No es imprescindible leer los relatos anteriores de la serie, pero lo recomiendo.
Este relato contiene, sobre todo, temática de maduras y lesbianismo.
Como relaté anteriormente soy Carmen, una “milf” calentona; en mi primer relato os anticipé que estoy casada y tengo un hijo. Mi marido, Javier, viaja con frecuencia y tenemos una vida sexual normal, más bien rutinaria. Nuestro hijo, Andrea, es un joven guapo de 18 años de pelo largo y genero fluido al que hemos permitido que se exprese como quiera, incluso de su gusto por la ropa femenina.
Después de la sesión de depilación que conté en el relato anterior estaba deseando encontrarme con Sara para intercambiar confidencias. Por relatos anteriores ya sabéis que es mi compañera de trabajo y tenemos la misma edad más o menos y un tipo similar, bueno pero generoso. Después de los saludos de rigor al llegar al trabajo y después de un rato trabajando, le pregunté:
– Cuéntame, has hecho algo especial?
– Nada chica, después de la juerga que nos corrimos (ver fantasías de mujer 2) he estado tranquila, Fidel trabaja y hemos quedado que nos veremos el fin de semana así que habrá que esperar.
– Vaya, te ha dado fuerte con Fidel, eh
– Mujer, qué quieres que te diga, fue la experiencia más fuerte que recuerdo. Tenemos que repetirla.
– Pues cuando quieras guapa, que yo también lo disfruté, aunque tengo que contarte que ayer tuve otra sesión intensa.
– Pero qué me cuentas putón, estás desatada y eso que antes eras bastante tranquila.
– Pues ya ves chica una vez que te sueltas no hay quien me pare, si quieres te cuento los detalles.
– Mmmm estoy deseándolo pero aquí no, un día nos van a pillar follando en el baño y nos echan.
– Pues tú veras qué hacemos.
– Mira, si te parece, podemos ir a mi casa al final del día y de paso que me cuentas, te enseño mi armario que tengo cosas muy interesantes que seguro no conoces o te las imaginas.
– Mmmm, me parece perfecto, vamos a comportarnos y esta tarde nos desatamos.
Así seguimos trabajando y al evitar nuestras historias calientes pudimos concentrarnos hasta el final del día. Al salir fuimos derechas al apartamento de Sara.
– Bueno guapa, ya estamos tranquilas dime si quieres una copa y nos ponemos cómodas.
– Anda ponme un gin-tonic y enséñame lo que guardas en tu armario.
Después de tomar un par de sorbos a la copa nos fuimos a su cuarto y, abriendo el armario, me mostró un apartado donde guardaba su ropa más sexy y una variedad de juguetes sexuales.
– Vaya, vaya, sí que estás preparada.
– Qué quieres chica, hay que alegrarse la vida. Cuando me pongo medias, ligueros o ropa de látex mis parejas se animan a todo, incluso uso juguetes y, te aseguro, que más de uno le gusta probarlos.
– Mmmm, no me extraña, a mí también me ponen.
– Anda pruébate esto y luego me cuentas la sesión de depilación.
Pasamos, las dos, a vestirnos con la ropa más sexy que había visto. Por recomendación de Sara me puse unas medias negras con costura y liguero y unos zapatos de tacón que me hacían divina. Ella optó por unas medias, corpiño y guantes de látex que le llegaban hasta el codo. El corpiño, escueto, más que tapar realzaba sus tetas generosas. Nos metimos en el baño y nos maquillamos a fondo: labios rojos, colorete, eyeliner, aceite corporal perfumado que hacía brillar nuestra piel; nos íbamos calentando cada vez más.
– Buenooo, parecemos dos putas.
– No querida, no parecemos, somos dos putones.
– Jajaja, si nos ven así nos meten una follada que nos quedamos temblando.
– Bueno cuéntame putón qué paso con la depilación, anda vamos al salón que estaremos más cómodas.
– No pude resistirlo, viendo cómo le levantaban las tetas el corpiño de látex a Sara, aproveché para pellizcarle los pezones y tirar de ellos.
– Uuum zorra, cómo me pones, me parece que no voy a esperar a que me cuentes nada antes de que me comas el coño. Alargó una mano para sobarme el chocho que ya estaba mojadísimo a estas alturas.
– Espera que merece la pena, te cuento:
– Ayer estuve, como te dije, en la depilación que, como sabes, me la hago integral. La chica que me lo hace, Raquel, es una chica joven que tiene el negocio con una compañera, Lydia, que es una transexual venezolana.
– El caso es que cuando llegó a mi sexo para depilarlo vio que lo tenía irritado y también el culo.
– No me extraña, si no recuerdo mal habían pasado dos días desde que Fidel y John te hicieron una doble penetración y con esas pollas que se gastan lo raro es que no te escociera el culo y el coño.
– Pues como te digo, me preguntó y aunque al principio me hice la remolona, cuando se extrañó de que a mi edad pudiera tener sexo intenso, me picó que estas niñatas se crean que por ser maduras nos tenemos que quedar en casa, así que le detallé la sesión que tuvimos; además como me estaba dando una crema en el coño y el culo para calmarlos de la irritación el efecto fue el contrario, cada vez estaba más caliente y ella igual, se le notaba que según avanzaba en el relato, cómo me habían jodido los dos negros por el culo y el coño, sus dedos profundizaban más y más, me estaba jodiendo literalmente el culo y el coño, creo que se imaginaba a ella en mi lugar.
– Mmmm, pero qué puta estás hecha y seguro que ella se estaba poniendo a mil con la experiencia.
– Uuum, no lo sabes, me animó a que nos fuéramos a un cuarto que tienen para descansar y allí follar a gusto.
– Cuenta, que quiero todos los detalles.
– Pues la chica, que es guapa a rabiar y tiene un tipo estupendo, se nota que se cuida, se desnudó y le pedí que se dejara comer el chocho, me tumbé en la cama y ella se sentó en mi boca. Tendrías que ver cómo tenía el coño la cría, usaba piercings y daba gusto chupar ese coño depilado, tiene un culo durísimo y mientras me lo comía le daba también lengua en ese culazo y lo jodía con los dedos.
– Aaaah puta, me pones a mil, cómo me gustaría comerme ese chocho contigo.
– Ummm, a ti también te gustan los coños, cómo te lo sobas zorra, te gusta que te cuente mi puterío.
– Aaaah, siiii pellízcame los pezones que estoy a mil.
– Pues más te vas a poner porque en medio de mi faena con Raquel apareció Lydia que nos había oído joder.
– Uumm, cuenta, cuenta.
– Pues Lydia es, como Raquel, muy joven y guapa, morena con un tipo caribeño con buenas tetas y culo y, además, tiene una buena polla gorda y larga.
– Aaah que cachonda me pones sigue.
– Raquel le resumió en un minuto nuestra orgía y aprovechando que se desnudaba y lo calientes que estábamos las dos nos liamos a comerle la polla y el culo. De ahí Lydia y Raquel pasaron a hacer un 69 y yo pasé a ocuparme del culazo de Raquel que estaba pidiendo guerra.
– Mmmm cómo me pones, qué hiciste: le chupaste el culo?
– Claro que sí, un culo tan redondo y duro se merecía eso y más. Además de chupárselo pasé a jodérselo con los dedos, además al lado, vi en una repisa, un frasco de lubricante así que adivina lo que hice.
– No me lo puedo creer, le metiste la mano en culo.
– Hasta el fondo, al principio le dolía pero cuando ya le entró la mano y comencé a moverla dentro ella se corría como una perra.
– Joder, es lo más caliente que he oído, sigue por favor.
– Mmm. Te gusta oír guarradas, zorra, tienes el coño como un charco.
– Aaaah siii, como sigas me voy a correr.
Me entró la vena perversa, antes de seguir me abrí de piernas, me agarré las corvas y le dije a Sara.
– Si quieres oír más, perra, ya puedes comerme el coño.
– Sara se arrodillo y aprovechando que estaba al borde del sofá empezó a comerme el chocho.
– Aaah que gusto, zorra, no pares, y no se te olvidé meterme la lengua que me gusta.
– Aaah eres una buena perra comecoños. Anda prueba a sobármelo con tus tetas.
– Así te gusta zorra? Mira cómo me pones los pezones, pringados de tus caldos.
– Mmm creo que eres mejor que esas zorritas, se te nota la experiencia.
– Sigue, cuéntame qué más pasó.
– Como Raquel estaba agotada después del fisting, Lydia detrás de mí me tiraba de los pezones y empezó a darme cachetadas en las tetas, el culo el coño y la cara; me puso muy caliente, nunca me habían dado más que cachetadas en el culo pero me estaba poniendo que me dieran.
– Aaah qué perra eres, sigue.
– Plas!, le di en la cara. Y a ti puta, te gusta que te calienten?
– Siiii dame más que me corro.
– Méteme la lengua en el culo que me pone mucho.
– Te la meto donde quieras, pero tú dame duro.
– Me puse de rodillas delante de Lydia y me metí su polla hasta los huevos. La muy zorra no paraba de darme cachetadas, se ve que le iba la marcha; además, aprovechando que tenía la mano llena de lubricante le metí hasta cuatro dedos por el culo mientras se la chupaba.
– Oooh pero que puta estás hecha.
– Pues si eso te parece fuerte además de la corrida que Lydia me pegó en la boca, Raquel que se había recuperado pasó a morrearme y tragarse la lefa de Lydia.
– Cuéntame más que hicisteis.
– Yo estaba a mil, me había corrido varias veces, pero después de hacerle el fisting a Raquel quise probarlo yo. Me puse a cuatro patas y le pedí que me hiciera lo mismo que a ella, la muy puta se embadurno la mano y mi culo y me empezó a encular a fondo.
– Aaah me corro zorra, cómo me gustaría follarte igual.
– Mmm te gustan las guarradas, puta; pues que sepas que Lydia aunque no estaba recuperada se puso delante de mí y mientras me zurraba me metió su polla en la boca y se empezó a mear mientras se la chupaba.
– Aaaah puta cómeme el coño que reviento.
Sara encadenaba los orgasmos mientras yo hacía una pausa en el relato para comerme su coño.
– Como me pones puta, jódeme el culo mientras me comes el coño.
No tenía a mano lubricante así que me conformé con meterle tres dedos en su culazo aprovechando los caldos que soltaba mientras se lo devoraba.
– Cómemelo puta, me corro, aaah, dame duro.
Sara estaba desmadejada, la sucesión de orgasmos la había agotado pero yo necesitaba más, la acompañe hasta la cama y nos tumbamos juntas, le mamaba sus gordas tetas despacio. Me incorporé y escogí, en su apartado de juguetes, un strapon con una polla realística negra de tamaño considerable y una segunda igual de negra y tamaño, ya os imaginareis lo que estaba pensando.
– Bueno guapa, ya te has recuperado, que yo necesito más.
– Joder Carmen, qué perra eres, en cuestión de follar no te cansas nunca.
– Pues no, yo estoy a cien, quiero que te pongas este strapon y me des duro por el culo mientras yo me follo el coño con el otro.
Aproveché para usar un lubricante que había en el armario y unté a conciencia las dos pollas, me puse a cuatro patas y le increpé:
– A qué esperas, zorra, a que yo lo haga todo, chúpame el coño y el culo que estoy caliente y dame azotes que me calientan más.
– Mmm cómo tienes el coño y el culo Carmen, no creo que necesites tanto lubricante, aquí te puede entrar cualquier cosa.
– Chúpame puta, no me tengas así y te cuento lo último.
– Pero todavía hay más, pedazo de guarra, qué más hicisteis.
– Tu chupa y jódeme que te cuento. Aaah, siii qué lengua tienes. Pues después de la meada de Lydia en mi boca mientras se la chupaba, Raquel me sacó la mano del culo y yo, reventada de los orgasmos, me tumbe en el suelo, Raquel se puso en cuclillas sobre mi cara y me echó otra meada en la boca y con lo caliente que estaba la cogí de las caderas y me puse su coño y su culo en la boca para chuparlo ahora que estaba bien mojada.
– Puta, te voy a dar por culo por lo zorra que eres, aah como te entra, toma hasta el fondo. Plas! Plas! Te gusten que te duro, tomaaa.
– Aaah, siii, dame duro perra que yo me jodo el coño con el otro.
– Plas¡, Plas¡, toma zorra, quieres más?
– Siii, dame duro, no pares.
– Vas a hacer que me corra yo también puta toma.
– Aaah no puedo más me corroo
Caí reventada en la cama por la jodienda mientras Sara se admiraba cómo había sido capaz de meterme todo, mi culo y me coño estaban dilatadísimos. Nos tumbamos, ahora sí, para descansar después de todos los orgasmos. El pintalabios y coloretes se habían corrido con nuestros morreos y chupadas, ofrecíamos todo un espectáculo las dos, de putas degeneradas, pero nosotras estábamos encantadas y prometimos repetirlo.
Continuará.