Cada vez que tengo clase con mi profe favorito no puedo evitar desearlo. Un jueves terminando la clase a las 7 pm, la universidad vacía y mis compañeros que terminaron de salir aproveché para acercarme y preguntarle como siempre bobadas con tal de tener su atención. Sin embargo, ese día no pude evitar más mis deseos y le dije como me sentía cada vez que lo veía.
Mi profe es un señor de 50 años pero muy apuesto y varonil, cada vez que lo veía los jueves luego de salir de clases me dirigía al baño a masturbarme porque me era imposible no excitarme si su voz, elegancia y gestos me encantaban. Gran parte de la clase solo me la pasaba mirando su pene escondido en sus pantalones y fantaseando con poder así sea hacerle un oral.
Volviendo a ese jueves que me quedé a solas con él, al ser ya algo tarde y teniendo en cuenta que tenía varios papeles en sus manos, me ofrecí acompañarlo a su carro para que no llevara tantas cosas pesadas. Cuando llegamos me iba a despedir de él, pero mi impulso me ganó y terminé abrazándolo, él solo se quedó sorprendido y me apartó preguntándome qué me sucedía.
Decidí contarle que no podía dejar de fantasear con él en mi mente y terminé contándole todo lo sucio y excitante que me hacía sentir y los pensamientos que me transmitía, él callado solo me escuchaba y al final me dijo que se daba cuenta de como lo miraba, pero que yo era su alumna y el seguía siendo mi profesor.
Así que cuando estaba perdiendo el anhelo y estaba por irme decidí echar los papeles que llevaba a su asiento y sin querer rocé con mi brazo su pantalón a la altura de su pene y sentí como estaba de duro. El avergonzado intentó no darle sentido pero decidí lanzarme y bajé mi mano para abrir su pantalón. El solo me decía que no, ya que no podría detenerse. Sin embargo, yo decidí metiendo mi mano y le saqué su pene por la corredera, cuando lo hice sin duda mi profe estaba tan excitado que lo tenía hinchado y sus venas se notaban más que nunca. Así que me puse de rodillas y empecé a lamerlo, por lo que él solo cerró sus ojos y con sus manos me tocaba la cabeza.
Cuando empecé a lamerlo más y más estaba tan fogoso que tomo mi cabeza con sus dos manos y metía y saca su pene de mi boca, sentía como me llegaba hasta la garganta pero me encantaba sentirle lo húmedo que estaba y su respiración acelerada. Con mi mano derecha tocaba sus testículos y la mano izquierda me masturbaba. No podía creer que estuviera en ese momento con él, así que cuando estaba por correrse decidió sentarse en el asiento del conductor y yo me monté encima de él, así que empecé a saltarle mientras sentía por dentro la verga más deliciosa que jamás me había cogido. La incomodidad por el espacio y la adrenalina de que alguien nos viera me excitaba aún más, pero aun así no me detenía y el tampoco ya que su mano pasaba por mi clítoris mientras nos besábamos. Así que sabía como tocar muy bien mi clítoris y la cabeza de su pene rociaba muy bien mi punto G por lo que me vine en el primer orgasmo y solté un gemido como nunca antes. El tan entregado seguía moviéndose por debajo de mi y yo seguía saltando, hasta que sentí su leche correr dentro de mi mientras el movía mi clítoris de derecha a izquierda a tal punto que logré mi segundo orgasmo.
Ojalá pudiera vivir eso con mi profesor de verdad, pero lo cierto es que mientras me imagino esto mi mano toca mi clítoris realmente y me hace sentir lo más sabroso.