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Esclavo de ti mismo (Cap. 20) VII cacería: Duerme marioneta
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Tiempo de lectura: 12 minutos

Marcus y Nataku bajaron hasta el estacionamiento mientras conversaban sobre la colección de joyas y la lista de invitados.

-¿Puedo preguntarte algo?-

Dijo Nataku, al tiempo que descendía del ascensor y caminaba hacia la camioneta de la empresa.

-Claro, lo que quieras.-

Respondió Marcus insinuante.

Nataku le dedicó una mirada suspicaz. -Noté que la lista de invitados únicamente incluye hombres, ¿hay algo especial en ello?-

Lanzó mientras abría la camioneta.

-Si, sonará algo patético, pero como sabes soy gay. Comencé estas cenas como una fiesta entre mis amigos gay hace algunos años. Pero ahora invito a otros caballeros que no lo son, pero me acostumbré a la ausencia de mujeres. Ciertamente me he planteado abrir la fiesta, mas aún no me decido.-

Contestó Marcus al acomodarse en el asiento del copiloto.

Nataku lo miró pensativo, como si aquella respuesta no le convenciera del todo. -Ya veo, disculpa si te ofendí, es que me pareció raro, eso es todo.

Se justificó el mitad japonés.

Marcus realizó un ademán con la mano. -No tiene la menor importancia, soy algo extravagante.-

Nataku asintió y arrancó la camioneta, a la vez que reanudaba la conversación sobre el evento y se incorporaba a la avenida. Marcus le dio las indicaciones de cómo llegar a su mansión y Nataku colocó el gps.

Charlaron del diplomado de balística y las recientes vacaciones del medio japonés, así como de la negociación en la que Marcus se había vuelto socio de la empresa. Nataku disminuyó la velocidad cuando descendió el puente del lago y tomó la desviación del bosque.

-¡Veo que te gusta el aislamiento!-

Expresó Nataku al darse cuenta de lo escondido de la ruta.

Marcus le dedicó una mirada curiosa, como si se riera de su pregunta. -Bueno, si consideras que poseo una colección de joyas valuada en trescientos millones de dólares, creo que es mejor que vivir en los suburbios.-

Nataku se rio por su estupidez. – touché. Si fue una pregunta idiota.-

Aseguró Nataku mientras avanzaba por aquel camino.

En cuanto estuvieron delante de la ya conocida puerta de acero, Marcus levantó un control automático para que la compuerta les diera paso, e indicó al medio japonés que manejara a través de los terrenos hasta estacionarse delante de la mansión.

-Vale, ¡veo que eres un rico hijo de puta!-

Comentó Nataku asombrado por la enorme casona y los bellos terrenos.

-La vida me ha tratado bien, para que negarlo.-

Respondió Marcus, mientras abría la portezuela de la camioneta para bajar.

Los dos hombres anduvieron hasta la mansión y Marcus franqueó el paso. Nataku se quedó impresionado por la colección de obras de arte que decoraban el recibidor y la exquisita alfombra persa de la estancia.

-Reitero lo dicho ¡eres un rico hijo de puta!-

Dijo Nataku con una voz sarcástica.

Marcus le dedicó una mueca cómplice y guio al medio oriental hacia una puerta del otro lado del salón bar, que abrió para dejar ver una escalera de caracol. -Ven, la galería con las joyas están aquí.-

Nataku lo siguió y subió detrás de Marcus. Al avanzar, las lámparas de la escalera se encendieron y el guardaespaldas se quedó pasmado con los bustos, esculturas y cuadros que adornaban las paredes. Alcanzaron un entrepiso entre la segunda y tercera planta de la mansión y Marcus tecleó una contraseña de seguridad, en un tablero junto a una puerta de metal que resguardaba la entrada, la cual se corrió con un chasquido.

Nataku abrió los ojos sin poder creerlo. Era un gran salón, repleto de vitrinas, gavetas y anaqueles llenos de piedras preciosas, tiaras, tocados, pulseras, brazaletes y monedas antiguas de oro y plata.

Nataku dio un silbido y miró cautivado aquella colección. -¡Woo!, ¿Y todo esto vas a exhibirlo el domingo?-

Cuestionó el mitad japonés, mientras cavilaba en el tiempo que costaría embarcar aquella gran colección.

Marcus lo observó algo desaprobador. -Claro que no, suelo mostrar sólo parte de la colección cada año y algunas nuevas adquisiciones. Lo que va a exhibirse en la galería es lo que se encuentra etiquetado y ya embarcado en esas cajas.-

Contestó Marcus al señalar una pila de grandes cajas de plomo recargadas contra una de las paredes.

Nataku reparó entonces en que, en uno de los costados varias vitrinas y gavetas se hallaban vacías. -Claro, disculpa, es que de verdad me dejaste asombrado.-

Respondió Nataku mientras avanzaba hacia las cajas para cotejar las etiquetas de los embarques con la lista que llevaba en su Tablet.

Marcus lo miró divertido por lo que estaba a punto de pasar. -No tiene la menor importancia.-

Durante diez minutos Nataku leyó y corroboró en voz alta el listado de las joyas y Marcus se limitó a confirmar la información. -Marcus, falta el último artículo. Es un collar de zafiros con un péndulo de ópalo negro.-

Dijo Nataku tras verificar aquel objeto.

Marcus asintió con la cabeza. -Si, fue el único que no embarqué en estos días. Ven voy a mostrártelo. Supongo que puedes ayudarme a embarcarlo, aquí tengo otra caja y un candado.-

Comentó Marcus al tiempo que atravesaba el salón.

Nataku dejó la Tablet sobre una mesa, siguió a Marcus, mas antes de alcanzar la vitrina su anfitrión se volvió. -Sabes quería aprovechar la oportunidad para preguntarte algo. ¿James y tú son buenos amigos verdad?-

Nataku lo miró desconcertado. -Si, ¿por?-

Marcus sonrió aparentemente avergonzado. -Bueno, ayer James y yo nos acostamos. Nos topamos después de la sesión con la 515 ayer y no sé, tuvimos mucha tensión sexual. Y una cosa llevó a la otra. Y bueno.-

Dijo Marcus a la vez que le dirigía una mirada algo curiosa.

Nataku quedó asombrado por aquel giro en la conversación. -Si, lo vi en la mañana y me contó todo al respecto.-

Respondió sin saber cómo continuar.

-Mira yo sé que es cosa de una noche. Estoy consciente que James es heterosexual, tal vez fue curiosidad por su parte. Pero ya que dices que hablaste con él, ¿cómo se siente?, ¿qué te dijo? Por la mañana salió antes de poder hablar y sólo me dejó una nota.-

Inquirió Marcus interesado.

Nataku lo observó, no muy seguro de contestar. -Bueno, pues no sé si fue curiosidad. La verdad es que él explicó que no sabía bien a bien porqué te siguió el juego. Aunque sé que te invitó a cenar y hasta cocinó para ti. Así que ahora que preguntas, no estoy seguro si sólo se trató de curiosidad.-

Marcus asintió y meditó la respuesta. -¿Pero tú qué piensas?-

Nataku reflexionó al respecto. -La verdad yo creo que lo hizo porque quiso. James suele acostarse con todas las mujeres que le parecen atractivas. Si te siguió el juego, es porque quería probar, sí, pero también porque le gustabas o atraías desde tiempo antes. De lo contrario no lo hubiese permitido. ¡Además a riesgo de parecer impertinente, me dijo que le encantó!-

Contestó Nataku con una carcajada.

Marcus rio divertido. -¡Vaya!, ¿enserio crees eso?, ¿crees que yo le gustaba desde antes?-

Nataku afirmó con la cabeza. -Definitivamente. Conozco a James desde mucho tiempo atrás y es una persona que nunca se arrepiente de las cosas que lleva a cabo. Puede parecer irreflexivo o impulsivo en sus actos, mas eso es falso. Todo lo que él hace lo medita antes y lo hace porque quiere. Y en el ámbito sexual, porque lo disfruta.-

Aseguró el medio japonés.

-Ya veo, interesante. ¡La verdad a mí también me encantó!-

Agregó Marcus con una carcajada que Nataku compartió.

Marcus avanzó hacia la vitrina y Nataku se colocó a su lado. -¿Y tú?, ¿no te da curiosidad?-

Inquirió Marcus, mientras desplazaba un panel para abrir la vitrina.

Nataku lo miró ceñudo. -No, la verdad es que no. Sin ofender, no tengo nada contra los homosexuales, pero a cada quien sus gustos. ¡Yo soy un feliz hombre heterosexual!-

Dijo el medio japonés con un tono divertido.

Marcus negó con la cabeza. -Es una lástima, pero eso está a punto de cambiar.-

Nataku lo miró desconcertado ante aquella respuesta, sin embargo en ese momento, Marcus sacó de la vitrina un hermoso collar de zafiros con un gran péndulo de ópalo negro.

-¡Woo!, ¡qué preciosura!-

Dijo Nataku en medio de un silbido.

-¿Maravilloso verdad?-

Inquirió Marcus a la vez que balanceaba notablemente el collar delante de la cara de Nataku.

El medio japonés miró el péndulo y no pudo evitar seguir el movimiento de un lado a otro del collar. De izquierda a derecha, de derecha izquierda. Trató de parpadear, pero algo se lo impidió. El péndulo empezó a emitir extraños destellos que encandilaron sus ojos. El collar se balanceaba de un costado al otro, de forma rápida, incesante y Nataku se sintió perdido en el movimiento.

-Concéntrate. Observa cómo los destellos parecen danzar. Bien, ahora, lo único que puedes ver es el péndulo.-

Dijo Marcus con su voz de hipnotista.

-Sssi, solamente el péndulo… El péndulo es hermoso… Ssi…-

Respondió Nataku Al tiempo que sus ojos quedaban fijos en este y reflejaban los destellos.

-Bien, ahora, el único sonido que escuchas es el de mi voz.-

Indicó Marcus a la vez que incrementaba el balanceo del collar.

-Lo único que escucho es tu voz…-

Respondió Nataku con la mirada ya algo ausente.

-Mi voz te relaja en forma inimaginable. Ahora tú sigues el ritmo del medallón y quieres balancearte libremente junto con este. Muévete de izquierda a derecha.-

Indicó Marcus con su voz de serpiente.

Nataku obedeció y comenzó a balancearse de un lado a otro, al ritmo del medallón, mientras sus párpados empezaban a temblar fuertemente.

-Ahora, contaré desde 5 hasta 1. Cuando diga 1 pararás de moverte y caerás en un profundo sueño. 5…comienzas a sentirte cansado… 4… Tus párpados pesan demasiado… 3… Déjate llevar… 2… Sientes mucho sueño, deseas dormir profundamente… 1… Cierra tus párpados… Tus párpados pesan… Duerme profundamente…-

Nataku cerró sus ojos, dejó caer sus brazos pesados a los lados de su cuerpo y su cabeza colgó suelta hacia atrás.

Marcus lo observó triunfante, pero continuó con la inducción. -Levanta tus brazos, tus brazos son de acero, tus brazos son duros y rígidos, eres incapaz de moverlos. Eso es, están sostenidos arriba por mi poder… Coloca la cabeza hacia atrás, esta también es muy pesada, mi poder la sostiene también… Ahora, voy a contar de 10 a 0 y cuando cuente hasta 0, tus brazos se volverán extremadamente pesados, tan pesados que serás incapaz de mantenerlos arriba y los dejarás caer inevitablemente al lado de tu cuerpo… Tu cabeza se tornará tan pesada que se clavará en tu pecho. Cuando tu cabeza se clave en tu pecho querrás dormir aún más y entrar en un trance más profundo. Vamos a comenzar. 10… 9… Tus brazos son de acero. Tus brazos se tornan más duros y rígidos, tan duros y rígidos que eres incapaz de sostenerlos… 8… 7… Tu cabeza se vuelve cada vez más pesada, cada vez más pesada, y quieres clavarla en tu pecho… 6… 5… Quieres dormir aún más profundamente… 4… 3… Tus brazos son de acero, duros y rígidos, eres incapaz de sostenerlos más tiempo… Deja que caigan a los costados de tu cuerpo, duros y pesados como rocas… 2… Deja que tu cabeza se clave en tu pecho, es muy pesada, tan pesada que la dejas caer sobre tu pecho… 1… Duerme profundamente… Duerme profundamente… Duerme profundamente… 0… Sumérgete más en este trance… Todo tu cuerpo es duro y rígido… Tu cuerpo es de roca… Caes En un profundo trance… Todavía más profundo que el de antes… En un profundo trance… No puedes moverte si yo no te lo pido.-

Indicó Marcus con una voz queda y sugerente.

Nataku obedeció todas las instrucciones del perverso hipnotista y suspiró profundamente dormido y ya casi bajo el poder de Marcus.

-Bien, ¿me escuchas Nataku?-

Inquirió Marcus mientras dejaba de balancear el collar.

-Sssi…-

Respondió Nataku con voz cascada y gutural.

-Bien, escúchame. Ahora levanta tu brazo derecho. Quiero que cuentes de 10 a 0 junto conmigo y repitas lo que voy a decirte, ¿de acuerdo?-

Dijo Marcus, al tiempo que le colocaba el collar a Nataku en torno al cuello.

-Ssi, contar del 10 al 0 y repetir contigo lo que vas a decir…-

Admitió Nataku profundamente dormido al tiempo que alzaba su brazo derecho.

-10, 9, 8. Tu mente está en blanco.-

Dijo Marcus.

-10, 9, 8… Mi mente está en blanco.-

Repitió Nataku con voz casi inaudible acompañado por Marcus.

-7, 6, 5. No tienes mente propia.-

Repitió Marcus, a la vez que extraía de la vitrina un brazalete de oro con un ópalo negro en su centro, que le colocó a Nataku en el brazo derecho.

-7, 6, 5. No tengo mente propia…-

Afirmó Nataku cada vez más cerca de ser sometido por Marcus.

-4, 3,. Debes entregar tu voluntad, ese es tu destino.-

Indicó Marcus, a la vez que le ponía un par de arracadas de plata con los mismos ópalos, que se adhirieron de forma extraña a la piel de Nataku.

-Debo… Debo entregar mi voluntad… Ese es mi destino…-

Aceptó Nataku una vez más, ya a punto de sucumbir ante el poder de Marcus.

-2, 1. Debes ser mi marioneta, debes ser mi esclavo y tomarme como tú Amo y Señor.-

Dijo Marcus, mientras le abrochaba un segundo brazalete con el ya característico ópalo en la mano izquierda.-

-2, 1… Debo ser tu marioneta… Debo ser tu esclavo… Y te tomo como mi Amo y Señor.-

Repitió Nataku a la vez que dejaba caer pesadamente su brazo nuevamente y los ópalos del péndulo, los brazaletes y las arracadas emitían un fulgor negro.

-0. Eres mi marioneta, eres mi esclavo y yo soy tu Amo y Señor. Sólo yo tengo poder sobre ti, sólo yo te puedo ordenar.-

Dijo Marcus la instrucción final, al tiempo que lanzaba una mirada de triunfo, pues la caída del brazo y el destello oscuro de los ópalos, garantizaban que Nataku estaba en la fase más profunda de la hipnosis.

-0. Soy tu marioneta… Soy tu esclavo… Eres mi Amo y Señor… Sólo tú tienes poder sobre mí… Sólo tú me puedes ordenar…-

Acató Nataku la inducción final mientras los fulgores oscuros se incrementaban y su cuerpo quedaba totalmente rígido.

Marcus gozó por la facilidad con la que logró cazar a Nataku. Verlo allí de pie, hipnotizado y doblegado por aquel profundo trance. Cada una de las joyas que le había colocado, poseía incrustados dentro de los ópalos, poderosos microchips que él denominaba hipnopulsadores, los cuales transmitían a la mente de Nataku una serie de sugestiones que anulaban su consciencia.

Mientras las tuviera puestas, Nataku no saldría del trance. No obstante, contaba con la desventaja que el último guardaespaldas quedaba reducido a un ser sin ningún tipo de criterio, una marioneta que conservaba sus actividades motoras, pero completamente dependiente de recibir órdenes para realizar cualquier otra acción.

-¡Enserio que me calienta cómo te ves! Tan sensual, con esas joyas, bajo trance.-

Dijo Marcus mientras se apoderaba de la boca de Nataku.

El guardaespaldas no correspondió al beso, ni siquiera se inmutó y Marcus sonrió satisfecho. -Ven, sígueme. Vamos a mi cuarto, quiero probarte antes que lleguen los demás.-

Ordenó Marcus a la vez que caminaba hacia la salida.

Nataku acató sin decir palabra. Anduvo con la cabeza clavada en el pecho, los ojos cerrados y su cuerpo rígido. Atravesaron la mansión hasta la alcoba de Marcus y el muchacho no se resistió en ningún momento.

Cuando estuvieron dentro de la pieza del perverso hipnotista, Marcus volvió a besarlo despiadadamente antes de proseguir.

-Cierra la puerta, ponle seguro.

Nataku continuó sin corresponder al beso, pero acató de inmediato la instrucción y después se quedó allí de pie, en espera de recibir una nueva orden.

-Nataku, ahora eres mi marioneta. Yo soy tu Amo y Señor. Harás, creerás y sentirás todo lo que yo te mande y diga.-

Indicó Marcus.

Nataku afirmó con la cabeza. -Sii… Lo haré mi Amo y Señor…-

-Bien, muy bien. A partir de este instante, eres gay y mi esclavo sexual, estás dispuesto a experimentar el sexo conmigo y con los hombres que yo te ordene. Sientes una gran atracción hacia mí y a quien yo te mande.-

Indicó Marcus.

Nataku volvió a afirmar con un rostro de gran satisfacción. -Sii, mi Amo y Señor…-

Respondió con una voz gutural y carente de cualquier oposición.

-Bien, muy bien. Desvístete. Sácate la ropa. Déjate las joyas, nunca podrás quitártelas. Pero ya no soportas la ropa, quieres estar desnudo para mí.-

Indicó Marcus.

Nataku obedeció y se sacó la chamarra, camisa y cinturón para tirarlos sin cuidado al suelo. Después se retiró las botas, calcetines y se bajó el pantalón. Lanzó toda la ropa a un lado y se quitó el calzoncillo que dejó caer sin cuidado sobre las demás ´prendas, aunque después se quedó rígido, a espera de más órdenes.

Marcus miró a la última de sus presas. No demasiado alto, un metro setentaicinco, de rasgos masculinos y orientales, aunque de piel blanca y ojos cafés, cabello corto y rubio, piernas y brazos casi libres de bello, fuertes y delineados hombros, un musculoso torso, el tatuaje de un tigre grabado en su espalda, junto con un más que aceptable paquete en el que por supuesto colocó toda su atención.

-¡Vaya cuerpo!, ¡enserio que todos ustedes son unos supermodelos!, a mi gusto eres tan guapo como tus amigos, ¡todo un galán!, ¡Ese tatuaje y la forma en que te vistes!, ¡eres un chico malo!, ¡eso me excita!-

Dijo Marcus mientras abrazaba al desnudo Nataku.

El guardaespaldas rodeó con sus brazos a su Amo y dejó que él recorriera y explorara sus músculos a placer. -Sácame la ropa y besa cada parte de mi cuerpo mientras lo haces.-

Demandó Marcus encendido.

Nataku obedeció, sacó las prendas de Marcus y a cada centímetro de piel desnuda, plantaba calientes besos sobre su Señor, aunque sin decir palabra. A Marcus le gustaba en sobremanera aquel tipo de hipnosis, tan ajena, tan carente de toda participación de su esclavo, donde él poseía el poder absoluto.

Cuando Marcus estuvo desnudo, empezó a restregarse contra el cuerpo del medio oriental. -¡Caliéntate!, eres mi esclavo sexual ahora, ¡quiero que lo disfrutes y te muestres más salvaje y apasionado!.-

Dijo a la vez que chupaba y mordía su cuello.

Nataku gruñó de una forma tan sensual que causó una inmediata erección en Marcus. Empezó a recorrer, besar y frotarse contra el cuerpo de su Señor. Los dos compartieron un largo beso, a la vez que chocaban sus miembros de forma más que ansiosa.

-Eso es, disfrútalo. Inclínate, ponte de rodillas. Quiero que me hagas una mamada, piensa en las mujeres que te lo hicieron en el pasado. Ahora eres gay, mi esclavo sexual y quieres imitarlas conmigo. Quieres gozar, mientras yo gozo.-

Dijo Marcus cargado de lujuria.

Nataku besó y chupó el cuello de Marcus, volvió a gruñir, con la Berga dura y la cara roja por el deseo. Sin oponerse se arrodilló mientras salivaba igual que un perro e introdujo el pene de Marcus en su boca. Dio varias lengüetadas, lentas y en círculo, mientras besaba la punta de la Berga de su Señor.

-Gozar… Mientras tu gozas…-

Repitió Nataku en un tono gutural, casi bestial.

-Ahora mastúrbate con tu mano, mientras me complaces a mí. ¡Goza, a la vez que yo gozo, esclavo!-

Expresó Marcus con dificultad, gracias a la destreza de Nataku.

El medio oriental comenzó a frotar con ambas manos su Berga, mientras incrementaba el ritmo de sus lengüetazos. Gemía y gruñía de placer, a la vez que Marcus se unía a él completamente cautivado por aquella felación tan experta, tan increíble.

-Más rápido, chupa más voraz, más voraz, haz que me corra y bebe mi semen, ¡este es la fuente de tu placer!-

Indicó Marcus entre fuertes quejidos.

Nataku gruñó presa de aquel lívido tan antinatural, acrecentó el ritmo de su masturbación y de sus lengüetazos. Dio dos fuertes lamidas a los testículos y a todo el pene de Marcus, lo que provocó que su Señor gritara debido a lo poderoso de aquella acción.

-¡CÓRRETE, CÓRRETE, CÓRRETE, ESCLAVO, ESCLAVO!-

Gritó Marcus al sentir lo inminente de su eyaculación.

Nataku percibió el chorro de semen en su boca y tragó goloso, como si se tratase de néctar o el más exquisito de los vinos. El chorro de esperma del esclavo bañó las piernas de Marcus, al tiempo que Nataku gruñía como un animal e inclinaba su cuerpo hacia adelante, preso del orgasmo.

Marcus lo sostuvo de los hombros y jadeó con gran dificultad. Las técnicas de felación de Nataku en verdad lo habían sorprendido. Deseaba más, en realidad se encontraba muy caliente, el muchacho logró encenderlo más de la cuenta.

-¡De pie!, aún no terminamos.-

Ordenó Marcus al rubio.

Nataku acató la orden, sin embargo aún sudaba y respiraba fuertemente a causa de aquel orgasmo. Marcus lo besó y luchó por el control de la boca, pues el guardaespaldas cumplía su instrucción de hallarse caliente y apasionado.

-Cógeme, quiero que seas rudo, ¡cógeme mi esclavo!-

Nataku tomó a Marcus del cuello y lo arrojó con violencia sobre la cama. Rebuscó sus botas y de manera veloz tomó sus agujetas para amarrar a su Señor de los postes. Marcus quedó sorprendido ante aquel arranque tan bestial y aún más cuando comenzó a aplicarle una llave para someterlo. Nataku gruñía como un animal, a la vez que frotaba una y otra vez su erección contra el cuerpo de Marcus. Usó su fuerza para alzar a su Señor y mientras volvía a aplicarle una llave que le cortó algo la respiración, lo penetró de modo fiero y sin piedad.

Marcus experimentó el golpeteo rudo y vigoroso del medio oriental, al tiempo que le apretaba con fuerza y mordía su espalda y cuello, entre aquellos gruñidos que lo excitaban de forma tan intensa.

-¡ESCLAVO, GRUÑE MÁS FUERTE, APRIETA MÁS FUERTE, CLÁVATE MÁS FUERTE!, ¡QUIERO UN ORGASMO CÓMO NUNCA HAS TENIDO!-

Nataku rugió igual a una fiera, apretó el torso y cuello de Marcus, a la vez que mordía su espalda y propinó varias estocadas de manera repetida. El hipnotista se vio inundado por un chorro caliente de esperma, al tiempo que él se corría también y ambos emitían alaridos de placer y dolor.

Nataku dejó caer sus manos, completamente exhausto después de ese segundo orgasmo, mientras Marcus veía borroso debido al lívido y a la falta de aire debido a ese último apretón.

-Desamárrame, quiero abrazarme a tu cuerpo desnudo.-

Dijo Marcus con la boca seca y casi sin poder hablar.

Nataku obedeció, se estiró y deshizo los nudos de manera rápida. Después dio vuelta a su Señor y lo estrechó contra su fornido y sudoroso torso.

-Nataku, cada vez que de mi voz y sólo de mi voz, escuches “Duerme marioneta”, caerás en este profundo trance. ¿entiendes?-

Dijo Marcus con dificultad, aunque cerca al oído del hipnotizado guardaespaldas.

-Si, mi Amo y Señor…-

Repitió Nataku en un tono gutural, como si le costara trabajo hablar.

-Bien, a partir de ahora, sólo hablarás cuando yo te lo pida. Para afirmar sólo moverás la cabeza o gruñirás. ¿Entiendes?-

Dijo Marcus, a la vez que volvía a besarlo.

Nataku gruñó en aceptación y Marcus se sintió realizado, había logrado cazar a todas sus presas y por fin el resto del juego podía dar inicio.

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