No era fácil mi vida, pero nada fácil. Pero tenía una vida, algo es algo. Un nerd que era la decepción de su padre, con amigos nerds, poca o casi nula vida social. Un paria, un aislado social. Bueno ustedes dirán que hay cosas peores, que hay vidas mucho más difíciles, es que, a esa edad, todo es muy dramático y extremista y solamente la madurez te da otra perspectiva.
Y como es lógico en la vida, todo puede empeorar, y en mi caso mi mal o que mi vida vaya de mal en peor tiene nombre, Laura Altamirano. Una de las chicas más populares de la escuela. Y que hizo ella, prácticamente nada, para ella yo no existía, era un paria. El culpable fue mi señor padre, que se casó con la madre de Laura, y se convirtió en mi madrastra, Gabriela toda una belleza, ex reina de belleza y mujer muy codiciada, Laura heredó gran parte de esa belleza de su madre, pero mientras Gabriela era un encanto de persona, Laurita tenía un carácter del demonio, mezclado con caprichos de nena consentida, toda una joyita que entraba a mi vida.
Pero ustedes dirán que siendo como soy, mi padre pueda tener a tan cotizada mujer. Bueno es que mi padre tiene un apartado especial en todo esto y está historia. Mi padre es un macho alfa, lomo plateado, el líder. Mi progenitor fue miembro de una fuerza especial, de gendarmería, y en un momento de su carrera, debido a una lesión se cambió de la fuerza especial a seguridad diplomática, este departamento dentro de la gendarmería le da protección a las embajadas que se encuentran en zona de riesgo. Ahí fue cuando conoció a mi madre, que es parte del cuerpo diplomático. Se casaron y me tuvieron. Tener dichos padres no es fácil, porque vivimos en tres países diferentes en diez años, yo nací en Haití, también estuve en Croacia y Jamaica. Cuando mis padres se separaron, estábamos en Argentina y a mi madre le habían ofrecido un ascenso en Colombia, mi padre se retiró y abrió su propia empresa de seguridad, yo elegí vivir con mi padre, no quería seguir siendo un trotamundos, lo que he dicho de mis padres parece cruel o insensible, pero no es así ellos me amaban, a su manera.
Empecé a vivir con mi padre, el macho alfa, él es alguien distante y frio, pero con el que siempre se puede contar. He heredado poco de él, es alto, musculoso, dominante y seguro, más bien callado, de cara es normal, pero siempre ha tenido éxito con las mujeres. Yo sabía qué hacía por lo menos dos años estaba saliendo con alguien, pero nos la presento muy cerca de la boda. Cuando se casó con Gabriela yo tenía 18 años, mi padre 47, Gabriela 39 y mi querida Laura 18. Y ¿cómo mi padre conoció a Gabriela? En la puerta del colegio y ahí hizo su magia.
Para aclarar donde estudiaba, por decirle colegio, este instituto estaba en un gran parque, y se componía de educación básica, o sea niños entre 3 años y 12 o 13, educación secundaria, entre esta última edad y los 17 o 18 años, y educación superior, donde se dictaban carreras universitarias. Todos en sus correspondientes edificios, correctamente separados y con una infraestructura enorme, todo esto gestión de la iglesia ante los militares en la última dictadura. Este colegio era de gran prestigio y reputación. Yo estudiaba Economía y Laura Comercio Exterior.
Quiero decirles que a Laura tampoco le hizo gracia tenerme de pariente, y me lo dejó claro ni bien nuestros padres nos comunicaron que tenían una relación.
– Mira raro, tu padre no será mi padre y tú nunca serás mi hermano, nosotros no somos nada.
Esas fueron sus primeras palabras hacia mí, aunque estando nuestros padres era un amor, una nena buena. Aunque en verdad ella albergaba la esperanza de que su madre volviera con su padre, por eso para ella el golpe fue mayor.
Nuestra vida fue transcurriendo con normalidad, yo me llevaba muy bien con Gabriela, es más sin reemplazar a mi madre, y nunca querer hacerlo, me apoyo bastante. A mi padre dentro de lo hermético y frio que era se lo veía feliz. Laurita llevaba una buena relación con mi padre y conmigo era totalmente parca y nuestra relación era inexistente.
Nosotros vivíamos en una casa de dos plantas, en un barrio de clase media alta, concurríamos a un colegio católico. Los ingresos de mi padre como de Gabriela eran buenos, ella tenía una tienda de ropa bastante exitosa. Ellos tenían una vida social bastante activa, y se complementaban muy bien, ella súper elegante, cerca del metro setenta, delgada, de pelo castaño claro, muy bellas facciones, y sobre todo resaltaba un trasero que sin ser grande era perfecto, de esos que sobresalen en una mujer delgada, redondito y bien parado, que se machacaba en un gimnasio al que iba junto a su hijita. Y mi padre era el acompañante perfecto, sobre el metro ochenta y cinco, una postura marcial perfecta, un físico muy trabajado, y una vista de águila muy llamativa. Como dije se complementaban muy bien y se los veía felices.
Vivíamos todos juntos, pero Laura se iba dos días de la semana con su padre y fines de semana por medio, yo por mi parte me iba a Colombia en mis vacaciones dos semanas y algunos fines de semana largo con puentes, a ver a mi madre. También la veía cuando ella visitaba el país. Mi madre era hija única, y mis abuelos que eran grandes, vivían en el interior del país. No tenía mucha relación con ellos, si con la familia de mi padre que me llevaba muy bien.
Esta historia vino a torcerse cuando ya habían pasado un par de meses desde la boda, estaba ya con todas mis hormonas en plena ebullición. Y querías batir el récord mundial de masturbación. El tema es que yo siempre era muy vergonzoso, y me hubiera muerto antes que alguien encontrara las pruebas de estos hechos. Por lo tanto, desde que empiezo con mi preparación para romper el récord, lavo todas mis sabanas y mi ropa. Un domingo de otoño, bastante agradable todavía me levante después de una noche bastante agitada para mí y como era mi costumbre me levante a lavar mi ropa y sabanas. En la casa parecía no haber nadie, la princesita la pasaba con su padre, Gabriela parecía atender las plantas en el Jardín y mi padre parecía que estaba en la empresa o había salido a correr. Estaba en la lavandería, que es contigua a la cocina, me encontraba poniendo la ropa en el lavarropas, cuando escucho que entra mi madrastra Gabriela a la cocina, escucho a mi padre entrar después Cuando pregunta, mi padre por mí.
Padre: ¿Y Fernando?
Gabriela: sigue durmiendo.
Iba a saludar, pero intentaba meter toda mi ropa en el lavarropas y ocultar toda la evidencia. Cuando voy a salir Gabriela le está dando un tierno beso a mi padre, yo no quise interrumpir tan romántica escena, los dos estaban casi de perfil hacia mi posición. Ella termina el beso con una sonrisa tímida y mi padre tiene una sonrisa y mirada rara, casi como un lobo mirando a su presa, ninguno de los dos se alejó, se miraron por unos segundos hasta que mi padre puso su mano en la nuca, cómo acariciando su pelo, ella se dejaba hacer, nunca la había visto así, de repente el jala su pelo hacia atrás y la trae hacia él, y empieza un beso muy apasionado, posesivo, cómo queriendo comerla. A Gabriela se le escapa un tenue gemido, apenas perceptible, el ahora empieza a comerle la boca, a morderla y lengüetearla. Todo esto a mí me hace retroceder para que no me vean, cierro un poco la puerta corrediza y sigo de mirón. Gabriela parece estar en puntas de pie, mi padre la sigue sosteniendo del pelo la besa se separa un poco y la mira a los ojos, ella está agitada, la suelta y la empuja, la gira y ella apoya las manos contra la barra de la cocina, le pega una cachetada en su lindo culo y ella lo saca más todavía, se lo acaricia, aprieta y estruja, hasta hacerla gemir, de un tirón jala su pantalón y ropa interior hacia abajo, dejándola desnuda en toda su parte inferior. Mi padre mete sus manos entre sus piernas y empieza a masturbarla, saca su mano y sus dedos estaban brillantes, para acto seguido él se mete los dedos a la boca y los chupa.
Padre: Esta caliente mi putita.
Gabriela: -larga un largo suspiro antes de contestar- Si mi papi.
Era una escena irreal, yo de mirón, viendo a mi padre masturbando a mi bella madrastra. Tomo mi pene que estaba durísimo y con mucho liquido pre seminal y empecé a acariciarme. Mientras mi padre seguía masturbando a Gabriela, en un momento dado el se pone de rodillas y clava su cara entre las nalgas de ella.
Gabriela: sí, así papi.
Ella se dobla más todavía, quedando su cuerpo a 90º de sus piernas, ella jadeaba muy muy despacio, como conteniéndose.
Gabriela: sí, si, que bien lo hace mi macho, no te olvides de comerme el culito también.
Yo alucinaba con todo esto, se escuchaba un chapoteo de la lengua de mi padre, y los gemidos más fuertes de ella.
Gabriela: No aguanto más, te quiero adentro, penétrame mi semental, quiero a mi macho.
Él no se hizo rogar, se bajó los pantalones y quedo bamboleante una herramienta importante, me acuerdo que pensé, a la mierda mi padre podría ser actor porno. Agarro la punta de su pene y lo puso en la entrada de su vagina y de un solo movimiento de cadera se la enterró toda, un sonido apagado en su brazo se escuchó de Gabriela. El empezó un mete saca lento pero profundo, casi la sacaba toda y después toda hacia adentro, hasta que empezó a meterle ritmo y velocidad, ya Gabriela gemía más fuerte pero se notaba que se contenía, hasta que mi padre la agarro del pelo de nuevo y tiro para atrás haciendo que ella doblara su espalda y ya los gemidos y jadeos de ambos era mayor y el chapoteo que se producía cada vez que mi padre la penetraba era constante y rápido, hasta que ella acabo.
Gabriela: Sí, amor, acaba, dame tu leche, lléname- Todo esto dicho en susurros.
Y me padre así lo hizo, aumento el ritmo hasta que de repente emitió un largo gemido. Pero la cosa no quedo ahí, ella se pudo de rodillas rápidamente y se tragó todo su pene produciendo un place mayor a mi padre, ella no paro hasta que estuvo bien limpita y flácida. Cuando se paró, ella miro al suelo y había quedado un pequeño charco de flujo y semen, que lo limpio con unas servilletas descartables.
Padre: Vamos a la ducha, por el segundo round. No pienses que estoy satisfecho.
Gabriela: Vaya, hoy has amanecido con todo. Vamos.
Lo agarro de la mano se subieron su ropa y se fueron. Y yo, bueno, yo quede consternado, había visto lo mejor en mi vida, me chocaba un poco los protagonistas, pero tenía mi mano llena de semen, mis pantalones y bóxer manchados. Por supuesto que después tuve una culpa terrible por ser un mirón y meterme en la intimidad de mi padre. Pero quede sobre excitado con la escena. Y mi madrastra me serviría de inspiración en muchas ocasiones de ahora en adelante.
En la escuela yo seguía siendo un don nadie, y ella, Laurita, una chica popular. Ella salía, o tenía algo, con unos de los lideres del equipo de rugby de la escuela, un musculito de 21 años con dinero, aquí hay que ver lo buena que estaba Laurita, para que un chico del status del mequetrefe ese se diera vuelta a mirar a una chica de 18 años. Muy pocas personas en la escuela sabían que Laura y yo vivíamos en la misma casa y ella me ignoraba por completo. Todo paso un martes cuando iba a la biblioteca en horas de clase a pedido de mi profesora de geografía a buscar materiales para la clase. Entre la biblioteca y el gimnasio hay un pequeño parquecito, con plantas y árboles. Ahí estaba Laura y su novio. Aclaro que ella iba al curso de al lado, pero compartíamos ciertas clases especiales que se dictaban, como Ingles Avanzado. Ella en ese momento estaba discutiendo con su novio y de forma muy acalorada, hasta que el la sujeta de forma muy brusca de sus muñecas y la trae hacia él de forma muy violenta, y le empieza a hablar de forma agresiva a la cara. Ante esto y siendo todo un caballero, salgo a defender a una dama en apuros, empujo al villano y ante mi sorpresa y fuera de toda mi expectativa no paso nada, apenas lo moví, lo que si me movió fue su derechazo en mi sien, que me tiro al piso. Ahí me acorde de todas las veces que mi padre me llevo a artes marciales y yo no quería ir, me aburría hasta que desistió de ello, como me hubiera salvado.
Musculito: y este anormal de donde ha salido.
Laura: déjalo no es nadie, es un compañero de clases metido.
Yo: ¿Qué? (medio nocaut)
Laura: No seas metido, nadie te necesita- Vamos amor- Y se llevó al musculito tirando de su brazo. Mientras él me miraba y sonreía ladinamente.
Ante semejante humillación me pare y fui a continuar con mis labores, pero quede consternado con todo, con el golpe y el golpe anímico que me pego Laura. No podía creer su forma de actuar, la había intentado ayudar. Había salido en su defensa y me había tratado como una mierda. Al salir al recreo, salí ultimo ante el interrogatorio de mis amigos por mi actitud al volver, en la puerta del aula me estaba esperando ella.
Laura: que se supones que haces, no te metas en mi vida.
Yo: solamente intente ayudarte, vi lo mal que te trataba y…
Laura: no te metas en mi vida, yo tengo todo controlado y no necesito a nadie que me ayude, y menos a ti.
Y me dejo solo, de piedra. ¡Están todas locas!, pensaba para mí, casi como un grito. Más si, si eso es lo que quiere esa presumida. La furia y amargura me duro todo el día, y mis amigos Tomas y Pedro me aconsejaban que me olvidara e ignorara a semejante rara. Ahí habría terminado todo, si no fuera porque al salir por la salida lateral, la del parque me encontré con el musculito y tres amigos que parecían unos toros de grandotes yo los vi venir con una sonrisa en sus bocas que era mal augurio para mí, solamente escuche decir -ese es- y no me acuerdo de nada más.
Bueno no te dejes llevar
Hola, buenas. Espero que les guste, es mi primer relato. Perdonen los errores e imperfecciones.