Todas las personas tenemos nuestras fantasías sexuales. En este caso ¿cuál es la de un esclavo masoquista?, puedo responder por mí. Ser secuestrado, atado, amordazado y ser sometido a castigos muy dolorosos e interminables. No poder escapar, ni moverme, ni gritar, ni emitir sonido alguno. Ser castigado sin poder hacer nada por evitarlo por una mujer cruel. ¿Cómo sería mi fantasía de secuestro – internamiento? Aquí la respuesta. Escríbeme si te ha gusta el relato y comparte la fantasía.
Anduve con el coche dando vueltas desorientado sin encontrar el lugar indicado. Tenía una dirección, pero estaba situada en un pueblo remoto completamente confuso sin calles, solo con fincas grandes esparcidas unas de otras. Me perdí y finalmente un hombre muy amable me indicó cual era la finca que yo buscaba. Ya llegaba tarde, precipitadamente aparqué en la puerta y me dirigí a la puerta de la entrada de aquella finca de grandes dimensiones. La puerta metálica, estaba abierta, me adentré por un terreno lleno de tierra lleno de maleza y plantas situadas a mí alrededor. Anduve por un pequeño camino de piedras que atravesaba el terreno y me llevaba hasta una puerta de madera que indicaba la entrada al interior de la casa rustica.
Toque la puerta y esperé completamente nervioso. Unos segundos después me abrió la puerta una señora. Rápidamente la conocí, era MistressPain, la señora que me había citado en aquel lugar para poder hacer realidad mi fantasía, que a la vez sería la suya. Mi vista recorrió disimuladamente a la señora de arriba abajo. Observé unas botas negras de piel clásicas sin adornos, solo una larga cremallera en el costado que cubrían sus amplias pantorrillas hasta las rodillas. Unas medias negras cubrían sus muslos hasta alcanzar una falda negra de cuero. Una blusa blanca abotonada cubría su gran abdomen y cintura ancha. Era una mujer grande, fuerte, voluptuosa, robusta de grandes dimensiones con sobrepeso. Mis ojos se cruzaron con los suyos, su mirada me intimidó. Rostro serio con arrugas por la edad, ojos grandes. Una mujer madura de entre 55-60 años de edad .Su dura mirada me derretía mirándome fijamente con semblante serio. Su pelo rubio completamente rizado, lleno de caracoles que cubrían su cabeza y unas gafas metálicas de visión. Tenía aspecto de mujer sádica, su mirada y rostro la delataba .Quien piense que era una mujer de extrema belleza y cuerpo cultural, está completamente equivocado. Era una señora normal, voluptuosa y rechoncha y ya bien entrada en años pero para mí era la mujer más bella de todo el reino. Podría ser mi madre o mi abuela, pero ahora era mi reina.
-Llegas tarde – Me recriminó con tono serio.
-Lo siento señora, me perdí-La contesté disculpándome.
-No quiero excusas. ¿has traído el contrato? – Me preguntó.
Saqué de mi bolsillo el contrato plasmado en papel. Me había olvidado de el durante unos minutos, pero en los últimos días me quitaba el sueño aquel trozo de papel. Era un contrato de secuestro – internamiento – cautiverio y era bastante duro, me intimidaba por completo. Lo había redactado la señora tras hacerme miles de preguntas durante días. Era un contrato sencillo y muy claro, pero a la vez intimidaba y daba respeto, la fantasía podría ser muy dura y real, era lo que realmente deseábamos.
¿Tenéis curiosidad por saber en qué consistía el contrato? Bien, era un contrato de 20 puntos muy claros y concisos, cada uno de ellos intimidaba más. Entre los puntos más importantes declaraba lo que me podría ocurrir y yo estaría dispuesto a aceptar. A modo de ejemplo puedo citar algunos puntos:
-Serás atado e inmovilizado como yo desee, podré utilizar la forma que considere oportuna para restringir tu movimiento -.Decía el primer punto.
-Podrás y serás amordazado, de una forma efectiva donde no puedas emitir sonido.-Rezaba el segundo punto.
-Serás castigado de la forma que yo desee, aplicando la dureza que estime oportuna. Los castigos serán dolorosos y pueden llegar a ser insoportables pero los aceptaras – Un punto que me intimidaba por completo.
-La duración del secuestro – internamiento – cautiverio será de 48 horas. Ni una más ni una menos. – Dejaba clara la duración de esta fantasía este punto.
-Serás alimentado de la forma que estime oportuna, puede ser desagradable pero serás obligado a comer todo durante tu cautiverio -Trataba este punto sobre mi alimentación mientras estuviese en aquella finca.
-Una vez firmado este documento serás mío y podré castigarte como deseé, no me detendré aunque llores o supliques, hasta que transcurra el tiempo pactado. No me gusta perder el tiempo, una vez firmado no hay vuelta atrás, no me detendré hasta que transcurran las 48 horas pactadas – Este era el punto que más temor y respeto me producía, una vez firmado no había forma de escapar.
Había varios puntos más, donde se fijaban límites y un último punto donde me daba el privilegio de poder elegir un deseo o voluntad en relación al secuestro pactado. . No tuve la menor duda, soy fetichista de guantes, deseé como el que pide un deseo a una lámpara de Aladino que llevara mi señora guantes en sus manos. Ella me concedió el deseo, pero por supuesto mi deseo tendría un precio, sería aceptar una condición suya a cambio. Este precio era castigarme con mucha dureza. Una de las fantasías de la señora era castigar duramente a un esclavo, llegar al límite del esclavo e incluso sobrepasarlo si era necesario, verle sufrir de una forma terrible. La señora MistressPain era terriblemente sádica. Utilizaría su dureza a un nivel completamente alto, más de lo habitual, esa era su fantasía, aplicar los castigos que no había tenido oportunidad de realizar anteriormente. Mi fantasía era a la vez la suya, la habíamos pactado una sádica señora y un esclavo completamente masoquista amante del dolor.
La señora agarró el documento entre sus manos, se cercioró que estaba debidamente firmado y se lo guardo en el bolsillo de su falda.
-Muy bien, sígueme, tu secuestro/ internamiento va a comenzar -Me confirmó.
Anduve tras de ella por un largo pasillo de la casa rustica. No paraba de mirar el movimiento de su cuerpo mientras andaba y escuchaba el ruido de los tacones de sus botas al caminar. Al final del pasillo aparecían unas escaleras de madera que descendían y se introducían en el interior subterráneo de la finca. Tras bajar unos escalones apareció una puerta gruesa de madera. La abrió con sus llaves y me invitó a pasar primero. Entró tras de mí y encendió la luz. Observé como se trababa de un sótano lúgubre y oscuro de grandes dimensiones. No había ventanas en su interior y era completamente viejo de ladrillo y piedra. La señora cerró la puerta y echó la llave por dentro dando varias vueltas. Retiró la llave y se la guardó en su bolsillo de la falda de cuero fuera de mi alcance.
-Desnúdate y arrodíllate bajo esa cadena que cuelga del techo – Me ordeno.
Me fijé en la cadena que pendía del techo, una cadena gruesa de varios centímetros de grosor que descendía hasta escasos centímetros del suelo. Me quité toda la ropa y me quedé completamente desnudo. La señora se acercó hasta un armario situado en un extremo del sótano y agarró varios objetos que no pude identificar ya que se encontraba situada tras de mí.
-De rodillas estúpido – Me ordenó nuevamente.
Obedecí y me coloque de rodillas bajo la cadena metálica. Noté como agarró mis manos y fuertemente las llevó a mi espalda. Agarró unas esposas metálicas y las colocó alrededor de mis muñecas. Cerró las esposas y sentí una fuerte presión, las cerró duramente sin compasión, no dudó en cerrarlas lo más apretadas posible.
-Ahhhh -Me quejé por la dureza y presión de las esposas en mis manos.
-Cállate, no quiero escuchar una sola queja – Me recriminó duramente.
Cerró las esposas con una llave que sacó de un llavero lleno de llaves. Ahh me apretaban las esposas, no era necesario apretarlas tanto, pero dejó bien claro que no iba a tratarme con delicadeza. Sacó de su apreciado armario unas tobilleras de piel que ajusto a mis tobillos y para concluir el proceso colocó una barra espaciadora entre ambas que me obligaban a mantener las piernas abiertas sin poder cerrarlas. Las tobilleras las ancló por un agujero que llevaba la barra metálica en ambos extremos y terminó cerrándola con dos pequeños candados que impedían pudiesen soltarse. Era imposible quitarme las tobilleras o poder cerrar las piernas, los pequeños candados de metal en ambos extremos lo impedían.
Agarró mis muñecas esposadas a mi espalda y ancló las esposas a la cadena gruesa que pendía del techo con un candado sólido. Me fijé que portaba un llavero con una gran cantidad de llaves, que servían para los candados, esposas, puerta y utilidades que aún desconocía. Tiró del extremo de la cadena y de esta forma comencé a erguirme obligado por la cadena que tiraba sobre mis esposas. A medida que tiraba de la gruesa cadena, mis manos en mi espalda se levantaban más en el aire y esto obligaba a mi cuerpo a inclinarme hacia adelante. Se detuvo y me dejó en una incómoda posición que me mantenía bien sujeto e inclinado mirando hacia el suelo. Sujetó el otro extremo de la cadena sobre una viga de madera manteniéndola completamente tensa sobre mis muñecas esposadas. Era una posición bastante incomoda y a esto había que añadirle el dolor de mis esposas apretadas.
-¿Te aprietan las esposas estúpido? -Me preguntó la señora observando mi mueca de dolor.
-Si señora – Contesté. Pensé que iba a aflojarlas, pero estaba muy equivocado.
-Más te dolerán cuando lleves horas con ellas puestas. Te aseguro que no te las voy a quitar, bien claro te lo deje en el contrato -Me dijo seriamente.
Estaba completamente inmovilizado en aquel lúgubre sótano. Escapar era imposible, salvo que fuese un superhéroe que pudiese romper la gruesa cadena, esposas y tobilleras. Intenté quitarme las esposas o desatarme, solo para comprobar la dureza de mis ataduras y comprobé que estaba realmente inmovilizado, no volví a intentarlo más, sería absurdo intentarlo, no iban a ceder un milímetro mis cadenas y era lo pactado y deseado.
MistressPain agarró unos guantes negros y se colocó frente a mí. Comenzó a enfundárselos delante de mí. Levanté la mirada con esfuerzo debido a mi incómoda posición, no quería perderme aquel detalle. Ella era perfectamente conocedora que era fetichista de guantes y me había concedido el deseo en el contrato ¡¡Guau!! eran unos guantes espectaculares de goma gruesos y largos. Eran de tipo industrial o de caucho hasta los codos. Se los comenzó a ajustar en sus manos y brazos por encima de su blusa.
-¿Te gustan mis guantes verdad? No te preocupes, que acabaras aborreciéndolos. Tal como firmaste en el contrato a cambio de los guantes, los castigos serán mucho más severos, más de lo que te esperas. No te imaginas la cantidad de dolor que puedo infringirte. – Terminó de ajustarse sus guantes en ambas manos mientras esbozaba una pequeña sonrisa maliciosa en su rostro.
La señora se dirigió de nuevo al armario y regresó con un rollo de cinta americana de color gris entre sus manos enguantadas:
-¡Solo me falta un detalle, amordazarte. No vas a poder escapar y tampoco nadie te va a oír. Detesto los esclavos imbéciles que no hacen nada más que lloriquear y gritar. No vas a poder hacerlo, no permitiré que me molestes mientras te castigo. – Sus palabras me produjeron un gran temor. Una vez fuese amordazado ya sería un completo objeto, inmovilizado y amordazado. No podría hacer nada.
-Quizás todavía no sea necesario señora… eh…. – Nervioso y educadamente intenté persuadirla para que no me amordazara tan pronto. Sus palabras me habían intimidado de verdad.
-Oh, ya lo creo que será necesario. Nadie escuchará tus gritos ni tus llantos. Te lo dejé bien claro en el contrato que firmaste. Ni te moverías ni hablarías. Vas a estar bien calladito las próximas 48 horas. Haré contigo lo que me dé la gana. ¡¡voy a disfrutar mucho castigándote como nunca antes lo he hecho a ningún esclavo estúpido!! -Sentenció duramente ante mis protestas de la mordaza.
Introdujo sus manos enguantadas por debajo de su falda de cuero y agarró sus bragas para deslizarlas por sus muslos, piernas y sacarlas por sus pies. Las hizo un ovillo estrujándolas y se acercó a mí.
-Abre la boca – Me ordenó.
Observé como sus bragas negras eran de una talla muy grande debido a su corpulento tamaño. No entrarían en mi boca, eran demasiado grandes.
Abrí la boca y comenzó a introducir sus bragas sucias dentro de mi boca. Eran demasiado grandes y no entraban en mi boca tal como predije.
-Creo que no me has entendido bien, si te digo que abras la boca, la abres por completo – Me recriminó levantado la voz a la vez que su mano izquierda enguantada atenazó mi nariz. La cerró con dureza entre sus dedos de goma. En ese momento no podía respirar. Sus bragas intentaban entrar en mi boca y su otra mano estrujaba mi nariz impidiéndome respirar por ella.
-¡Abre la boca todo lo que puedas! Yo no tengo prisa, más bien la tienes tú, si quieres respirar. Hasta que entren por completo mis bragas no te dejaré respirar. ¡Tú sabrás cuanto puedes aguantar! – Me dijo con un tono muy frio y serio.
Transcurrieron varios segundos y ella continuaba esperando a que abriese más la boca mientras yo continuaba sin respirar. No tuve más remedio que esforzarme y abrir la boca todo cuanto pude. Ella comenzó a empujar bruscamente con la yema de sus guantes gruesos sus bragas hasta que entraron por completo dentro de mi boca, quedando está completamente rellena e inflada. Transcurrieron varios segundos más y por fin me libero la nariz. Respiré exhausto, llevaba tiempo sin respirar, había sido bastante agónico. Agarró el extremo de la cinta americana gris y la pegó sobre la comisura de mis labios. Acto seguido comenzó a enrollarme la boca y cabeza con ella, haciéndola girar sobre mi boca y la parte posterior de mi cabeza. Dio una vuelta, dos vueltas… tres… No escatimó y gastó medio rollo para asegurase que no pudiese escupir mi mordaza y quedase bien apretada.
-¡¡Ahora eres mío!! -. Te dejé bien claro en el último punto del contrato que no me detendría hasta que transcurriese el tiempo fijado. Ahora puedo castigarte como me plazca, te aseguro que los castigos serán muy dolorosos. Me da igual si lloras¡ voy a disfrutar mucho castigándote y te aviso que cada castigo será más duro que el anterior. ¡Te voy a enseñar lo que es el infierno estúpido -Me recriminó duramente. Estaba completamente atemorizado y nervioso. El secuestro internamiento estaba a punto de comenzar de verdad.
La señora se dirigió de nuevo hacia su armario. Todo objeto de castigo lo guardaba en aquel armario. Aprendí que cada vez que se dirigiese al armario vendría con un nuevo objeto entre sus manos. Agarró algo de su interior y se colocó frente a mí. Levante la mirada hacia arriba desde el suelo para poder observar a mi captora y comprobé como portaba un látigo de piel corto y fino entre sus manos. La señora emitió una sonrisa al cruzar mi mirada con la suya.
-Adoro azotar a mis esclavos sin piedad. Este látigo es mi preferido, produce un fuerte dolor que te dejará el culo completamente marcado y dolorido. Voy a azotarte quizás 100 veces… quizás 200 veces… lo desconozco. No puedes moverte ni gritar, lloriquea cuanto quieras porque no me detendré, ¿te acuerdas del contrato firmado? puedo azotarte hasta romperte y es lo que haré. te, porque esto va a ser muy largo y doloroso. Comienza tu pesadilla. Tras sus palabras mi temor aumentó aún más. Ahora no podía hacer nada para evitarlo, no podía moverme lo más mínimo y tampoco gritar. Era un pelele bajo su completo control.
MistressPain se colocó tras de mí. Sus botas con algo de tacón resonaron en la habitación en cada paso que daba. Se situó tras de mí y lo siguiente que escuché fue un silbido de su látigo cortando el aire hasta estallar en mi culo.
Zas recibí un latigazo en la piel de mi trasero que me hizo ver las estrellas literalmente. No pude moverme, ni quejarme ni emitir sonido alguno debido a su eficaz mordaza. Antes de reponerme del dolor de su primer latigazo comencé a recibir latigazo tras latigazo.
Mi piel comenzó a ser un brasero incandescente, un volcán de lava. Me ardía, la piel comenzaba a calentarse más y más y cada latigazo nuevo era más y más doloroso. Su mano no se detuvo, levantaba su brazo y descargaba su látigo con ira. Los azotes se sucedían una y otra vez, no había descanso, solo latigazos. Transcurridos varios minutos el dolor comenzó a ser muy fuerte, inevitablemente se escapó mi primera lágrima por mi rostro. Aquello no impidió que siguiese azotándome una y otra vez. Continuó propinándome contundentes latigazos hasta hacer el dolor muy intenso. Mi lado masoquista comenzó a emerger dentro de mí, a disfrutar y a la vez sufrir cada latigazo.
La señora se detuvo, noté la goma de su guante de caucho agarrando mi pelo entre su palma de la mano de goma y tiró de mi pelo de forma muy brusca. Ah que daño me provocó tirando de mi pelo utilizó su fuerza bruta sin las más mínima delicadeza, la goma de su guante atenazo mi pelo y tiró con todas sus fuerzas. La señora estaba disfrutando como nunca antes, utilizaba su fuerza bruta sin compasión, me trataba como lo que era; un idiota esclavo.
-Oh, ya estas llorando, sino hemos hecho nada más que empezar, no llevo ni la mitad de latigazos. Ahora aumentaré la dureza, los azotes de antes no eran nada más que caricias. Voy a romperte el culo puta, no vas a poder sentarte durante muuucho tiempo jajaja –La señora se burló de mi mientras tiraba de mi pelo con una fuerza brutal.
Comencé a recibir latigazo tras latigazo sin compasión, mucho más intensos y duros que anteriormente. El culo me dolía muchísimo. Estaba completamente magullado, y cada latigazo era una verdadera pesadilla tal como me advirtió. Estuvo azotándome durante mucho tiempo, quizás una hora o quizás más, para mí habían sido días, el tiempo se detuvo y los segundos se convirtieron en horas, era un castigo verdaderamente cruel.
La señora se detuvo tras quedar satisfecha, mi culo era un completo poema. Guardó su látigo de nuevo en el armario y regresó con algo nuevo entre sus manos. No había tiempo para descansar. Levanté la mirada y comprobé como agarraba unas pinzas metálicas entre sus guantes negros de goma.
-¿Ves estas pinzas?, producen un dolor insoportable, las he bautizado como las “destroza pezones“ normalmente un esclavo las puede llevar durante una hora o quizás dos, en tu caso las vas a soportar durante muchas horas. Voy a disfrutar observando cómo te retuerces de dolor. -La señora agarró el extremo de una pinza metálica y la colocó sobre mi pezón, posteriormente hizo lo mismo con la otra pinza en el otro pezón. Escuché un doble click y fue el momento en que las cerró. El grito se hubiera escuchado en todo el vecindario sino llega a ser porque estaba amordazado.
Comencé a retorcerme, intentar moverme, intentar gritar, pero no podía. Eran muy dolorosas y estaban muy ajustadas a mis pezones. El dolor era terrible. La señora comenzó a observarme con una sonrisa en su rostro. Estuvo observándome unos minutos y después se dirigió hacia su armario de nuevo. Regresó con un pequeño artilugio de metal. No sabía lo que era, pero pronto lo averigüé. Era una pinza de púas, desconocía para que servía, pero pronto la colocó sobre mis testículos. La pinza apretó mis testículos bruscamente y las púas oprimían mis testículos duramente. El dolor era muy intenso. Ah nuevamente mis lágrimas se escaparon por mi rostro, el dolor era muy fuerte.
La señora agarró un nuevo objeto. En mi interior suplicaba porque no me aplicase más castigos, ya eran muy intensos. Me dolía el culo horrores, mis pezones eran mordidos por una víbora y mis testículos estallaban de dolor. La señora no se detuvo y regresó con un pene de goma entre sus manos enguantas.
-¡eres mi puta y vas a llevar este pene de goma en el culo para entrenarte, hasta que decida sacarlo y entonces utilizaré mi arnés. Te aviso que otros esclavos no soportaban mi arnés, se quejaban que era demasiado grande, pero en tu caso lo vas a soportar sin más remedio sin quejarte – Me dijo de forma estricta mientras comenzó a lubricar el pene de goma. Acto seguido note el tacto frio de la goma del pene de goma en mi ano. Lo introdujo dentro de mi ano delicadamente y de pronto apretó con sus dedos introduciéndolo bruscamente. El dolor que sentí al introducir el pene de goma fue muy severo. Ah me dolía todo el cuerpo, estaba siendo castigado de muchas formas a la vez. El dolor se apoderaba de mi cuerpo. Mi culo, mis pezones, testículos y mi ano. Era completamente sádica aquella mujer.
Colocó un cinturón con unas correas sobre mi cintura y mi ano para que no pudiese expulsarlo. Me dolía todo el cuerpo ¿qué castigo era más doloroso?, lo desconocía, cada segundo sentía un dolor diferente, los pezones, los testículos, el pene de goma. Era una verdadera tortura, estaba siendo castigado duramente.
-Tengo una buena noticia y una mala para ti. La buena es que de momento ya no voy a aumentar tus castigos. La mala es que vas a pasar varias horas en esta situación. Regresaré dentro de varias horas. El dolor aumentará y aumentará, vas a vivir una verdadera pesadilla que terminará cuando yo quiera y te prometo que no será antes de las 48 horas que firmaste en el contrato-. Se burló y me recriminó anunciándome el dolor que me esperaba.
MistresPain se quitó los guantes de goma de sus manos. Los agarró en sus manos desnudadas y me los mostró ante mis ojos.
-¿Te gustan mis guantes verdad?, tú los solicitaste. Los voy a colocar encima de ti, sobre tu espalda. Si cuando regrese, los has dejado caer, tendré que volver a colocarlos de nuevo y volver a macharme dejándote más horas con tus castigos. Por tu bien espero que aguantes tu dolor y no te retuerzas porque los guantes se caerán al suelo y no podrás volver a colocarlos. Si esto sucede, aumentaré tu castigo una y otra vez. Jajaja – Me dijo cruelmente proponiéndome su juego.
La señora se marchó de la habitación y me dejó allí encerrado. Completamente inmovilizado en una posición incómoda. Las manos erguidas sujetas por la cadena, mi tronco doblado con unos guantes de goma en mi espalda. Mi culo ardiendo debido a sus latigazos, sin olvidar el enorme pene de goma que portaba dentro. Mis pezones estrujados por sus pinzas metálicas y mis testículos atenazados por las púas de sus pinzas. El dolor era muy fuerte. Era inaguantable. Ahhhh ahhhh. Gritaba en mi interior sin poder moverme ni gritar absolutamente nada. El dolor se apoderaba de mí, tan pronto eran los pezones, como testículos como el pene de goma. En pocos minutos me retorcí de dolor y los guantes se cayeron al suelo. Oh nooo y ¿ahora como los colocaba de nuevo en su sitio?, era imposible volver a colocarlos, era imposible ya que tenía las manos esposadas a la espalda.
Transcurrió el tiempo y cada vez me dolía más el cuerpo. Estaba siendo castigado de varias formas a la vez. Me retorcía de dolor. El tiempo se había detenido y se hacía eterno encerrado en aquella instancia. Aguanté mi sufrimiento y una hora después la puerta del sótano se abrió de nuevo. Apareció la señora MistressPain. Caminó despacio hacia mí y observó que los guantes estaban en el suelo. Se enojó bastante.
-Veo que no te quedaron claras mis órdenes, estúpido. Dejaste caer los guantes al suelo. Tendré que motivarte para que no vuelva a suceder – Me dijo enfadada.
Se colocó de nuevo sus guantes de goma en sus manos y brazos y agarró entre su mano la púa que atenazaba mis testículos. La sujeto levemente entre la palma de su mano y de pronto la cerró apretando con fuerza la púa a mis testículos. El dolor fue insoportable. Mantuvo su mano apretando mis testículos y la púa clavándose en ellos. El dolor era muy fuerte. Ah que dolor.
-Esto es lo que le pasa a los imbéciles como tu cuando no cumplen mis órdenes. Los castigo hasta que obedecen. Te voy a enseñar a no desobedecerme – Me dijo de forma muy estricta.
Continuó agarrando y estrujando la púa en mis testículos, la púa se clavaba aún más y me apretaba terriblemente produciendo un dolor insoportable. Deseaba suplicar que se detuviese pero no tenía forma de hacerlo. Soltó su mano enguantada de la púa, sonrió y volvió de nuevo a estrujarla produciendo de nuevo el mismo dolor. Comenzó a desternillarse de risa. Aflojaba la fuerza de su mano y de pronto volvía estrujar con fuerza produciéndome el mismo dolor insoportable. Estaba sufriendo con su terrible castigo. Se detuvo y esta vez agarró las pinzas metálicas que apretaban mis pezones. Agarró la fina cadena y comenzó a tirar de ella estirando mis pezones. El dolor aumento más y más. Seguía destornillándose de risa y burlándose de mí. Finalmente sujeto con una mano la pinza metálica de mis pezones y con la otra mano apretó la púa. Empezó a provocarme el doble de dolor.
No se detenía, pasaban los minutos y ella seguía castigándome. No paraba de provocarme dolor y más dolor. Lloraba de dolor, las lágrimas descendían por mi mejilla. Era completamente doloroso y no cejaba en su empeño. Estuvo una hora castigándome de aquella manera. No había sentido antes tanto dolor y la señora se burlaba de mí.
-¿Te acuerdas lo que firmaste? Puedo castigarte como desee y con la intensidad que desee. Los castigos aumentaran vas a vivir una pesadilla que no podrás despertar. Ahora volveré a colocar los guantes sobre ti. Dentro de una hora regresaré. Si los has dejado caer tendré que castigarte más duramente. Tengo muchos métodos. – La señora se rio a carcajadas y volvió a quitarse los guantes para dejarlos sobre mí espalda apoyados de nuevo.
Esta vez tuve muchísimo cuidado, evite moverme para que no se cayeran los guantes al suelo. Me retorcía de dolor pero lo aguantaba sin moverme un milímetro. Pasaba el tiempo y la hora estaba próxima a cumplirse pero al final una descarga más intensa de dolor proveniente de varias partes de mi cuerpo consiguió que volviese a dejar caer los guantes al suelo. Ahora si estaba metido en un buen lio. Cuando la señora regresara se iba a enfadar y mucho.
Regresó una hora después tal como prometió y comprobó que había vuelto a dejar caer los guantes al suelo. La señora agarró de nuevo los guantes del suelo y se los enfundó de nuevo.
-Veo, que tengo que insistir. Has decidido desobedecerme una y otra vez. Tendré que ser más dura contigo – Me dijo duramente. En mi interior suplicaba y deseaba pedirla perdón y que no volvería a suceder, pero seguía sin tener forma de hacerlo debido a su eficaz mordaza.
MistressPain se colocó tras de mí y al instante sentí su bota estrellándose en mis testículos. Su bota golpeó primero la púa y esta a su vez se clavó en ellos y me produjo un dolor insoportable, además del golpe recibido en ellos. Comenzó a darme patadas en los testículos con sus botas desde atrás. La barra espaciadora hacía que tuviese las piernas separadas y la señora sin dificultad podía darme de patadas en ellos, introduciendo su bota entre mis muslos y soltando una fuerte patada, estrellando su bota en la púa. El dolor iba en aumento, su castigo era más y más doloroso.
-Por tu bien espero que empieces a obedecerme. No tengo prisa, Tengo hasta que se cumplan las 48 horas para castigarte. Si es necesario seguiremos así una y otra vez. Cada vez te castigaré más duro. Te repito que no te muevas, si se vuelven a caer los guantes al suelo te rompo los testículos a patadas. Tú decides -Me dijo furiosa porque ya la había decepcionado por doble ocasión.
Abandono de nuevo la habitación y esta vez no moví un musculo de mi cuerpo. El dolor se apoderó de mí pero no me moví un centímetro, Conseguí que no se cayeran al suelo sus guantes. Esta vez lo había conseguido.
La señora al regresar me felicitó. Me perdono y decidió no continuar aquel castigo. Mis testículos y mis pezones se lo agradecían enormemente.
-Veo que aprendes a obedecer. Ni se te ocurra volver a fallarme, harás lo que yo te diga al pie de la letra o las consecuencias serán terribles ¿has entendido estúpido?-Contesté moviendo afirmativamente la cabeza.
Mi captora me estrelló una fuerte bofetada en su rostro con su mano enguantada. La goma de su guante de caucho se estrelló fuertemente en mi rostro, produciendo un fuerte chasquido en la habitación. Plaf. Continuó recriminando mi desobediencia y volvió a abofetearme de derecha a izquierda con su mano enguantada. Nunca antes había recibido unas bofetadas tan fuertes, la goma de su mano resonaba en toda la habitación dejándome la cara ardiendo.
-Vuelve a desobedecer mis órdenes y agarro el látigo de nuevo hasta romperte el culo por completo, ¿has entendido? – Me dijo furiosa mientras me propinaba otra contundente bofetada en mi rostro.
Continuó abofeteándome una y otra vez con sus gruesos guantes de goma. Las bofetadas eran terribles, no escatimó en utilizar mucha fuerza. Me cruzó la cara de nuevo de izquierda a derecha con su guante una y otra vez. Su sonrisa perversa denotaba que disfrutaba causándome dolor, me abofeteaba más y más fuerte sin compasión. Mi cara quedó completamente colorada y con la marca de sus guantes de goma.
La señora se dirigió hacia su armario de castigos y tras abrir la puerta de madera agarró una lata entre sus manos. No podía ver lo que era en un principio, pero cuando se colocó frente a mí y me lo mostró quedé completamente sorprendido. Era una lata de comida para perros. Tiró del extremo de la anilla de la lata y la abrió por completo.
-Bien claro te deje en el contrato que comerías lo que a mí me diese la gana. Esto es lo único que vas a comer durante tu encierro. – Me dijo de forma muy severa con una sonrisa perversa.
Comenzó a desenrollar la cinta de embalar alrededor de mi boca y con esfuerzo consiguió quitarme la mordaza que apretaba mi boca. Sacó sus grandes bragas de mi boca y arrojó un puñado de comida para perros sobre su mano enguantada de goma. Era una masa de pate para perros. A lo mejor estaba deliciosa pero era repugnante su aspecto.
-No pienso comer eso – La dije negándome a probar aquella comida de perros. Algo que no debí de decir ya que la enojó mucho.
-Oh sí, claro que vas a comer toda la lata. O lo haces por las buenas como un buen perro o será por las malas y te aseguro que no te va a gustar. Te haré tragar toda la lata y después agarraré de nuevo mi látigo. Tú decides – Me recriminó.
No tenía la menor intención de probar y comer aquella repugnante comida para perros. Así que continué negándome, insistí en mi rebeldía. Cuando acercó su guante de goma negro a mi boca, aparté la cara hacia otro lado. Aquel gesto enfado mucho más aún a mi captora. Dio un suspiro y de forma abrupta acercó de nuevo su guante de goma a mi boca y esta vez utilizando la fuerza bruta introdujo la comida dentro de mi boca. Me tapó la boca con su mano enguantada para que no pudiese escupirla.
-Traga estúpido, vas a lamentar haber vuelto a desobedecerme, no aprendes – Me dijo con tono furioso.
No tuve más remedio que tragar aquella repugnante comida, ella volvió a repetir el proceso, volvió a volcar más comida sobre su mano y de forma bruta la introdujo en mi boca. Mi boca se llenó de aquella comida de perros y ella seguía llenándola más y más introduciendo sus dedos dentro de mi boca. Era muy difícil masticar y tragar con tanta comida en la boca, comenzó a forzar con sus dedos la comida hacia mi garganta para que tragara. Comencé a tener nauseas pero a ella no la importó continuó introduciendo más comida y forzarla al interior de mi garganta para que la tragase.
Tras unos angustiosos minutos, terminé de comer la lata de comida para perros. Mi captora se dirigió de nuevo hacia el armario y agarró otra lata más. Volvió a dirigirse hacia mí.
-Te lo advertí, por las malas sería mucho peor. Ahora vas a tragar todas las latas que a mí me plazca. Eres un estúpido desobediente. Te dejé bien claro en el contrato que comerías lo que yo te ofreciese. En la próxima comida no voy a ser tan benévola, vas a comer algo mucho peor recién salido de mi cuerpo, y te prometo que lo tragaras. Te arrepentirás de haberme desobedecido. Ya puedes llorar lo que quieras, porqué lo haré te lo prometo -Había aprendido que si la señora prometía algo siempre lo cumplía. Había entendido perfectamente a lo que se refería en la próxima comida y estaba seguro de que lo iba a hacer, ya no había vuelta atrás.
-Ahora, más vale que te estés quieto y seas obediente tragando todo, porque cuando termine te azotaré con mi látigo como te prometí si desobedecías, de ti depende el número de latigazos que recibirás. – Me dijo furiosa.
Fueron unos minutos muy angustiosos. No paraba de introducir su guante de goma dentro de mi boca con más y más comida para perros. Me obligaba a comer una y otra vez Introducía su guante en mi boca hasta el fondo. La señora comenzó a reírse a carcajadas al observar mi agonía y como estaba empachado y ella seguía metiendo más y más comida. Llego un momento que no podía comer más, estaba empachado de tanta comida para perros pero un fuerte bofetón en mi rostro me recordó que debía obedecer y continuó introduciendo más comida para perros. Al día siguiente iba a ser mucho peor porque sé que cumpliría su amenaza y comería algo mucho peor.
-Muy buen perro, pero me desobedeciste. Tuve que hacerlo por las malas, te lo advertí. Tendré que insistir con el látigo hasta que aprendas a obedecer – Me dijo la señora a la vez que se dirigía de nuevo hacia el armario y agarraba de nuevo la cinta americana.
Se acercó a mí, se inclinó y recogió sus bragas que habían servido de mordaza y ahora estaban en el suelo. Las estrujo y me ordenó abrir la boca. No deseaba abrir la boca, iba a ser amordazado de nuevo, pero no quería enfurecerla aún más. Abrí la boca y con fuerza introdujo de nuevo sus bragas sucias en mi boca. Se aseguró que quedaban bien metidas hasta el fondo de mi campanilla para que no pudiese emitir sonido alguno. Comenzó a enrollar la cinta americana alrededor de mi boca y cabeza de nuevo, dando una gran cantidad de vueltas y asegurándose que quedaba bien apretada y tensa.
Agarró de nuevo su látigo y se situó tras de mí.
-Tendré que insistir en tu comportamiento, sigues desobedeciendo. 50 latigazos más te harán obedecer -. Quedé completamente atemorizado, no aguantaba un solo latigazo más, tenía el culo completamente dolorido e iba a recibir otros cincuenta más.
El dolor fue insoportable, azotó con fuerza sobre mi dolorido trasero. Mi verdadero infierno había comenzado. El dolor era terrible. Latigazo tras latigazo comenzó a magullarme aún más la piel de mi culo. Lloraba y lloraba sin obtener clemencia.
Tras unos duros diez minutos terminó de azotarme duramente. Fue la peor azotaina o sesión de latigazos que jamás había recibido. El dolor fue terrible.
-Espero que hallas aprendido la lección. Tenía pensado quitarte las pinzas y la púa, pero al ser tan desobediente, no lo haré. Vas a llevarlo mucho más tiempo, hasta que te retuerzas de dolor y aprendas a no desobedecerme -La señora se quitó los guantes, los guardó en su bolsillo y se marchó de la habitación dejándome allí encerrado.
Estuve encerrado y soportando el dolor de las pinzas, la púa, mi culo completamente dolorido durante más tiempo. La posición era realmente incomoda y las esposas cada vez me apretaban más. El castigo iba en aumento. El transcurso de las horas había endurecido mi secuestro.
Habían pasado varias horas cuando regreso. Desconozco el número de horas que llevaba allí encerrado. Debía de ser de noche. Entró en la habitación y tras enfundarse de nuevo sus guantes lentamente. Se bajó la falda de cuero y quitó su blusa quedando completamente desnuda con tan solo unas medias negras de lycra y sus botas. Agarró un arnés de cuero, que colocó sobre su cintura. Era un strap-on de tamaño grande, que se ajustaba a la cintura con varias correas y mantenía recto y sujeto su enorme pene de goma.
-Adoro follar a mis esclavos una y otra vez, puedo llegar a ser insaciable, puedo estar horas haciéndolo. El único problema es que no aguantan mucho, pero en tu caso atado y amordazado voy a romperte el culo hasta que me plazca y te aseguro que no voy a ser delicada. – Me dijo a la vez que sacaba el plug que había llevado durante horas introducido en mi ano a modo de entrenamiento.
Mi captora se colocó detrás de mí, pego su cuerpo al mío y comencé a notar su pene de goma untado en vaselina sobre mi ano. Comenzó a introducirlo suavemente y de pronto noté una fuerte embestida hasta introducirlo por completo. Se me saltaron las lágrimas del dolor. Noté a mi señora bien pegada a mí con su pene de goma. Sujetó mi pelo con fuerza entre su mano izquierda enguantada y volvió a tirar de mi pelo con toda su fuerza inclinando mi cara hacía atrás, Comenzó a sacar e introducir el pene de goma dentro de mí. Era terriblemente doloroso y lo hizo con extrema dureza. La señora estaba disfrutando como nunca antes lo había hecho. Era una fantasía echa realidad, tanto para mí como para la señora. Continuó embistiendo una y otra vez su pene de goma dentro de mi ano, mientras reía y tiraba de mi pelo más y más fuerte produciéndome un dolor terrible ya que la goma de su guante no resbalaba en mi pelo y me atenazaba entre sus manos. Deseaba suplicar y a la vez advertirla que la goma de su guante me producía un dolor terrible pero no tenía forma, no podía emitir sonido alguno. Eran muy dolorosas sus embestidas y su guante en mi pelo me producía mucho daño.
Desconozco el tiempo que transcurrió, pero tal como me prometió había pasado mucho tiempo. Disfrutó violando mi ano una y otra vez. La señora estaba envuelta en sudor y portaba una sonrisa en su rostro. Había disfrutado mucho sodomizándome. Estaba exhausta.
La señora comenzó a soltar la cadena para que pudiese recostarme sobre el suelo. Seguía encadenado, esposado y amordazado pero podía acostarme sobre el suelo.
-He disfrutado mucho hoy puta. Mañana continuaré castigándote. Todavía me quedan muchas horas hasta cumplir lo pactado. Descansa porque mañana seré mucho más dura contigo. Lo de hoy solo han sido caricias, mañana voy a castigarte de tantas formas que vas a vivir un verdadero infierno. ¿estas cansada perra? pues firmaste 48 horas, todavía te quedan muchas horas. Te dije que no me detendría hasta que transcurriese el tiempo pactado. – Me dijo con un tono muy serio de nuevo recordándome lo firmado y todo lo que quedaba por experimentar.
La señora sacó su arnés del interior de mi ano. Se sentó sobre mi espalda a modo de pony dejando caer todo su peso sobre mí. Me rodeó con su antebrazo y apretó mi cuello con el antebrazo. Comenzó a faltarme la respiración. Apretaba fuertemente.
-Eres mío y puedo hacer contigo lo que quiera. Respiraras si yo quiero-Me apretó con más fuerza rodeándome con su antebrazo y a la vez atenazó mi nariz con su mano derecha para que no pudiese respirar, ya que seguí amordazado. Me produjo una gran agonía y asfixia, hasta que liberó la presión de su brazo y soltó sus dedos de mi nariz.
-Si un esclavo estúpido se comporta mal y me desobedece, le quito el aliento – Volvió a tapar mi nariz entre sus dedos enguantados impidiendo pudiese respirar. Esta vez duró mucho más su presión. Cuando liberó mi nariz respiré exhausto, deseaba suplicar pero no podía. Tenía la boca inflada por sus bragas. Repitió el procedimiento varias veces para dejarme bien claro que podía hacer conmigo lo que quisiera, incluso quitarme el aliento. Dio por terminado su castigo dejándome exhausto.
Se quitó los guantes y comenzó a reírse mientras los miraba:
-Empiezan a gustarme mucho estos guantes ¿y a ti? creo que a ti no demasiado, los aborrecerás tal como te prometí, jajaja. –Comenzó a burlarse de mi fetiche y tenía razón estaba disfrutando mucho sus guantes pero comenzaba a tenerlos pánico, solo producían dolor.
-Ah, no te preocupes por tus necesidades, a media noche vendré a ponerte un enema, te dejará bien limpio, aunque va a ser extremadamente doloroso. No solo es tu fantasía, es la mía también, llevo mucho tiempo queriendo probar un nuevo enema que he fabricado yo, la goma es muy gruesa y los demás eslavos según la vieron salieron corriendo, pero en tu caso, atado y amordazado no podrás hacer nada. Apretaré hasta que entre por completo dentro de tu ano la goma, amordazado no vas a quejarte, pero el dolor va a ser terrible te lo prometo y no pararé hasta que entré por completo. Vas a retenerlo durante el tiempo que me plazca, más de lo que te imaginas con un tapón bien metido en el culo. Hasta que no puedas más y llores de tanto dolor y entonces continuaré sin escuchar tus llantos… vas a sufrir y muchooo… Y no se me olvida tu falta de comportamiento durante la comida, vas a probar algo muy especial tal como te prometí y te lo comerás todo todo, te lo prometo y a la fuerza será mucho peor, jajaja voy a disfrutar muchooo-. Mi captora se marchó de la habitación tras intimidarme con su nuevo castigo. Había transcurrido la mitad del tiempo pactado, todavía quedaban muchos castigos por recibir, iba a ser una fantasía para nunca olvidar. Todavía había un duro día por delante lleno de placer y sufrimiento.
Había sido el mejor día de mi vida, placentero y muy doloroso. Todavía quedaba otro día por delante y con mucho más sufrimiento. Los verdaderos castigos estaban por llegar. ¿Detestaría sus guantes tal como me prometió MistressPain?. Lo dudo mucho, deseaba ser castigado por sus guantes una y otra vez sin compasión.
Para cualquier comentario: [email protected]