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Fiesta de sexo descontrolada
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Era una noche de mucho calor y mi padre Adel ha invitado a sus siete amigos de toda la vida a cenar a casa, están haciendo una deliciosa carne asada, desde mi ubicación puedo sentir el olor de la carne y eso me abre mucho el apetito.

Mi padre me habla para decirme que les lleve las botellas de cerveza a él y a sus amigos.

Estoy usando un vestido de tirantes color negro que deja muy poco a la imaginación por lo corto que es.

Voy hacia la nevera por las cervezas y los amigos de mi padre me empiezan a gritar que estoy hermosa y le hacen comentarios subidos de tono a mi padre, puedo escuchar que le dicen: seguro que disfrutas mucho de tu hija, Adel querido.

Ellos empiezan a comer la carne que ya está lista, pues, solo le faltaban unos minutos.

Empiezan a beber mucha cerveza y rápidamente se van poniendo ebrios.

Luego que ya terminamos de cenar, los hombres me invitan a bailar, mi padre acepta que baile con ellos, pero él se queda sentado con su amigo Esteban (un atractivo hombre de 45 años con el cabello de color negro y con rulos).

Los hombres me han rodeado y mientras yo hago movimientos con mi cintura ellos aprovechan a mandarme mano por todo mi cuerpo, me agarran el culo, me manosean las tetas, hasta siento unas manos que tocan la humedad de mi vagina buscando introducir los dedos. Esto me está gustando mucho, le pido permiso a mi papá para ponerme más cómoda, él me dice que si y a su vez le dice a Esteban que tiene que participar él también. Esteban se pone de pie y viene hacia mí, yo le doy un beso en los labios que provoca el grito de los demás hombres.

Me saco el vestido y todos quedan sorprendidos, ya que solo tengo una tanga negra de hilo.

Antes de poder besar de nuevo a Esteban, mi padre se acerca con su miembro afuera del bóxer y me dice:-Hijita, quiero que me la chupes, mientras todos mis amigos te manosean.

Yo me pongo de rodillas y empiezo a acariciar el pene de mi papá.

-Hoy vas a tener mucha carne para ti, mi cielo- me comenta él y yo me meto su pija en la boca.

-Esto es lo que mi hija me hace todos los días- le dice a sus amigos y ellos gritan de felicidad otra vez.

Se la empiezo a chupar de una manera muy deliciosa a Adel, pues, como él ha dicho le practico sexo oral todos los días y mi lengua conoce de memoria el recorrido de su pene, es por eso que se lo hago frenéticamente, aunque nunca me voy a cansar de saborear la rica pija de mi papi.

Esteban me quita mi tanga, otro hombre sé la saca de las manos y la huele, luego el hombre de rulos pone su mano en mi vagina y me empieza a masturbar, mi concha se humedece por su contacto y él me mete dos de sus dedos.

Siento una lengua y unas manos que se apoderan de mi trasero, giro mi vista y me doy cuenta de que el hombre que agarro mi tanga me está haciendo un delicioso oral en mi culo, escupe en mi agujero e ingresa su lengua bien al fondo del mismo.

Otros dos hombres están ocupados con mis senos, uno los sostiene con ambas de sus manos y el otro se inclina para chupármelos suavemente.

Mi padre emite un gemido muy alto, se estremece de placer y eyacula dentro de mi boca, yo tomo hasta la última gota.

Los hombres empiezan a gritar cosas obscenas y uno que se llama Luis dice en voz de grita: -Vamos todos al dormitorio, quiero darle bien duro por su trasero.

Mi papá me toma de la mano y todos sus amigos van por atrás mío tocándome el trasero cada vez que tienen oportunidad.

Me acuesto en la cama con mis piernas abiertas entregándome a todos esos lujuriosos hombres.

Esteban me da un beso, mucho más ardiente que el que me ha dado hace unos minutos, saca su miembro afuera, me levanta las piernas para llevarlas a sus hombros y con una sola embestida entra en mi interior.

Los demás hombres están completamente desnudos, se masturban viendo a Esteban como me embiste frenéticamente y esperan su turno para penetrarme ellos también.

Mi padre se acuesta en la cama y me besa en la boca durante todos los excelentes minutos que dura su amigo Esteban.

Apenas Esteban saca su verga con restos de semen de mi interior, el hombre que tiene mi tanga en su mano, corre y con un grito de alegría se aproxima a mí.

Le enredo las caderas con mis piernas y me penetra rápidamente.

Mientras recibo las penetraciones del hombre siento lenguas alrededor de mis senos. Luis y Esteban están lambiendo mis tetas, solo que cada uno está concentrado en un pecho diferente y luego cambian. Los demás siguen masturbándose hasta mi propio padre.

Luego de unos minutos de salvajes embestidas, el hombre acaba adentro mío y la cantidad de su semen es mucho mayor a la de Esteban.

Después viene Luis, pero, me coloca sentada a horcajadas sobre él y mirando hacia el frente.

Así en esta pose todos los hombres presentes pueden ver como me penetra con su verga que se mueve en el interior de mi vagina.

-Miren como me la estoy cogiendo- grita Luis y aumenta la velocidad de las embestidas.

A pesar del todo el placer me siento cansada y me arde la vagina de recibir tanta verga y semen, hasta se me está poniendo un poco colorada de tanto coger. Esto me está gustando mucho.

Con unas últimas embestidas Luis eyacula dentro de mi vagina, ya estoy teniendo mucho semen dentro de mí y siento mi vulva inundada de ese líquido tan delicioso.

Luis se retira y el que continúa es mi padre, él no me coge la vagina. Adel me pone en cuatro, agarra fuertemente mis pechos y empieza a penetrar mi trasero, conozco tantos sus embestidas, la manera que tiene de cogerme, sus caricias, eso hace que me olvide de todos los demás y que existamos solo él y yo en nuestro más intimo acto sexual Durante los minutos de las embestidas de mi padre siento un millón de sensaciones, pero el fuego de la pasión arde en mi interior.

Él me da un apretado beso en mis labios y eyacula dentro de mi culo.

-Acuéstate, mi amor, vas a recibir algo muy rico- me dice.

Yo lo obedezco y en unos segundos siento cascadas de semen en todo mi cuerpo, tal vez parece que exagero, les aseguro que no es así. Parece que me han sumergido en una bañera, este es el resultado de la eyaculación sobre mi cuerpo de los siete hombres presentes.

-¿Te ha gustado?- me pregunta Adel.

-Nunca he sido tan feliz como lo estoy ahora- le respondo.

Mi padre les grita a todos que se retiren así puedo descansar.

Todos los hombres se van con sus ropas en las manos.

Cierro los ojos y escucho que mi padre murmura: -Descansa cariño, dulces sueños.

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