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Follada por jóvenes en el botellón
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Soy una mujer casada, treintañera, y me siento insatisfecha con el sexo que tengo en casa, por lo que suelo serle infiel a mi esposo. Hace tres semanas, aprovechando que él estaba de viaje, me decidí a ir a una de las zonas donde los jóvenes de mi ciudad hacen botellón buscando la posibilidad de tener sexo con algún yogurín.

Muchos de los chicos y chicas se sorprendían al verme allí por la diferencia de edad, otros, los que no iban acompañados por chicas, se decidían a hacerme propuestas de sexo a gritos.

En una zona apartada vi un grupo de cuatro chicos bebiendo junto a un coche. Me acerqué a ellos y entablé conversación. Eran universitarios de entre 18 y 20 años. Pronto me invitaron a tomar algo y así entablé conversación con ellos. Ellos vieron claro lo que yo buscaba y yo no tardé en proponerles que me follaran, en grupo o por turnos.

Nos subimos al coche y fuimos a una zona apartada. Bajamos del vehículo y allí empezaron a hablar de cómo hacerlo, decidiendo que al ser cuatro, lo mejor sería turnarse. Entonces el tema era decidir el orden en que me irían usando. Todos querían ser de los primeros ya que no teníamos condones, iba a ser a pelo todo y estaba claro que los últimos meterían su polla en mi vagina llena de la leche de los que me iban a follar primero o en mi boca tras haber recibido ya alguna corrida anterior. En este aspecto yo les dije que por la boca no se preocuparan porque me iría tragando la leche que me echaran en ella.

Se jugaron el orden en que gozarían de mi cuerpo a pares o nones, resultando que los dos que eran hermanos serían los primeros. Me desnudé y apoyé la espalda en el capó del coche. El dueño propuso, y fue aceptado, que pusiera las manos en cruz y con unas cuerdas que sacaron del maletero me amarraron de las manos a los espejos retrovisores, al tiempo que me abrían las piernas. Las mamadas, dijeron, serían al final.

El primero de los chicos, de 20 años, se bajó los pantalones y se acercó a mi con el pene ya erecto, un pene muy normal, de unos 15 o 16 centímetros, que me metió de un fuerte empujón, comenzando los movimientos de penetración. Al mismo tiempo me daba bofetadas y me llamaba puta, mientras los otros tres miraban bebiéndose un cubata. En unos cinco minutos se corrió y llenó mi coño de leche, no llegando yo al orgasmo.

Se retiró y ocupó su sitio su hermano, un chico rubito y delgado de 18 años con una polla más grande que la de aquel que metió dentro de mí en un fuerte estado de excitación. Yo le pedí que también me abofeteara y me insultara, aunque él prefirió centrarse en mis pezones, que mordisqueaba. No tardo mucho mas que su hermano en correrse, lo que hicimos al mismo tiempo, aunque su semen fue mucho más abundante, y yo ya notaba como la leche de ambos me chorreaba por los muslos.

El que seguía en el turno también se percató y dijo que quería un agujero mas limpio, así que propuso que me colocaran sobre el capó boca abajo para penetrarme analmente. Yo al principio no estaba muy de acuerdo porque no tenía forma de lubricarme, pero al ver que el pene era más bien pequeño, acepté. Así, jaleado por sus amigos, penetro en mi culo y cogiendo mi pelo marcaba el ritmo de las embestidas, que duraron por lo menos 10 minutos antes de que notara como se corría dentro mía.

El cuarto dijo que prefería dejar su penetración para el final, "cuando ya le haya chorreado toda la leche fuera" dijo, y que quería que se la chupara. Su polla, totalmente depilada, no me la podía meter en la boca si no cambiaba de postura, por lo que me soltaron, él apoyó su culo en el capó y yo me puse de rodillas delante suya. Empezó a follarme la boca, mientras sus amigos ya no aguantaban mas y comenzaban a pajearse. Chupar es una de las cosas que más me gustan y que dicen que mejor hago, por lo que en pocos minutos sentí como su leche corría por mi garganta.

Se apartó y tomó el relevo el que me había follado primero. Su excitación era tal que tardó poquísimo en llenarme también la boca de leche, que me tragué rápidamente. El que me folló por el culo fue el siguiente en darme un buen chorro de leche que recorrió de nuevo mi garganta.

El que no me había penetrado me hizo ponerme a cuatro patas en el suelo y por detrás me clavó su polla en mi vagina. Los otros, mientras, sobaban todo mi cuerpo, sobre el que echaron algunos escupitajos al tiempo que me abofeteaban y me insultaban. La cuarta corrida interna no tardó en llenar mi coño y con ella mi segundo orgasmo.

Fue una fiesta especial que terminó tomando una copa con ellos y prometiéndoles repetirla, aunque de uno en uno y por separado, para lo que intercambiamos números de whatsapp.

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