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Fin de semana largo e inesperadamente divertido (3/3)
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Me desperté temprano preocupada y triste, esta noche o mañana Julia debería volver a su casa con sus padres. La idea de estar separadas me hundía en una profunda melancolía. Pero no había nada que hacer más que continuar la diversión, aunque para una despedida.

Se me ocurrió, para adelantar el futuro, llamar a algunos de los chicos de la clase para comer un asado. Tenía la idea de adelantar las condiciones del futuro entre ellos y nosotras. Por supuesto que debía contárselo a Julia. Preparé un rico desayuno y marché al dormitorio para despertarla. La encontré sentada llorando. No era necesario preguntar el motivo. Nos abrazamos y lagrimeamos juntas.

Le di unos besos y lamí sus lágrimas con cariño; lentamente se fue animando y tomamos el desayuno. Le conté mi plan y le gustó sin más. Creo que ella pensaba como yo que se trataba de crear un nuevo espacio para convivir. Rápidamente nos dimos una ducha juntas y nos vestimos para comprar las cosas para el asado, además había que llamar a los chicos.

Fuimos al mercado de la esquina caminando y enfundadas en shorts ajustados y remeras sin corpiño. Compramos carne, chorizos y queso para la parrilla; lechuga, tomate, cebolla, y pepinos para la ensalada.

De regreso pasamos por una obra en construcción desde donde unos jóvenes albañiles nos gritaron cosas subidas de tono. Nos paramos en la puerta de la obra para reír y disfrutar de los piropos. Eran tan zarpados y divertidos que no parábamos de reírnos, tanto que nos meamos y los albañiles lo advirtieron. Salieron y nos invitaron a pasar para ocultar el desastre. Claro que entramos.

Nos rodearon y trataban de secarnos con unos trapos. Olían a sudor, eran embriagantes, con manos fuertes y cuerpos musculosos. Nos dedeaban la cola y frotaban la entrepierna, pero pronto quisieron secarnos las tetas casi expuestas por las remeras. Nosotras les respondimos frotando sus bultos. Calientes como estaban liberaros sus vergas que nosotras chupamos con placer… y ese olor a transpiración que los hacía deliciosos. Mientras estábamos dobladas chupando uno dijo -Mirá! Compraron pepinos! Nos miramos con Julia adivinando y consintiendo lo que iba a ocurrir. A la par nos bajamos los shorts y las tangas. Nos manosearon el culo a placer y metieron sus dedos dentro.

Nos doblaron apoyadas sobre unas barandas, nuestras tetas y culos expuestos. Nos manosearon, la vagina de Julia y mi pija, diciendo -Que olor a meo que tienen… chupen estos dedos pasados por su meada. Notaron que nos gustaba. Uno dijo -Abran la boca putitas- y nos empezó a mear, pronto otro se sumó a él. Los otros dos nos mearon el culo.

Así empapadas nos metieron los pepinos en el culo como si nos cogieran. –Que putas como les entran los pepinos. La estábamos gozando a mil, pero queríamos más. -Queremos vergas! -grite. Se quedaron quietos sin saber qué hacer. Nos dimos vuelta y arrodilladas les chupamos las pijas meadas. Cuando estuvieron duras los cogimos de a dos. Julia culo y concha y yo dos en el culo, lo que los hizo alucinar, y acabar un montón.

Nos prestaron unas camisas grandes para poder volver a casa y nos despidieron con el deseo de repetir. Ya no habría pepinos para la ensalada.

Todo listo. Los chicos llegaron a eso de las 12 para hacer el asado. Eran seis, Bernardo, Sebastián, Marcos, Juan, Danilo y Manuel. Para recibirlos nos pusimos esos bikinis que se atan y que apenas te cubren las tetas. Divertidos nos manosearon al saludarnos. Se pusieron sus shorts de baño de natación para estar más cómodos, y a todos se les notaban sus bellos bultos.

Cenamos a eso de la 14, muy rico todo. Bernardo me acercó un chorizo entero y me dijo –A ver cómo los chupas mami- Así lo hice como si fuera una verga, mientras Bernardo me lo hacía traga más. Me babee las tetas en tanto me sacaban el chorizo de la boca; Marcos me las chupo para secarlas.

-Yo también quiero -Dijo Julia y Sebastián le acercó el embutido a su boca. Julia lo mojo un poco y tomando la mano de Sebas hizo que se lo metiera en la concha. Gemía de placer mientras todos se tocaban. Al rato lo sacó cortó un pedazo y me lo dio a comer con el sabor de su vagina. Todos quisieron probar, pero Julia no le dio a nadie.

Ya estábamos todos muy fogosos, pero continuamos la cena, aunque el vino corrió a más velocidad. Y servimos el postre: merengues de crema y dulce de leche. Estábamos todos un poco tomados y divertidos.

Los chicos pusieron sus vergas en la crema y el dulce de los merengues para que nosotras los comiéramos. Esas deliciosas pollas endulzadas estaban riquísimas y cada vez más duras. Bernardo empezó a cogerme la boca, mientras Danilo y Marcos hacían que Julia se tragara sus vergas juntas. Los otros tres llenaron nuestros culos de crema y dulce y empezaron a chuparlos, a pajearnos y pajearse.

Tan mojadas y encremadas estábamos que a Sebastián se le ocurrió una competencia entre nosotras para ver quién se bancaba mejor una botella en mi culo o en la concha de Julia. Empezaron con las de vino que nos calzaron perfectamente más allá del cuello; después con las de champagne con igual resultado. Nosotras gozábamos como locas y nos agarrábamos de sus vergas mientras nos penetraban con las botellas, ellos estaban fascinados.

Dilatadas como estábamos nos cogieron de a dos pijas juntas en nuestros hoyos; Julia más afortunada por recibir una tercera en el culo, pero yo la recibí en mi boca. Nos llenaron de leche deliciosa y pringosa que tragamos y esparcimos por nuestras tetas.

Así como estábamos todos nos tumbamos en el césped a dormitar.

Desperté junto a Sebastián, muy cerca de su verga. Aunque dormida era grande y me tentó. Estaba sucia y sus huevos transpirados, el olor y el sabor me excitaron más. Los lamí y chupé con su verga en mi cara, a la que pronto comencé a mamar. Sebas se empezó a mover en mi boca -¡Así puta trágatela toda! -Comenzó a girarse y me puso boca arriba con él clavándome la verga en la boca. Juan se acercó y empezó a lamerme el ano y pajearme. Me metió cuatro dedos que me recalentaron y pronto metió su verga en mi culo, al tiempo que Sebastián acababa en mi boca con un fuerte temblor. Ahora Danilo se sentó en mi cara haciéndome lamerle el ano y meterle mi lengua, mientras lo masturbaba. Pronto lo hice acabar en mis tetas y él reaccionó meándome el pecho y luego la cara y la boca; cuando terminó le chupé con pasión su pija meada. Juan seguía dándome bomba, caliente por lo que veía me puso en cuatro patas y se le ocurrió meterme dos dedos junto a su verga en mi culo, la dilatación me enloqueció.

Julia se acomodó en cuatro frente a mí ofreciéndome chuparle la concha y el culo, lo que me encantó. Mientras ella chupaba las vergas de Marcos y Manuel. Lentamente Bernardo se acomodó entre nosotras dos empezó a penetrar el ano de Julia, mientras guiaba mi cabeza para que le chupara el de él.

Con el rabillo de ojo pude ver que Danilo y Sebastián estaban haciéndose una paja cruzada entre ellos, un interesante juego que todos vimos. Suspendimos nuestros juegos y nos acercamos a ellos. Sin detenerse Danilo empezó a chuparme la pija, y, oh sorpresa, Sebastián se la mamaba a Bernardo. Marcos, Manuel y Juan iniciaron el mismo juego de pajas, combinándolo con dedear a Julia en la concha y el culo. Todos disfrutábamos a lo loco. Nos ordenamos y armamos un círculo continuo donde cada uno lo chupaba al de adelante y era chupado por el de detrás. Los chicos estaban muy entusiasmados y nosotras sorprendidas. Todo avanzó hacia una cogida grupal donde fuimos las beneficiarias de vergas y leche.

Como agradecimiento los chicos limpiaron los trastos y arreglaron todo mientras nosotras descansábamos. El precio del favor fue mantener el secreto de las chupadas entre los chicos.

Al anochecer se fueron y quedamos solas…

Al día siguiente nos separaríamos y eso nos acongojó terriblemente. Lloramos juntas toda la noche.

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