Marcus bajó del Uber en la esquina de la calle Azafrán, justo delante de la Confitería Castelblanco. Decidió comprar una bandeja de chocolates fraline, después de todo le encantaban y su siguiente presa lo aguardaba a sólo una calle de distancia.
Esa noche todo saldría a pedir de boca. James sería un manjar exquisito y lo transformaría en un sumiso y complaciente concubino, que ocupara el rol de su novio esclavo. Era una fantasía que experimentaba con él, una especie de fetiche que su sola presencia le provocaba.
Alfonso cumplía el papel de su consorte esclavo, un absoluto esclavo sexual, además de ser el capataz del harem, por lo que prácticamente había desarrollado una fijación y una clase de enamoramiento obsesivo hacia él. Su sonambulismo era completo y su deseo por complacerlo y servirlo eran de una intensidad increíble. Sam fungía las tareas de su mayordomo, un esclavo sumiso y solícito que además era un perro sexual, dispuesto a dejarse coger por los demás esclavos del harem. Hércules y Nicolás estaban encargados de cuidar sus invernaderos especiales, una tarea vital para mantener dominados al propio griego y al brasileño, así como también se hacían responsables de la seguridad de la mansión. A Sergio por su parte, Marcus había decidido utilizarlo plenamente como esclavo sexual, únicamente se había puesto la tarea de entrenarlo como un estríper profesional, hecho para que el brasileño tenía un considerable talento. Mendosa, oh Mendosa. Igual que con Sergio y Alfonso, Marcus lo utilizaba como su esclavo sexual casi de tiempo completo, ocupado en bañar y vestir o mejor dicho semivestir a los machos del harem, así como de pasar un gran tiempo ejercitándose en la piscina y en el gimnasio, donde igualmente se encargaba de conservar el envidiable físico de sus esclavos.
Ahora deseaba cazar a James. Pensaba en convertirlo en su novio esclavo y volverlo algo así como su esclavo secundario. Hasta el momento Hércules y Nicolás le habían complacido, pero no terminaban de convencerlo para ponerlos al mando del harem junto con Alfonso. Mendosa era un fantástico candidato, pero en realidad gustaba de mantenerlo casi todo el día en el baño o la piscina, únicamente vestido con ese sensual bañador.
Marcus pagó los chocolates y caminó hacia el complejo de apartamentos. Pensó en lo absurdo de sus pensamientos. Aquellos hombres eran suyos y podía transformarlos en lo que quisiera y comenzó a maquinar en su mente el plan para crear una competencia entre sus machos esclavos, para asegurar el lugar de su segundo, una vez cazara a James y Nataku.
Al llegar presionó el interruptor del interpón y la luz del pent-house señaló que la entrada principal del edificio acababa de abrirse. Marcus empujó la compuerta de acero y cristal, e ingresó al lujoso vestíbulo de mármol blanco, tapizado con una mullida alfombra color malva.
-Buenas noches. ¿El señor Slater lo espera?- Preguntó un gordo portero que apareció al extremo del vestíbulo. -Lo que sucede es que no notificó que recibiría visitas y no responde al interfono.-
-Si, tenemos una cena de negocios, seguro se olvidó de avisarle. ¿Puedo entrar?, él fue quien me abrió la puerta.-
Preguntó Marcus mientras se aproximaba hacia el ascensor.
-Si, claro, Su nombre por favor.-
Cuestionó el portero.
Marcus se giró con el disco hipnótico en su mano y con este encandiló al tipo. -Olvide que me vio, olvide que alguien subió al pent-house esta noche. Vuelva a sus actividades normales en cuanto yo me haya ido ¿entendió?-
Indicó Marcus, mientras presionaba con su otra mano el interruptor del ascensor.
-Si… Olvidar que lo vi… Olvidar que alguien subió al pent-house esta noche… Regresar a mis actividades normales en cuanto usted se vaya…-
Contestó el sujeto gordo.
Marcus guardó el disco y subió al elevador. En cuanto las puertas se cerraron el tipo parpadeó desconcertado y despertó del trance, sin recordar que hacía en mitad del vestíbulo, por lo que tras pensar un momento regresó a la administración del edificio.
Marcus sacó el juego de llaves que Alfonso le entregó de aquel pent-house, pues la renta la pagaba la empresa de seguridad. Botó los seguros y deslizó el pestillo, para enseguida abrir la puerta e ingresar. James apareció tras un par de segundos en el recibidor con un fresco y hermoso ramo de rosas rojas en la mano derecha, completamente radiante y sin dudar un instante avanzó hacia Marcus. Depositó con cuidado el ramo en una de las manos del publicista y se inclinó para besarlo en los labios.
Marcus gozó de aquel beso, tanto que no se contuvo y utilizó la lengua para recorrer a placer la boca del atractivo e irresistible hombre. Sin embargo, tras unos diez segundos, el alemán pareció reaccionar y lo empujó lejos completamente furioso.
-¿Qué coño pasa?, ¿Qué diablos haces aquí Marcus?, ¿cómo entraste?, ¿por qué me besabas de esa manera?, ¿qué diablos ocurre?-
Lanzó James con su cara roja por la furia y verdaderamente desconcertado ante lo que acababa de pasar.
-“Duro como tablón”, ahora.-
Ordenó Marcus a la vez que chasqueaba los dedos.
El alemán lo miró extrañado por un segundo, sin embargo cerró sus párpados pesadamente, al tiempo que soltaba los brazos a los costados de su cuerpo y clavaba su cabeza fuertemente sobre el pecho. -Te escucho… Dime tus órdenes…-
Pronunció el guardaespaldas en un tono carente y ausente, a penas sin separar los labios.
-Así me gusta. Gracias por las flores, están preciosas.-
Exclamó Marcus mientras le alzaba el rostro y volvía a besarlo.
-Si… Las conseguí como ordenaste…-
Respondió el alemán, aunque sin contestar al beso.
-¡Estás tan sexi!, ¡Tan guapo y ardiente!, ¡Me encanta esa colonia!, ¿Preparaste la cena que te pedí?, ¿qué cocinaste mi sexi James?-
Inquirió Marcus sin dejar de besarlo.
-Gracias… Me arreglé y vestí como pediste… Si… preparé la cena romántica que querías… Preparé Sopa de ostras, ensalada de espárragos con berenjenas, pato en salsa de arándano y fresas cubiertas con chocolate derretido…-
Afirmó James en un murmullo apenas audible.
-¡Fabuloso!, si, que bien huele la comida. ¡Magnífico, me encanta, me encanta!, ¡te esforzaste en verdad, eso me agrada! Pero antes de cenar, voy a pedirte algo. Abre tus ojos, pero continúa dormido, mira el disco una vez más y sumérgete aún más en la hipnosis.-
Indicó Marcus, al tiempo que alzaba el disco delante de la cara del alemán.
-Si… Sumergirme más en la hipnosis… Sumergirme… Más en la hipnosis… hipnosis… Sumergirme más en la hipnosis… Hipnosis…-
Repitió James con la vista completamente fija en los remolinos fluorescentes, que de nueva cuenta se reflejaron en toda la superficie de sus ojos azules.
Marcus se deleitó con aquel espectáculo antes de profundizar el estado de trance. -Te ves tan guapo, tan sexi, tan ardiente. Lo eres, sí lo eres. Siempre me excita ver a un hombre, en especial un hombre como tú, cuando se encuentra hipnotizado, completamente bajo mi poder. ¿te gusta cómo te sientes James?-
Preguntó Marcus sin dejar de sostener el disco.
-Si… Me gusta… Me gusta mucho…-
Contestó el alemán completamente cautivado por los remolinos multicolores.
-Bien, eso es. Quiero que ahora hagas lo que voy a pedirte. ¿De acuerdo?-
Indicó Marcus con voz sensual y alucinado por el modo en que los remolinos del disco se reflejaban en los preciosos ojos de James.
-Si… De acuerdo…
Aceptó James entre dos inhalaciones profundas y sin quitar la vista del disco.
-Respira profundamente, así, así, más profundo. Vas a cerrar los ojos y a dormir profundamente, tranquilízate. Te quiero muy tranquilo y relajado.-
Instruyó Marcus con voz lánguida.
-Voy acerrar los ojos y dormir profundamente… Debo estar muy relajado… Muy tranquilo y relajado… Si…-
Respondió el alemán tras juntar otra vez sus párpados, expandir el tórax y remarcar más los músculos de su pecho.
-Voy a contar del 10 al 0 y caerás en un profundo sueño, completamente relajado, totalmente hipnotizado ¿Lo entiendes?-
Inquirió Marcus con su voz semejante a la de una serpiente.
-Si… Completamente relajado… Totalmente hipnotizado… Si…-
Aceptó James la orden, al tiempo que respiraba pausada y profundamente.
-Bien vamos a comenzar. 10, 9, 8, te sientes más relajado, más tranquilo.”.-
Indicó Marcus al momento que soltaba el ramo de rosas y chasqueaba los dedos.
-Sii….-
Respondió el alemán con voz apenas audible.
-7, 6, 5, pon tu mente en blanco completamente. Obedecerme te relaja.-
Volvió Marcus a chasquear los dedos.
-Sii… Poner mi mente en blanco completamente… Obedecerte… Me relaja…-
Aceptó James con su cuerpo cada vez más rígido, tanto que Marcus tuvo que tomarlo por el hombro para evitar que cayera hacia adelante.
-4, 3, debes complacerme.-
Brindó Marcus aquella nueva sugestión
-Siii… Debo complacerte…-
Confirmó el alemán, mientras comenzaba a recargar su peso contra el cuerpo de Marcus.
-Cuando diga cero, estarás profundamente dormido, totalmente relajado y te sentirás muy bien cuando me obedezcas. Estarás profundamente hipnotizado.-.
Indicó Marcus sin dejar de sostener el disco delante del rostro de James, pese a que él ya tenía los ojos cerrados.
-Siii… Cuando digas 0… Estaré profundamente dormido… Totalmente Relajado… Y me sentiré muy bien cuando te obedezca… Estaré profundamente hipnotizado… Sii…-
Aseveró James a punto de caer sobre Marcus.
-2, 1, 0, sólo escuchas mi voz. Duerme profundamente. Ahora, estás profundamente hipnotizado.-
Dijo Marcus al pegar el disco al rostro de James.
El guardaespaldas volvió a clavar la cabeza sobre el pecho, dejó caer su peso sobre Marcus, cada músculo de su cuerpo se encontraba perfectamente relajado, sin hacer el menor movimiento, su respiración era pausada y profunda. -Si… Duermo profundamente… Estoy profundamente hipnotizado… Sii…-
-Bien, ahora abre los ojos otra vez, mira el disco, yo soy el disco. Olvida quién eres, tu mente está en blanco. Sólo estás aquí para complacerme, mi voz es lo único que existe, la voz de la razón, la voz que a partir de ahora obedecerás. Yo soy tu Amo.-
Inculcó Marcus la primera instrucción para someter a aquel macho.
El alemán abrió lentamente los ojos, quedó enceguecido por el disco y pareció sumergirse todavía más en el trance.
-Siii… Mi mente está en blanco… Sólo estoy aquí para complacerte… Tu voz es lo único que existe… La voz de la razón… La voz que a partir de ahora obedeceré… Tú eres mi Amo…-
Repitió James con una voz débil y gutural, mas sin saber que aquellas palabras lo obligarían a partir de ese instante a estar bajo el control de Marcus.
-Bien, muy bien. Tu mente está en blanco. Tu deseo es el mío, mi deseo es el tuyo. Eres mi esclavo.-
Instruyó Marcus sin dejar de sostener el disco delante de la cara del guardaespaldas.
-Siii… Mi mente está en blanco… Mi deseo es el tuyo… Tu deseo es el mío… Yo soy tu esclavo…-
Volvió a afirmar el alemán completamente bajo el influjo infalible de Marcus.
-Bien, perfecto. Muy bien. Nunca despertarás del trance, Al menos que yo te lo ordene. Mientras estés bajo trance, harás y creerás todo lo que yo te diga.-
Implantó Marcus aquella poderosa sugestión que destruiría la voluntad del guardaespaldas para siempre.
-Nunca despertaré, al menos que tú me lo ordenes… Mientras esté bajo trance, haré y creeré todo lo que tú me digas…-
Admitió el alemán doblegado por el instrumento hipnótico de Marcus.
-Bien, muy bien. Esto es lo que te ordeno. Escúchame bien, voy a chasquear los dedos, contaré hasta 3 y cuando lo haga estarás consiente de lo que pasa, pero continuarás hipnotizado. Mientras estés hipnotizado harás y creerás todo lo que yo te diga sin oponerte ¿Entiendes?-
Señaló Marcus, al apagar el disco hipnótico.
James no se inmutó y fijó su mirada en los ojos de Marcus. -Si… En cuanto chasques los dedos y cuentes hasta 3, estaré consiente de lo que pasa, pero seguiré hipnotizado… Mientras esté hipnotizado haré y creeré todo lo que me digas.. Sin oponerme… Si Amo…-
Aceptó James la sugestión sin mostrar la más mínima inflexión en su voz.
-Bien, vamos. ¡1, 2, 3!-
Contó Marcus y chasqueó sonoramente los dedos.
El alemán parpadeó desconcertado, sin embargo tras un par de segundos miró a Marcus de una manera extraña, del mismo modo en que un perro contemplaría a su señor.
-James, yo soy tu Amo y tú eres mi esclavo. A partir de este momento te ordeno que te comportes como mi novio esclavo en toda regla. Ahora eres mi esclavo sexual, eres gay y sientes una increíble y desenfrenada atracción por mi persona y una incontrolable pasión por ser mi novio esclavo. ¿De acuerdo?-
Indicó Marcus a la vez que levantaba el ramo de rosas.
-Si, Amo. Soy tu esclavo, tu novio esclavo, tu esclavo sexual, soy gay y me siento atraído por tu persona. ¡Existo para brindarte placer y me apasiona ser tu novio esclavo! ¡Qué bueno que estás aquí mi Amo!, preparé todo lo que ordenaste. La champaña está fría y lista para ti. Tengo todo listo para una noche perfecta. ¿te gusta cómo estoy vestido mi Amo?, ¿Te gusta mi colonia mi Amo?, ¿me veo guapo para ti?, ¿te complazco?-
Dijo James totalmente bajo el influjo de la instrucción hipnótica, al tiempo que se arrodillaba ante Marcus y besaba el dorso de su mano.
Marcus quedó maravillado ante los efectos tan poderosos del disco. Esta vez se había superado a sí mismo. James se encontraba consiente, pero al mismo tiempo continuaba bajo hipnosis y totalmente indefenso ante lo que él quisiera hacerle. Marcus no cabía en sí de gozo por aquel triunfo y disfrutó sobre manera al observar a aquel hombre tan irresistible y viril, arrodillado delante suyo, con una expresión de sumisión y deseo en su mirada como nunca antes había visto en alguno de sus esclavos, salvo Alfonso.
-Levántate. ¡Si me encanta como te vez!, ¡Estás tan sexi y esa colonia me vuelve loco!-
Respondió Marcus, mientras besaba a James en la boca.
El guardaespaldas contestó esta vez al beso con premura y abrazó a Marcus de una manera fogosa, mientras dejaba que él se deleitara con su cuerpo. -Mi Amo. ¡Tú eres el hombre más atractivo que he conocido! Dime lo que deseas. Soy tuyo y esta noche estoy para complacerte en todo.-
Dijo James seductor mientras pasaba su lengua sobre los labios de Marcus.
-Ah, besas excelente. ¡así te imaginaba! Pero ahora vamos a cenar. Muero de hambre, quiero que esta noche sea una velada de ensueño, quiero que me cuentes todo sobre ti y seas el novio perfecto. Pero quiero ver más tu cuerpo. Quítate el saco, la corbata y la camisa. Quiero ver tu torso desnudo. Tira la ropa en el suelo.-
James obedeció y se sacó rápidamente la ropa, la arrojó al suelo y tomó a Marcus por la cintura. Lo condujo hasta el comedor y mientras caminaban, el guardaespaldas no dejó de besarlo y acariciarlo.
Marcus se quedó impresionado al contemplar la mesa del comedor, arreglada con velas aromáticas, flores y la platería lista para servir la cena. James volvió a besarlo, mientras retiraba la silla para él. -¿Quieres una copa primero en lo que sirvo la cena mi Amo?,-
Preguntó James en medio de un ronroneo, mientras acariciaba el cuello de Marcus.
-Si, esclavo.-
Dijo Marcus, tras besar y pellizcar el pecho desnudo de James.
El guardaespaldas sacó la champaña de la nevera y vertió el espumeante contenido en una copa de cristal cortado, para enseguida ofrecérsela a Marcus de forma galante. Marcus sorbió de ella y le dirigió una significativa mirada, a la que James obedeció de inmediato.
El sexi guardaespaldas sorbió lentamente de la copa y depositó el trago en los labios de Marcus, a la vez que volvieron a compartir un largo y candente beso.
-¡Ah, maravilloso!, me encanta como besas. Enserio. Eres un magnífico besador.-
Dijo Marcus presa del deseo.
-¿enserio? Mis labios te pertenecen mi Amo. Soy tu novio esclavo y existo para brindarte placer.-
Afirmó James con su tono más seductor.
-¡Me vuelves loco!, pero en verdad tengo hambre. Después podremos calmar el otro apetito. Sirve la cena mi esclavo. Pero quiero que a cada platillo te vayas quitando la ropa, sólo quiero que te dejes el bañador.-
Pidió Marcus, mientras besaba y chupaba el cuello de James.
En respuesta el guardaespaldas tomó el rostro de Marcus y una vez más se apoderó de su boca. -Lo que tú quieras. Esa es mi misión esta noche, mi Amo. Complacerte. Hacerte disfrutar.-
Aseguró James, mientras se apartaba y se dirigía hacia la cocina.
Marcus se encontraba alucinado por el dominio conseguido. James se hallaba hipnotizado y por primera vez, podía decir que la hipnosis era inagotable, se trataba de su segundo logro mayor, después de la Caja Kaligari. Se divertiría mucho con ese macho, la cacería era un éxito y la noche prometía.
James regresó y sirvió la sopa de ostras para ambos y Marcus se quedó maravillado cuando antes de sentarse, se sacó el cinturón y lo arrojó en el suelo. Después activó el reproductor de música, puso a bajo volumen una ópera, apagó las luces y encendió las velas.
-Excelente, soberbio. Cuéntame de ti, tus gustos. Quiero que me hables de tus torneos y premios en artes marciales. Eso me excita tanto. Eres un hombre tan varonil y sexi.-
Solicitó Marcus al tiempo que comenzaba a comer y por debajo de la mesa acariciaba una de las piernas de James.
El guardaespaldas sonrió encantado y le dirigió una mirada hambrienta a Marcus. -Lo que quieras mi Amo. Me agrada que te parezca sexi, entonces te va a gustar mucho lo que voy a contarte.-
Pronunció James al tiempo que rellenaba la copa y devolvía la caricia sobre los muslos de Marcus.
Durante una hora, los dos conversaron, rieron y coquetearon animadamente, interrumpidos tan sólo por las veces en que James se levantaba para servir los demás platillos. Cuando despachó la ensalada de espárragos y berenjenas, se quitó los zapatos. Cuando sirvió el pato en salsa de arándano se sacó los calcetines. Y cuando colocó las fresas con chocolate, se quitó los pantalones.
Marcus se sentía feliz y más que satisfecho por la velada. Veía a James con ojos de ansia y un apetito cada vez más creciente, sobre todo cuando quedó sólo en el bañador. Marcus alzó la mano e interrumpió a James en una alegre alocución sobre su última conquista amorosa, pues a Marcus le complacía escuchar acerca de sus aventuras sexuales.
-Ven aquí, arrodíllate. Dame las fresas en la boca.-
Ordenó Marcus, mientras tomaba la bandeja del postre.
El alemán se levantó de la silla, se colocó con una rodilla en el suelo y cogió la bandeja en sus manos. -Si, será un placer mi Amo, ¿pero no será mejor que te las de a comer con la boca?, Es mejor para lo que sigue, ¿no lo crees?-
Inquirió insinuante a la vez que tomaba una gran fresa con sus dedos índice y medio, para ponerla en los labios de Marcus.
Marcus degustó despacio el fruto y chupó el chocolate restante de los masculinos dedos de James. -No, todavía no. Primero dámelas de esta forma. Y tú también cómelas así. Vamos despacio. Despacio. Despacio.-
Dijo Marcus con un tono incitante.
El alemán suspiró y comió la fresa que Marcus le daba con gran deleite, mientras lo desvestía con la mirada. -Tus dedos saben a gloria mi Amo. Tú eres la fuente de mi placer.-
Agregó con los ojos entreabiertos.
Marcus mordisqueó una nueva fresa y lamió con cuidado los sobrantes del chocolate que se adhirieron a los dedos de James, al tiempo que la nota aguda de una soprano de la ópera que resonaba en el aparato musical, llenaba el pent-house. – -Es una noche perfecta. Eres tan guapo, tan sexi y un hombre verdaderamente interesante. Bésame ahora. Lo deseo.
-Dijo Marcus en un susurro al oído de James.
-Si, yo también, aunque a estas alturas deseo más. Permíteme complacerte. Por favor déjame llevarte a la cama y enseñarte el hambre y pasión que siento hacia ti. Quiero besar todo tu cuerpo. Chupar tu miembro, recorrer cada centímetro de tu piel. Quiero que hagas lo mismo conmigo. Sé que me deseas. Soy tuyo y esta noche quiero que uses mi cuerpo y me enseñes el placer homosexual. Mi Amo, haz conmigo lo que te plazca. Úsame, te lo suplico.-
Exclamó el alemán luego de compartir un largo beso, entregado por completo a su Amo.
Marcus lo contempló cautivado por su lujuria, por la necesidad y apetito que expresó en cada una de sus palabras. Lo abrazó con lascivia y se apoderó de su boca de forma más vehemente que hasta entonces, mientras acariciaba su espalda desnuda. -James, eres un esclavo perfecto, mi novio. Me encantas. Me encanta tu cuerpo, tu voz, tus besos. Tu hipnosis.-
Aseveró Marcus cada vez más presa de la necesidad de acostarse con él.
-Mi Amo. Tú eres el hombre más atractivo que he conocido. Soy tu novio esclavo. Quiero que me uses como tú esclavo sexual. Mi deseo es el tuyo. Yo sólo existo para darte placer. Déjame cogerte por favor.-
Afianzó James, mientras tomaba una fresa con sus labios y se la daba a Marcus en la boca.
Por un momento las dos lenguas lucharon por la fresa, a la vez que se acariciaban y lamían mutuamente. El alemán retiró la bandeja, estiró las manos y comenzó a explorar las piernas de Marcus sobre la ropa, al tiempo que frotaba su torso desnudo contra el regazo de su Amo.
-Levántate, cárgame. Llévame a la recámara, ahora.-
Ordenó Marcus, sin dejar de besar al guardaespaldas.
James se incorporó, en un rápido movimiento sacó a Marcus de la silla y lo sostuvo entre sus fuertes brazos. Lo condujo a través del piso hacia su habitación y empujó la puerta hasta depositarlo sobre el lecho. Sin contenerse empezó a desvestirlo. Le arrancó la camisa y el cinturón, bajó la bragueta con los dientes y de un tirón le botó los zapatos.
-Alto. Alto esclavo, alto.-
Dijo Marcus entre gemidos.
James lo miró algo decepcionado y preocupado con el pantalón en las manos. -¿hice algo que te molestara? Perdóname mi Amo. Yo sólo quiero complacerte.-
Preguntó con aprensión.
A Marcus le derritió aquella conducta tan sumisa y falta de toda oposición. -No, sólo que quiero prenderme más. ¡Aún no es suficiente!, me encanta ver cómo te desvistes para mí. Busca toda tu ropa, póntela otra vez y trae la bandeja de las fresas. Se me ocurrió un juego que nos va a encender a ambos aún más.-
Ordenó Marcus.
El alemán sonrió travieso. -Veo que tienes un fetiche con la ropa. Lo que quieras, te complaceré.-
Respondió en medio de una lujuriosa sonrisa, pues pareció adivinar los deseos del otro.
Al cabo de unos minutos James volvió con la bandeja y nuevamente con la ropa puesta, cargado de una mirada incitante que le suplicaba a Marcus que hiciera todo con él. Para incrementar el deseo del guardaespaldas, Marcus también había vuelto a vestirse, le esperaba sentado encima de la cama y lo observaba con lascivia.
-Bien, dame las fresas. Este es el juego. Yo te daré una en la boca y tú me darás una. Pero si yo la como primero, te quitarás una prenda para mí. Si tú la comes primero, podrás quitarme una prenda.-
Dijo Marcus, mientras jugueteaba con una fresa cerca de su boca.
James sonrió divertido y aceptó el reto. -Debo advertirte que mastico rápido. Tu estarás desnudo antes que yo.-
Agregó el alemán al tiempo que tomaba una fresa.
Marcus entrecerró los ojos antes de hablar. -Bien, contaré hasta tres y comenzamos. 1, 2, 3, ¡come!, despacio.-
James llevó la fresa a sus labios y empezó a masticarla lentamente, por lo que le dirigió a Marcus una mirada desaprobatoria, aunque absolutamente divertida, pues no podía resistirse a cumplir esa orden. -Vale, ganaste la primera ronda. ¿Qué quieres que me quite?-
Inquirió el guardaespaldas tras engullir la fresa.
Marcus lo miró conquistado por aquella actitud tan romántica y complaciente. -Si la primera es para mí. Ahora quítate los zapatos.-
El alemán obedeció, se sentó en la cama y se desamarró lentamente cada uno, aunque simultáneamente le dirigió una mirada cautivada a Marcus. -Me encanta el juego, ¿Estás seguro que sólo quieres que me quite los zapatos?, deseo quitarme más.–
Marcus volvió a pasarle una fresa y esperó a que James colocara una en sus labios. -Come, despacio.-
Dijo Marcus al degustar la suya.
El alemán sonrió seductor, se inclinó para besarlo después de comer su fresa. -Volviste a ganar. ¿qué quieres que me quite ahora?-
Marcus correspondió al beso y lamió sus labios. -Bien, sácate los calcetines y el cinturón.-
-Como ordenes mi Amo, mi deseo es complacerte.-
Respondió James al sacarse las prendas y arrojarlas al otro lado de la habitación, aunque para sorpresa de Marcus, rápidamente tomó una fresa y la devoró.
Marcus lo miró impresionado por un segundo antes de soltar una carcajada complacido. -Vale, ganaste esta vez. Quítame la camisa, desabróchala con cuidado.-
El alemán lo besó y obedeció más que excitado. Desabotonó lentamente la camisa y besó el pecho, los hombros y vientre de Marcus. -Me encanta tu piel mi Amo, esta noche quiero hacerte mío.-
Marcus no respondió y comió la fresa antes que James pudiera tomar otra. -Dos podemos violar las reglas, quítate el saco y la corbata, ahora.-
Pidió Marcus mientras besaba y acariciaba el cabello del guardaespaldas.
El alemán sin dudar se desanudó la corbata y arrojó el saco al suelo, mas antes que pudiera comer otra fresa, Marcus se adelantó. -¿Quieres que yo sea el que me desnude primero verdad?, ¿qué quieres que me saque ahora, camisa o pantalón?-
No obstante, Marcus tomó una fresa más y se la dio lentamente para que James chupara sus dedos. -Vamos a partes iguales, sácate la camisa y quítame los zapatos, calcetines y cinturón.-
James le dedicó una mirada cargada de fuego. -Lo haré, pero cierra los ojos, voy a agregar algo más a nuestro juego. Cierra tus ojos y dame tus manos.-
Pidió James mientras sujetaba las manos de Marcus.
Marcus lo besó cada vez más excitado y cerró los párpados. -Eso me agrada, ¿qué tienes en mente?-
James se desabotonó poco a poco la camisa con la mano derecha y con la izquierda dirigió a su Amo para que explorara cada centímetro de su fornido pectoral.-Toca, disfruta, cada parte de emi cuerpo es tuyo.-
Dijo James con su voz más sensual.
Marcus no perdió el control y volvió a comer, aunque esta vez dos fresas de un solo golpe. -Yo gané el juego. Quítate todo. Los pantalones y el bañador. Pero sigue con tu juego sexi.-
Indicó Marcus entregado al cuerpo del alemán.
El guardaespaldas sonrió derrotado y guio todo el tiempo las manos de Marcus para que no se perdieran un detalle de cómo se retiraba las prendas. Se concentró en que su Amo explorara sus piernas y lo sujetó con fuerza sobre su pene y testículos. -Esto es tuyo mi Amo. ¡Déjame hacerte mío esta noche!-
Marcus volvió a pasarle un par de fresas que James aceptó y chupó con lujuria. -Desnúdame, hazme el amor. Quiero que me penetres con toda dedicación. Quiero que seas pasional, pero romántico, quiero que seas mi novio esclavo perfecto.-
El alemán retiró la bandeja de la cama, tumbó a Marcus boca arriba y le arrancó la ropa. Le plantó besos calientes por todo el cuerpo, en especial en las clavículas, el pecho, el cuello y los genitales. Dio varias lamidas a los testículos y pene de Marcus, que gimió impresionado por la enjundia que James demostraba.
-Muérdeme el cuello, y frótate contra mí, restriégate contra mí, mi novio esclavo. Y mientras lo haces, di que eres mi esclavo.-
Instruyó Marcus.
James hizo más que eso. Mordió y besó el cuello y pectoral de Marcus en forma bestial, después se puso encima de él y comenzó a restregarse de una manera provocadora, al tiempo que ronroneaba y gritaba de placer. -¡Soy tu esclavo, soy tu esclavo, soy tu esclavo, soy tu esclavo!-
Marcus sintió el poderoso pene de James chocar una y otra vez contra sus muslos y su propio miembro, ya hecho una vara de hierro a esas alturas. -Penétrame y mastúrbame al mismo tiempo, eres un gigoló profesional ¡sabes cómo hacerlo mi novio esclavo!-
El alemán le dio la vuelta y se acomodó debajo de Marcus. Mordió y chupó el cuello de su Amo en manera repetida, preso de aquella pasión irrefrenable. Lo sujetó de las caderas y los hombros, mientras le sacudía y penetraba rápidamente, a la vez que alternaba y frotaba el falo caliente de Marcus. -Eres mi Amo. Existo para brindarte placer. ¡Soy tu esclavo, soy tu esclavo, soy tu esclavo, soy tu esclavo!-
Gritó sumergido en aquel trance sexual, tras incrementar el ritmo de la penetración y la masturbación.
-Di que eres mi novio, mi esclavo sexual, que disfrutas estar hipnotizado. ¡Más rápido, penétrame aún más rápido!-
James gritó de placer y aumentó el movimiento de su bombeo, mientras clavaba sus uñas en los hombros de Marcus y chupaba su cuello con desenfreno. -¡soy tu novio, tu esclavo sexual, disfruto estar hipnotizado!-
Marcus gritó al percibir el golpe incesante del miembro de James atravesar su esfínter y chocar con potencia contra su próstata. La mano izquierda del guardaespaldas frotaba una y otra vez su pene y Marcus vio toda la habitación turbia debido al lívido. -¡Córrete, para mí!, ¡Córrete para mí!, ¡Córrete ya!-
James lo aferró de los hombros con una mano, lo mordió en el cuello al mismo tiempo que lo masturbaba con locura y le atravesaba en una larga y profunda estocada. Marcus no pudo creer que su esclavo era capaz de hacer las tres cosas al mismo tiempo, por lo que explotó en una eyaculación que llenó la mano de James de semen, a la vez que el guardaespaldas segregaba todo su esperma en el recto de Marcus y el orgasmo los alcanzaba a ambos.
-¡Soy tu esclavo, soy tu esclavo, soy tu esclavo!-
Concluyó James en medio de gritos y ronroneos guturales de placer que a Marcus lo encendieron todavía más.
Esa noche, Marcus perdió la cuenta de las ocasiones en que hicieron el amor. Una vez dejaba que James lo penetrara. La siguiente era Marcus quien le enseñaba el poder del sexo gay. Después el guardaespaldas trataba de replicar la lección aprendida. Y Marcus volvía a demostrar que él era el maestro del sexo, el Amo de la hipnosis, el Amo de James.
Nota del autor: el séptimo hombre, James Slater ha sido cazado por Marcus, sólo falta Nataku para completar el harem. James siempre heterosexual y mujeriego, no pudo oponerse al condicionamiento posthipnótico.
¿Cuál será el destino de estos hombres en manos de Marcus?