Follada otra vez (cap. 13): Adorando la polla

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Hola, les cuento otra experiencia. Estaba en casa, entrada la noche y me había vestido de mujer, lencería muy sexy, sin maquillaje ni peluca ni tacones. Repentinamente un amigo vecino tocó el timbre. Creo que me había visto al asomarse por debajo de la puerta. Seguía siendo tv de clóset. Dudé si dejarlo entrar aunque por sus conversaciones se notaba medio degenerado. Él insistió empujando con fuerza la puerta y pensé, qué diablos le abriré, pero antes me puse encima de la lencería un pants y una sudadera.

Abrí la puerta y entró, lucía una enorme sonrisa, conversamos un poco y de repente me dijo que si no andaba yo muy caliente, lo cual, era muy cierto. Le pregunté que si podía guardar un secreto le mostraría algo, dijo que sí visiblemente excitado, así que me saqué pants y sudadera mostrando la ropita de mujer que llevaba debajo. Eran un brassiere de media copa, escote profundo, pull up y broche al frente.

No he dicho que me habían crecido un poco el pecho en la adolescencia, que llegaron a copa B, antes me avergonzaban, pero ahora me encantaban, también, tenía trasero de nena y piernas torneadas, unos hermosos pies, en fin; llevaba una linda tanga de encaje color negro de hilo por detrás que se me metía en medio de las nalgas y por delante un triángulo diminuto en forma de corazón rojo, apenas cubriendo mi diminuto pene; también, un liguero morado de encaje. Mis piernas, nalgas y zona del ano perfectamente depilados, me voltee para mostrarle mi redondo, voluminoso y anhelante trasero.

Al verme de inmediato me abrazó por detrás poniendo sus manos sobre mis pechos y el bulto de su pene pegado a mis nalgas, yo gemí y comencé a sentir esa emoción que antecede una deliciosa sesión de sexo. Él me besó el cuello y los hombros mientras susurraba, -Ay amor, te ves buenísima y muy putita-, di un gran suspiro y me voltee, me besó apasionadamente y me empujó hacia abajo quedando frente a su bulto de carne.

Abrí su pantalón, bajé su trusa y saltó un hermoso pene, grande, no muy grueso, pero sí muy cabezón, con las venas hinchados y escurriendo su tibio liquido preseminal mezclado con olor de sudor de pubis de macho y restos secos de orina. Era una verdadera delicia esa secreción viscosa, líquida que facilita la penetración, pero yo me la bebía relamiéndome de gusto. Me fascina que se me impregne ese aroma en los labios y mamar una polla hasta que se ponga dura como leño. Por cierto, otra cosa que adoro es tragarme el semen.

Como ven es uno de mis fetiches ese olor de verga, precum, sudor púbico y orina, y esta vez al igual que siempre, lo disfruté como nunca, luego de lamer esta delicia le pregunté, -Papi, ¿quieres que te mame la polla?-, sin esperar respuesta, tomé su pene con ambas manos, lo besé varias veces y me lo metí en la boca, comenzando una espectacular mamada. Lo besé, mordisqueé y chupé hasta que su olor se me impregnó en los labios.

Me incorporé y le susurré al oído –Ya métemela y rápidamente me puse de perrito. Colocada en el sofá y abriendo mis nalgas con ambas manos, le mostré mi palpitante y deseoso botoncito de amor. Me la metió toda lentamente mientras yo gemía discreta, se quedó quieto unos segundos y la sacó de mi culo.

Luego, jugó un poco metiéndome sólo la cabeza húmeda, tibia y suave, la metía haciendo círculos y empujando cada vez más el tronco hacia el interior de mi intimidad anal. Me puso como loca de placer y comencé a gemir ya ruidosamente, luego de algunos minutos de este juego desesperante que me producía un enorme deseo de que me la clavara toda, sin importar que mi culito no estuviera bien dilatado. Me introducía más verga en cada embestida y ya gritaba como una loca adoradora de los penes, de pronto, me la clavó toda hasta el fondo de mi ser.

Pude sentir su vello púbico rozando mis nalgas, entonces, yo empuje hacia atrás, al encuentro de esa delicia de polla, abrí bien mis nalgas y puje con el culo, se me resbaló hacia adentro como si me metiera también las bolas. Comenzó así, un ritmo violento de embestidas su pene entraba y salía desde la cabezota y luego, todo el tronco de carne dura, pero suave. Era un paroxismo de placer anal, juré adorar las vergas con toda devoción, me abría el ano y mi entresijo se aferraba a esa barra de carne viril.

Finalmente, después de varios orgasmos anales estalló su polla vaciando vario litros de semen tibio y pegajoso dentro de mi entresijo, o así lo sentí en mi locura de puta transexual. Un chorro tras otro, parecía no terminarse la dotación que llevaba en las pelotas. Dejó de moverse desplomándose sobre mi espalda y caímos en el sofá exhaustos, pero felices. Di gracias a la diosa verga y me zafé escurriendo el semen desde mi ano hinchado por aquella tremenda cogida. Él se acomodó la ropa, besó mi espalda y salió rápido, yo quedé llena de placer y de semen, dormité un poco y pasé al baño a limpiarme los residuos de aquella delicia. Bye, amiguis, espero que es haya gustado. Hasta la próxima.

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