Era casi media noche y Mauro Mendosa se despertó al escuchar el fuerte chirrido del timbre. Se levantó de la cama aún algo adormilado, se aproximó a la ventana y miró a Nicolás y Sergio en la entrada de su casa.
Se frotó los ojos confundido y corrió la claraboya. Al percatarse del ruido Sergio alzó el rostro e hizo un gesto clave, el cual indicaba que algo pasaba. Mendosa asintió y se volvió para ponerse algo de ropa, solía dormir únicamente con short, por lo que tomó una camiseta y bajó rápidamente las escaleras.
Mauro Mendosa abrió la puerta, un poco preocupado por lo que podrían querer decirle. ¿Habría ocurrido algo con Alfonso?, ¿con algún cliente?, ¿le habrían disparado a uno de sus compañeros?
-Sergio, Nico, ¿qué sucede? ¿todo está bien?-
Inquirió Mendosa al quedar cara a cara con sus compañeros.
-Si, necesitamos que nos ayudes con algo.
Respondió Nicolás.
-¿Con qué? ¿Qué ocurre?-
Preguntó Mendosa desconcertado.
-Con esto.-
Dijo Sergio, al momento que alzaba sus manos y revelaba una especie de poliedro fluorescente, que expedía varias luces brillantes que deslumbraron a Mauro.
-¡Oye apaga esas luces!-
Dijo Mendosa lastimado por el fuerte resplandor.
Sergio apretó un botón en la base del poliedro y este incrementó su destello, mismo que se vio reflejado en los ojos cafés de Mendosa, los cuales adquirieron una mirada ausente.
-Hermosas luces… Hermosas luces… luces…-
Repitió Mendosa con una voz algo perdida y con los destellos sobre sus pupilas.
-Necesito que nos ayudes, Mauro. ¿puedes hacerlo?-
Preguntó Sergio.
-Ssi… Claro… Lo que necesiten… ¿cómo puedo ayudarlos?-
Respondió Mendosa con expresión complaciente.
-Ven conmigo, vamos al auto, alguien muy especial quiere verte. Pero no dejes de mirar las luces. Las luces son hermosas Mendosa, debes mirarlas. No quieres dejar de mirarlas-
Indicó el brasileño.
-Ssi… Iré contigo… Sssi. Las luces son hermosas… Debo mirarlas… No quiero dejar de mirarlas…-
Respondió Mendosa con la vista totalmente fija en el destello.
-Ya está hipnotizado. Ve por las llaves de su auto, su dinero y su móvil. Suele dejar todo en la habitación, no te tardes, nuestro Amo nos espera.-
Señaló Sergio a Nicolás.
-Si, yo sirvo a mi Amo, no demoraré.-
Afirmó el mexicano.
El brasileño condujo a Mendosa hasta la camioneta de Alfonso y se subió con él en la parte trasera. En ningún momento dejó de sostener el poliedro que emitía esas luces brillantes, que Mauro contemplaba totalmente fascinado y absorto
Nicolás tardó un par de minutos y se subió en el asiento del conductor, para arrancar enseguida. El móvil del mexicano sonó y entonces usó el manos libres para contestar.
-¿Todo salió conforme al plan?-
Inquirió la voz sonámbula de Alfonso a través de los altoparlantes de la camioneta.
-Sssi, mi capataz… Puedes comunicar a mi Amo que todo se hizo como mandó… Sorprendimos a Mendosa… Sergio usó el hipnocopio… Mendosa Está en trance… Y Sergio lo mantiene hipnotizado como mi Amo ordenó…-
Exclamó Nicolás.
-Es perfecto… Nuestro Amo los espera ansioso… ¿Tomaste las cosas que el Amo requirió?-
Preguntó el sonámbulo.
-Sssi, Mi capataz… Tengo todo… Y nadie nos vio… Todo fue hecho conforme a la voluntad de mi Amo…-
Afirmó Nicolás.
-¿Qué ropa trae puesta Mendosa?-
Inquirió Alfonso.
-Sólo un short, una camiseta y pantuflas…
Describió Nicolás.
-Bien… En cuanto lleguen, Les daré más instrucciones … No apaguen el hipnocopio en ningún momento… Mendosa debe de mirarlo todo el tiempo…-
Indicó Alfonso.
-“Ssi, mi capataz”-
Respondieron Sergio y Nicolás al unísono.
Tras dar aquella instrucción Alfonso colgó el teléfono y Nicolás aceleró a través de la ciudad desierta a aquellas horas. Condujo por la avenida de las Acacias y subió el puente que lo sacaría hacia la autopista. Sergio sostuvo en todo momento el hipnocopio y Mendosa lo observaba totalmente ensimismado por las luces.
Después de unos quince minutos, se incorporaron a aquella desviación que los regresaba a la morada del perverso Marcus. El portón de hierro se abrió en cuanto la camioneta se aproximó, cruzó rápidamente el jardín y Nicolás se estacionó en el aparcamiento enfrente de la casona.
Sergio abrió la portezuela, bajó de la camioneta y Mendosa lo siguió completamente hipnotizado. Los tres hombres caminaron hacia la puerta de madera, misma que se hallaba emparejada.
Nicolás cerró detrás de sí y los tres se toparon con Hércules y Sam que custodiaban la entrada.
-Hemos regresado… La nueva presa fue cazada con éxito… Un hombre más, listo para ser convertido en un esclavo de mi Amo…-
Afirmó el mexicano.
Antes de que Hércules o Sam pudieran responder, Alfonso salió desde la sala completamente desnudo y en su postura de sonámbulo. -El Amo espera a su nuevo esclavo… Dame el hipnocopio Sergio… Mi Amo lo aguarda en la sala Sicodélica… Yo lo llevaré desde aquí…-
Indicó el castaño.
-Ssi, mi capataz… Lo que mi maestro mande… Toma…-
Aceptó el brasileño mientras entregaba el hipnocopio al sonámbulo.
-¿Qué debemos hacer ahora mi capataz?… ¿Cuáles son las órdenes de mi Amo?…-
Preguntó Nicolás con voz pausada.
-El Amo Quiere que cada uno de ustedes Vaya a sus habitaciones… Después pónganse las ropas especiales … Luego vayan al salón…Allí esperen a que mi Amo y yo lleguemos… Esas son las órdenes… Vayan a cumplirlas, nuestro Amo no quiere retrasos…-
Señaló Alfonso, a la vez que se daba la media vuelta y comenzaba a caminar a través de la mansión, con el brazo derecho en lo alto en el que sostenía el hipnocopio.
Mendosa y Alfonso subieron las escaleras seguidos de cerca por los otros cuatro, aunque al alcanzar la segunda planta los demás continuaron hacia sus alcobas.
El sonámbulo se detuvo delante de la puerta del salón Kaligari, mas antes de ingresar se giró y sin soltar en ningún momento el hipnocopio, empezó a examinar el cuerpo de Mendosa con su mano izquierda.
-Quieres encuerarte Mendosa… Quieres romperte la playera… Quieres Romperte el short… Quieres quitarte las pantuflas… Quieres quedarte completamente encuerado para Marcus, tu nuevo Amo…-
Ordenó Alfonso.
-Quiero encuerarme … Quiero romper mi playera… Quiero romper mi short… Quiero quitarme las pantuflas… Quiero quedarme completamente encuerado para Marcus, mi nuevo Amo…-
Respondió Mendosa al tiempo que se rasgaba las prendas y arrojaba sus pantuflas hacia atrás.
-Bien… Bien hecho… Así está bien… Debes estar encuerado para nuestro Amo … él quiere verte completamente desnudo… Ahora Continúa con tu vista en las luces… Míralas y duerme profundamente… Te gusta estar hipnotizado… Te gusta estar encuerado… Te gusta estar bajo trance…-
Instruyó el sonámbulo, mientras recorría el cuerpo de Mendosa y apretaba su miembro.
-Sssi… Debo volver a mirar las luces… Mirarlas y dormir profundamente… Me gusta estar hipnotizado… Me gusta estar encuerado… Me gusta estar en trance…-
Contestó Mendosa con voz soñolienta y un fuerte gemido, al sentir la mano dura de Alfonso frotar su miembro.
-Bien… Muy bien… Así está bien… Ponlo duro… a nuestro Amo le gusta duro y firme… Mira las luces y sígueme… No dejes de mirar las luces y ponerte duro y firme… Estás hipnotizado… Te gusta estar hipnotizado… Te gusta estar encuerado… Debes ponerte duro y firme…-
Repitió Alfonso tras comenzar a guiar a Mendosa sujeto del pene y con el hipnocopio directamente sobre su rostro.
-Sssi… Mirar las luces… Ponerme duro y firme… Seguirte… Estoy hipnotizado… Me gusta estar hipnotizado… Me gusta estar encuerado… Sssi, debo ponerme duro y firme… Duro y firme…-
Contestó Mendosa mientras caminaba detrás del castaño hacia la sala Sicodélica.
Marcus yacía allí con una sonrisa de triunfo, la cual ensanchó al contemplar al sonámbulo conducir a su nueva presa sujetada del miembro y a Mendosa con una increíble erección.
-Muy bien hecho mi predilecto, veo que traes a mi nueva propiedad y que ya le enseñas quien es el jefe. Dame el hipnocopio.-
Ordenó Marcus tras fundirle un apasionado beso en la boca a Alfonso.
El sonámbulo correspondió al beso, extendió el instrumento y se quedó a espera de más indicaciones. -Tu eres Mi Amo… Sólo existo para complacerte y nada más… Soy tu capataz… Me complace cazar hombres para ti… Disfruto quitarles la ropa para ti… Volverles homosexuales y doblegarlos para ti… Me complace que uses mi cuerpo… Que me obligues a hacer lo que quieras… Dime tu voluntad mi Amo… De inmediato la haré…-
Respondió Alfonso con devoción, mientras frotaba su miembro contra el de Marcus.
-Por eso eres mi predilecto mi sonámbulo, porque disfrutas ser mi esclavo y disfrutas someter a otros hombres. ¡Cómo me excitas! Aguarda un minuto, enseguida estoy contigo. Entre tanto camina por la habitación con tus pasos de sonámbulo. Quiero ver tu cuerpo en su plenitud, mientras esclavizo a Mendosa, quiero que me inspires.-
Solicitó Marcus.
-Ssi… Mi Amo… Soy un objeto para tu placer… Te inspiraré para que esclavices a Mendosa… Sssi Mi Amo…-
Respondió Alfonso luego de efectuar una reverencia y comenzar a andar por la sala con su andar de sonámbulo.
Marcus contempló de manera alternada el cuerpo desnudo de Alfonso y el de Mendosa por unos minutos, antes de poner toda su atención sobre Mauro. -Ahora te tengo encuerado y totalmente en mi poder Mauro Mendosa. Tú serás el sexto en unirte a mi harem, debes estar orgulloso y complacido. ¿cómo te sientes?-
Cuestionó Marcus, mientras evaluaba de arriba a abajo el bien formado cuerpo de Mendosa.
-Bien… Muy bien… Orgulloso y complacido…-
Contestó Mendosa en un tono monocorde, aunque sin dejar de mirar las luces y con su grueso glande palpitante y duro como una vara de hierro.
-¿Te gusta estar hipnotizado? ¿Disfrutas estar encuerado? ¿Te gusta estar en trance?-
Preguntó Marcus mientras se aproximaba unos pasos.
-Sssi… Me gusta estar hipnotizado… Sssi… Disfruto estar encuerado… Sssi, me gusta estar en trance… Sii…-
Contestó Mendosa con una voz carente de toda inflexión.
-¿Estás listo para complacerme?-
Inquirió Marcus.
-Sssi, listo para complacerte… ¿cómo puedo complacerte?, ¿Qué deseas que haga?…-
Aceptó Mendosa.
-Bien, así me gusta, que estés dispuesto. Me gusta que te portes bien. Te portas bien, muy bien. Ahora por favor camina hacia tu derecha, recárgate sobre la pared del fondo, pero no dejes de mirar las luces.- Te gusta estar hipnotizado. Te gusta estar encuerado. Te gusta complacerme.-
Indicó Marcus, mientras avanzaba a la par de Mendosa para guiarlo.
-Ssi… las luces… No debo dejar de mirarlas… No debo dejar de mirarlas… Me gusta estar hipnotizado… Me gusta estar encuerado… Me gusta complacerte… Ssi…-
Aceptó Mendosa en un leve murmullo, al tiempo que caminaba hacia la pared.
Cuando Mendosa estuvo junto al muro, Marcus atravesó la habitación y apretó un botón en una de las paredes. Un panel de control se deslizó desde el muro y Marcus tiró de una palanca de color rojo. Varios grilletes emergieron con un fuerte chasquido del muro donde Mendosa estaba apoyado y apresaron las piernas,, brazos, cadera y cuello del argentino.
Marcus entonces apretó cinco veces un gran interruptor naranja, tras lo que las lámparas y la pantalla tridimensional se apagaron, para ser sustituidas por una serie de luces estroboscópicas empotradas en el techo. Las luces emitían un resplandor amarillo y blanco muy tenue que se mantuvo fijo, mientras las pequeñas bombillas se inclinaban directamente hacia el rostro de Mendosa.
-Alfonso ven aquí, acércate.-
Ordenó Marcus al sonámbulo.
Al escuchar la orden, Alfonso acató de inmediato y avanzó hacia su Amo. Marcus lo abrazó por la cadera, al tiempo que apagaba el hipnocopio y se apoderaba de sus labios.
Luego de un par de segundos, Mendosa parpadeó desconcertado y miró confundido a su alrededor. -¿Qué, dónde estoy?, ¿qué está pasando?, ¿qué?-
-Marcus despegó su boca de Alfonso e interrumpió la fuerte succión que ejercía sobre el sonámbulo. -Hola Mendosa, bienvenido a mi casa y se también bienvenido a tu nueva esclavitud. Debo decir que tienes un cuerpazo, eres aún más guapo que Alfonso, casi tan guapo como Nicolás. ¡Ya quiero cogerte!-
Saludó Marcus con malicia a Mendosa, mientras sostenía entre sus manos el rígido miembro de Alfonso.
-¿Qué carajos? ¿Marcus? ¿qué es esto?… Pero ¿Alfonso por qué estás desnudo?, ¿qué cojones?, ¿qué? ¿por qué estoy encadenado? ¿por qué me tienen encuerado? ¡libérenme ahora!-
Exigió Mendosa entre gritos.
-¡Silencio!, debes guardar respeto a tu nuevo Amo.-
Gritó Marcus de forma autoritaria.
¡-¿Qué mierda!, ¿Mi nuevo Amo?, vete al infierno. ¿de qué cojones hablas?, desencadéname ya!-
Volvió a exigir el argentino , mientras forzaba los grilletes.
-Mi sonámbulo, disciplina a novato, por favor.-
Pidió Marcus al castaño, al tiempo que besaba y chupaba su cuello.
-Ssi, Mi Amo, sólo vivo para complacerte y nada más…-
Contestó el sonámbulo al avanzar hacia su antiguo compañero.
Mauro se quedó sorprendido cuando Alfonso le propinó una lluvia de violentos golpes sobre todo el cuerpo y le tiró tres veces con fuerza de los genitales.
-Aaaah. ¡Carajos!, ¿Qué haces cabrón?, ¡para ya!-
Se quejó Mauro a causa del dolor en los testículos.
-Bien es suficiente, mi predilecto, ven aquí conmigo.-
Ordenó Marcus, a lo que Alfonso obedeció y regresó al lado de su Amo.
-Qué le hiciste a Alfonso?, ¿qué carajos le hiciste?-
Preguntó el argentino adolorido y confundido.
-No te preocupes por él. Preocúpate por ti. ¿recuerdas cómo llegaste aquí?-
Inquirió Marcus.
-¿Qué?, yo, no. Sólo recuerdo que Sergio y Nicolás tocaron a mi puerta y… Sólo recuerdo ver unas luces.-
Respondió Mendosa desconcertado.
Marcus le enseñó el apagado poliedro antes de hablar. -Mendosa, Mendosa. Este es un instrumento de mi propio diseño, se llama hipnocopio. Sergio, que también es ya uno de mis esclavos, bajo mis órdenes, lo usó para hipnotizarte.-
Explicó Marcus con perversidad.
-¿Qué?, ¿hipnotizarme?, ¡eso es una estupidez!, la hipnosis no te puede obligar a hacer nada en contra de tu voluntad.-
Respondió Mendosa desafiante.
Marcus lo observó con soberbia. -Si, eso es en parte cierto. La hipnosis clínica está limitada. Sin embargo, yo he descubierto varios métodos para potenciar su poder y he conseguido crear estados de hipnosis y trances supercargados, donde puedo moldear los subconscientes de mis víctimas a mi antojo.-
-¿Qué, eso no es posible?, ¿qué les hiciste?-
Inquirió Mendosa indignado, al tiempo que volvía a forzar sus cadenas.
Marcus soltó una carcajada triunfal. -Te lo acabo de explicar. A él, a tu jefe, a Alfonso es al que más deseaba. Desde que lo conocí sentí un anhelo irrefrenable por poseerlo, por convertirlo en mi esclavo. Ansiaba cogerlo, romper su culo, pero también quería que él me atravesara con este miembro tan duro y rígido. ¡Es un verdadero espartano!-
Aclaró Marcus mientras acariciaba el falo de Alfonso y sujetaba sus glúteos con posesividad.
-¿Qué?, ¿qué?, Alfonso no es puto, nunca accedería a acostarse contigo. ¡Alfonso reacciona!, ¿cómo permites que este puto abuse de tu cuerpo!, ¡despierta, eres hetero!, ¡no dejes que este cabrón te viole!, ¡defiéndete!-
Exclamó Mendosa, mientras hacía tintinear sus grilletes.
Marcus volvió a carcajearse de forma burlona. -Él no te escucha. Bueno sí lo hace, pero para él, tus palabras carecen de sentido. ¿verdad mi sonámbulo?-
Dijo Marcus, a la vez que besaba al castaño en la boca con pación.
-Sssi, mi Amo… Tu eres lo único que existe… Yo soy un miserable esclavo del Kaligari… Tú eres mi Amo Marcus… Y sólo vivo para complacerte y nada más… Haré todo lo que me digas… Sólo importas tú…-
Respondió Alfonso con aquella voz soñolienta cargada de adoración.
Mendosa vio a ambos horrorizado, aunque Marcus impidió que hablara. -Para tu consuelo, la mayoría del tiempo Alfonso no es consciente de sus actos. Gracias a un maravilloso aparato, llamado Caja Kaligari, lo transformé en mi esclavo. Alfonso está dormido.-
Explicó Marcus al anonadado Mendosa.
-Así es. Se encuentra en un estado de sonambulismo muy profundo, donde puedo manipular su subconsciente a mi antojo. Y Alfonso lo disfruta en verdad, únicamente siente placer al ser mi esclavo, ¿verdad Alfonso?-
Inquirió Marcus al sonámbulo.
-Así es mi Amo… Soy un objeto para tu placer… Existo para complacer y nada más… Eso me hace feliz y lo disfruto…-
Respondió el castaño sin ninguna inflexión en su voz.
-Esto no es posible, ¿cómo es qué?-
Cuestionó el argentino totalmente colérico.
-Y eso no es nada. A Sam lo tengo completamente hipnotizado, lo coloqué en una hipnosis muy profunda, donde lo hago hacer lo que quiero. Hércules y Sergio también, se encuentran drogados mediante una substancia de mi propia creación e igual que Sam, están en un trance profundo. A Nicolás, el más ardiente, el más fogoso, por otra parte lo esclavicé mediante una sortija. Eso es más difícil y largo de explicar, pero lo que importa, es que los cuatro son mis esclavos sexuales.-
Afirmó Marcus, mientras gozaba del cuerpo de Alfonso.
-Qué?, ¿cómo?-
Preguntó Mendosa completamente asqueado.
-Así como escuchas. Sam, el homofóbico es ahora un perro sexual. Le complace hacerme magníficas mamadas y que le rompa el culo como el puto que siempre quiso ser. Hércules, es ahora un bruto, una montaña de puro músculo, un puto pasivo, totalmente dispuesto a dejarse coger por mí o por cualquiera de ellos, aunque creo que después de mí, lo goza verdaderamente con Nicolás. Sergio, ¡hay Sergio!, lo estoy convirtiendo en mi estríper privado. Le encanta, disfruta desvestirse para mí y desnudar a sus compañeros esclavos, todo un semental. Y Nicolás, tan ardiente, tan sensual, junto con Alfonso es el activo, el que le enseña a los otros tres perros que yo soy su Amo.-
Expresó Marcus, mientras sacaba gemidos de placer de Alfonso al introducirle su dedo medio en el culo.
-¡Estás enfermo!, ¡eres un puto enfermo!-
Afirmó Mendosa furioso y con asco.
-Cuida esa lengua, porque una más y habrá castigo. Además no te preocupes, ahora es tu turno. Serás el sexto y tu me ayudarás a cazar a Nataku y Jason.-
Sentenció Marcus con sorna.
-¿Qué?, ¡Nunca! ¡Nunca seré tu esclavo!, ¡yo no soy un marica!, ¿vete a la mierda, puto!-
Gritó y escupió el argentino lleno de rabia.
-Alfonso por favor, más disciplina.-
Indicó Marcus a su predilecto.
-Ssí.-
Acató el sonámbulo, al tiempo que daba otros tres fuertes tirones a los genitales de Mendosa.
-¡Perro!, respeta y obedece a nuestro Amo… Debes obedecerlo… es lo único que importa… Su voluntad es la nuestra… ¡obedece esclavo!-
Instruyó el sonámbulo, mientras tiraba de los genitales y golpeaba con saña a Mendosa.
-Aahh. ¡basta!, ¡maldito Marcus!, ¡desgraciado puto!, nunca voy a obede….-
Pero se interrumpió, pues Alfonso le lanzó un puñetazo en la quijada que le partió el labio inferior.
-Basta, mi predilecto, creo que ya entendió.-
Dijo Marcus, ante la mirada rabiosa y sorprendida del argentino.
-Ssí, mi Amo.-
Admitió Alfonso y regresó al lado de su perverso Amo.
-Como decía, ahora sigues tú. A ti, te voy a convertir en mi esclavo sexual doméstico. Será un placer tenerte en short o desnudo, mientras aseas mi casa y atiendes a tus compañeros esclavos, siempre listo para ser penetrado o para cogerme si yo quiero, porque en mi caso, te deseo como activo. ¡Con ese cuerpazo!-
Indicó Marcus con gran lujuria.
-Nunca… Yo no…-
Pronunció Mendosa con dificultad debido al dolor y a la sangre que le escurría del labio.
-Tranquilo, te encantará, sólo imagínalo. Alfonso recorriendo la casa en este magnífico sonambulismo. Encuerado, siempre dispuesto para mí, pero camina y luce su cuerpo para todos nosotros, listo para disciplinar a cada uno de ustedes cuando sea necesario y para atender todos mis deseos. Sergio casi igual, andará por toda la casa, pero a diferencia de Alfonso, baila y se desviste en cada habitación. Cuando se queda completamente desnudo, vuelve a bailar y vestirse, una y otra vez, mientras ofrece su cuerpo a sus compañeros esclavos y a mí. Hércules, como el bruto que es, totalmente hipnotizado, andará sin camisa, a la vez que hace la guardia por todo el terreno y vigila que los demás hagan su trabajo, dispuesto a reportar a su capataz cualquier violación a mis órdenes, además, siempre preparado a ser cogido por Nicolás, Alfonso o por mí, su Amo. Sam, bueno, él era hasta ahora el perro sexual, pero también el doméstico. Ahora tu vas a sustituirlo y a él le dejaré la cocina y la tarea de bañarnos a todos. Y Nicolás, bueno, él ayuda a Hércules con la guardia, pero cada dos horas le pido que me modele un conjunto de ropa nueva, ¡tiene talento y será un éxito cuando los doblegue a todos!-
Explicó Marcus con voz seductora.
-No, nunca, yo jamás disfrutaré eso. ¡libérame!-
Exclamó Mendosa desesperado.
-Cálmate Mendosa. Verás que te gustará. Ellos, tus amigos, ahora son felices. Porque todos son más felices cuando dejan de pensar.-
Aseveró Marcus con voz aterciopelada.
-¡No, jamás! Me resistiré. Eres un enfermo. Yo jamás permitiré que me violes, que me obligues a ser un puto. Voy a resistirme, ¡vas a tener que matarme!-
Afirmó Mendosa con determinación y furia.
Marcus soltó una carcajada malvada. -Sam trató de resistirse, fue el único que peleó. Ciertamente a Alfonso, Hércules, Sergio y Nicolás los tomé desprevenidos y no pudieron hacer nada. Sam costó algo de trabajo, pero al final sucumbió. Tú no serás diferente.-
Aseveró Marcus con seguridad, mientras frotaba el miembro de Alfonso.
-Para que te convenzas como ellos cinco lo disfrutan, tengo preparado un espectáculo para ti. Un espectáculo que ellos cinco te darán, antes de que seas hipnotizado permanentemente. Lo vas a disfrutar tanto, que tú, por tu voluntad, vas a suplicarme que te hipnotice y te tome como mi esclavo.-
Mendosa soltó una risa irónica. -Vaya que estás enserio enfermo. ¡Jamás seré puto!, no podrás hipnotizarme, yo no creo en la hipnosis. Y más vale que nos liberes, antes que ellos despierten de lo que sea que les hallas hecho. ¡Vamos a matarte cuando recuperen la conciencia!-
Exclamó el argentino amenazante.
Marcus rio sarcástico. -¿Despertar?, ellos nunca van a despertar. Alfonso lleva más de tres semanas bajo mi poder. Sam casi dos. Sergio y Hércules una semana, y Nicolás, ya tiene cinco días. Es a la inversa, mi futuro mayordomo sexual. Mientras más permanecen en esos trances, más profundo caen, más se vuelven mis esclavos, más homosexuales se hacen y las posibilidades de liberarse, son prácticamente inexistentes. Sólo yo puedo liberarlos y por supuesto que no lo haré. Pero ya es suficiente de la charla, como dije, hay un espectáculo para ti. Y además, quiero poseerte, quiero bañarme contigo, recibir un masaje de esas manos profesionales y dormir esta noche con tu cuerpo desnudo entrelazado al mío.-
Afirmó Marcus mientras empezaba a avanzar con Alfonso hacia la salida.
-¡Desgraciado, voy a salir de aquí!, ¡voy a matarte!, ¡voy a moler a golpes tu cara de puto y voy a arrancarte los cojones!-
Gritó Mendosa presa de la ira.
-Lo que digas. Pero recibirás una decepción y una corriente máxima de placer. Mendosa, en una hora, vas a suplicar que te hipnotice y te tome como mi esclavo. En dos horas, recibiré de ti un masaje erótico y nos bañaremos juntos. Y en tres horas, gemirás de placer en mi cama.-
Sentenció Marcus, al tiempo que Alfonso y él abandonaban la sala sicodélica.