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Fuerte deseo
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Polo Norte. Frío. Tengo mucho Frío. Copos de nieves.

Estos cristales se crean en la atmósfera mediante la absorción de gotitas de agua y, cuando colisionan, se unen entre sí y forman los copos de nieves.

Era solitario, sin esposa o hijos. Vivía alejado del pueblo, habitando en una cabaña en el bosque. Lo único que me mantenía caliente era las tazas de chocolate y una vieja frazada.

Las botas se hunden contra la tierra congelada. Estaba cerca de una valla de madera, desde lejos, observo a una joven mulata de tez oscura. Llevaba abrigo impidiéndome suspirar de ver su hermoso cuerpo.

Parecía asustada. Su mirada se perdía contra los pequeños copos que caía a su alrededor. Dios, que inocente se ve. Una pequeña corriente se acumula en mi pene. A pasos rápido me acerco a la joven.

—¿Estás perdida?

Su respuesta fue cortante. —No, idiota.

—La nieve ha cubierto todos los caminos si vas por esa calle… —Me interrumpe —¡Vete enfermo, no necesito tu puta ayuda!

Su voz aterciopelada resuena en mi mente. Un eco se repetía en mi cabeza. ¿Esto es el paraíso? La miro como si ella fuera una especie de respuesta. Pero, sin embargo me llevo una sorpresa cuando su cuerpo cae inconsciente al suelo. Rápido, me acerco y la cargo subiéndola a mi hombro.

Pateo la puerta y la dejo sobre mi cama. Cierro las ventanas, el ático, el sótano y la puerta principal. La llave la pongo en un lugar alto y para nada llamativo.

Preparo un poco de café y galletas. Necesitaba todo listo para cuando ella despierte. No negaré que me tropiezo pal de veces al moverme rápido en la pequeña cocina. Termino todo, subo las escaleras hasta llegar a mi habitación donde la joven se encuentra plácidamente durmiendo en mi cama.

Le moví el hombro un par de veces, me acerco para comprobar que respira y por ahora todo bien. De cerca es más jodida hermosa, pequeñas pecas sobresalen sobre su color hermoso. Tiene unas pestañas largas y unos labios sexy y húmedo.

Me relamo el labio inconscientemente. ¡Basta! Me reclamo, esa joven debe de tener unos 18 años. ¿Qué diablo me pasa? ¡Tengo casi cuarenta años! ¡Puede ser mi sobrina, o peor aún, mi hi-ja! Me estoy volviendo loco, estar encerrado en una diminuta habitación con una joven está explotando mi cabeza.

Me permito observarla mas de la cuenta. Sus piernas están extendidas, es larga pero soy más grande, más alto y parece del tamaño bajo que tiene las mujeres en mi pueblo. Su abrigo negro hace juego con sus botas. Huh, le quito las botas. No quería que me ensuciara la cama, me rio por sus calcetines de color rosa. Sus pies son pequeños y finos.

Los acaricio tocando su pie. Joder, esto se siente bien. Desciendo mi mano hasta arriba solo tocando su abrigo, justo donde está su pezón izquierdo. Cierro los ojos antes de presionar. ¡Oh, por todos los cielos! Tiene unas tetas grandes y suaves. Su blusa fina tiene un ziper pero aún así sus aureolas grandes y de un color más claro que su piel, puso mi polla al mil. Bajo el ziper liberando sus pezones, toco ambos sintiendo como mi polla comenzaba a picar. Me llevo unos de sus deliciosas tetas a la boca y fue la cosa más exquisita que probe.

Me emocioné y le hice un pequeño chupón. Joder, maldigo. Me va a matar, digo. ¿Esto es una violación? Yo disfruto mientras ella está durmiendo. Pero su cuerpo glorioso me desespera. Sigo con mis caricias, chupando y mordisqueando.

Bajo en una fina línea de besos hasta sus pantalones y lo rompo como una bestia con hambre. Su ropa interior era de un color rosa, haciendo juego con sus calcetines. Por arriba se ve la raja de su vagina toda jugoso y húmeda. Toco por encima del panti, tocando su clítoris en forma circular. La acomodo estableciéndome entre su vagina sexy. Mi lengua juega con su entrada sobre encima de panti. ¡Arte puro! Jugosa, rica, hermosa, un ángel caído. Me gusta. Su coño sabía de un sabor rico, a sudor limpio. Esta joven se ha estado cuidando mucho.

Ya no aguanto más. Necesito sentirla, quiero saber que tan apretadita está. Le quito los pantis mostrándome su hermosa vagina. De su color, labios rosaditos haciendo juego con su piel y un clítoris pequeño pero glorioso. Le meto un dedo, placer. Le meto el segundo dedo, delicia. Ahora el tercero, quiere matarme. Mis dedos se mojan contra mis dedos, la embisto para cuando esté satisfecho me lo llevo a la boca y probar de sus fluidos. ¡Que delicia de hembra!

Busco los pantis de la joven y me comienzo a masturbar con ellos. Cierro los ojos imaginándomela, gimiendo abajo de mi, su sudor del esfuerzo que pone y como grita como gata en celo.

Me quito los bóxer liberando mi miembro al aire. Me toco un poco masturbándome de adelante hacia atrás junto a su vaginita. Me posiciono y me empiezo a frotar recibiendo descargas en todo mi cuerpo.

Posiciono la cabeza de mi polla en su entrada profunda. Presiono y penetro lentamente. ¡Mmmm! Suelto un suspiro fordazo. Su entrada es estrecha y pequeña. Se adapta a mi polla en cuestión de segundos. Agarro sus muslos y lo levanto un poco para tener un agarre firme. Me encuentro disfrutando de un coño apretado cuando me topo con unos gemidos femeninos. Abro los ojos deprisa y veo a la joven gimiendo. ¡La que antes me dijo que me fuera y me gritó enfermo, ahora goza de mi! Sus gemidos se mezclan con los míos. Embisto con fuerza mientras ella agarra mi espalda con sus largas uñas. ¡Diosa del mal! Me araña con fuerza liberándose. Grita haciendo que mi polla salpique semen en su interior, la estoy llenando y siento como me libero. ¡Que rico se siente venirse dentro de ella!

Me dispongo a salir, pero ella me agarra de los hombros. Analizo su mirada y mi cabeza se gira. Me volteo y toco mi zona con fuerza. ¡Me dio una cachetada! Joder, pega fuerte.

—¿Qué me hiciste, enfermo? ¿Estás loco? ¿Quién sabe que clases de infecciones debes de tener? ¡Asqueroso, no eres un humano!

¿Por qué me siento tan feliz? Me acaban de insultar y lo único que hago es sonreír. Miro a la joven debajo de mí y me muevo un poco, su reacción fue suspirar y se movió otra vez buscando esa misma sensación.

—¿Quieres saber lo que te hice? —Enojada, me dice que si.

—Te toqué las tetas, las mordí y tuve pensamientos eróticos al verlas.

—¡¿Qué diablos?! —Se mueve otra vez, pero cierra los ojos, un pequeño gemido sale de sus labios.

Esa parte me puso cachondo, pero voy a tratar de calmarme y explicarle —: Como dije, también me masturbé con tus pantis y te metí 3 dedos. Estabas durmiendo o bueno, inconsciente. Y me antojé cuando no vi reacción tuya.

—¡Eres un enfermo, hombre! Además, tienes la edad de mi papá.

— Lo sé… pero tienes una vagina estrecha, y tu belleza me cautivo, tu color de piel, labios, tetas, todo.

Me muevo, pero su voz aterciopelada grita provocando otra reacción en mi.

—¿Me follaste estando yo dormida?

Le contesto simple. —Sí.

—¿Quieres saber como yo me sentí? —Quiero escucharla, asiento—. Cuando sentí como me metían algo gordo y largo me asusté pero abrí los ojos y eras tú, tu sucia polla me estaba follando. Sentí las marcas de mis tetas y no negaré que me gustó.

—Ujum, ¿en serio?

Su respuesta me gustó.

—Sí.

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