vengas aquí un rato si deseas ver tele. El aire está bastante fresco, puedes traerte algo para beber y matamos el aburrimiento juntos, charlando un poco.

-Ah que buena idea, eres muy amable Hilda. Voy a dejar a una de las chicas del servicio a cargo.

Cuando salió al pasillo interno, me quedé pensando que mi esposo ya debía estar llegando al centro, luego tendría que buscar una gomería donde reparar la rueda y regresar. Gustavo tardó como 10 minutos y apareció con dos tragos de vodka con hielo. Yo me había puesto la camisa de mi esposo y estaba recostada en la cama con mis piernas al descubierto, él se sentó en el borde.

-Chin chin -Le dije acercando mi vaso para golpearlo con el suyo.- Me agradas porque eres muy amable y respetuoso. No creo que te aproveches de este momento al estar en esta habitación tan acogedora con una dama que te brinda su confianza sin conocerte. Te invité porque considero que sos una persona confiable que sabe respetar los límites que tiene toda mujer. Además te quiero advertir que el hombre con el que vine aquí es mi esposo y no quisiera verme envuelta en una situación desagradable contigo en este lugar.

-Quedate tranquila Hilda. Veo que eres una mujer muy abierta y simpática, pero a la vez ubicada y respetable. Aquí suelen venir mujeres de todo tipo, incluso esposas infieles de personajes conocidos. Y ni siquiera tienen el pudor de ocultarse un poco al pasar por el control de ingreso, son unas descaradas. Algunos vienen a practicar sexo grupal. Una de las parejas que entró recién es swingers, pero vinieron solos.

-Que bien. Aunque tengo entendido que en la mayoría de los telos no admiten más de una pareja.

-Es cierto, pero aquí generalmente son habituales o clientes y nunca han causado problemas. -me dijo.

Este tema me causó mucho morbo, pero mi aparente pasividad no daba motivo a Gustavo para abordarme. Me contó que hasta sus 37 fue futbolista de primera división, se notaba en sus voluptuosos muslos bajo el jean. Su figura y su personalidad me copaban y me impacientaba dejar pasar el tiempo con tanto decoro.

-Gracias Gustavo por considerarme respetable. Soy una mujer casada con códigos y trato de evitar a los hombres demasiado lanzados, creo que vos sos un caballero y me gustás porque me hacés sentir cómoda. A pesar de estar en esta cama casi desnuda sin conocerte, me siento muy a gusto con vos.

Había comenzado otra peli con un negro mandingo que portaba una verga descomunal como de unos 28 o 30 cm y una jovencita rubia muy menudita, verdaderamente una Barbi. Ella se la chupaba, salivaba y tragaba casi completa, algo increíblemente espectacular. Yo cambié el tema de su discreta charla y le dije.

-Mirá, esa pobre chica, quizás ha sido obligada a filmar el video con ese negro. Aunque no veo que sufra demasiado, hasta me estoy acalorando un poco viéndola, jaja -Yo no podía evitar tocarme la pelvis a través de la camisa semiabierta mientras miraba la tele y Gustavo lo notó.

-Te voy a contar una infidencia Gustavo. Mi esposo es mayor que yo y venimos a estos lugares para ver si él se motiva y logramos tener buen sexo, pero hoy fue un fracaso, ya ni con viagra funciona, jaja. Me he quedado bastante preocupada por no decir exaltada. Creo que tendría que hacerle una transfusión de sangre de un negro como el de la película. Lo malo es que eso no le solucionaría el problema de su tamaño S, jaja.

Gustavo notaba mi inquietud y a pesar que yo dialogaba con cierta gracia, percibía mi excitada respiración. Entonces se decidió y sentí su mano sobre la mía. Mi reflejo fue inmediato y le respondí apretando sus dedos, luego posé su mano sobre mi pelvis totalmente depilada. Sus suaves caricias bajaron hasta mi vagina empapada en jugos y continuaron con masajes en mi clítoris. Los botones de mi camisa se fueron soltando con la ayuda de mis dedos. Mi temperamento hizo explotar mis deseos al punto de venirme. Separé su mano de mi sexo apretando mis piernas para contenerme. Gustavo lo percibió y de inmediato se quitó la ropa al notar mi premura. Le ayudé con su bóxer y al deslizarlo sobre sus enormes muslos se levantó un pene magnífico que quedó oscilando en el aire como un resorte. Se lo tomé con ambas manos, una a continuación de la otra tratando de cubrir su largo de 20 o 22 cm, sin poder juntar mis dedos por su grosor.

-Hay Gustavo, no sé que estoy haciendo, pero hay algo en vos que no puedo ignorar. -Le dije mientras observaba deseosa su verga gigantesca emergiendo de su cuerpo perfecto, con abdominales muy marcados. Lo besé apasionadamente y él me correspondió con su lengua en mi boca, aumentando a full mi calentura.

-No lo tomes a mal pero quisiera saborear ese maravilloso pene, mi vida.

Ya sin control, me zambullí sobre su pija y comencé a chupársela metiéndome casi la mitad hasta la campanilla pero la tenía muy dura y no logré tragármela toda como la chica del video. Lo intenté 3 veces más pero las arcadas que me producía su botón al atravesar la glotis expulsaban mi saliva a borbones bañándole hasta los huevos. Después de un buen rato de masturbación y chupadas desde la cabeza hasta los huevos, con sus manos friccionándome la vulva, liberé un orgasmo atroz. Luego me monté a caballo de frente a él, se la tomé y me la metí en la vagina empapada en flujos, empezando a galopar desesperadamente.

-Aaaahhh, que pedazo de pija, me vas a matar bestia.

-Dale puta divina, cabalgá a tu gusto que me estás matando vos a mí, yegua.

Sus palabras me hacían enloquecer y mis movimientos se volvieron frenéticos. Ambos nos observábamos en los espejos que rodeaban la habitación. En mi violento perreo, no pude contener mi segundo orgasmo. Mi hermoso culo saltaba sobre esa pija y mis glúteos se movían como gelatina. Me vine nuevamente y mi sensación orgásmica se hizo contínua. Yo no podía dejar de bombear pero él me levantó, haciendo zafar su pija. Me giró con mi espalda enfrentando su rostro e hizo que descendiera ensartada en su grandioso garrote. Yo movía mi pelvis enloqueciendo de goce y con ese estado orgásmico sin tregua.

-Ayyy, aaahhh, aaaucchhh, que rico, dame más, por favor, dame toda esa pijota hermosa. Ayyy mi vida, ahora quiero que me rompas el culo, por favor, destrozamelooo yaa, bestiaaa. -le pedí a gritos. Me la sacó chorreando mis jugos en sus bolas y me la apoyó en el agujero negro. Mi deseo de ser penetrada analmente por esa pija gigantesca era desesperante. Me mantuvo suspendida a horcajadas, y yo me tomé las dos nalgas con mis manos separándolas al máximo posible, ofreciéndole mi preciado huequito.

-Dale mi vida, violame, rompeme bien el ortooo. -Veía en el espejo que tenía frente a mí como me apoyaba ese botón en mi esfínter. Yo no soltaba mis nalgas que estaban abiertas estirando el agujero para dejar entrar esa cabezota. Cuando atravesó el anillo sentí como un tirón que me arrancó un grito ahogado.

-Aaaahhh -Aflojé mis piernas para descender y permitir que se deslizara en mi recto. En el espejo miraba como me iba entrando con pequeños movimientos hacia adelante y atrás que yo hacía. La punta me producía una especie de puntazos en mis intestinos. Toque el tronco que aún quedaba afuera, pero mi excitación no se compadecía de mi malestar.

-Ay Gustavo, me arde un poco pero no me importa, rompeme el culo, destrózamelo por favor. -gritaba.

Mis piernas temblaban pero yo continuaba mis suaves movimientos conteniendo la respiración.

-Dale mi amor, empujá por favor, la quiero toda dentro de mi ortooo, quiero sentirla completa en mi panza. Metémela hasta los huevos mi vida. -Me quedé quieta por un momento, me levanté un poco dejando media poronga afuera y empujé nuevamente hacia abajo con todo el peso de mi cuerpo, buscando la penetración total. Gustavo me tomó por la cintura jalando hacia abajo, hasta que logré sentarme en su pelvis apoyando mi vagina en sus testículos. Sentía una sensación en mi abdomen como si mi colon se hubiera acomodado para tragar el duro garrote. Comencé a realizar movimientos ondulatorios para gozar sintiendo la cabeza de esa pija en mi panza y el contacto apretado de sus huevos en mi vulva.

De pronto Gustavo aumentó el ritmo de su perreo golpeándome contra sus bolas. El malestar no impedía mi goce que me arrastró a un estruendoso orgasmo mientras yo me masajeaba el clítoris y penetraba mis dedos en la concha que expulsaba abundantes jugos. Mis gritos se ahogaban en mi garganta, mientras Gustavo me descargaba su abundante leche en la profundidad de mi ano. Fue algo maravilloso, yo continué con mis movimientos oscilatorios sintiendo que el pene se movía en mi interior. Luego Gustavo me levantó sacando de mi culo su rica pija empapada en mis jugos. Sentí un vacío total con el esfínter totalmente dilatado y bastante ardido pero aún con latidos reflejos de goce. Me quedé en cuatro con la cola elevada sobre el abdomen de Gustavo. El introdujo sus dos pulgares en mi ano y lo estiró diciéndome.

-Cariño, tu orto es el más increíble que he penetrado, te aseguro que puedo observar desde aquí todo el túnel rosado de tu recto y mi leche depositada en el fondo. Qué hermoso panorama te estás perdiendo, jaja.

-Eres un hombre perfecto y me gustaría continuar cogiendo con vos toda la noche.

Miré la hora, seguramente mi esposo ya tenía la rueda reparada y estaría saliendo del taller, o sea que restaba solo el tiempo de su viaje de regreso, pero yo no tenía la mínima intención de desperdiciarlo viendo tele. Gustavo se incorporó, supuse que quería asearse, pero lo detuve tomándole su muñeca y lo hice recostar de nuevo junto a mí para besarlo ardientemente entrelazando mi lengua con la suya. Mi mano se deslizó lentamente hasta alcanzar su pene aún empapado, lo tomé suavemente y comencé a acariciarlo. Continuamos besándonos apasionadamente y sentí que su hermoso miembro comenzaba a revivir entre mis dedos. Gustavo me tomó la cabeza y me la empujó con delicadeza hacia abajo, yo respondí a su llamado y empecé a lamerlo y chuparlo en toda su extensión.

El sabor de mis jugos anales no frenó mis deseos de comerme esa rica verga y con gran devoción se la lamí y devoré hasta dejársela de nuevo completamente erecta. Gustavo me tomó suavemente y me hizo poner en cuatro en el borde de la cama, tras lo cual se paró en la alfombra tras de mí. Me quedé expectante por un momento manteniendo bien elevadas mis caderas, con mi cabeza girada apoyando mi mejilla sobre la cama. Esta pose me permitía ver en el espejo del costado, mi hermosa cola muy levantada, invitando a mi macho a la penetración. Gustavo se erigió sobre mí con las piernas flexionadas y dirigió su pene sostenido con su mano, verticalmente hacia mi ano.

Evidentemente le había quedado gustando el calor de mi túnel profundo. Yo mantuve bien abiertas mis nalgas con mis manos, observando excitada como Gustavo me atravesó el esfínter con ese rico botón y luego me fue enterrando esa pijota muy despacio pero sin pausa, hasta tocar fondo dejando un pequeño trozo afuera. Allí comenzó sus suaves bombeos que me daban un goce infinitamente delicioso.

-Dale por favor, continúa así, empujá más mi vida, la quiero toda… todaaa adentro como recién.

Entonces él siguió haciendo presión hasta que logró hacer entrar los últimos centímetros, haciéndome sentir nuevamente esa extraña pero maravillosa sensación de tenerla totalmente dentro de mí. Su bombeo era violento con movimientos rápidos, yo no dejaba de abrir mis nalgas para sentirlo mejor. Sus testículos llegaban hasta la puerta de mi ano y golpeaban como queriendo entrar también. El malestar era insignificante, el goce infernal. Luego la sacó y me la metió en la concha hasta el fondo. Mi cueva se expandió ajustándose a ese voluminoso miembro que estampaba su cabeza en la pared uterina y apretaba los testículos en mi clítoris.

De nuevo el bombeo por momentos suave, por momentos violento y yo en mi estado de clímax sublime. Así continuaron alternándose las penetraciones de su verga en mi concha y en mi culo, haciéndome delirar ahogando mis gritos en las sábanas, observando en el espejo la violencia con que Gustavo me culeaba. Me vine una y mil veces, él contuvo su eyaculación o quizás no logró descargarla. Nos quedamos como desmayados mirándonos en el espejo del techo con una sonrisa de satisfacción. De pronto vino a mi mente algo que dijo Gustavo, sobre una de las parejas que estaba en el telo. Tomé el celular y le llamé a Artur.

-Hola mi cielo, estás muy cansada de esperar? me imagino lo aburrida y nerviosa que estarás.

-Y si… he visto ya como 5 peli y estoy derritiendo mis juguetitos. Vos ya venís en camino?

-No mi vida estoy algo demorado, ya me repararon la rueda, pero le llamé al gomero y me dijo que me pasaba a buscar en unos 15 minutos, si no viene en 20 me voy en remise.

Dicho esto nos despedimos y colgué.

-Mi esposo demorará más de media hora aún. Te quieres ir amorcito? -Gustavo se quedó gustoso.- Amor sabés una cosa? -le dije con sensualidad.- Me encantaría que invitemos a esa pareja swinger que está en el telo? -Le dije dándole besitos en las tetillas, sabiendo que su segunda eyaculación estaba pendiente.

-Eres tan especial y fogosa que me odiaría si rechazara tu propuesta.

Tomó el teléfono y habló con un tipo para invitarlo con su chica. A los 5 minutos sonaron unos golpecitos en la puerta de entrada de la cochera.

Esto continuará en la parte 2 de este relato, que publicaré pronto. Espero que les haya gustado esta primera parte y agradeceré sus críticas o comentarios. Me son útiles para perfeccionarme y me motivan para continuar con mis aventuras sexuales que no dejaré de contar en este medio. Los quiero mucho, Besitos.

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