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Fede, Luli, Emanuel y yo en el jacuzzi (parte 7)
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Emanuel estaba sentado en mis piernas, con su precioso trasero rozando mi pija dura y viendo cómo Fede le daba a mi novia como si fuese un pistón, mientras ella se apoyaba con fuerza en los bordes del jacuzzi, gemía y jadeaba pidiendo más.

Al tiempo que lo empezaba a pajear con una mano y con la otra le acariciaba el pecho, el abdomen y las piernas, le susurré al oído:

-¿Te parece bien que sigamos mirando y que los dejemos terminar de coger?

-Sí, lo que vos digas, me respondió con voz entrecortada.

Lo seguí pajeando con una mano y pasé de nuevo a ocuparme de su ano, ya más complaciente al mete y saca, mientras le decía que estaba muy rico y que ya le iba a tocar a él. Sólo asentía y jadeaba muy caliente por todo. Volví a lamerle el cuello y la espalda inclinándolo un poco hasta que pude apuntarle con mi pija a su agujerito virgen, metiéndole apenas la cabeza del glande, pero se contrajo y no pude entrarle.

-Tranquilo, no pasa nada, le dije mientras lo recostaba sobre mi pecho y él se mecía suavemente en mis piernas casi pajeándome con la separación de sus glúteos. Yo estaba caliente a reventar cuando escuché a Luli gritar:

-¡Dame más, cógeme más, quiero más pijaaa!

Fede le dio como una locomotora unos minutos más hasta que mi novia aulló y gritó en un orgasmo múltiple que parecía no terminar nunca, sin dejar de empujar hacia atrás, estremeciéndose como si le estuviera pasando una corriente eléctrica.

El culo firme, redondo y esculpido de Fede seguía bombeando como un martillo neumático hasta que su hembra, mi novia, pidió clemencia y él se retiró suavemente para ayudarla a recostarse en el jacuzzi, un poco desmadejada y temblando por el brutal orgasmo que le había provocado. Se besaron con mucha dulzura, como dos flamantes enamorados y el semental vino hacia nosotros, sentándose a nuestro lado, con su mástil siempre en alto.

-¡Hdp!, le dije, acariciándole el miembro con suavidad, qué dura la tenés. Sos una máquina y tu pija está para comérsela.

Me tomó de la barbilla, me miró a los ojos, me felicitó por la hembra insaciable que se estaba cogiendo y nos dimos un morreo de campeonato ante la asombrada mirada de Emanuel.

-¡Qué rico estás, Ema!, exclamó, tomándole la pija sobre mi mano para acompañarme en la paja.

La fui retirando lentamente para dejarlo a cargo, mientras Ema se volvía a reclinar sobre mi hombro, pero del lado de Fede, que lo seguía pajeando como él sabía hacerlo. Lamí el cuello y las orejas del bailarín mientras él miraba a Fede a los ojos hasta que se besaron largamente y bien a fondo, al tiempo que nuestro amante deslizaba su otra mano para pajearme a mí también.

Mi calentura era descomunal y se acentuó cuando Emanuel giró la cabeza y me dio un buen morreo, tan extenso y profundo como el que se dio con Fede. Estaba a punto de correrme y Fede lo notó, me apretó bien fuerte la base del pene casi hasta hacerme doler y luego dejó de pajearme, para ponerse de pie frente a nosotros y dejarnos la pija ante nuestras caras.

La invitación era obvia y no dudé en comerme su glande húmedo por el agua y los fluidos vaginales de Luli, siguiendo con el tronco riquísimo y sus huevos, en mi ya habitual rutina de mamar porongas. Fui y vine varias veces a centímetros de la boca de Emanuel que miraba con asombro, hasta que puse la pija de Fede entre la boca de Ema y la mía para besar todo con ansia y apoyar el miembro de Fede en los labios de Ema.

Pasé de nuestro beso a compartir el glande de Fede, al que lamió con timidez y luego chupó con frenesí, seducido por la suavidad y el sabor de la piel rosada y palpitante. Lo hizo solo y con bastante pericia, pese a que recién había visto cómo lo hacía yo. Goloso, se lo fue comiendo varios minutos hasta que me metí en la escena para compartirlo.

Así lo fuimos chupando y nos besamos con la pija entre ambos muchas veces, hasta que de pronto Fede le pidió a Ema que se levantara y él volvió a sentarse a mi lado, poniéndolo de lado entre nosotros, con el culo respingón del bailarín al alcance de mi boca.

Se lo empecé a lamer como antes y me dediqué con esmero a chuparle el ano y darle lengüetazos profundos en su agujero, mientras Fede le daba una mamada fenomenal a fondo del otro lado, ayudando a separar sus nalgas para que yo pudiera entrar socavándole el hoyito virgen con mi lengua.

Le dábamos un placer tremendo que se notaba porque empezó a menearse para atrás y para adelante para recibir lenguas y mamadas hasta lo más profundo de su ser por varios minutos, hasta que Fede se detuvo, siempre en control de la situación, se puso de pie e hizo sentar a Emanuel sobre mí, muy despacio, sosteniéndolo de su cuerpo y abriendo uno de sus glúteos mientras yo guiaba mi pija hacia el ano que deseaba desvirgar.

-Despacio, le dijo, tranquilo, sentate a tu ritmo que no te va a doler.

Lo hizo con aprensión, mientras yo le abría bien el otro glúteo y guiaba mi pija hacia su ano. Se fue metiendo mi glande muy lentamente, se quejó un poco, pero siguió, siguió hasta que le entró toda la cabeza y luego el tronco bien despacio hasta que lo tuvo adentro y lanzó un profundo suspiro.

Nos quedamos quietos para que se acostumbrara a la intrusión, mientras Fede se apoyaba en sus rodillas y empezaba a chuparle la pija también muy despacio. Emanuel le agarró la cara para empujar más la boca de Fede hasta el final de su miembro y el macho se dejó llevar acelerando la mamada y las lamidas. Esto hizo que Emanuel se empezara a menear con mi pija adentro de una manera espectacular, al tiempo que yo lo abrazaba y acariciaba su torso, diciéndole:

-Dale así, acomódate bien, dame más, cogeme con tu culo.

Si era su primera vez, lo hacía muy bien, pensé que tal vez por su práctica bailable. Me cogía a mí con el culo, a Fede se lo cogía con su pija en la boca y por sus gemidos deduje que se sentiría en el paraíso. No aguanté mucho tiempo hasta que estallé en un orgasmo espasmódico, jadeando y gritando, empujando hasta el fondo de su ano y llenándolo con mi leche contenida con varios chorros de semen.

Debo haber provocado tales estímulos eléctricos en su próstata novel que Emanuel eyaculó también en la boca de Fede, que se tragó todo el semen del bailarín, dejándosela limpia y brillante, para volver a sentarse a nuestro lado, algo cansado, por fin. Emanuel volvió a recostarse sobre mi hombro, me besó larga y apasionadamente y luego se dio vuelta para morrearse con Fede y compartir el sabor de su propia leche en la boca de nuestro amante.

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