Mi nombre es Juan, estoy casado felizmente hace 5 años con Bárbara, a quien todo el mundo de modo cariñoso suele decirle Barbi. Vivimos en un nuevo y lujoso edificio del centro de la ciudad. Ambos somos muy creyentes y devotos. Llegamos a contraer matrimonio sin tener relaciones sexuales luego de dos años de noviazgo. Ella fue mi primer mujer y yo su primer hombre, ya que consideramos que las relaciones sexuales prematrimoniales no son lo adecuado. Casándonos en la iglesia de nuestra ciudad a la cual concurrimos todas las semanas desde niños. A la edad de 22 y 19 años fue cuando realizamos nuestra boda.
Los sábados por las mañanas somos de aquellos que salen a tocar timbre molestando con mucha tenacidad a toda la vecindad. Con el fin de dar a conocer nuestras creencias. Acción que realizamos en compañía de varias personas de nuestra misma denominación. Ambos somos muy recatados en todos los órdenes de nuestra vida. Siendo la vestimenta un claro ejemplo de esto. Por lo general nuestros atuendos son poco llamativos y ostentosos, sin salir de la normalidad. Pantalones de vestir, camisas, algunas corbatas y zapatos son lo habitual de mi guardarropa. Mientras que el de mi esposa es de polleras hasta debajo de las rodillas, poleras, jeans, camisas y zapatos de tacón no muy altos. Primando el recato sin dejar que algo marque por demás, ni se insinúe sobre su cuerpo.
Teniendo esta una figura muy sexy con pechos medianos y redondos cómo si fueran 2 limones. Una cola chiquita pero floreciente de su cadera, la cual solo guarda para nuestra intimidad, sin andar exhibiéndola como una descarada inmoral. No vamos a lugares, nocturnos tampoco tomamos alcohol, ni hacemos vida de trasnoche, ya que creemos que esa vida lujuriosa y licenciosa no es para personas de bien. Los domingos a primera hora vamos a misa lugar al que no faltamos bajo ninguna condición. Sin contar que una vez por semana tenemos una cita en el confesionario para ser perdonados por nuestro líder. Claro está que también damos el diezmo de todo aquello que ganamos sin excepción. También tenemos otro tipo de actividad eclesiástica, como por ejemplo: Barbi canta en el coro y yo ayudo en el mantenimiento del templo.
Mi esposa es empleada administrativa en una empresa de telecomunicaciones. Yo atiendo una mueblería en el centro de la ciudad la cual fundó mi padre. Siendo estos los modos en que ambos nos ganamos la vida.
El edificio donde vivimos es un lugar hermoso y amplio. Situado en un lugar estratégico el cual nos queda cómodo a ambos para ir a nuestros empleos. Mi esposa es una gran ama de casa ocupándose de casi toda las tareas hogareñas con mucho empeño y esmero, sin hacerme faltar nunca nada.
Pero hace unos meses hemos tenido la mala suerte de lidiar con un vecino de características viles e inmorales que se mudó junto a nuestro departamento, el cual es de lo peor. Ruidos molestos, una vida de vicios, problemas con todo el mundo, disturbios, groserías y problemas con la ley.
Tiene fama de ser un ex convicto, se hace llamar Alex, morocho de 1,90 cm, cuarenta años, cuerpo de mucho gimnasio, abdominales marcados brazos hinchados, tatuajes por doquier, ropa de moda, piercings, auto de nivel ejecutivo que en mi vida podría comprar, de aspecto gañanezco y extremadamente soberbio. Lejos de tener respeto por su casa, la familia y los buenos valores que rigen en la vida cotidiana.
Lujos y ostentaciones que una persona no puede darse sin trabajar.
La mecánica de las noches del fin de semana de este, eran siempre las mismas, imposibilitándonos dormir debido a los ruidos que provocaba. Trayendo alguna de esas tantas zorras que lo frecuentaban. Mujeres con tacones altos y vestidos cortos que regalaban su cuerpo a este criminal recién salido de la correccional. Mujerzuelas de gran busto, poca vergüenza y extrema cadera que por migajas copulaban con este. Quienes se regalaban cómo perfume barato por el exterior ostentoso de su ser. El modo era siempre el mismo ponían música fuerte, tomaban unos tragos y luego tenían sexo desenfrenado por horas.
Durante casi 2 horas este ex convicto estaba arriba de estas rameras de cóctel de poca monta. Desde veinteañeras jóvenes que abrían las piernas hasta madres maduras que se entregaban en su cama. Las había conocido en algún bailadero, para sacudirse dentro de ellas con total impunidad. Haciendo rebotar la cama contra la pared durante todo el vertiginoso acto sexual. Está misma pared da a mi habitación donde compartimos el lecho matrimonial con Barbi e intentamos dormir. Ruidos insoportables de golpes del respaldo de la cama contra la pared sumado al chillido insoportable y molesto del colchón, más los gritos que este les hace emitir a estas mujeres, multiplicado por las groserías imposibles de reproducir para no ser tildado de sátiro sexual en este texto, nos da el resultado de que es imposible dormir.
Una madrugada de un sábado fue completamente distinto. Barbi se encontraba profundamente dormida. Extrañamente no había ruidos provenientes de la casa del vecino hasta que de repente empezaron a oírse unos gemidos de una mujer que iban en aumento a lo que se adjuntó el agudo tronar del colchón mientras se oía claramente una voz
-Qué lindo que fue inaugurarte el culito Bárbara, a las santitas y putitas como vos, les dejo el ojete bien abierto. ¿Te gusto ser mi putita? ¡Cómo lo corneaste a tu marido!
¡Toma puta! ¡Toma putita!, ¡bien que te tronaba el orto!, parecía decirme Alex pared mediante.
Mientras la frecuencia del ruido emitida por el colchón iba en aumento y esta mujer gritaba como desesperada por la tanda sexual que este le estaba regalando. Los sonidos de la cama contra mi pared eran casi terribles.
Lo último que llegue a oír es:
– Santurrona te regalaste como una callejera y te desvirgue por el orto. Mañana le mando los vídeos al cornudo de tu marido así se da cuenta la terrible puta que tiene como mujer.
Y luego más de los sonidos que retumbaban en mi habitación por la sesión de sexo duro que este le estaba imprimiendo a esta pobre mujer. Inmediatamente mi esposa se despierta sobresaltada de su sueño nocturno.
– ¿Qué pasa? ¿Otra vez ruidos?
– Si mi amor, dormí no pasa nada, es lo de siempre. Es este miserable del vecino. Respondí
A lo cual Barbi procedió a darse la vuelta y seguir con su plácido sueño nocturno. Yo estaba muy cansado debido a la jornada laboral, pero todos esos dichos de este ser despreciable emitidos con total descaro y sin respeto sobre una persona llamada igual que mi mujer me generaban una gran perturbación. Era raro, pero era solo una coincidencia nefasta a la cual no le di mucha más importancia quedándome dormido por completo, ya que el día había comenzado a primera hora.
La mañana siguiente transcurrió con normalidad hasta que rondando el medio día recibí un mensaje de Whatsapp de un teléfono anónimo.
-¡Hola bro, muy rica la zorrita de tu esposa, la hice mi perra por esas nalgas grandes que tiene!
Decía el mensaje a lo cual respondo:
-Ni yo ni mi señora nos dirigimos en esos términos carentes de respeto ¡te pido que no me molestes! ¡Sino vamos a tener un pleito!
-¡Soy tu vecino, Alex cabrón!, tu hembra fue mi amante gratuita. Una putita más, en mi lista que brincó sobre mi enorme verga.
Inmediatamente llega un vídeo de 1 minuto dónde podía verse a mi esposa en el ascensor. Alex la filmaba por detrás. Acercándose con planos casi al ras de la cola de Barbi y enfocando directamente su falda color negra que suele usar frecuentemente. Tan alevoso y descarado era el zoom o acercamiento que este hacía que podía verse en detalle tanto la cremallera de la falda como el relieve que genera la ropa interior debajo de esta prenda.
-¡Basta Alex! ¡Te voy a hacer una denuncia por acoso! ¿Te piensas que mi esposa es como esas zorras con las que te acostás? Respondo en un mensaje rápidamente.
A lo cual este me responde con otro video de otro minuto.
La mano tatuada de este mal viviente con anillos se acercaba a la cola de mi amada esposa hasta posarse entre sus dos nalgas y de ahí zanjarla con la punta de los dedos con un movimiento hacia arriba. Haciendo que mi esposa quede petrificada ante él abalanzo de este descarado. Lejos de detenerse volvió a manosear con gusto la cola de mi mujer, pero esta vez de modo transversal.
-¡Para Alex! Soy una mujer casada. Se le escuchó decir a Barbi.
Levantando este el plano de la filmación y por el espejo enfocar la cara de mi esposa. La cual tenía una de sus manos en su boca mientras contenía el aire y abría sus ojos en forma descomunal en una mezcla de asombro con impotencia al sentir como esta mano intrusa palpaba sus nalgas.
– ¡Para Alex, por favor! ¡Por favor detenté, respétame! -le decía en forma de ruego.
Este bandido no dejaba de tocarle las nalgas de manera soez con todos los dedos de su mano una y otra vez a bárbara ante la actitud de desconcierto de mi esposa por lo que estaba ocurriendo.
El muy desgraciado llegaba a tocar con sus dedos la zona de la hendidura interglutea, metiéndole la mano sin descaro por debajo de la falda a mi señora.
Tomaba como si fuera un pasamanos cada una de las dos nalgas de bárbara lo cual hacia aumentar la frecuencia de su respiración. La actitud pasiva de bárbara sin mirar hacia atrás y dejando que esté la toque de la forma más vil y barata regalándose me dejaba atónito.
Este ratero me mostraba como humillaba más y más a mi esposa con cada apretada de nalgas que producía con sus sucias manos.
Ya habían llegado al 5.º piso y tenían que descender. Barbi estaba como una estatua mientras Alex seguía metiendo mano bajo su falda. Aprovechando la habilidad de sus dedos introdujo un poco más su mano hasta llegar a tocar la zona íntima de mi esposa.
– ¿Ya estás mojadita, putita? Parece que si… Preguntó y se respondió.
Maldito desgraciado se había cansado de tocarle la cola a mi mujer. La cual creía que me era fiel, pero se estaba dejando hurgar por dedos que no eran los míos sino los de un pseudo criminal. No podía creer lo que ocurría, mi asombro era descomunal al ver esto.
Mi esposa estaba perdiendo su dignidad, suicidando su santidad a causa de este miserable que me mostraba sin perder detalle como la deshonraba.
Luego de unos minutos llegó otro video mucho más largo. Dónde filmaba a mi esposa la cual estaba contra la puerta del lado de afuera de nuestro hogar. Seguramente interceptada por este reo luego de hacer el pequeño trayecto que hay que realizar para llegar desde el ascensor dónde se encontraban en el vídeo anterior.
La ropa interior de mi cónyuge estaba a la altura de sus tobillos y su falda arremangada por sobre su cintura. Su frente casi pegada contra la puerta y su cadera mucho más alejada de esta, como floreciendo. Con sus hermosas piernas semi abiertas y un tanto flexionadas. En una de sus manos tenía las llaves como si hubiese estado a punto de entrar. Manos que estaban apoyadas en cada uno de los pilares de la puerta de entrada.
El maldito tenía a mi esposa lista para hacer la adúltera, regalada contra esa puerta para hacer lo que se le antoje con su cuerpo. Yo rogaba e imploraba que el vídeo termine, pero aún quedaban 4 largos minutos. Y que no ocurra el desenlace más previsible. Que esté mal parido no use el cuerpo de mi mujer, mancillando su honor y la santidad de nuestro matrimonio. Ruegos que no fueron escuchados, ya que el vídeo continuaba hacia un agónico desenlace. Posicionándose Alex por detrás de mi esposa, para mostrarnos el terrible sable que tenía.
Dotado de un pene inmenso, largo y venoso que floreció desde su entre pierna para esconderse entre las nalgas de mi señora la cual al sentir tan terrible pedazo empezó a mover las caderas de un lado a otro como para que esté se pusiera bien duro con ese roce. De un lado a otro sacudía a mi señora rozándole está vara por toda su cola, dejándola lista para estaquearla. En un parpadeo y sin pedir permiso, ese enorme y duro glande se había introducido en la cola de Barbi, la cual gemía como loca como nunca antes la había escuchado.
El sexo anal estaba prohibido estrictamente en nuestro credo, por tanto mi esposa nunca en su vida había recibido una penetración por este medio. Alex tomándola de la cadera con ambas manos, hundió todo su enorme trozo en el recto de mi mujer, desvirgando su ano y sodomizándola cómo la prostituta más barata.
– ¡no, no por ahí no! ¡oh, no la cola no! ¡no, la cola es sagrada, no! ¡por favor no, Alex! Suplicaba mi mujer ante la gran decidía de Alex.
El maldito bastardo me mostraba cómo quitaba la dignidad de mi mujer para que esta nunca más vuelva a ser igual. Su colón ya no era casto, debido a esta bestial penetración.
Mi mujer golpeaba la puerta con la palma de su mano en reiteradas ocasiones, cómo pidiendo compasión. Mientras que de su cara ya se mostraban algunos gestos de dolor, cerrando sus ojos fuertemente mientras este le metía todo su grueso rabo por la cola. Haciendo de a poco fondo anal a fuerza de los empujones de su pelvis. Sin dejar de hacerla emitir quejidos de placer desenfrenados.
– ¡me estás rompiendo toda la colita! -decía mi esposa entre quejidos y gemidos
– ¡me arde, me arde, pará! ¡pará! ¡me quema! ¡por favor para! Suplicaba para que esté gañán detuviera su marcha. Verdaderamente rompía el culo de mi mujer, actuando con total deshonestidad sobre ella. Humillándome como su marido mientras podía ver cómo este maduro copulaba desvirgando analmente a mi veinteañera esposa sin ningún tipo de remordimiento.
Este no se detuvo hasta que todo su largo pene se perdió dentro del esfínter de mi esposa a fuerza de empujones. Mi mujer era mujer de un preso que la fornicaba contra la puerta de nuestro hogar. Los últimos centímetros los hizo de un solo empujón lo cual provocó que a Barbi se le aflojaran las piernas. Como un boxeador que recibe un golpe de knockout. Alex sin importarle siguió con su accionar lujurioso tomándola de los senos los cuales cabían por completos entre sus grandes manos. Como si fueran sendas manijas la sacudía sin piedad y con mayor dureza para que mi señora deguste con la cola todo el rudo mástil que recorría de ida y vuelta por el interior de su recto haciéndola su hembra. Mi mujer rebotaba como una pelota de básquet en un partido de la NBA sobre este desgraciado.
El pubis de Alex chocaba contra sus nalgas haciéndolas temblar como una gelatina. Haciendo añicos el ojete de mí esposa quien sabía tener una vida casta y pura para ser arruinada por este, que pene mediante la llenaba de placer.
Con frases como:
"te estoy peinando para adentro mi putita", "hoy le vas a decir a tu marido que tú macho te deshonró por el orto" o preguntas tales como:
“¿te gusta como te relleno el caquero?” “¿te gusta cagar para adentro?”, esas y otras eran frases con las cuales sometía a un terrible desprecio a la santidad y castidad de mi esposa.
Con las piernas completamente flojas este la estaqueaba contra la puerta despedazando el recto virgen de mi amada. Mientras con su pelvis empujaba, como un camión hacia adentro y hacia afuera, siendo un verdadero macho alfa. Se la estaba empinando con toda la lujuria posible. Su ano era ensanchado de manera descomunal por este que no dejaba de bombear en ella mientras mi señora rasguñaba la puerta como rogándole que se detenga. Su culo no aguantaba tan placentero castigo llevándolo a los límites de la fisura. Él parecía divertirse mientras le daba rosca por el trasero con cada sacudida. Esgrimiendo Un duro galope para que mi mujer coma carne magra por su culo.
Apretaba sus pezones firmemente con una mano como si fueran los de una cualquiera. Hacía que mi religiosa esposa fuese una vil prostituta por el modo rudo y salvaje en que la cogía. La sacudía como mantel navideño luego de la cena. Cómo si esto fuera poco, Alex empezó a meter sus dedos dentro de su vagina sin contemplación. Le colaba los dedos sin dejar de propinarle sexo anal. Mientras sus falanges abrían la vulva entrando y saliendo sin freno de dentro de ella para luego retirarlos y empezar a darles chirlos secos sobre su mojado clítoris lo cual le hacía ver las estrellas de tanto placer. Hasta que llegó a un terrible orgasmo dejándome ver cómo retiraba sus dedos llenos de un jugo blancuzco provenientes de dentro de mí señora. Cada empujón desfondaba más y más el cerrado culo de mi esposa como maldiciendo mi matrimonio en cada minuto extra de sexo anal que parecía no tener fin. La fricción era tanta que lágrimas de doloroso placer brotaban de los ojos de Barbi enfocándola en primer plano.
– ¡Dile algo a tu marido!
¡Que te vea cómo te sodomizo! ¡Que aprenda como hay que reventarte el orto! ¿Me vas a decir que no me movías el culo cuando pasabas por enfrente mío? ¡dale puta habla! Mientras la velocidad en que se sacudía era bestial.
– ¡ay ay ay! Si si hijo de puta te movía el orto! ¡para que me lo uses! ¡úsame, úsame toda! ¡rómpeme bien el culo! ¡quería ser bien adultera, fornicando con vos! ¡rómpeme bien el culo! Confesaba casi a los gritos.
– ¡Qué culo cerrado que tienes!, me vas a dejar la verga como una berenjena. Después de hoy no se te vuelve a cerrar. Decía Alex con una sonrisa sobradora.
Mi esposa yacía con el ano completamente devastado por este evasor de la ley, la cual quedando sin fuerzas soltó su cuerpo invadida por la terrible presión de la vara de Alex para que este haga lo que quiera sobre su inanimado cuerpo. Rogando que este se detuviera un instante de esta colosal tanda de sexo anal, marcando a fuego el esfínter de mi mujer. Sentando un precedente de que era el primer hombre en desflorarla, mancillando nuestros votos matrimoniales y nuestro juramento de fidelidad. Tomándola del cabello con una mano y dándole terribles nalgadas con la otra que hacía retumbar en el ambiente. Este no dejaba de explorar y de deformar a la medida de su verga el colón de mi mujer sin importar siquiera, que esta comience a cagarse encima por el placer de su gorda verga que surcaba sus profundidades rectales.
Mientras el pene de Alex iba tomando cada vez más un color marrón oscuro al ritmo que mi señora pedía que le diera más y más de esa rica tripa a la cual se estaba haciendo adicta. El pene de Alex limpiaba el intestino grueso de mi mujer la cual ya no iba a tener problemas de constipación. Barbi era la meretriz gratuita de Alex el cual ni siquiera pagaba el servicio anal que mi mujer le estaba brindando.
– ¡que placer es que me cagues en la punta! Solía decirle.
– ¡ahora va toda la leche adentro! Amenazaba.
– ¡este culo no te va a servir más, tu marido te va a tener que ayudar a cagar! Mientras se mataba de risa. Llevando al máximo la severidad con que jalaba de su cabello y llenaba de chirlos las nalgas de mi esposa dejándolas completamente coloradas.
No sé cuánto tiempo la cogió con esa dureza solo sé que el vídeo estaba pronto a finalizar lo cual me daba un respiro. Usada por todos los orificios por este corneador. En los últimos instantes retiró su miembro erecto de dentro de mi mujer para mostrarme cuan estirado y colorado le dejaba el orto en este adulterio. Para llenarla de placer anal que era el pago que recibía la mujerzuela con la que me casé por andar moviendo el culo como una zorra a este reo.
Se podía ver claramente el tamaño de la circunferencia anal de mi esposa que era semejante al círculo que cada uno puede hacer con su mano si une su dedo pulgar e índice.
Barbi intentaba recuperar el aliento y así empezar a cerrar su abierto culo sin éxito. Solo que no esperaba que este comenzara a acabar sobre su cola en varias oleadas de terribles ráfagas de semen que pintaban las nalgas de mi amada. Alex agitaba su miembro con ligeras notas marrones provenientes del trasero de mi mujer para así exprimirse en un tsunami seminal en el culo desvirgado de Barbi la cual disfrutaba de tener el acabado caliente de este fulano. Hasta la última gota escupió sobre su culo dejándolo todo chorreado por esta leche de color blanco con tintes marrones. Mientras toda esta crema se escurría por entre las nalgas de mi señora. Alex se alejó para poder contemplar la firma lechosa que había dejado sobre mi señora soltándola definitivamente y dejándola caer de rodillas sobre el piso. Barbi apoyó sus manos sobre la pared, como buscando aire. Desde allí miraba la verga de Alex que aún goteaba esperma la cual empezó a limpiar con su lengua tragando los últimos restos de semen que había en su miembro.
– cuando quieras más, me tocas el timbre… -Le dijo despidiéndose.