Con mi amor platónico
“Gabi, Gabi por favor dame tu lechita, te lo pido, la necesito acá dentro de mi conchita… por favor…”
Si hubiera sabido que escucharía esa frase de los labios de Cami, la chica de la que estuve irremediablemente enamorado durante 10 años, habría sido feliz toda mi vida.
Esta historia tiene un componente real, aunque no todo sucedió de esta forma. Además los nombres están cambiados por razones obvias.
Cami era una chica que conocí en un viaje del cole en unas olimpiadas de historia. Yo no era taaan buen alumno, pero mi abuelo siempre me contaba las cosas que pasaron en el mundo, así que sabía una banda de eso, por lo que un día que tomaron el examen en mi colegio para ver quien entraba al equipo, lo tomé y entré como primer titular. Fue una locura.
Pero esa locura me llevó a Bahía Blanca a conocer a Cami en estas olimpiadas. Ella no me gustaba particularmente, pero como nuestras profes eran amigas estuvimos juntos todo el tiempo y nos hicimos amigos.
Me enamoré de ella en su siguiente cumpleaños. Ella entró con su vestido como princesa y mi corazón quedó perdidamente enamorado desde ese día y para siempre.
Pero yo era un chico cobarde, y durante años no le dije lo que sentía, ni siquiera la vi más. Ella tuvo un par de novios y cortó. Un día, tome el valor necesario y le dije lo que sentía. Ella tiró evasivas. Sin embargo, no perdí la esperanza y cada tantos meses la invitaba de nuevo a salir.
Un día, casi 10 años después, finalmente dijo que sí. Mi corazón daba vuelcos de alegría al saber que dijo que sí. Camila me estaba dando una oportunidad, y no la iba a desperdiciar.
Quedamos en vernos en un parque de la ciudad. Llegué y estaba re nervioso, sería mi única oportunidad con mi amor platónico. Sin embargo, tome aire, respiré tranquilo y me dije a mi mismo: “Esta es tu oportunidad. Sé tu mejor versión y todo irá bien”.
Estaba inmerso en mis pensamientos cuando siento que alguien me llama de atrás.
“Hola Gabi”
Era Cami. Se veía más hermosa que nunca y sonreía tras decir mi nombre.
“Hola Cami. Vamos para allá, querés?”
Charlamos de mil cosas mientras caminamos por el parque, nos sentamos en un banquito y seguimos la charla. Fue hermoso y divertido. Ella se reía y hablaba hasta por los codos, hablaba más de lo que recordaba, pero me gustaba incluso más, si es que era posible. Pasaron 3 horas y seguíamos ahí.
Finalmente se hizo de noche, y decidí llevarla a su casa.
Subimos a mi auto, fuimos hasta su casa y antes de bajarse, pensé que era ahora o nunca, y le di un beso corto y rápido. Ella se detuvo un segundo, me miró y me acercó la cara para besarme en serio.
Fue el beso más lindo de mi vida.
La seguí besando y, como ella no me dejaba, simplemente seguí. Le puse la mano en la cara y la otra en la cintura, y comencé a besar apasionadamente, dejando ir todo aquello que sentí por ella durante 10 años.
Ella sintió la intensidad del beso y no solo no lo cortó, sino que siguió besándome intentando igualar la intensidad, sin lograrlo.
Finalmente ella corto el beso para tomar aliento, y me preguntó:
“Querés pasar un rato?”
Estacioné y entré con ella a su departamento, pensando con qué me iba a encontrar.
“Vivís con tus viejos, Cami?”
Ella rio y respondió:
“No, vivo sola”
De pronto, mi corazón empezó a latir a un millón por hora, y más fuerte. No solo acababa de besar a mi amor platónico de toda la vida, sino que quizás… solo quizás…
Entramos y me senté en un sillón que había en la sala principal. Mientras hablábamos ella fue a preparar mate.
Un conjunto de pensamientos arrasaba mi mente desenfrenadamente. Estaba por pasar algo increíble. Sabía que se avecinaba el momento más hermoso de mi vida. El miedo me invadió. Y si lo arruinaba? Y si lo hacía mal? Y si me hice toda la película en mi cabeza y al final no pasa nada? Y que pasa si acabo muy pronto al fin y al cabo, sería mi primera vez…
De pronto, ella se sentó al lado mío con el mate y todos los pensamientos se disiparon. Solo quedábamos ella y yo. Afortunadamente, lo último que alcancé a pensar fue que simplemente iba a estar ahí y disfrutar el momento, fuese como fuese. Gran decisión.
“Mi ex novio fue un idiota. Siempre lo vi charlando con otras chicas y un día lo descubrí engañándome”
“Wow Cami eso suena horrible. Que tipo imbécil.”
“Si. Pero después de eso me di cuenta de que estaba persiguiendo los chicos incorrectos. Supongo que mi papá también es medio un desastre, y eso no ayudó”
“Que mal. Igual no todos los hombres son idiotas, espero que no caigas en ese pensamiento, muchas piensan eso cuando los que se cruzaron fueron unos imbéciles”
Cami levantó la vista para mirarme y sonrió. Después de eso dejó el mate en la mesa y me besó como antes. Me dejé llevar y mientras la besaba le agarré una de sus tetas, por fuera de la ropa. Ella era alta y tenía tetas bastante chicas, pero eso la hacía ver más dulce. Se dejó y mientras me besaba me acarició el pelo. De pronto, ella cortó el beso.
“Sabes, Gabi, sé lo mucho que sentís por mí. O sentías, al menos. Hace unos años me llegaron tus mails anónimos y me pareció algo re dulce, pero yo estaba en otra.”
Me entró miedo de nuevo. Ella sabía lo que sentía por ella? Y si era así… que sentía ella por mí?
“Cuando fui engañada me di cuenta de que si seguía con esos chicos que solo buscan estar con una chica por sexo nunca voy a estar con alguien a quien realmente le importe… Y sé que a vos te importo”
Yo hice silencio, a duras penas.
“Todas las veces que me invitaste te me regalabas así que me dejabas de interesar. Pero ahora sé que lo hacías porque lo que te pasa por mí en realidad es re fuerte”
Ya no podía quedarme más callado
“Wow Cami, que loco que pensaste todo eso, pero…”
“Estoy lista para estar con vos”
Su frase me enmudeció. Ni siquiera sabía que responder. Que significaba eso? Quería ser mi novia? Quería coger? No sé qué era lo que quería en ese momento pero no me detuve a pensarlo. Sonreí como nunca antes y le di un profundo beso a mi amor platónico.
Le mordí la boca suavemente y pasé mi lengua hacia la suya. La tomé de la cabeza por la nuca, entrelazando mis dedos con su pelo y le di un beso en la comisura del labio. Realmente por esa chica sentía el más profundo amor. Le di un beso en la frente y ella sonrió. De pronto su mirada se volvió menos alegre y más lasciva, y puso una mano en mi muslo, muy cerca de mi zona privada.
Sin pensarlo dos veces, me desabrochó el botón del jean y bajó el cierre de mi pantalón. Me lo sacó por completo. Quede solo en bóxer con mi miembro dentro muy erecto y expectante. Me bajó el bóxer y vio lo que contenía dentro. Me miro a los ojos y mi amor me dijo:
“Te la puedo chupar?”
Alcancé a asentir solo una vez. Mi mente no daba crédito a lo que estaba pasando. Camila me tomó las bolas con su mano derecha, acarició con sus uñas lo que veía y, aunque jamás me había afeitado ni una vez ahi abajo, ignoró mi pene y fue directo a lamerme las bolas. Se metió las bolas adentro de su boquita y me miraba mientras mi pene se ubicaba en su cara entre su nariz y el ojo derecho. Mientras tenía mis pelotas dentro de su boca empezó a jugar con ellas con su lengua, provocando espasmos en mi pene de tentación y placer. Recién cuando vio mi pija latiendo soltó mis bolas. Sentí una necesidad de contarle algo en ese momento.
“Cami, si seguís así voy a terminar. Tengo más de 70 días sin eyacular así que ojo que va a salir un montón.”
Camila se detuvo un momento. Pude ver que lo que le acababa de decir la excitó sobremanera. Era como si eso la calentará mucho más, pero también la intrigara.
“Como es eso, no te haces la paja??” -dijo, casi acusando.
“No, no lo hago porque me permite lograr ser mejor con las chicas, y por lo que ves sos la prueba de que funciona”
“O sea me estás diciendo que si me meto eso en la boca me voy a tragar un litro de semen??”
“Bueno… es que”
“No expliques más.”
Y dicho esto se metió mi pija en su boca salivándola toda, succionando y lamiendo desenfrenadamente, como si de verdad deseara que lo que acababa de decirle ocurriese.
Su boca era súper cálida, y su lengua hacía exactamente lo que mi cerebro le pedía, como si le diera órdenes. Cami sabía lo que hacía, y quería mi semen. Por supuesto, no faltó mucho para que estuviera a punto de alimentar a Cami con mi lechita. Ese pensamiento me mataba y me dejó al borde de pintarle la boca de blanco.
Pero se detuvo. Ella seguramente tenía su experiencia y sabía exactamente lo que estaba haciendo.
“Cami, metétela de nuevo que estoy ahí”
“Nop. Tengo otros planes”
Y tomó mi mano y me llevó a la cama. Me la bajó un poco el no poder terminar ahí, pero lo pude soportar, así como soporté 70 días sin descargar. Además, era claro que lo mejor estaba por venir. Tirándome del brazo como si no soportara más la espera, me tomó y se sacó la ropa, mientras yo hacía lo mismo. La detuve cuando se quedó solo en ropa interior.
Ver a Cami casi desnuda me enterneció. Solo la había visto así en Instagram, pero esta vez en vez de bikini era un corpiño blanco muy revelador y una bombachita súper íntima del mismo color.
Me tomé mi tiempo, y le desabroché el corpiño, revelando así sus tiernas y dulces tetas. No pude ir más lejos sin besarlas, chuparlas un poco antes de seguir. Ese toque de ternura me recordó lo mucho que la amaba más allá del sexo. Ella se dio cuenta de mis movimientos tiernos y sonrió el gesto dulcemente. Le bese la panza, el ombligo, hasta llegar a su bombacha, ella aún parada en su metro 75 centímetros. Metí mis manos en su cola por dentro de la ropa interior, y empecé a revelar su vagina, una hermosa raja decorada por su hermoso vello púbico.
“Perdón” -me dijo. “Me gusta así”
Ella ya sabía que a mi también así que sonrió en complicidad. Yo le borré esa sonrisa con una lamida desde lo más abajo que llegué hasta su ombligo, metiendo mi boca dentro de este. Ella gimió y luego se rio.
Empecé a chuparle la concha a mi amor platónico con una ternura de película. Besos tiernos, lengua lo más lejos que llegara y movimientos circulares en el clítoris. Ella estaba re mojada y yo ya no aguantaba más. Quería hacerle el amor.
Ella me detuvo y levantó mi cabeza.
“Gabi, metémela”
Me invadió el fuego dentro de mí y recordé que mis preservativos quedaron en mi billetera. La tomé y los saqué, suspirando aliviado por encontrarlos. Sin embargo, ella me tomó la mano y me dijo:
“No, Gabi. No quiero. Soy alérgica al látex.”
Mi corazón se aceleró. Era posible ser alérgico a eso? O solo quería cogerme sin forro?
“Si estás preocupado por las ets, me acabo de hacer un estudio, y no tengo.”
Pero ella sabía que no era la única cosa de la que protegerse. Sin embargo, era mi primera vez sexual y quizás ella lo hacía aún más especial con esto. Cierto, debería decírselo.
“Cami, también quería decirte algo. Soy virgen, y esta va a ser mi primera vez. Amaría que mi primera vez sea con vos”
Ella se sentó, tomó los preservativos y los tiró lejos.
“Entonces hagámosla especial. Sin protección”.
Amé lo que dijo y le di un beso. Recién al minuto me di cuenta de lo que dijo. Sin protección? Acaso ella no tomaba pastillas?
“Cami, si quiero hacerlo con vos sin forro. Pero estás tomando pastillas anticonceptivas por lo menos?”
Su mirada hacia abajo la delató
“Bueno… No… No estoy tomando.”
Su cara se ruborizó aún más de lo que estaba y de pronto entendí todo. A ella le excitaba el riesgo.
“Cami… Estoy listo para estar con vos. Sin protección”
Su rostro se iluminó y me abrazó. Me acosté al lado de ella y le dije serio.
“Pero antes de hacerlo necesito que lo pienses bien. Realmente me muero de ganas de coger con vos, y tener mi primera vez con vos sin protección, pero ahora estamos calientes. Que pasará después?”
La sonrisa de Cami no se borraba. Yo ya había accedido.
“Y… no lo sé. Eso es lo divertido. Quiero coger con vos sin miedo a las consecuencias y cada vez tengo más ganas así que dale”
“Y si quedas embarazada?”
“Por eso lo hago con vos. Sé que si quedo vos me vas a proteger, porque se y puedo ver cómo me querés”
No podía argumentar contra esa lógica. Tampoco quería hacerlo. De hecho, ella ya me había tocado en la fibra más profunda y, a decir verdad, la idea de que el amor de mi vida no tuviera miedo a quedar embarazada de mí me estaba matando de felicidad.
“Te amo” -solté
Ella sonrió y me dijo:
“Yo no sé si lo que siento por vos es amor todavía. Pero quiero hacer esto. Por favor Gabi. Quiero darte una primera vez ultra especial.”
“De acuerdo” -dije, sonriendo.
Me coloqué encima de ella y le di un hermoso beso a la chica de mis sueños. Coloqué mi pene encima de su vagina, listo para entrar y desvirgarme con el amor de mi vida.
“Ah” -dijo Cami, mientras la miraba en los ojos. “Y para que sepas… Estoy en mi día más fértil…”
Inmediatamente le di un beso y la penetré. Su vagina estaba tan húmeda que pasó muy fácil. Estaba dentro de ella.
Casi me desmayo en ese momento. La sensación era de otro mundo. El contexto simplemente intensificaba esa sensación en un 700% y mi amor había empezado a gemir.
Su conchita era tan cálida y mi pene encajaba a la perfección. Ella se empezó a mover al igual que yo intentando meterla más adentro. Sus paredes rugosas me rascaban las terminaciones nerviosas y mi glande se volvía más y más erecto. Le mordía el labio, le arañé la espalda y ella hacía lo propio, gimiendo descontroladamente.
La intensidad aumentaba y aumentaba, y Cami me pedía más y más. Comencé yo arriba de ella, luego ella se movió sobre mí y como una profesional giraba y empujaba sus caderas en torno a mi pene que hasta el día de hoy no me explico cómo no eyaculé en ese momento. Pero cuando fue el momento, y sentí que ella estaba cerca, saber que le estaba por dar un orgasmo a Cami fue demasiado para mí.
“Cami, me voy a venir”
Instantáneamente, Cami cerró sus piernas alrededor de mí, no dejándome escapatoria ni aunque lo deseara con todas mis fuerzas. Pero lo que deseaba con todas mis fuerzas, era lo contrario.
“Ni se te ocurra escaparte, deseo tu semen, Gabi… Por favor venite dentro, lo deseo… si me eyaculas dentro soy tuya, por favor… hago lo que sea…”
En ese momento surgió un plan en mí
“Lo que sea?”
“Siiii por favor adentrooo!!”
“Decime que me amas, que sos mía y lo vas a ser siempre”
Cami pensó un segundo, pero el deseo fue demasiado más fuerte y cedió sin remedio.
“Gabi, te amo!! Soy tuya y de nadie más… Y si me das tu lechita lo voy a ser ahora y por siempre!!!”
Me quedé atónito de lo que escuchaba, pero super enamorado y excitado a la vez.
“Gabi, Gabi por favor dame tu lechita, te lo pido, la necesito acá dentro de mi conchita… por favor…!!!”
De pronto el voltaje de dopamina me volvió a su mundo, anticipando el orgasmo más grande de mi vida, y por lo que me contó después, el de ella también.
Mi pene se endureció al máximo de su capacidad y sentí como las paredes internas de su rugosa vagina se contraían. Jamás hubiera podido salir.
“Cami!!!”
“Gabi!!!”
Salió lanzado el primer chorro de semen, golpeando en su vagina y llegando a su útero. Salió el segundo, aún más cargado que el anterior pintando su interior de blanco. Cami, al sentir los primeros chorros fluyendo hacia su interior, lanzó unos gemidos horribles de oír en un contexto diferente, pero que solo eran ella descargando su orgasmo provocado en inmediatez por el calor de mi líquido reproductivo ingresando en su casa.
Salió el tercer flujo de semen de mi pene hacia adentro suyo, casi tan cargado como el anterior y sentí como el reducido espacio se estaba llenando. Mi propio semen ya pasaba entre mi glande y su conchita, hasta llegar afuera. Con el cuarto, ya menguando la cantidad, mi vello púbico se manchó con mi propio semen saliendo de su vagina.
Hubo un cuarto, quinto, sexto y séptimo flujo, ya sin espacio, moviendo todo lo que existía dentro como manguera bajo el agua.
Los gemidos de Cami se volvían más normales de a poco. Los míos aunque me avergüence un poco ahora… no. Me sostuve un momento como pude, y ya no pude más.
Mi cuerpo colapsó sobre el suyo, y lo último que sentí antes de desmayarme unos segundos fue la suavidad de sus bellísimas y tiernas tetas.
Desperté quizás inmediatamente, quizás horas después, y seguía dentro de ella.
“No salgas Gabi. Quedate ahí un segundo más”
Recobrando la conciencia, la tomé de la cara y le di un beso. Uno de los más tiernos. Al moverme sentí como nuestros vellos púbicos estaban todos manchados con semen y finalmente la saqué.
Cami no dejaba de mirarme a los ojos.
“Te amo” -me dijo. Sé que lo decía de caliente, pero me gustó igual.
“Te amo” -respondí.
Esa noche, logramos hacerlo 7 veces más, debido a que llevaba carga de meses, y ella era ella. Bueno, siempre lo fue.
Al día siguiente después de hacer el amor me dijo:
“Tengo una idea súper loca. Casémonos”
Ni siquiera lo dudé.
Un año después, Cami y yo estábamos casados con una hija fruto de esa noche mágica en la que nos enamoramos de verdad, y estábamos esperando otro hijo.
Les deseo la misma suerte a quienes lo deseen.