Cada vez que veía pasar a la Licenciada Yasmín, por los pasillos, en su oficina o en algunas reuniones, sentía un deseo que me invadía. Es una mujer madura, entrada en los 40 años, sumamente atractiva, su conservada figura se complementaba con una actitud, porte y simpatía que la hacían ser la fantasía de muchos.
Morena clara, con grandes ojos y unos pómulos que enmarcaban una amplia sonrisa. Estaba orgullosa de su silueta, producto de horas de ejercicio y una gran disciplina alimenticia. Siempre utilizaba vestidos o faldas entalladas, que permitieran lucir sus piernas torneadas, sus grandes caderas complementadas con un busto prominente que no parecía ser producto de ninguna operación. Rara vez vestía alguna minifalda o vestido corto, aunque cuando lo hacía solía lucir mallas o medias negras que complementaban un espectáculo perfecto.
Por mi posición en la empresa, solía tener constante trato con la licenciada, por lo que visitarla en su oficina, verla en reuniones e incluso en comidas con clientes era frecuente. Ella era de buen trato, simpática y con mucha personalidad, debo confesar incluso que intimidante a ratos; es de esas mujeres que cuando te habla te mira fijamente a los ojos y parece escanear todas tus expresiones.
No me considero un galán y tampoco soy feo, me considero un tipo promedio que con los años fue logrando desarrollar la seguridad y carisma suficientes para ir superando los numerosos rechazos amorosos. Seré unos 5 años menor que la Licenciada Yasmín, y si bien varios compañeros han fantaseado con ella, nunca consideré seriamente intentar algo con ella, aunque debo reconocer que me excitaba mucho.
El rumor decía que era novia de un famoso empresario de la ciudad, pero nadie lo sabía a ciencia cierta, ya que era muy reservada en su vida privada y platicaba poco con las y los compañeros de oficina salvo con Samantha su asistente particular, que la acompañaba a todos lados.
Aquella noche el trabajo me rebasó y seguía en mi oficina ya cerca de las 10 de la noche. Todo el piso estaba apagado salvo la oficina de la Licenciada. En algún punto decidí bajar a un Oxxo a comprar alguna golosina que me hiciera más llevadero el trabajo pendiente.
En el camino me pareció un acto de amabilidad preguntarles si querían que les comprara algo por lo que entré al privado de la Licenciada. Ahí se encontraba ella con Samantha su asistente, las observé sentadas en torno a un escritorio con una computadora y papeles en las piernas.
-Buenas noches vecinas, ¿No quieren que les traiga un café o una botana del Oxxo? También les puedo traer un santo para que nos haga el milagro y acabemos antes.
Ambas alzaron la mirada, Samantha rió, con una genuina sonrisa, mientras la Licenciada se quitaba los lentes para observarme. Esbozó una ligera sonrisa y respondió
-No, gracias, todo lo que venden en el Oxxo engorda. Bueno ¿sabes qué? si tráeme un café por favor.
-Licenciada, estoy seguro que no hay Chetos o papitas que se noten en una mujer tan guapa como usted- Respondí con prontitud y creo que con impertinencia. Por unos segundos dudé y estuve seguro que mi comentario no sería agradable para la Licenciada.
Ella alzó la vista, me miró fijamente con un semblante serio y después de un par de segundos de silencio que se me hicieron eternos sonrió y me dijo:
– ¿Y tú como sabes que me gustan los Chetos?
-Ahora lo sé. Ahora los traigo, junto a su café. ¿Samantha, quieres algo?
Si, también tráeme unas galletas y un café, aquí te doy. Respondió sonriente Samantha mientras sacaba de su bolso un billete y me lo daba. Tuve la sensación de que le simpatizaba.
Tardé en ir y venir unos 15 minutos, deposité en el escritorio próximo a las chicas sus cafés, galletas y una bolsa pequeña de las frituras.
-Acá están sus inofensivos Chetos Licenciada, disfrútelos que con tanto trabajo a veces puede uno romper las reglas.
Ella sonrió, me volvió a ver fijamente, abrió las frituras, se llevó una a la boca, lo mordió y me dijo:
-Gracias, sólo comeré uno- pero te agradezco mucho el detalle.
Yo parecía observar la escena en cámara lenta. Nervioso extendí su café a Samantha y me aproximé a la salida.
-No te vayas, tómate el café con nosotras, cuéntanos de ti, estamos aburridas capturando montón de papeles, si charlamos se nos va más rápido- Dijo apresurada Samantha mientras yo observaba a la Licenciada Yasmín esperando a ver su reacción.
-Buena idea Sam, a ver cuéntame más de ti, nos hemos visto varias veces y casi ni te conozco, respondió la Licenciada mientras se sacudía el cabello y echaba atrás su cabeza en un intento por despejar lo que parecía una larga jornada.
Les platiqué de mí, de mis ambiciones en la empresa, de algunos viajes que he realizado, y de algunos retos de mi profesión. Sin querer creo que intentaba captar el interés de Yasmín quien sólo escuchaba. Samantha reía y seguía preguntando más sobre mi asintiendo todo el tiempo y compartiendo también sus propias experiencias profesionales. Debo señalar que leer y viajar me ha permitido tener buena expresión y tema de conversación, lo que poco a poco fue despertando la atención de Yasmín quien se fue integrando a la charla hasta que pasadas un par de horas o más su papeleo y mi trabajo pendiente quedaron en el olvido mientras seguíamos intercambiando puntos de vista.
De pronto sonó el celular de Yasmín. Rompiendo la animada charla que sosteníamos. Eran las 3 de la mañana.
-Hola Carlos, si sigo acá en la oficina, se me fue el tiempo trabajando, salgo para allá en unos minutos. besos- contestaba tranquilamente la licenciada Yasmin.
-Por Dios, se nos fue el tiempo platicando. Sam, porfa termina con estos 3 expedientes, son los últimos, ya me voy, es tarde.
Se levantó del escritorio mientras acomodaba papeles, apagaba su computadora y entregaba unas carpetas a Samantha.
También se me fue el tiempo, pero era muy tarde para retomar mi trabajo, iba a ser un largo día mañana, por lo que me dispuse a ir a mi oficina y apagar todo.
La Licenciada Yasmín, se colocaba un abrigo, su cartera de mano, y se despidió de mi con un cálido abrazo y un firme beso que rosó la comisura de mis labios.
Nos vemos pronto, me caíste muy bien.
Casi perplejo, no alcancé a decirle mucho mientras ella tomaba el elevador dejándome ver su excitante silueta. Finalmente guardé mis cosas, apagué mi oficina y cerré todo mientras Samantha aún terminaba de capturar lo que le pidió la licenciada.
– ¿Te puedo dictar para ayudarte? , creo que por mi culpa saldrás más tarde- le pregunte.
-Ay sí, me ayudarías bastante, ya es poquito- respondía con una franca sonrisa.
Después de unos 30 minutos de dictado, terminamos, le ayude a guardar y continuamos conversando camino al estacionamiento.
-Eres muy simpático, y me pareciste muy interesante. Hay que vernos más seguido- me soltó Samantha súbitamente cuando nos acercábamos a su coche.
Finalmente, Samantha se aproximó a mí, y me plantó un beso en la boca, mordiendo suavemente mi labio inferior mientras se despegaba y sonreía.
Subió a su coche, me guiñó un ojo y yo me quedé un par de segundos en el estacionamiento sorprendido procesando lo que acabada de pasar.
Samantha es una mujer joven, rondará los 30 años, es también guapa, un poco más bajita que la Licenciada Yasmín, morena, de tipo costeño, con labios carnosos y gran trasero, pero de gestos y actitudes muy delicadas. Una jovialidad y franqueza que desde la conversación de la noche me hicieron entrar en confianza.
Esa noche llegué a casa sorprendido y contento, recordando el beso de Samantha, pero también la impactante despedida con Yasmín.
El día siguiente no vi a ninguna de las dos en la oficina, pregunté y al parecer tenían comisión o trabajo en otra sucursal, por lo que perdí oportunidad de saludar a Samantha a quien había decidido invitar a salir. Por extraño que fuera no tenía su número telefónico así que sólo me quedaba esperar a volverla a ver en la oficina.
Transcurrió el día sin novedad, hasta que recibí una llamada de un número desconocido.
-Hola, soy Samantha ¿Cómo estás? – Me saludaba efusivamente
-Hola Samantha, no sabía que tenías mi número, pero yo no tenía el tuyo, deja lo registro, ¿Ya no regresas a tu oficina hoy? le pregunté con familiaridad.
-No, aún estamos en sucursal sacando trabajo.
-Huy
-Si, oye, te llamaba porque la Licenciada Yasmín, me pidió que lo hiciera, me dijo que le caíste muy bien y que quiere invitarnos a cenar esta noche en su casa, ¿Te animas?
-Pues tenía planeado invitarte a salir, o atascarme de palomitas frente a la tele si me rechazabas, así que una cena suena bien, me parece un plan excelente.
-Perfecto querido, vete a cambiar a tu casa y paso por ti, mándame tu ubicación.
-Okey va.
-Te veo a las 9 ¡Besos!, sigo trabajando- Colgó el teléfono
Terminé la jornada y me fui a casa a cambiar, mientras pensaba cómo es que tan súbitamente la Licenciada Yasmín me abría las puertas de su casa y como es que terminé en una cita con su secretaria particular, a quien tampoco había considerado como un romance de oficina.
Finalmente me alisté, me puse un traje casual azul que me permitiera verme formal pero no exagerado. Cerca de las 9 de la noche Samantha me volvió a llamar para avisarme que estaba a 10 minutos de mi casa. Llegó, subí al auto, me volvió a plantar un beso en la boca breve, pero cariñoso, casi como si lleváramos saliendo mucho tiempo y condujo en camino a una de las zonas más exclusivas de la ciudad.
En el camino conversamos de su día del trabajo, mientras me comentaba que la Licenciada Yasmín, tenía un lujoso departamento en el que nos esperaba para continuar la plática.
Finalmente llegamos, luego de cruzar 3 casetas de vigilancia, estacionamos el coche y tomados de la mano subimos el ascensor hasta el piso 14 de aquel edificio.
Al llegar y tocar el timbre fuimos recibidos por Yasmín, quien lucía guapísima, portaba un vestido negro entallado adornado con un cinturón de cadena plateado muy delgado que llegaba hasta sus pantorrillas, medias y unos finos y discretos tacones, su pelo medianamente corto permitía ver su cuello estilizado.
Nos invitó a pasar mientras nos recibía con un abrazo y un beso, tanto a Samantha como a mí, nos volvió a besar cerca de los labios, por lo que inferí que así solía hacerlo.
Mientras nos sentábamos en su sala, podía admirar el lujoso apartamento, que contaba con una vista panorámica de la ciudad.
-Les ofrezco algo de tomar chicos- Nos preguntaba una voz masculina que estaba detrás de una pequeña barra.
-Permítanme presentarles a Carlos, mi novio- Se acercó la Licenciada Yasmín, mientras aproximándose también él nos extendía su mano.
Era un tipo entrado en años, quizá a punto de cumplir los 50 años, pelo cano, no musculoso, pero si de cuerpo cuidado. Vestía un traje gris casual con unos zapatos y reloj costosos que inmediatamente hacían notar que era el empresario del que se murmuraba en la oficina.
-Mucho gusto amigo, Yas, me contó mucho de ti, en verdad debes de ser muy especial porque ella no se sorprende tan fácil con nadie, ya te contaré el trabajo que me costó a mi- Me dijo amistosamente sonriendo con mucha familiaridad.
-Hola mi Sam bella, cada día estás más guapa, ven aquí- saludo también familiarmente a Samantha mientras la abrazó estrechamente y le daba varios besos en las mejillas- Ni a Samantha, ni a Yasmín pareció causarles incomodidad, salvo a mí que a pesar de no tener nada aún con ella me despertó algo de celos.
Comenzó la cena, charlamos amistosamente otra vez, esta vez acompañados de vino, muy relajados. Carlos me trataba como a un familiar, había buena química con él pues compartíamos gustos musicales y varios puntos de vista sobre política, cultura y esas cosas.
La noche nos sorprendió relajados a los 4, después de la cena continuamos la charla en su sala, cómodamente sentados mientras bebíamos y sonreíamos. Ninguno estaba ebrio, ni mucho menos, parecía que tanto ellas como nosotros queríamos disfrutar de la velada luego de días de mucho trabajo.
La plática continuaba en la cómoda sala de nuestros anfitriones. La relajada velada nos permitió a Samantha y a mi estrechar más, estábamos tumbados en uno de los sofás abrazados, ella agarraba mi pierna constantemente y cuando reía se aproximaba a mí. Estaba claro que habíamos desarrollado una primera cita muy interesante con mis nuevos amigos.
La licenciada Yasmin y Carlos mantenían su porte. Se abrazaban y jugueteaban discretamente hasta que también ambos se tumbaron en el sofá. Ella se quitó las zapatillas subió sus pies en el sofá mientras pedía a Carlos que le aflojara el cierre de la espalda de su vestido. Parecía que ellos no tenían intenciones de despedirnos y Samantha también lucía muy cómoda. -Para esa velada ella eligió un vestido de una pieza gris de falda holgada un discreto escote al frente que permitía adivinar sus senos, redondos y firmes. No eran grandes, pero lucían muy bien además de que podía adivinarse también su gran trasero.
De pronto me dieron ganas de ir al baño y pregunté dónde estaba. Seguido Carlos me daba instrucciones de un pasillo y una puerta que no logré entender. De inmediato Yasmin se incorporó y me dijo que me llevaría. Parecía que el baño de visitas estaba averiado por lo que me condujo al baño de su recámara.
Mientras caminaba observé una amplia habitación alfombrada, con muebles muy sofisticados y una cama redonda muy grande parecida a una que había visto en algún hotel al que alguna vez fui. Había algunos sofás alrededor, mesas de noche y demás. Yasmin me señaló la puerta del baño.
– ¿No te pierdes de regreso? – Me dijo mientras sonreía y me daba un beso en la boca.
Esta vez no pareció un accidente tocó totalmente mis labios y se retiró.
Al regresar observé la vista que también se tenía desde esa recámara con un amplio ventanal. Salí y caminé por un pasillo hasta regresar a la sala. En ese momento me sorprendió ver a Samantha acostada en el sillón donde minutos antes estaba Yasmin con Carlos. Ella estaba prácticamente sentada en sus piernas y el parecía abrazarla muy familiarmente.
En tanto Yasmin ahora estaba en el sofá donde antes yo estaba.
-Ven aquí hombre, ¿no te piensas quedar parado ahí verdad?
Comenzaba a parecerme extraña la situación sumada al beso que me había plantado. Me senté junto a ella y de inmediato ella me rodeó con sus brazos poniendo su cabeza en mi pecho.
-Me caíste muy bien, en verdad que sí y haces muy bonita pareja con Samantha. Ya me había dicho que desde antes que le gustabas, pero hasta que te acercaste y platicamos me quedó claro porqué. Eres muy interesante- Me soltó mientras se acercaba aún más a mi e intercambiaba miradas con Samantha y Carlos.
– ¡Vaya amigo! usted ya tiene conquistadas a estas dos bellezas, ya tiene usted mi respeto y admiración. Me dijo Carlos mientras abrazaba a Samantha cariñosamente.
-Samantha además de ser muy guapa es muy brillante y eficiente, no sé qué sería de Yasmín sin ella- continuó mientras le sonreía.
Ella no parecía incómoda ni sorprendida, al contrario, parecía disfrutarlo. En cambio, yo seguía tratando de entender la situación, hasta que de pronto, sentí la mano de Yasmín tocar mi entrepierna y acercar su boca a la mía.
-Yo quisiera saber si en verdad es tan interesante en todo.
Dijo Yasmín con una voz dulce y sensual. Sin saber cómo, ella me estaba besando, podía sentir sus grandes senos pegándose a mi cuerpo. No ofrecí resistencia alguna, me dejé de llevar unos segundos por la maravillosa sensación de probar esos labios carnosos.
De pronto caí en cuenta que ahí mismo estaba Carlos, su novio, de reojo le miré y no podía creer lo que pasaba, él y Samantha se besaban apasionadamente, ella estaba montada prácticamente sobre él, le besaba abrazada a su cuello mientras la sostenía de la cintura.
El impacto de ver a Samantha con Carlos fue rápidamente distraído por Yasmín quien me seguía besando y frotándose a mi cuerpo, por instinto yo llevé una mano a uno de sus senos, pude sentir todo el volumen a través de la fina tela de su vestido, no cabía en mi mano, no se sentía operado o duro, pero tampoco flácido, era firme y suave. Tan pronto lo hice ella mordió uno de mis labios y sonrió.
¿Sam, me das permiso de probar a ver si te conviene?, le dijo mientras separaba su boca de la mía.
-Adelante licenciada, mientras yo acá le cuido a su novio.
Contestó Samantha mientras yo entendía con esa frase que acá estaba planeada una fiesta de sexo, por lo que me deje llevar por las circunstancias.
Yasmín me besaba aún más apasionadamente mientras yo recorría con mis manos su espalda que había quedado al descubierto luego de que Carlos le bajara el cierre del vestido. Básicamente yo podía acceder a todo, su sostén de encajes negros se asomaba dejando ver sus prominentes senos. No resistí más e introduje mi mano haciendo un lado el vestido, podía sentir su pecho a través del sostén, era hermoso, retiré mi boca de sus labios y empecé a descender para chupar esos senos maravillosos. Ella comprendió la acción y se despojó de la parte superior de su vestido dejando totalmente al descubierto sus senos apenas atrapados por ese débil y casi transparente sostén que poco hacía para contenerlos.
Comencé por besar su cuello, su esternón y alternadamente fui besando y lamiendo la parte superior de sus senos. Ella tan pronto notó que me acercaba a sus pezones liberó ambos senos ofreciéndomelos para chupar. Pude escuchar una ligera respiración entre cortada por parte de Yasmín cuando comencé a chupar delicadamente uno de sus pezones. Mientras lo hacía, mi atención captó un gemido más profundo, que venía del otro sofá, sin soltar uno de los pechos de Yasmín, giré a ver lo que pasaba.
Samantha nos observaba fijamente, excitada, mordiéndose un dedo de la mano, estaba totalmente recostada, boca arriba, con la cabeza de Carlos entre sus piernas, sonreía, y parecía que Carlos estaba haciendo un magnífico trabajo con su lengua. Había hecho a un lado su pantaleta y le practicaba un delicado cunnilingus. Mientras lamía su clítoris, frotaba sus labios vaginales con dos dedos, se notaba su experiencia en el rostro de placer de Samantha que dejaba escapar cada vez gemidos más fuertes.
Cuando ya no quedaba rincón que lamer o chupar de los enormes senos de Yasmín, empecé a explorar su trasero con las manos. También era firme, se notaban las horas de gimnasio. Como la mitad del vestido ya había sido retirada, no me fue difícil bajar el resto, lo hice mientras ella se ponía de pie, me daba la espalda y frotaba sus nalgas contra mi entrepierna que sobra decir, ya mostraba una gran erección por debajo del pantalón.
Al dejar caer su vestido, nos dejó ver una fina lencería, su calzón y ligero eran un coordinado de encaje similar al sostén, rematado en unas suaves medias negras. Ahí estuve seguro que fue cuidadosamente seleccionado para la ocasión, por lo que continué dejándome llevar.
Samantha continuaba observándome desnudar a Yasmín mientras seguía recibiendo sexo oral de Carlos que parecía darse todo el tiempo del mundo para ello.
-Oigan, vamos a la recámara, acá va a comenzar a hacer frío- Ordenó Yasmín mientras con una mano me conducía, y con la otra tomaba de la mano a Samantha.
-Amor saca otra botella de vino del hielo, vamos a necesitarla- se dirigió a Carlos quien se había retirado de la entrepierna de Samantha. Le dio un beso en la boca y nos jaló a la recámara a Samantha y a mi cada uno de la mano.
En el trayecto Samantha reía pícaramente, yo seguía perplejo dejándome llevar por todo lo que pasaba, como entre sueños.
Al llegar a la recámara, Yasmín se detuvo al pie de la cama redonda, nos puso frente a frente a Samantha y a mí.
-Tu novio besa muy bien y tiene unas manos delicadas, tienes suerte- Le dijo a Samantha.
-Aún no es mi novio licenciada, contestó con una sonrisa traviesa, mientras me miraba.
-Bueno, mañana me declaro y te lo pido, esta noche andamos algo ocupados todos- Arremetí
Ambas rieron y comenzaron a besarse entre ellas. Yo estaba que reventaba y me coloqué entre ambas para sumarme al intercambio de besos. Alternaba entre la boca de Jazmín y de Samantha repetidamente, mientras con una mano recorría el pecho de la primera y el gran trasero de la segunda.
Yasmín una vez más tomó la iniciativa y deslizó por los hombros el vestido de Samantha. Dejándola sólo con el sostén y una fina tanga que apenas lograba cubrir su entrepierna que junto a su trasero lucían deliciosas. Mientras continuábamos el intercambio de besos llevé mis manos a sus respectivas entrepiernas y pude notar que la de Samantha estaba tan empapada que escurría entre sus muslos un líquido transparente.
Samantha observó mi entrepierna y mientras me besaba comenzó a aflojar mi cinturón, desabotonó mi pantalón e introdujo con destreza su mano para dejar salir mi pene que para esas alturas reventaba.
-Con permiso licenciada, pero esto me corresponde a mí. – Exclamó Samantha mientras me tumbaba de espaldas en la cama, se ponía de rodillas e introducía mi miembro en su boca. Comenzó por el glande, lo lamía, lo chupaba mientras acariciaba con una mano mis testículos y con la otra uno de sus senos.
En tanto Yasmín recostada a mi lado besaba mi cuello y terminaba de desabotonar mi camisa.
– ¿Oigan y yo que?
Exclamó a la distancia Carlos quien ya sin saco ni zapatos se aproximaba a la cama con la botella de vino y tres copas que depositó en una de las tantas mesas de noche de la amplia recámara.
-Amigo, compárteme algo de tu fortuna, mira nada más como te están tratando- continuó.
-Nada de eso mi amor, ven, vamos a divertirnos todos- Refutó Yasmín, sentándose en la orilla de la cama a mi lado, atrajo a Carlos, aflojó sus pantalones y con él de pie comenzó a practicarle también una felación.
Estábamos tan cerca que podía sentir la piel de Yasmín y sus movimientos mientras mamaba el miembro de Carlos una y otra vez con magistral experiencia. Carlos se desabotonó sólo la camisa y echó su cabeza hacia atrás. Con su mano izquierda acariciaba la espalda y trasero de Samantha quien arrodillada no paraba de succionar mi pene.
Tenía tan a la mano a Yasmín que llevé mi mano a su entrepierna y empecé a hurgar entre su delicado calzón. Ella con una de sus manos me ayudaba para llegar más al fondo, enseñándome el camino a sus labios vaginales. Aunque era algo incómodo por la posición, lograba frotar con dos dedos su vagina a lo que ella respondía con algunos gemidos silenciados por el miembro de Carlos que aún estaba en su boca.
-Quiero probar la boca de tu novio, ¿Puedo? preguntó Yasmín con malicia.
-Que aún no es mi novio, licenciada- pudo apenas contestar retirando mi pene de su boca unos instantes.
De pronto Yasmín soltó el pene de Carlos, se incorporó de la cama, le dio un beso muy largo y profundo, se quitó la pantaleta y se sentó sobre mi rostro. Podía sentir la suavidad de sus medias en mis hombros y mis orejas y un depilado y aromático coño cerca de mi boca y nariz que de inmediato comencé a lamer con delicadeza.
A mis años, si bien no soy un experto, he podido hacer un buen papel en lo que a cunnilingus se trata. Sabía que lo estaba haciendo bien porque los gemidos de Yasmín comenzaban a ser más prolongados y por mis mejillas escurrían chorros de líquido.
Aunque desde mi posición no podía ver nada más allá del culo de Yasmín, podía adivinar que Carlos se había puesto detrás de Samantha en el suelo y la estaba penetrando, porque comencé a sentir un ritmo de bombeo que correspondía a las mamadas de Samantha en mi pene y sus gemidos luego de cada embestida de Carlos.
Yo estaba muy excitado seguía lamiendo el coño de Yasmín quien a modo de sesenta y nueve se acercó a mi pene, en propiedad de Samantha, y entre ambas comenzaron a lamerlo a dos lenguas mientras Carlos seguía penetrando a Samanta en el suelo.
A pesar de los finos perfumes de Carlos y Yasmín, la habitación comenzaba a oler deliciosamente a sexo.
De pronto noté que Samantha dejó de mamar mi pene, y comenzaba a moverse para acomodarse, montarme e ir introduciendo mi pene en su vagina que apenas hace unos segundos estaba recibiendo los embates de Carlos.
No quise perderme la escena y como pude me zafé de entre las piernas de Yasmín quien entendió el movimiento. Me incorporé y comencé a besar apasionadamente a Samantha mientras aumentábamos el ritmo de las penetraciones.
Carlos se acercó a Yasmín y ambos abrazados observaron como Samantha y yo nos comíamos a besos y nos entregábamos. No pude más y exploté en el interior de Samantha que mientras me venía me apretaba contra sus pechos fuertemente.
Parece que Yasmín y Carlos disfrutaban de vernos y cuando caí rendido ambos sonrieron.
-¿Y bien? ¿Te gustó Samanta? Es tan bueno cogiendo como platicando.
Comentó Carlos bromeando mientras besaba a Yasmín.
Con mi miembro punzando aún dentro de Samantha me abracé a ella y desde nuestro pedazo de la cama sin movernos, observábamos como Carlos y Yasmín excitados comenzaban a besarse, acariciarse y cogerse sin inhibiciones. Lo hacían suavemente, exquisitamente, parecían fundidos, bailar y respirar al mismo tiempo. él se colocó en misionero entre las piernas de ella que rodeaban su cintura, bombeaba firmemente, pero sin prisa, ella gemía y gemía y él parecía no rendirse. Estaba claro que Carlos era de carrera larga y sabía controlarse para llevar durarle varios orgasmos a Yasmín.
Él se incorporó, fue a servirse una copa de vino, la bebió rápidamente mientras sacaba algo de uno de los cajones de un buró cercano.
Mientras Samantha y yo intercambiábamos algunos besos y observábamos la escena, Yasmín comenzó a cabalgar Carlos, Suavemente, mientras este maniobraba con un objeto en su trasero. Era un plug anal que estaba colocando delicadamente en el ojete de Yasmín, mientras esta seguía montándole.
-Espera Carlos- Le dijo mientras se desmontaba.
-Acuéstate aquí Sam, quiero probar algo de tu amigo- Le señaló un área libre de la cama en la que ella de inmediato se separó de mí, se colocó boca arriba y abrió las piernas. En tanto, Yaámín, hundía su cabeza en la entrepierna de Samantha y en cuatro recibía las embestidas de Carlos en su vagina.
-Mmmm deliciosa, te sacaste la lotería con tu nuevo novio eh Sam- Entre gemidos ella respondió una vez más.
-Aún no es mi noviooo
-Amigo, mientras te recuperas alcánzanos otro de estos que está en esa cómoda, y tráeme un tubito de lubricante que está junto. – Me indicó Carlos señalándome el cajón.
Obedecí expectante sin poder creer lo que estaba viviendo.
Abrí el cajón y pude ver un dotado arsenal de juguetes sexuales, dildos, bolitas, lubricantes, condones. Busqué el dildo anal que me pidió, el tubito de lubricante y se lo di a Yasmín quien me extendió la mano.
-Voltéate Sam- ordenó mientras Samanta se ponía de a perrito y dejaba introducir el juguete en su orificio anal, con la suavidad y delicadeza de Yasmín que no dejaba de lamer sus labios vaginales.
Fue tal la excitación del espectáculo que me estaban brindando que otra vez comencé a tener una erección, así que acerqué una vez más mi pene a la boca de Samantha quien parecía estarla esperando para mamarla.
De pronto los 4 comenzamos a incorporarnos y levantarnos lentamente sobre la cama. Samanta dejó de mamar mi pene y ambos de rodillas nos empezábamos a besar. Yasmín, comenzó a besar de rodillas a Carlos quien ahora penetraba el coño de Samanta agarrándola de la cintura. El momento ahora era muy cariñoso y excitante. Ellas se besaban alternadamente mientras nos besaban por turnos a Carlos y a mí.
Yasmín me jaló hacía ella, nos apartamos un poco y comenzó a montarme. Fue increíble penetrarla y sentir en mi pene la tibieza de su vagina, se movía delicioso sobre mi mientras sus enormes senos rebotaban en mi cara. La sensación era extraña porque podía sentir el juguete que tenía insertado en el culo, mientras ella me cabalgaba, lo manipulaba para que entrara y saliera de su orificio anal.
En tanto Samantha estaba otra vez en la orilla de la cama, en cuatro, siendo penetrada por Carlos quien para mi sorpresa estaba haciendo lo mismo con el juguete que Yasmín insertó en el culo de Samantha. Este se perdía entre su enorme trasero. Mientras Yasmín seguía montándome vi como Carlos extrajo el juguete sexual, le untó lubricante y lo volvía a introducir. Samantha gemía más fuerte, se tocaba y tallaba el clítoris mientras Carlos la penetraba.
-Ya estoy lista- exclamó con voz entrecortada.
Carlos extrajo el juguete sexual, untó su propio pene de lubricante y comenzó a introducirlo en el culo de Samantha poco a poco. Con suavidad y mucha destreza. Yo no daba crédito a lo que veía, y Yasmín pudo notarlo.
Mientras Samantha gritaba de placer en cada envestida que le daba Carlos por el culo. Yasmín hizo una señal a Carlos quien le alcanzó el tubito de lubricante. Me jaló a la orilla de la cama, se incorporó, embadurnó mi miembro de la sustancia, retiró el plug que tenía insertado se volteó, puso mi pene en la entrada de su ojete y comenzó a descender lentamente de espaldas a mi.
Comencé a sentir como mi pene se abría camino en su estrecho y caliente culo. La sensación era maravillosa pues podía ver como ese hermoso par de nalgas experimentadas devoraba poco a poco mi miembro. Sin gritar tanto como Samantha, Yasmín empezó a jadear cuando, luego de introducir mi pene hasta el fondo, comenzó a bombear lentamente. Realmente lo estaba disfrutando.
Mientras embestía el culo de Yazmín, alcanzaba a ver desde mi perspectiva la cara de placer de Samantha quien no dejaba de observarnos. Ambas estaban empaladas por el culo y lo disfrutaban.
Había pasado el suficiente tiempo y dilatación en el culo de Yasmín que ahora las embestidas eran más rápidas y profundas, sentía que entraba en todas sus entrañas mientras ella estimulaba su clítoris con fuerza.
-Carlos, límpiate y ven- ordenó entre gemidos.
Carlos se separó suavemente del culo de Samantha, quien dejó escapar otro grito cuando el pene salió de su orificio anal. Sacó una toalla húmeda de algún lugar y limpió su miembro, que aún no perdía la erección a pesar de toda la faena que llevábamos.
De pronto se acercó a nosotros, Yasmín estaba encima de mi con las piernas abiertas y mi pene en su culo. Carlos se agachó unos segundos, lamió sus labios vaginales se incorporó y comenzó a tallar con su pene el clítoris de Yasmín quien a los pocos segundos comenzó a chorrear y expulsar con violencia chorros de líquido. Podía notar como escurría entre mis piernas, mientras seguía estimulándola. Sabía lo que venía, y estaba emocionado e impaciente.
Carlos colocó su miembro en la entrada del coño de Yasmín y comenzó a introducirlo lentamente. Ella apretó los puños en las sábanas y comenzó a gritar de placer en tanto yo sólo podía sentir la extraña sensación de un objeto duro rosar al interior de Yasmín. Ambos estábamos penetrándola, yo por el culo, Carlos por la vagina, por la posición él tenía mayor campo de movimiento así que comenzó a bombear con más fuerza.
Samantha excitada observaba la escena, se masturbaba con el plug anal y sus dedos estimulaban su clítoris imaginando esa doble penetración, gemía también.
Después de varios minutos de penetrar a Yasmín, y que esta experimentara algunos orgasmos más, se le notaba cansada por lo que Carlos se retiró de encima y ella rodándose en la enorme cama se desempaló de mi.
-¿Quieres probar Sam? Ambos están que queman. ¿Te animas?
Samanta dejó de masturbarse con el juguete y los dedos, asintió, besó a Yasmín y se enfiló hacia nosotros.
Carlos se colocó boca arriba en la cama, con su incansable miembro apuntando hacia el techo.
-Súbete Sam, creo que tu novio merece el privilegio de tu joya de placer-
-Aún no es mi novio don Carlos- Le dijo sonriendo mientras lo besaba y llevaba su pene al interior de su vagina-Ella comenzó a moverse y cabalgarlo mientras yo podía observar emocionado el negro orificio donde me perdería.
-Ven aquí, te ayudo- Me dijo Yasmín quien sentada en la cama limpiaba con una toalla húmeda mi pene erecto, le dio un par de mamadas, tomó el frasco de lubricante y me lo untó a lo largo.
-Se cuidadoso con Sam, ella apenas comienza- Me dijo mientras me daba un beso en la boca.
Un poco nervioso me acerqué a ambos. Carlos y Samantha detuvieron la cabalgada para que yo pudiera enfilarme al culo de ella. Tan pronto puse la punta en su orificio, ella separó con ayuda de sus manos, cada una de sus enormes nalgas en señal de bienvenida. Siguiendo los consejos de Yasmín, introduje muy lentamente mi pene en su ano. Ella en cada milímetro gritaba de placer y me pedía que siguiera.
Poco a poco fui entrando hasta que mis testículos tocaron sus nalgas y rosaron los de Carlos. Otra vez esa sensación dentro de ella, la estreches de su orificio complementada por la sensación del miembro de Carlos. Cómo él estaba abajo y yo arriba, el ritmo lo empecé a marcar yo. Comencé a entrar y salir de ella lentamente pero constante, apretando el ritmo conforme iba sintiendo que dilataba.
Yasmín, algo cansada se acercó a Carlos y comenzó a besarlo al tiempo que también besaba a Samantha.
Nunca había hecho algo así y ahora era la segunda vez que hacía una doble penetración a una mujer en una sola noche. Parecía una historia de película porno, y yo no quería despertar si es que era un sueño húmedo.
Yo seguía bombeando cada vez más rápido en el culo de Samantha. Estaba a punto de venirme cuando Yasmín se incorporó y de pie junto a mi comenzó a besarme apasionadamente. Con tal estímulo no pude más y comencé a venirme dentro del culo de Samantha.
En cuanto me vine y separé, Carlos empezó a bombear en la vagina de Samantha, ella gritaba y gemía, sin embargo, de pronto se separó con prisa, se incorporó y buscó a Yasmín quien ya le esperaba con la boca abierta. Él se masturbó unos segundos dejando salir un chorro de esperma que desbordó la boca de Yasmín.
Exhausto me tumbé en la cama, en medio de Yasmín y Samantha quienes colocaron sus cabezas en mi pecho.
Carlos fue por unas copas, se colocó a un lado de Yasmín y brindamos los cuatro.
-Waw. Le llenaste los dos orificios a tu novia en una noche. Van a llegar lejos- Exclamó Yasmín.
-¿Qué pasó aquí?, yo sólo venía a cenar- Pregunté
Yasmín con un tono más amable, y educado me explicó brevemente:
-Como notaste Carlos es insaciable en la cama, y pues yo con los años también me he vuelto más exigente, a ambos nos gusta experimentar y estamos en una edad en la que no nos limitamos de nada. A los 2 o 3 años de relación, Carlos y yo comenzamos a meter a más personas en la cama, incluida Sam quien además de ser una gran asistente, profesionista y amiga, es una excelente amante para ambos. Es una relación abierta, sin malos rollos, él y yo nos amamos a nuestro modo, aunque sin compromisos, por eso llevamos más de 10 años de novios.
Samanta me contaba lo mucho que le gustabas, a mi me pareces atractivo e interesante por lo que luego de nuestra plática en la oficina, ambas le contamos a Carlos de ti y accedió para pasar un buen rato.
Le pedí a Sam que te invitara y bueno, tan buena química hubo que estamos aquí.
-Y vaya que pasamos un buen rato. Pfff, cuando tenga tu edad Carlos tengo que tener esa potencia- le dije.
¡¡Por favor!!- exclamó sonriente Samantha.
Mientras Carlos y Yasmín se separaron de nosotros y se acurrucaron juntos en la gran cama, Samantha y yo terminamos la última copa de vino, desnudos frente aquel gran ventanal que mostraba la ciudad de noche.
-Oye Sam, ¿Quieres ser mi novia?
Le pregunté mientras bebía el último sorbo.
-Va, acepto…
-… Oye, pero igual que Carlos y Yasmin eh, libres y experimentando siempre cosas nuevas.
Me dijo mientras me daba un beso.