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Femdom de cuarentena. De novio a esclavo en castidad (1)
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Tiempo de lectura: 5 minutos

Empezó la cuarentena y por casualidades de la vida me encontré solo en casa, por lo que decidí llamar a mi novia para proponerle pasar la cuarentena juntos. Llevábamos medio mal varias semanas, por lo que le sorprendió mi propuesta, pero era estar o estar juntos toda la cuarentena o no vernos en mínimo un mes, por lo que preferimos la primera opción.

Llegó a casa y los primeros días fueron pasando bastante normales. Uno de los dos solía cocinar cada vez, y veíamos muchas películas, hacíamos ejercicio, leíamos y follábamos. En ese orden. La verdad que el sexo entre nosotros había disminuido en los últimos meses. Ella se quejaba de que yo no la consideraba lo suficientemente sexy, y que no tenía mucho líbido. Lo cierto es que Coral es una chica alta, muy delgada, con pocas tetas, pero un culo muy buen puesto y bonito, y un coño perfecto, digno de película porno de Brazzers. Lo que menos me gustaba de ella era que era demasiado delgada para mi gusto. Yo siempre he preferido chicas con más curvas, e incluso no me disgusta algún kilo “de más.” Y si bien al inicio de la relación me gustaba mucho follar con ella, mi interés había disminuido con el paso de los meses. Llevábamos tiempo hablando de comprar cosas de bdsm, como cuerdas o algún dildo, pero todavía no nos habíamos animado.

Un día, Coral entró al baño y me pilló masturbándome. Le molestó muchísimo. No entendía como prefería masturbarme a follar con ella, ya que ella se consideraba muy sexy y muchos chicos iban detrás de ella todo el tiempo. Desde ese momento su actitud hacia mí empezó a cambiar. Me dijo que esto no podía continuar así, que le estaba hiriendo la autoestima y que se merecía a alguien que la apreciara más sexualmente. Hizo la maleta que había traído y pidió un Uber. Mi reacción fue pedirle perdón muchas veces, pero no me hacía caso. Ya en la puerta de mi piso, me tiré de rodillas al suelo con tal de que no se fuera y me dejara solo toda la cuarentena. Le dije que haría lo que fuera con tal de que no se marchara. Entonces me miró muy seriamente, pensando en qué hacer. Le sorprendió verme tan desesperado, pero decidió aprovechar la oportunidad.

-Cómeme el coño.

-¿Qué?

-Que me comas el coño. Llevas meses sin hacerlo, y estoy harta. Cómemelo ahora mismo o me voy.

No quería que se fuera, por lo que no me lo pensé dos veces y, de rodillas como estaba, desabroché sus vaqueros y bajé sus bragas. Vi su coño, que pese a tener bastante vello en él, era muy atractivo. Además, nunca lo había contemplado desde abajo, y me gustaba ver en primer plano el coño y más arriba la cara de Coral. Ella me miraba bastante seria e impaciente.

No esperé más y empecé a chuparlo. Como siempre, me centré en su clítoris, ya que más abajo tenía un sabor demasiado fuerte que no me gustaba y sabía que el clítoris era la parte con la que ella más disfrutaba. Con la punta de la lengua, lo recorrí de forma rápida de arriba abajo todo el tiempo durante unos minutos, hasta que ella empezó a gemir. Entonces me apartó y me dijo: venga, vamos a follar. Fui a buscar un condón y nos pusimos al lío en el sofá, en mi posición favorita, doggy style. Después ella se puso encima y se corrió tres veces. La verdad que era impresionante tener de novia a una mujer multiorgásmica. Nunca antes lo había experimentado y era muy satisfactorio ver a tu novia correrse tantas veces al follar. Después, la volví a poner en modo perrito y me corrí.

Nos tumbamos en el sofá, cansados y sudorosos, y nos miramos.

-¿Tan difícil era?

-Tienes razón Coral. Estás buenísima y deberíamos follar más. Me ha gustado mucho comerte el coño esta vez, ha sido… diferente.

-¿En serio? ¿En qué sentido?

-No sé, me ha gustado que me lo ordenaras, que no me dejaras opción. Siempre sueles pedírmelo por favor, casi suplicándolo, y no me pone eso.

-Joder chico, pues de haberlo sabido antes te lo habría ordenado más veces, pero no sé, me sabe mal. No quiero ordenarte nada que no te apetezca.

-Ya, pero si me lo ordenas entonces sí me apetece. Da como morbo psicológico.

-Pero qué dices. Lo tendré en cuenta para la próxima jajaja

Dejamos el tema y nos fuimos a limpiar nuestros respectivos miembros. Después estuvimos leyendo un rato y nos pusimos a preparar la cena. Ya en la mesa comiendo, Coral empezó a notar que estaba muy pensativo. Me preguntó:

-¿En qué estás pensando?

-En lo de esta tarde.

Mi respuesta la dejó muy sorprendida. Abrió más los ojos y dejó de masticar. Lo siguiente que dijo fue: ¿quieres seguir comiéndome el coño?

Le dije que no, que estábamos cenando y se iba a enfriar la cena. Ella se mostró decepcionada pero no insistió. Lo cierto es que con lo de esa tarde había tenido suficiente. En general, para mí tener sexo una vez al día es más que suficiente, y la líbido me tarda muchas horas en volver a subirme, lo cual a ella le molestaba.

El día siguiente, recién despertados en la cama, sin preguntarme ni nada Coral se quitó las bragas, pasó una pierna por encima de mi cuerpo, y de frente a mí, se colocó en la posición de cow-girl. Quería follar. Sin embargo, notó que seguía con la polla flácida y me miró enfadada. Yo estaba avergonzado y amagué un “lo siento”. Pero rápidamente ella reaccionó moviendo sus piernas hacia mi cara, hasta dejar su coño justo encima de mi boca.

-Venga, ¿a qué esperas? –Me dijo firmemente.

La miré fijamente, y ante su actitud tan segura, subí mi cuello para empezar a chupar. Ella automáticamente flexionó sus rodillas para acercarme su coño a la cara y hacerme el trabajo más fácil, lo cual agradecí. Tenía su coño tan pegado a mi cara que me estaba agobiando un poco, pero me gustaba la sensación. A los pocos segundos empecé a tener una erección, por lo que me llevé mi mano a la entrepierna. Sin embargo, rápidamente Coral cogió mi brazo firmemente.

-¿Ahora sí tienes una erección? Es increíble lo tuyo. Deja las manos quietas y céntrate en mí.

No opuse ninguna resistencia a sus palabras y seguí chupando. A los pocos minutos Coral se movía rítmicamente sobre mi boca y nariz, inundándome de sus jugos. Yo tragaba lo más rápido que podía y después de dos orgasmos, se retiró y volvió a tumbarse en la cama.

-Vamos a follar. –Le dije.

-No, te jodes. Haberte empalmado antes. Yo ya he tenido dos orgasmos. Además, estoy harta de que siempre el día después de follar no se te empalme. Así al menos podremos follar más tarde. Por una vez, vas a ser tú el que se quede con las ganas, a ver si así entiendes lo frustrante que es.

Me dio mucha rabia su actitud, pero sabía que tenía razón. Por lo que no insistí y empecé a vestirme. Era una sensación extraña la de dar sexo oral y no recibir nada a cambio, quedándote con la erección. Pero al cabo de unos minutos se me pasó la calentura y me conecté a la clase que tenía a las 11. La universidad seguía a través de clases de zoom y ambos teníamos clase todos los días de la semana por las mañanas, aunque a diferentes horas cada uno.

Más tarde, ese mismo día, le comenté a Coral que estaba muy excitado por no haber podido tener un orgasmo esa mañana. Le dije que llevaba toda la mañana sin poder concentrarme y que quería follar de una vez. Ella sonrió y me dijo que estaba haciendo un trabajo para la uni y que no podía, pero que más tarde lo haríamos. Le contesté que no aguantaba y que me iba a hacer una paja.

-Ni se te ocurra. Si te la haces ya no vas a querer follar más tarde, que te conozco. Espérate a la noche

-Vaaale, está bien, me espero.

Por fin llegó la noche y pudimos follar. Fue uno de los mejores polvos que tuve con ella hasta ese momento. Mi nivel de excitación era altísimo y la sentía como pocas veces la había sentido. Después de esperar a que se corriera cinco veces, la puse a cuatro patas y me corrí.

-Joder Íñigo! Qué pasada, me ha encantado. ¿Por qué no puede ser todos los días así?

Yo le respondí que a mí también me había encantado, y que creía que la clave había sido el haber estado todo el día caliente por no haberme podido correr por la mañana. Mi polla estaba acostumbrada a correrse cuando quería y el no poderlo hacer me cambiaba psicológicamente. Me ponía mucho que ella no me hubiese dejado follarla por la mañana ni masturbarme por la tarde.

-Amor, creo que esto puede venirle muy bien a la relación. Creo que lo que pasa es que eres sumiso sexualmente, y yo estoy dispuesta a ser tu ama. Quiero disfrutar más del sexo contigo y creo que va a ser la mejor forma para lograrlo.

-Está bien-le respondí- a mi también me parece buena idea.

Nos besamos de forma romántica y nos dimos las buenas noches. Estaba nervioso por lo que pasaría en los próximos días.

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