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Esclavo de ti mismo (Capítulo 3): Amo del Kaligari
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Marcus se entretuvo con los videos captados por las cámaras de la casona. Disfrutó ver como Alfonso se quitaba la ropa para él, la manera en que dejaba las prendas tiradas por las habitaciones, pero sobre todo el modo excitante en que se sacó el short y el bóxer dentro de su alcoba. Recordó la escena y sintió como el deseo y apetito por llevárselo a la cama se incrementaban desbocadamente.

Marcus contempló la pantalla, su vista se tornó roja al deleitarse otra vez con las imágenes, pero más al pensar en que ese hombre estaba a punto de volverse enteramente de su propiedad. Excitación pura.

Marcus tecleó en el ordenador y maximizó la pantalla correspondiente al salón Kaligari, como a él le gustaba nombrarlo y se percató de que Alfonso respiraba fuerte y espaciadamente, con los párpados apretados y el cuerpo entregado a un estado de sueño profundo.

Marcus torció una sonrisa, aunque para cerciorarse, revisó en las gráficas de la pantalla, la frecuencia de ondas delta y gama que el cerebro de Alfonso emitía. La cantidad era bastante elevada, incluso superior a la estimada, por lo que estuvo casi convencido de haber tenido éxito.

Introdujo un nuevo comando en el ordenador y las ataduras de Alfonso retrocedieron al interior del sofá. Marcus activó el micrófono y se dirigió a su esclavo con voz autoritaria.

-¡Caligari!

Como activado por un resorte, al oír la voz de Marcus Alfonso se irguió y se puso de pie. Sin abrir los ojos, dejó caer la cabeza hacia atrás, alzó sus brazos y con voz gutural respondió. -Te escucho… Soy un miserable esclavo sonámbulo del Kaligari… Tus deseos son órdenes… Sólo vivo para complacerte y obedecerte… Soy un eterno objeto para tu placer… Duermo profundamente… Dormiré para Siempre y nunca despertaré… Viviré siempre sonámbulo y desnudo… Te serviré como tú esclavo … Eres mi nuevo Amo… haz conmigo lo que quieras…

Marcus quedó impresionado por la profundidad del estado sonambúlico inducido en Alfonso, por lo cual presionó otro interruptor y la puerta se desbloqueó.

-Esclavo, camina con los brazos por delante, tu cabeza caída y los ojos cerrados. Empuja la puerta y dirígete a mi alcoba al otro lado del pasillo. Aguárdame junto a la puerta.

Sin decir nada Alfonso obedeció y ejecutó los movimientos que su Amo le ordenó. Marcus pudo ver a través del sistema de cámaras como salió de la habitación, anduvo con pasos lentos hacia la alcoba y se quedó allí de pie, firme, con los brazos extendidos, a espera de nuevas órdenes.

Marcus abrió la puerta del cuarto de control junto al salón del Kaligari, cruzó el corredor y observó a su esclavo frente a frente. Se concentró en sus jugosos labios, no obstante, fue imposible evitar examinar lo perfecto de su desnudez, lo terso de su blanca piel, lo duro de sus músculos, lo excitante de tenerlo en ese estado de sueño profundo. Saber que aquel hombre se hallaba indefenso ante él sin darse cuenta de lo que ocurría a su alrededor, que ahora por completo le pertenecía, que podía hacer con él lo que quisiera, aquello le excitaba sobre manera.

Sin embargo, el sometimiento de Alfonso exclusivamente se trataba del principio de sus planes. O sí, porque Alfonso era la primera presa.

Observó el reloj de pared a un lado del desnudo esclavo y se fijó en que eran las 3.30 am. Aún restaba vida a la noche, lo suficiente para gozar de ese exquisito esclavo, antes de comenzar con la siguiente parte de la cacería.

-¿Alfonso, sabes quién soy?

Preguntó con voz suave.

-Ssi… Eres Marcus el Amo del Kaligari… Tú eres mi nuevo Amo…

Contestó Alfonso con voz cadente y en automático.

-¿Quién eres tú?

Preguntó en un esfuerzo por medir la autonomía y noción que Alfonso poseía de sí mismo, así como el nivel de sometimiento.

-Soy Alfonso… Un miserable esclavo sonámbulo del Kaligari… Sólo existo para servirte y complacerte en todo, mi Amo…

Indicó en tono carente, sin vida.

-¿Eres heterosexual u homosexual Alfonso?

Cuestionó, pues de aquella pregunta dependía el éxito de su control.

-No, no, yo no soy nada, ni nadie mi Amo… Yo sólo soy un eterno objeto para tu placer y nada más… Seré lo que tu desees que sea… Te pertenezco, puedes hacer conmigo lo que quieras…

Al escuchar cada palabra, la erección de Marcus se disparó más y más. El sonambulismo del Kaligari era total. La autonomía y personalidad de Alfonso estaban por completo anuladas. Él sabía que las preferencias de Alfonso se perfilaban como heterosexuales. Incluso podría decirse que era un semental en toda regla y que jamás, ni en sus más recónditos pensamientos había tenido un acercamiento al placer gay.

Marcus Avanzó hacia su esclavo sonámbulo y tomó posesión de sus labios. Lo besó con una descarga considerable de lujuria, mas Alfonso no respondió al beso, ni bajó en ningún momento los brazos. Fue cuando Marcus comprendió que sus niveles de respuestas psicosomáticas autónomas también eran casi inexistentes, por lo que tendría que reprogramar la mayor parte de su conducta y acciones.

Marcus separó nuevamente su boca del sonámbulo e indicó. -Siempre has querido besarme. Sólo deseas besarme y sentir mis labios, el sabor de tabaco en mi boca te vuelve loco, ¡te excita! Quiero que me beses y mientras más me beses, tu excitación crecerá. Crecerá a tal nivel que vas a quitarme con lujuria la ropa, tanto que vas a romperla. ¡hazlo, bésame!

Sin detenerse a meditar las órdenes, Alfonso se abalanzó sobre su Amo y le plantó un húmedo y caliente beso. Tomó posesión de su boca, introdujo vorazmente la lengua y le mordió suavemente los labios. Y tal como su Amo ordenó, comenzó a sacarle la camisa, aunque con tal fuerza que la rompió. Le quitó los pantalones y los desgarró en varios pedazos, desesperado destrozó el bóxer y casi derribó a Marcus al retirarle los zapatos de un tirón. Entonces prosiguió con los besos y encendidas carisias sobre el cuerpo de su Amo, mientras devoraba su boca.

Marcus lo apartó un poco y volvió a ordenar. -¡Detente!

Alfonso paró sus candentes acciones, dejó caer los brazos inertes al lado de su cuerpo y clavó la cabeza sobre su pecho.

-A partir de ahora Alfonso, mientras estés en esta casa, tienes prohibido utilizar ropa. Debes permanecer desnudo para mí siempre. Sólo te vestirás cuando yo te lo mande, tu cuerpo debe mantenerse siempre desnudo para mí y estar listo cuando yo quiera usarlo. Eso te dará mucho placer, darle placer a tu Amo te complace, te hace feliz, te hace sentir bien y lo disfrutarás. ¿entendiste?

Indicó Marcus con tono autoritario.

-Ssi, mientras esté en esta casa tengo prohibido usar ropa. Debo permanecer siempre desnudo para ti mi Amo. Sólo me vestiré cuando lo mandes… Debo mantener mi cuerpo siempre desnudo para ti y estar listo cuando quieras usarlo… Eso te da placer… darte placer me complace Mi Amo… Darte placer me hace sentir feliz… Darte placer me hace sentir bien y lo disfruto… Ssi, mi Amo, haré lo que tu digas.

Contestó con voz plana y sin el más mínimo destello de rebeldía.

-Desde hoy sentirás una gran atracción por mí y por cualquier hombre que yo te diga. Toda tu energía sexual la concentrarás para mi placer, disfrutarás cuando yo te mande y sólo tendrás y disfrutarás el sexo conmigo, o con quien yo te ordene. ¿lo entiendes esclavo?

Dijo Marcus cada vez más excitado.

-Ssi mi Amo… A partir de ahora sentiré una gran atracción hacia ti y a los hombres que me mandes. Toda la energía sexual la concentraré para darte placer y sólo disfrutaré cuando lo mandes. Tendré y disfrutaré el sexo contigo, o con quien tu ordenes. Ssi, mi Amo haré lo que digas…

Marcus no podía creer el estado de dominio sonambúlico en el que aquel heterosexual semental había entrado. Esta vez no se controló más y arrojó a Alfonso hacia la alfombra.

-Vamos a tener sexo, quiero que lo disfrutes como nunca lo has hecho, es el mayor placer que jamás haz sentido en tu vida. Tener sexo con tu Amo te complace.-

Dijo Marcus mientras lo besaba, tocaba y mordía desenfrenadamente.

-Ssi, tener sexo con mi Amo me complace… Ssi, lo que tu ordenes mi Amo…

Respondió Alfonso con tono soñador y complaciente.

-¡Quiero que te excites y me brindes placer mi esclavo, siempre que tengamos sexo deberás hacerlo! ¡Excítate y cógeme con toda tu energía sexual!-

Al escuchar la orden, Alfonso tomó a su Amo con fuerza. Le dio la vuelta para quedar boca arriba y comenzó por besarlo apasionadamente en el cuello. La lengua del sonámbulo recorrió varias veces a Marcus con sensualidad, a la vez que le plantaba calientes besos por todo el cuerpo.

El sonámbulo metió el dedo medio de su mano derecha dentro del ano de Marcus en modo dominante, lo que provocó que el Amo gritara de placer. Alfonso empezó a restregar su miembro endurecido contra el abdomen de Marcus, a la vez que con su otra mano le frotaba el miembro.

Marcus gozaba de aquella fogosidad desenfrenada. Mordió el cuello de su esclavo, se apoderó de vez en vez de sus labios y metió de manera intermitente sus dedos en el recto del sonámbulo, cuyo contacto causó que el miembro de Alfonso creciera todavía más.

Alfonso sujetó repentinamente a Marcus de los brazos, lo inmovilizó y le dio la media vuelta. Se subió a horcajadas encima de su Amo y comenzó a penetrarle con fuerza. El rígido miembro del esclavo incrementó aún más su tamaño, a la vez que desgarraba el esfínter de Marcus.

Al sentir la penetración, Marcus gritó de placer y ordenó que se moviera aún con más fuerza y lo chupara en el cuello. El esclavo obedeció y Marcus lo empujó con las piernas, mientras lograba introducir su dedo medio en el trasero de Alfonso.

Una y otra vez repitieron aquellos movimientos, mientras Alfonso susurraba en voz apasionada y gutural. -Tener sexo con mi Amo me complace… Tener sexo con mi Amo me complace… Tener sexo con mi Amo me complace…

Marcus le ordenó que se moviera aún con más fuerza, mientras clavaba las uñas en la espalda de su esclavo. En respuesta, Alfonso pronunció incesante, cada momento más excitado y si era posible más perdido en aquel sonambulismo, la orden de su Amo. -Tener sexo… Con mi Amo me complace… Tener sexo con mi Amo me complace… ¡Tener sexo con mi Amo me complace!”

El esclavo incrementó el vaivén de sus caderas y Marcus introdujo con ímpetu todo su dedo medio hasta frotar la próstata de Alfonso.

El esclavo doblegado totalmente a su Amo y perdido entre gritos guturales de placer dijo. -¡Soy un objeto eterno de placer!… ¡Te pertenezco!… Dar placer a mi Amo me complace… Dar placer a mi Amo me complace… ¡Dar placer a mi Amo me complace!

En contestación Marcus absolutamente fuera de sí, respondió. -¡Placer infinito, multiorgasmia! ¡Córrete para tu Amo!

Tras esas palabras, Amo y esclavo se corrieron de manera increíble y simultánea. Aunque Alfonso consiguió alcanzar un culmen sin precedentes en la eyaculación, ya que su Amo se lo había ordenado.

Marcus le sintió venirse por más de medio minuto, al tiempo que su cuerpo vibraba de una manera impresionante y emitía un grito gutural y formidable de satisfacción.

Marcus ordenó a su esclavo permanecer en aquella postura y no romper el contacto. Y mientras sentía el peso del cuerpo desnudo y el gran miembro removerse en su interior, se maravilló al pensar que Alfonso era tan sólo el principio, el primero de otras presas, el excitante inicio de una gran cacería de depredadores.

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