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Follando en el túnel de la avda. de Salgado Torres
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Tiempo de lectura: 13 minutos

Era un día de invierno, era de esos días oscuros y lluviosos. Cuando iban dar las 11 de la noche, entraba yo en la estación de autobuses. Iba directo a los aseos públicos, buscando alguien que me follase.

Antes había ido a la estación de ferrocarril y no había tenido suerte, por lo que antes de irme para casa ya que el día no estaba para bajar al centro, en busca de una polla que me diera por el culo, se me ocurrió ir antes a los aseos de la estación de autobuses y ver si por casualidad tenía suerte.

No era de los sitios que más me gustaba ir, pero tal y como estaba el día y como se presentaba la noche, con la calentura y excitación que llevaba, antes de rendirme y marchar para casa, decidí pasar por los aseos de dicha estación.

Nada más entrar, me encaminé directamente a los aseos públicos, era lo mejor, ya que si quedaba mirando a ver si entraba alguien o el movimiento que había, sabía que muy probablemente no me atrevería a entrar. Así que nada más entrar a la estación de autobuses, fui directamente a los aseos.

Al entrar a los aseos solo había una persona, era un mulato que estaba meando o al menos así lo parecía ya que estaba situado en el último de los urinarios.

Yo con algo de nervios y miedo al ver a aquel hombre, que además de ser grande como el solo, que podría ser mi padre y que era mulato, claramente se veía que era emigrante, me había intimidado un poco. Con algo de miedo, me situé en el primero de los urinarios, justo el más alejado a donde se encontraba aquel hombre que me intimidaba.

Desabroché el pantalón y sacando la polla me puse a mear. Estaba empalmado y caliente a más no poder, por lo que me costó algo soltar un pequeño chorrito. Mientras estaba en este proceso, con miedo y disimulo, miraba de reojo hacia aquel mulato, el cual, sin alterarse, miraba hacia mí viendo mis reacciones.

Veía que yo me encontraba algo nervioso y miraba con disimulo hacia él. Así que, sin inmutarse, se separaba del urinario, dejando que yo pudiese verle toda la polla y lo empalmado y dura que la tenía.

Apenas pude verle la polla, ya que en el momento en que yo empezaba a mirar con todo el disimulo, entraba en los aseos, un policía. Al parecer era uno de los policías que había en uno de los despachos de la estación, y que iba a mear y no estaba haciendo ninguna ronda. Por supuesto ninguno de los 2 sabíamos eso, así que nada más ver entrar al policía, guardamos la polla saliendo ambos de allí. Yo que fui el primero en salir, me dirigí escaleras abajo, haciendo como si fuese a coger el autobús de línea. El mulato que vio la dirección que yo cogía, hizo lo mismo que yo, siguiendo mis pasos.

Al llegar al andén, nervioso como estaba, saqué un cigarrillo poniéndome a fumar, mientras pensaba que hacer. No sabía si volver a subir y marcharme de la estación, o esperar un poco y volver a los aseos. Justo en ese momento, volví a ver al mulato que estaba en los aseos. Había bajado siguiéndome, y ahora miraba para mí, esperando a que yo me diese cuenta y lo siguiese.

Se había dado cuenta de a lo que yo había ido a los aseos, y no perdía la esperanza de que yo fuese con él. Le había gustado, un joven, probablemente hambriento de polla, caliente y excitado. Y por supuesto él no iba dejar pasar aquella oportunidad. Estaba dispuesto a hacerme suyo y darme lo que yo había ido a buscar. La mala suerte fue que cuando ya casi tenía a su presa, la entrada de aquel policía había echado por tierra aquella oportunidad, la cual no se resignaba a perder.

No quería desaprovechar aquella ocasión que se le había presentado, por lo que siguió mis pasos, esperando a que yo lo siguiese. No quería perder aquella presa, aquel joven, aquella noche iba ser suyo. Iba a bajarme los pantalones y encularme bien enculado. Le gustaba el culito de aquel joven.

Así que vio que yo me había dado cuenta de su presencia en el andén, sin dejar de mirarme, fue andando hasta el final de este. Allí giró la cabeza para ver mi reacción, y viendo que yo lo seguía con mi mirada, moviendo la cabeza me hizo señas para que lo siguiera.

Iba saliendo de la estación de autobuses, por la entrada de estos a la estación. Aunque estaba prohibido salir por allí los peatones, bajé del andén, disponiéndome a seguirlo. No se a donde quería llevarme, y algo de miedo me daba, pero la calentura y excitación que ese día tenía, me hizo seguirlo pese a lo que aquel mulato me intimidaba.

El mulato al ver que yo lo seguía siguió caminando, mirando de vez en cuando hacia atrás, cerciorándose de que yo lo siguiese.

Salió de la estación de autobuses, volviendo a girar la cabeza, a ver si yo lo seguía, como vio que yo iba unos cuantos metros atrás, siguió andando, ahora fuera de la estación de autobuses.

Ahí lo perdí de vista durante unos momentos, justo hasta que yo al igual que él, salía de la estación, donde volví a verlo.

Lo fui siguiendo a ver a donde quería llevarme, viendo que nos encaminábamos hacia el túnel de la avda. de Salgado Torres. Al principio dudé, pero como estaba lloviendo y no había sitio donde poder refugiarse, decidí continuar hasta la entrada al túnel, al menos allí podría esperar a que amainase la lluvia. Una vez allí ya vería si seguía sus pasos, o decidía volver por donde había venido, y marcharme para mi casa.

Cada vez que me acercaba más a la entrada al túnel, la oscuridad que había, me hacía perderlo de vista. No sabía si seguía andando por aquella acera, o si se había cambiado para el centro de la calzada, la cual dividía los carriles del túnel, uno iba hacia donde nosotros nos encontrábamos, y el otro iba en dirección opuesta. En el centro del túnel, el cual dividía ambos sentidos de la circulación, también había una pequeña acera y donde había unas grandes columnas, las cuales eran los pilares que soportaban dicho túnel.

Cuando llegué a la entrada al túnel, me paré para ver si divisaba al hombre aquel y que era lo que hacía. Apenas se podía ver nada, solo se escuchaba el ruido de las filtraciones de agua, que caían en cascada por varios lugares del túnel.

Dudando en seguir o no a aquel mulato que algo me intimidaba, decidí incursionar un poco más adentro del túnel, a ver si podía divisar algo. Di unos cuantos pasos, teniéndome que parar y bajar de la acera para poder seguir, justo delante mía, caía una cascada de agua que apenas dejaba ver y la cual impedía el paso sin mojarse completamente, ya que la cantidad de agua que caía era muy grande. Nada más salvar aquel pequeño obstáculo, di de narices con el hombre que me estaba esperando, él podía ver mejor, ya que al mirar de dentro del túnel hacia fuera, la pequeña claridad de la entrada al túnel, le permitía verme, cosa que los que venían de fuera para adentro del túnel, apenas teníamos visión, al toparnos con la oscuridad del túnel.

Nada más tropezar con él, quedé paralizado, no esperaba tropezar con aquella mole de hombre, que me intimidaba y excitaba a la vez. Todavía dudaba en continuar siguiéndole los pasos, cuando de repente me di de bruces contra aquel mulato.

Dios que susto llevé, al darme de narices contra el mulato. Ahora sí que no había escapatoria, si lo que buscaba aquel hombre era robarme, me tenía delante de sus narices. Pero no, lo que él buscaba, no era robarme, si no que lo que el quería, era darme por el culo y hacerme suyo. Después de conseguir que lo siguiera, ahora ya había logrado que entrara en el túnel teniéndome al alcance de sus brazos. Allí lo iba hacer suyo, e iba a cogerse a aquel joven. Ya se había ilusionado al verlo entrar en los aseos públicos, pero la inoportuna entrada de aquel policía había echado por los suelos la ocasión que se le había presentado aquel día. El joven estaba para comérselo, era delgado y menudo, y un culo que le había entusiasmado, aquel bombón iba a ser suyo, y ya lo tenía al alcance de sus manos.

Yo al darme de narices, encontrándome delante del pedazo de mulato al que seguía, quedé paralizado sin saber que hacer ni poder reaccionar. Noté como me agarraba con sus brazos, tirándome hacia él, mientras me decía, ven, anda no temas, ven con tu papito que lo estás deseando, me decía abrazándome a él. Aquí no nos va a molestar nadie, y no tenemos policía que nos controle, me decía abrazándome a él a la vez que llevaba sus grandes manos a los cachetes de mi culo.

Ven aquí, anda que lo estás deseando, me decía sobándome el culo con sus grandes manazas. No temas que no va a pasar nada, no te voy a hacer nada que tú no estés deseando, mmm, que culito más rico tienes, me decía abrazándome a él mientras me sobaba el culo con sus manos.

Quiero probar este apetitoso culito que tienes, y que estoy seguro de que estás deseando entregarme. Ya verás cómo te voy a hacer disfrutar con mi chota dentro de este tierno culito.

Yo que apenas pude reaccionar, dejé que me abrazara y fuese metiéndome mano, sobándome el culo con aquellas grandes manazas. Dios, el mulato aquel, me agarraba los cachetes de mi culo, levantándome prácticamente en el aire. Metía sus manos por la raja de mi culo, manoseándome totalmente, haciéndome que me excitara más, y fuese perdiendo el miedo que al principio tenía.

Me pegó a la pared de aquel túnel, mientras seguía metiéndome mano sobándome el culo y ahora la polla y genitales, mientras me hablaba.

¡Ufff que salido me andas! Mira que durita tienes la polla, me decía. Tienes ganas de pinga, ¿eh? Te gusta la verga, ¿verdad?

Yo que no decía nada, solo me agarraba a él, dejando que me manoseara, temblando y gimiendo de placer mientras aquel mulato me iba manoseando el culo y genitales.

Estando allí contra la pared de aquel túnel, siendo manoseado por aquel mulato, pasó un vehículo que, aunque no podía vernos, al pasar nos salpicó a causa de los charcos de agua que había, dejándonos bien mojados.

Ven dijo el mulato, sujetándome por la mano. Vamos un poco más adelante, decía llevándome con él, de la mano. Anduvimos unos cuantos metros más adelante del túnel, cruzando hacia la acera que dividía los carriles de ambos sentidos, quedando resguardados por una de las grandes columnas que tenía y tiene dicho túnel.

Aquí estaremos mejor, dijo el mulato, pegándome a la columna y empezando a desabrocharme la cazadora que llevaba puesta.

Así, así, decía, aquí nadie nos verá, y no nos volverán a salpicar los coches, mmm, que bomboncito más rico tenemos, decía mientras terminaba de desabrocharme la cazadora a la vez que llevaba su boca a mi oreja, mordisqueándome el lóbulo de esta.

Yo que me dejaba hacer, temblaba nervioso y excitado, sabiendo lo que aquel mulato iba hacerme, y aunque lo estaba deseando y a eso había ido buscando, los nervios y excitación que tenía me tenían agarrotado, haciéndome temblar y manteniéndome paralizado.

Empezó a aflojarme el cinturón, siguiendo luego desabrochándome el pantalón, mientras me decía que no tuviera miedo. No tengas miedo, anda, que sé que lo estás deseando. Ve sacándome la chota que te mueres de ganas por tenerla dentro tuya, ya verás como te va a gustar y lo que vas a disfrutar con ella.

Temblándome las manos, empecé a aflojarle el cinturón, igual que había hecho el conmigo, siguiendo luego con el pantalón, el cual desabroché el botón que tenía, bajando luego la cremallera. Apenas se podía ver, pero nada más terminé de bajarle la cremallera, mientras él metía sus manos por dentro de mi pantalón y slip, acariciándome la polla y genitales, saltó como un resorte la verga de aquel mulato.

Dios, el pedazo de cabrón, no llevaba nada debajo de los pantalones, saltó la verga tiesa y dura, asustándome al principio el tamaño de esta, hasta que temblando la agarré con mis manos, acariciándola mientras su pantalón iba cayendo por sus piernas. Joder, apenas podía ver, pero mientras la acariciaba con mis manos, pude notar que el muy cabrón del mulato tenía una muy buena verga, pero lo que más me llamó la atención, eran las enormes bolas que tenía. La hostia, además de tener unas pelotas enormes, el muy cabrón estaba totalmente rasurado, no tenía ni un triste pelo, ni en sus bolas ni en su pubis.

¿Te gusta? Me dijo mientras mantenía sus manos por dentro de mi pantalón y slip.

Acariciándole con mis manos aquella verga y genitales, medio embobado y sorprendido, le pregunté, ¿no tienes pelo?

No, me contestó, esta mañana me depilé totalmente, ¿te gusta lo que ves?

Joder, si apenas se podía ver nada, pero el tacto que se podía sentir me agradaba, por lo que moviendo la cabeza afirmativamente, le contesté que sí.

Te gusta mi chota, ¿eh mi linda putita? Decía bajándome los pantalones y slip, dejándome de cintura para abajo desnudo delante suya, a la vez que agarraba mi polla tiesa y dura, acariciándola junto a mis genitales.

Pues es toda para ti, mi amor. Te la voy a meter en este lindo culo, haciéndote mi hembra esta noche. Me decía sin dejar de acariciarme la polla y genitales. Ya verás que rica la vas a sentir cuando la tengas dentro de este lindo culito, decía llevando uno de sus dedos a la entrada de mi ano.

Anda, agáchate y chúpala un poquito, verás que rica sabe. Anda agáchate, y abre esa linda boca que tienes, me decía empujándome con sus grandes manos apoyadas en mi cintura.

Obedeciendo a lo que me pedía, me fui agachando mientras me sujetaba a sus piernas, y una vez tuve la cara a la altura de su verga, agarrando aquella chota que me iba a dar por el culo aquella noche, la fui introduciendo en mi boca.

Primero pasé la lengua por la punta del glande, dándole un lengüetazo saboreando aquel líquido preseminal que empezaba a asomar, pringando toda la cabeza de la verga, notando un ligero sabor salado y dulzón a la vez, gustándome como sabía. Luego abrí la boca todo lo que podía, empezando a chupar la cabeza de aquella hermosa chota que muy pronto me iba hacer suyo, me iba abrir el culo, haciéndome que fuera su hembra.

¡Ohhh mi amor! ¡ohhh que gusto! ¡ohhh mi linda putita, ooohhh que gusto! ¡ufff que boquita, dios! Suspiraba el mulato, sujetándome la cabeza mientras me introducía su polla en la boca. Así mi linda putita, así, chupa y trágala toda, ¡ooohh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gritaba mientras jadeaba e introducía su verga en mi boca, impulsando sus caderas y sus enormes pelotas golpeaban mi barbilla cada vez que su polla entraba en mi boca.

Con sus manos apoyadas en mi cabeza, iba acariciándome el pelo a la vez que movía lentamente su pelvis, haciéndome tragar lentamente aquella verga. Así putita, así, ¡ohhh que rico! ¡ohhh que rico! Decía entre suspiros, mientras yo tragaba e iba chupando aquella polla que el mulato metía en mi boca, a la vez que acariciaba mi pelo y cara.

Mientras yo le chupaba y saboreaba la chota al mulato, con mis manos acariciaba sus enormes pelotas, e iba deslizando mi mano por su vientre y pubis, notando la suavidad de su piel, al no encontrar ningún pelo. Me gustaba y excitaba aquella sensación de su piel totalmente depilada.

Después de tenerme agachado un buen rato tragando y chupando su verga, me levantó sujetándome por los brazos, y mientras empezaba a desabrocharme la camisa, pasaba su lengua por mis labios, empezando a morrearme, metiendo su lengua en mi boca y mordisqueándome el labio inferior.

Así mi linda putita, así, me susurraba mordiéndome el labio inferior y metiéndome la lengua en la boca saboreando y jugando con mi lengua, mientras me iba desabrochando la camisa. Ahora quiero que me des tu lindo culo, quiero que seas mi hembra y te entregues, dejándome entrar en ti. Quiero que pruebes mi verga, quiero meter mi chota dentro de tu culo. Vamos a preñarte esta barriga, me decía terminando de desabrocharme la camisa, acariciándome el abdomen con sus enormes manos.

Oh que buena estás, mi linda putita, susurraba acariciándome el abdomen con sus manos y lamía y mordisqueaba mis duros y excitados pezones. Estás caliente ¿eh putita? Me susurraba mientras iba mordiendo mis pezones duros y excitados.

No te preocupes mi linda putita, me decía, dándome la vuelta a la vez que me quitaba la camisa y cazadora, dejándome prácticamente desnudo en la oscuridad de aquel túnel. Ahora quiero que me entregues tu lindo culo, quiero que seas mi hembra y me dejes entrar en ti.

Notando el frío y humedad de la noche me fui girando torpemente, ya que el pantalón y slip que tenía a la altura de los tobillos, me impedían moverme con soltura, cosa que el mulato se percató de dicha circunstancia, por lo que, agachándose a mi costado derecho, sacándome el zapato de aquella pierna, terminó de sacarme el pantalón y slip de ella, dejando libre mis piernas de aquella traba que me impedía moverme con soltura. Luego hizo lo mismo con la otra pierna, dejándome al final, desnudo por completo, en el interior de aquel túnel, donde me iba a dar por el culo, haciéndome su hembra.

Así, así mi linda putita, ahora apoya las manos en la columna, me ordenó, llevándomelas sobre ella. Así, me decía sujetándome por la cintura para que me inclinara un poco.

Anda, ábrete de piernas e inclínate un poquito. Así, así, me susurraba, mientras yo me abría de piernas inclinándome un poco, dejando mi culo expuesto y listo para ser ultrajado por la chota de aquel mulato, que me iba hacer su hembra, aquella noche, en la oscuridad de aquel túnel.

Llevó su mano a la entrada de mi ano, y luego de pasar sus dedos por la entrada, introdujo un dedo haciendo que mi esfínter se abriera, dejando que esté se introdujera en mi interior.

¡Ohhh! Grité al notar como su dedo se introducía en mi culo, ¡ohhh! Volví a gritar cuando este se movía haciendo que mi esfínter se abriera a la vez que se iba dilatando, permitiendo la incursión que dicho dedo iba haciendo en mi culo.

Dios, que pedazo de dedo tenía el cabrón del mulato, además de gordo, tenía unos dedos bien largos, el hijo de puta.

Sacó el dedo, escupió en su mano, volviendo a pasar la mano por mi hoyo, lubricándolo con su saliva. Volvió a presionar con un dedo, haciendo que este entrara y fuese lubricando mi esfínter, ¡ohhh! Volví a gemir al notar entrar su dedo en mí.

Tranquilo, tranquilo, me decía el mulato, ábrete bien de piernas y relaja el culo para que se vaya dilatando el esfínter. Así putita, así, relájate y deja que te vaya abriendo el culo con mis dedos, me decía mientras iba introduciendo otro dedo en mi culo, terminando por abrir mi culo completamente, dejando paso a sus dedos y que estos fuesen profanando mi cuerpo, a la vez que me iba lubricando con su saliva.

Abriéndome todo lo que podía de piernas, me apoyaba en aquella columna, inclinándome mientras el mulato introducía 2 de sus dedos en mi culo, e iba dilatándome para luego meterme su polla haciéndome su hembra.

Dios, me sentía toda una puta, allí inclinado, mientras el mulato me iba dilatando el culo para luego follarme. Eran los pensamientos que tenía, lo vicioso y puta que era, por dejar que me despelotaran y me dieran por el culo. Además, que estábamos en plena vía pública, y aunque era un túnel, y era muy raro que alguien pudiera pasar por allí a aquellas horas, cualquiera que se atreviera igual que lo habíamos hecho nosotros, nos podría sorprender. Además, que los jadeos y gemidos que dábamos se podían escuchar perfectamente. Solamente el ruido que hacían las filtraciones de agua al caer tapaba un poco nuestros jadeos y gemidos.

Una vez me tuvo bien dilatado el culo con sus dedos, sujetándome por la cintura, se pegó a mi culo, y mientras me abría con sus piernas, colocó la punta de su polla en la entrada de mi ano ayudándose con su mano, y una vez colocó esta en la entrada de mi ojete, sujetándome por las caderas, tiró de mí a la vez que impulsaba su pelvis, introduciéndome toda su polla en mi culo.

¡Ohhh! ¡ooohhh! Grité notando como su polla se introducía, dejándome con la boca y ojos abiertos, notando como aquella chota del mulato, me abría en canal, introduciéndose en mí.

Ya, ya putita, tranquila, tranquila que ya la he metido. Ya la tienes toda dentro, mi amor. Ya eres mi hembrita, me decía dándome unas palmadas en el culo mientras esperaba a que mi culo se fuese dilatando y acostumbrando a la chota que me había incrustado.

¡Oh que lindo culito! ¡ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! Susurraba pegándose a mi espalda, mientras mordía mi nuca y hombro, a la vez que pasaba sus manos por mi abdomen acariciándome.

Teniéndome así pegado a él unos minutos, fue poco a poco moviendo lentamente su pelvis, haciendo que su polla fuese deslizándose poco a poco por mis entrañas, haciéndome gemir por el gusto que me estaba dando.

Notaba su bulto de carne incrustado en mis entrañas, abriéndome el culo, y sus enormes pelotas pegadas a la entrada de mi ano, y como poco a poco esta se iba deslizando por mis entrañas, notando como rozaba mi próstata incrustándose en lo más hondo de mi culo.

¡Ohhh! ¡ohhh! ¡ooohhh! Gimoteaba notando como me iba follando, haciéndome su hembra.

Poco a poco iba incrementando la velocidad y las envestidas que me daba, hasta que se podía escuchar el golpeteo que daba su pelvis y pelotas al chocar con mi culo, cada vez que introducía su polla en él.

Plof, plof plof, se escuchaba junto a los gimoteos que daba yo, y al mulato gritar, toma putita, toma, toma maricón, querías polla ¿eh? pues toma polla, toma, gritaba ensartándome una y otra vez la chota el mulato.

Dios, yo no podía más, con cada envestida que me daba, prácticamente me levantaba en el aire. La polla del mulato me llegaba a la boca del estómago. Menos mal que él era fortachón, y con las manazas que tenía, me sujetaba pegándome a él, sino me hubiese empotrado contra la columna del túnel.

Ya llevaba un buen rato dándome por el culo, haciéndome su hembra, cuando empezó a apurar las envestidas, gritando, ¡ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto!

En esos momentos noté como su verga se hinchaba, empezando a eyacular dentro mía. Noté varios chorros largos derramarse dentro de mi culo, y como el mulato clavaba sus dedos en mi cintura, culeándome salvajemente.

¡Ohhh me corro! Me corro, me corro, ¡ooohhh ohhh maricón que gusto! Gritaba llenándome el culo de leche.

Una vez su polla terminó de soltar todo el semen que sus pelotas contenían, sin sacarme la polla del culo, manteniéndome abrazado a él, empezó a morderme la nuca y cuello, mientras me iba diciendo lo bueno que estaba y lo mucho que le gustaba.

¿Te gustó mi hembrita? te gustó como tu papito te ha preñado, ¿eh? Me iba diciendo, manteniéndome abrazado a él, sin dejar de mordisquearme.

Teniéndome así abrazado, llevó su mano a mi polla y genitales, viendo que yo seguía empalmado y con la polla toda pringosa.

¡Uy, pero si mi putita no se corrió! Me susurraba al oído, empezando a menearme la polla.

No te preocupes mi hembrita, ya verás como ahora vas a tener un orgasmo, decía sin dejar de menearme la polla.

Empecé a temblar y gemir, notando como mi polla empezaba a eyacular, soltando largos trallazos de semen que fueron a pegar contra la columna de aquel túnel.

¡Ohhh! ¡ooohhh ohhh! Me corro, me corro, gritaba yo soltando varios trallazos de semen.

Así mi hembrita, así, suelta toda tu lechita, me decía el mulato meneándome la polla mientras me mantenía abrazado a él y me mordisqueaba el cuello y nuca.

Una vez terminé de eyacular y no salía nada de mi polla, notando como su verga iba saliendo poco a poco de mi culo, me soltó de su abrazo, y dándome la vuelta para ponerme frente a él, sujetando mi cabeza con sus grandes manos, pasó su lengua por mis labios, luego de lamer mis labios con su lengua, mordió mi labio y mientras me daba piquitos en los labios, me iba empujando con sus manos haciendo que me agachara, diciéndome que ahora le chupara la polla y se la dejara limpia.

Anda putita, abre la boca y chupa la polla que te hizo gozar tanto, y saborea la lechita que te ha preñado, haciéndote toda una hembrita.

Haciendo lo que me decía, me agaché poniéndome de cuclillas, y llevando aquella verga que terminaba de darme por el culo, dejándomelo preñado de leche, abrí la boca empezando a chuparla.

Así maricón, así, trágala toda y chúpala. Así, déjala bien limpita, ¡ooohhh que goloso y vicioso me saliste, maricón!

No sabía mal, estaba pringosa y resbaladiza, gustándome como sabían los restos de semen que quedaban y la flacidez de la chota del mulato.

Una vez le hube dejado limpia y reluciente la polla al mulato, levantándome, empecé a recoger la ropa, vistiéndome mientras el mulato me acariciaba el culo y esperaba a que me vistiera. Una vez vestido, salimos los 2 juntos del túnel, acompañándome él hasta prácticamente mi casa.

Allí nos despedimos, no sin antes manosearme de nuevo el culo el mulato, y quedando para vernos otra vez y volver a ser su hembra.

Iba para casa, con el culo bien abierto y follado, y sobre todo repleto de semen, con el que el mulato me había preñado aquella noche en el túnel de la avda. de Salgado Torres, que hay en mi ciudad, La Coruña.

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