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Tiempo de lectura: 3 minutos

Quiero contarles cuando dejé que mi entrenador me cogiera.

Definitivamente Julio aún no estaba en mi vida, pero debo decir que me encantaba experimentar mi sexualidad y sin dudas con mi entrenador se nos daba bastante bien.

Él era más grande que yo. No me malinterpreten, yo era mayor de edad, pero sin dudas él me pasaba en años y ufff… en experiencia también.

Existió un momento de coqueteo constante, de “amistad” si quisieran llamarle. Yo iba a menudo a entrenar y con él nos llevábamos muy bien, charlábamos mucho y había días que nos ejercitábamos juntos.

No recuerdo como empezó todo, pero un día nos pasamos el celular y no dejamos de hablar. Cada tanto notaba sus intentos por querer seducirme, incluso una vez llegó a regalarme un chocolate.

Yo sabía muy bien hacerme la desentendida, pero eso no duró mucho tiempo. Un día llegué al gimnasio y no había nadie, era muy temprano. Empezó a marcarme unos ejercicios y en un intento de querer ayudarme me comió la boca de un beso. Quedamos tan apretados que pude sentir como se le paró el pene y eso me calentó mucho, aun así dejé pasarlo y seguí como si nada, aunque sabía en el fondo que no podía quedar todo así nomás.

Pasaron unas semanas. Seguimos hablando y por fin me propuso ir a tomar algo.

Fue un viernes por la noche que lo vi luego de salir de la universidad. Él salía del trabajo, asique buscamos un punto medio donde encontrarnos.

Me tomé el tren para llegar y de camino pensaba en todo lo que podía pasar esa noche. Me moría de ganas de saber que se sentía estar con él. Desde aquel beso en el gimnasio pude percibir cierta tensión sexual y sin lugar a dudas esa noche iba a ser el momento de cumplir con ese asunto pendiente.

Llegué. Lo vi parado en una esquina junto con su moto, una remera azul pegada que le marcaba los brazos tan trabajados que tenía y unos pantalones de jean cortos. Me prestó un casco y subimos.

Estábamos en un bar, tomando y hablando de nosotros mientras podía percibir cierta incomodidad… ya saben, esa que te delata cuando te gusta alguien.

“Te manchaste”, me señala el dedo en donde me había caído cerveza. Lo chupo. Se ríe y me besa. Fue un beso que duró algunos segundos, intenso, prendido fuego. Sentí su lengua jugar con la mía, sus manos rodeando mi cintura. Me muerde la boca. Sonríe y me mira. Estoy demasiado caliente.

Me propone ir a un hotel y acepto.

Me subo a la moto mientras pienso “¿qué carajos estoy haciendo?”. No sé, pero me gusta y no hay vuelta atrás.

Llegamos.

Comenzamos a besarnos de una manera apasionada. El tan alto, tan fuerte y yo a su lado bastante diminuta. Me alza y me sigue besando. Estoy encima de él, y cuando me quiero dar cuenta estoy desnuda.

“Vení, encima mío”, “Más arriba, justo en mi boca”. Me dice eso y comienzo a sentir su lengua en mi vagina. La chupa. La toca. Utiliza tan bien su lengua que me vuelve loca.

Comienzo a practicarle sexo oral. Chupo su pene lentamente mientras lo miro a los ojos, uff con lo que me gusta mirar a los ojos. Veo su cara de placer, definitivamente la está pasando bien. Por momentos tengo miedo, ¿lo estaré haciendo bien?, él tiene más experiencia.

Siento su pene adentro mío. Comienza a cogerme primero lento y cuando me doy cuenta, me lo está haciendo duro, tan duro que me excito y comienzo a gemir fuerte.

Me tiene en cuatro. Me pega en el culo mientras me sostiene fuerte el pelo. Es tan bruto que me calienta, pero por momentos me besa tan dulcemente que compensa con cierta ternura.

“Como me calentás nena, te cogería toda la noche”, me dice eso mientras sigue metiéndome el miembro en mi concha toda húmeda, mojada. Me introduce sus dedos mientras me chupa las tetas. Pasa su lengua por todo mi cuerpo y debo admitir que eso me excita mucho.

Estoy transpirada.

Me tiemblan las piernas.

Me besa lentamente en los labios mientras me recuesta en su pecho.

Perdí la cuenta de los polvos que echamos esa noche. Los orgasmos y la cantidad de veces que lo vi acabar.

Termina el turno, nos vestimos y me lleva a mi casa. Al llegar me besa en la boca.

Me dio vuelta las veces que quiso, sin dudas estuvo muy bien.

Suena mi celular y me llega un mensaje de él:

Me encantó la salida, ¿cuándo repetimos?

Septiembre. 21/06/2020

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