La junta con los ejecutivos avanzaba y mi jefa, Paulina; aún no me mandaba la información de última hora que me iba a pasar, me sentía como el niño del salón que llegó al examen sin estar totalmente preparado. Bueno, sí iba preparado pero tenía un as bajo la manga para que los ejecutivos se decidieran por nuestro equipo y dependía de Paulina para eso. Lo habíamos planeado en secreto y hasta el último momento lo daríamos a conocer para evitar que algún otro equipo nos robara la idea.
Yo sabía que así lo teníamos calculado, solo hasta que le mandara la señal ella me mandaría la información completa.
Pero ya habían pasado 5 minutos desde que le di la clave y ella no daba señal de vida.
Mi teléfono vibró y disimuladamente vi el nombre de Paulina en mi teléfono.
Abrí el mensaje y casi me voy de espaldas con todo y silla los sueños eróticos y las ganas de recorrer su cuerpo me invadieron al instante.
Era uno fotografía de ella. Paulina estaba semidesnuda sentada al borde de su cama y frente a un espejo sus piernas de Ébano abiertas de una forma sugerente, una mano sobre su rodilla y la otra en el teléfono que tomaba la fotografía, sus bragas color vino, la silueta de su cintura invitando a pecar, sus perfectos pezones prietos como el ónix adornando sus tetas. Su sonrisa es todo lo contrario a la inocencia; es pícara y traviesa una invitación declaración de intenciones, una invitación a pecar.
Es una fotografía impactante y soberbia. Sin mucha producción, ni adornos, ella es suficiente para llenar la imagen.
Su belleza en toda su extensión.
La imagen me descolocó y sacó de balance y mi verga reacciono de inmediato endureciendo bajo mis pantalones.
Todo eso en menos de un minuto que Paulina tardo en poner un lo siento y mandar el archivo correcto.
Tuve que pedir unos minutos para poder concentrarme de nuevo en la exposición.
Pero los sueños eróticos que la imagen de Paulina despertaron en mí no se fueron.
Creo que no se irán hasta que la tenga entre mis brazos.
Al final de la reunión salí de ahí con el proyecto autorizado, lo que suponía una buena entrada de recursos que beneficiaria los bolsillo de todos.
La celebración fue en un bar cerca de la oficina pedimos cerveza y papas fritas. Se prolongó hasta cerca de la medianoche. Cuando todos comenzaron a despedirse solo quedamos Paulina y yo, teníamos un festejo a parte y ningún otro integrante del equipo estaba invitado.
Elegimos el departamento de Paulina porque queda más cerca que el mío.
Con una mirada me invitó a pasar y cuando vi su sonrisa supe que hoy no iría a dormir a casa y lo más probable era que ninguno de los dos se durmiera por un buen rato.
Subimos los dos pisos a pie, como si fuera un adolescente no pude evitar tocar su trasero en los recodo de las escaleras.
Busco las llaves en su bolsa y abrió la puerta me indicó que la siguiera así que entre después de ella al departamento que estaba sumido en la semioscuridad ya que por una de las ventanas se filtraba la luz del alumbrado público.
Su gato Ramses ronroneo alrededor de sus piernas restregándole la cola a la altura de las rodillas. Fue a la cocina le sirvió un poco de comida y luego sacó un par de vasos y una botella de whisky. Tomamos un par de tragos más entre besos y caricias…
Luego Paulina se levantó del sofá desnudándose poco a poco mientras caminaba en dirección a su habitación.
Tenía la boca seca por el deseo y el corazón me latía rápidamente, la seguí de cerca disfrutando el contorno de su figura en la oscuridad.
Cuando entré a la habitación no la vi, pero escuché el agua corriendo en el cuarto de baño y como la puerta estaba abierta la seguí hasta allá mientras era mi turno de desnudarme.
Por fin la pude ver completamente sin ninguna pantalla que se interpusiera, a plena luz, sin ninguna sombra que ocultara algo.
Ella estaba de espaldas con su cuerpo bajo el chorro del agua, la vista fue maravillosa . Su piel brillaba húmeda y sensual. Admiré en silencio su cuerpo, el pelo mojado sobre su espalda, su trasero firme y sensual, su cintura, sus espectaculares caderas, esas nalgas morenas redondas y apetecibles.
Me acerqué a ella y no pude evitar darle una nalgada antes de acariciar su cuerpo.
Pase mis dedos por toda su anatomía antes de tomar el shampo y comenzar a dar un masaje sobre su cabello, se relajó de inmediato cuando mis dedos acariciaban su nuca y la parte de las sienes, enjabone su cuello y baje por su espalda hasta llegar a las nalgas donde me detuve algunos momentos disfrutando de ellas, seguí por sus muslos hasta enjabonar sus pies, luego le di la vuelta y enjabone la parte delantera de su cuerpo, fue un verdadero placer acariciar y endurecer sus senos, tocarlos y besarlos; luego su abdomen y por fin mis dedos llegaron llenos de deseo a su pubis.
Un negro y fino vello púbico acarició mis yemas antes de sentir una humedad que no venía del agua que caía de la regadera. Gimió cuando mis dedos comenzaron suavemente a masturbarla.
Introduje un par de dedos en su vagina mientras mi pulgar seguía dando un masaje circular en sus puntos más sensibles.
Paulina abrió sus piernas disfrutando mis caricias luego se abrazó a mí mientras mis dedos juguetones en su sexo llevándola al clímax. Sus piernas temblaron al momento del orgasmo, tuve que sostener su peso mientras le pasaba el placer, sentí como mordía mi hombro derecho ahogando ahí sus gemidos.
Luego ella tomó el control y al igual que yo lo había hecho ella enjabono mi cuerpo sin dejar nada por cubrir, jugó con mi verga y mis testículos mientras la otra mano jugaba en mi trasero con una sonrisa pícara.
Cuando se hinco frente a mí descubrí el paraíso, su boca se cerró sobre mí falo y comenzó a succionar mi verga, sus manos acariciaban mis bolas y me masturbaban coordinadas con su boca, su lengua jugaba por todo el falo, lo metía por completo en su boca y me llevaba poco a poco a la gloria.
Eyacule en la boca de Paulina llenándola de grandes chorros de leche, sus ojos nunca se desviaron de los míos, no dejo caer ni una sola gota, limpio mi pene con su lengua hasta que este perdió su dureza. Reímos mientras nos secamos mutuamente, pero esto apenas comenzaba y ambos teníamos ganas de más así que cuando quedamos secos ella salió del baño.
Me pidió que la esperara 5 minutos cuando salí del cuarto de baño Paulina seguía desnuda, pero estaba en tacones y traía puesto un plug con una enorme cola blanca que colgaba en medio de sus nalgas, se veía hermosa y exótica, sentí que mi verga creció varios centímetros, me sentía duro y grueso, tal vez como nunca lo he estado.
Ahí estaba Paulina como una diosa erótica reina de la lujuria.
Vi el espejo donde se tomó la foto y lo llevé a un ángulo donde ella pudiera observar su rostro mientras follabamos. Aunque sin duda ella sabía lo bien que se miraba al coger, yo quería que viera su reflejo, que se diera cuenta del efecto que su cuerpo causaba sobre cualquier hombre, pero también quería que se viera como si fuera la protagonista de una película para adultos, que viera sus gestos en el reflejo. Que disfrutará viendo como mi verga entraba en ella una y otra vez.
—Eres una zorrita muy hermosa y traviesa.
No espere más y la cargue hasta la cama, pero no la recosté en ella, la baje de pie justo frente al colchón y le pedí abrir las piernas. Luego me recosté sobre el colchón en una posición que me permitió poner mi cabeza entre sus piernas. La vista desde ahí fue magnífica; su culo y esa cola saliendo de él, su vulva oscura y brillos a deseosa, el color rosado de su vagina expuesta y la notable hinchazón de su clítoris excitado.
Acerqué mi cabeza hasta que mi lengua alcanzó a probar las mieles de su cuerpo y comencé a lamer, lamía entre sus pliegues abría con mi lengua su vagina metiéndola lo más posible, subía hasta succionar su clítoris provocando sus gemidos y aumentando su placer. Mis manos fueron las cómplices perfectas pues mientras una acariciaba su trasero, piernas y espalda la otra jugueteaba con sus tetas.
Paulina se sentó en mi cara cuando el primer orgasmo la alcanzó, sus jugos fluyeron sobre mi boca y seguí moviendo mi lengua hasta que mi verga me exigía entrar en ella.
Cuando me detuve con la intención de penetrarla ella me indicó:
—Los condones están en el cajón de encima.
Ya no había más juego previo, yo estaba duro como una roca y ella húmeda como la tierra recién llovida.
Mientras agarro el preservativo y lo extiendo sobre mi verga Paulina se acomoda en su cama esperando que la penetre su subordinado. Su culo está en alto y me sorprende saber que de esa manera se ve aún más buena que junca, sus tetas están pegadas al colchón y sus manos abren su trasero exponiendo su sexo para mí.
Hago a un lado la cola de zorra que sale de su culo y la acomodo sobre su espalda observando que se ve hermosa. Luego de un segundo de embelesamiento ante ella la penetro lentamente, siento como tu cuerpo vibra al recibirme y como de tu boca escapa ese primer gemidos que me excita, puedo sentir como su sexo se va abriendo ante mí invasión.
Disfruto entrar en ella centímetro a centímetro y notar como su humedad baña mi polla.
Cuando toda la extensión de mi verga está dentro de ella y mis bolas chocan contra sus muslos me aferro a sus caderas y comienzo un vaivén delicioso, un ritmo que nos vuelve locos: sueños de placer vueltos realidad entre tus piernas.
Entró suavemente en Paulina una y otra vez, me vuelve loco escucharla y sentirla, pero luego de unas embestidas lentas y profundas mis movimientos se vuelven más violentos. Ahora entró en ella con fuerza y mayor velocidad.
Paulina me pide que no pare, que le dé más duro, justo como lo estoy haciendo. Sus manos buscan desesperadamente a que aferrarse y son las sábanas las que pagan el precio de su orgasmo. Es delicioso verla y escucharla, yo también estoy a punto y siento como mi verga se endurece más y ella lo nota y gime de placer.
—¡Que rico!
—¿Te gusta?
—Siiii
Detengo los movimientos cuando el orgasmo me alcanza, pero mi verga sigue dura y comienzo a moverme de nuevo mientras mi mano derecha acaricia su clítoris, doy una nalgada de vez en vez y jalo de su pelo un poco algunas veces, Paulina está llegando nuevamente al clímax pero esta vez son chorros los que anuncian su placer y luego de ese maravilloso orgasmo no puede mas y se deja caer sobre el colchón mojado mientras yo caigo sobre su espalda, salgo de ella, pero sigo recostado sobre su espalda mientras nuestras respiraciones se recuperan…
No sé cuánto tiempo pasa antes de quedarnos dormidos solo sé que despertamos en la misma cama yo con mi verga dura y ella con una sonrisa de ganas.
Quitándole la cola le dije:
—Aún falta que te folle por aquí…