Un día a eso de las 12 del mediodía, llegué súper mojada ya que me había cogido la lluvia y preferí llegar a casa antes que esperar escampar. Pero al llegar, encontré la casa completamente sola y eso me llevó inmediatamente a hacerme una idea de lo rico que sería darme placer.
Lo primero que hice fue quitar mi ropa toda mojada y quedar completamente desnuda, para posteriormente mirarme al espejo, ya que me encanta ver cada parte de mi cuerpo y acariciarlo. Esas caricias encendieron esa llama dentro de mi y empecé a acariciar mis tetas que estaban tan duras por causa del frío y el calor que empezaba a sentir por todo mi cuerpo. De esa manera, me pegaba nalgadas ya que me encanta mi trasero y verlo en el espejo me motivaba a darme unas nalgadas fuertes que encendían más mi cuerpo.
Cuando sentí que empezaba a mojarme, fui a la cocina y tomé unos cubitos de hielo para pasarlos por mi cuerpo, especialmente mis labios mayores. Sin duda era realmente delicioso y cada vez me calentaba más y más. Estaba tan excitada que no resistí y empecé a pasar mis dedos por mi vulva y abrí mis labios mayores para entrar en contacto con mi vagina y mi clítoris, quien ya estaba hinchado y pedia a gritos que lo tocará rico.
Empece a acariciar de un lado a otro y de adelante hacia atrás toda la zona de labios y rozando mi clítoris. Estaba tan excitada que quería presión sobre mi vulva, así que decidí con la punta de mi cama la cual tenía una parte plana, hacer movimientos arriba y haciendo como si cabalgara encima de un pene. Eso se sentía tan delicioso, que no podía parar y con la humedad que tenía cada movimiento se volvía como si me pasara electricidad en todo el cuerpo.
Estaba tan fogosa que me metí mis dedos a la boca y mientras los lamía iba moviendome encima de la punta de mi cama, hasta que llegue al primer orgasmo que se sintió demasiado rico. Pero seguía tan caliente así que pase a un peluche que tenía en mi cama, y tome la cabeza de este y del lado de la nariz la puse debajo de mi vulva, al punto de que su nariz entrara en mi vagina. Así que empecé a moverme bien rico y gemía tan duro, aprovechando que estaba sola. Solo me imaginaba un pene dentro de mi bien venoso y erecto dándonos placer. Y bueno esa tarde estaba tan caliente que termine teniendo otro orgasmo con el peluche y luego seguí tocandome con mis dedos hasta que por fin me sacie.