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Esa clase fue clave
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Llevaba tiempo pensando en ella, observándola por las redes y siguiéndola con la mirada cuando coincidíamos en el gimnasio y porque no confesarlo: fantaseando con ella, con tener una relación y poder disfrutar ambos de nuestros cuerpos.

Mi timidez me impedía hablarla, aunque si la dejaba algún comentario en sus redes sociales y ella se mostraba agradable conmigo. No recuerdo como conseguí su teléfono y empecé a mandarla mensajes de buenos días y buenas noches para que se diera cuenta que estaba ahí. Algún mensaje en sus estados parecía indicarme que no debía seguir con ese tonteo, pero no me di por aludido y continúe escribiéndola, ella, que de tonta no tiene un pelo, me contestaba a todos mis mensajes con algo de distancia y prudencia, pero creo que algo la atraía de mí.

Mis fantasías con ella crecían a medida que íbamos iba descubriendo cosas de ella, tenía un punto muy interesante y erótico que hacía que me excitara con facilidad al pensar en ella.

Todo cambio el día que coincidimos en una clase, ella se puso delante de mi y yo traté de evitar mirarla demasiado, pero era imposible, los ejercicios hacían que nos levantáramos de la bici y para mirar al profesor tenía que mirarla el culo, madre mía, toda la clase pensando en tenerlo entre mis manos y poder morderla. Tras la clase evitamos saludarnos, pero más tarde me escribió preguntándome si había estado en la clase, a lo que conteste que si pero que no me había atrevido a saludarla. Eso era verdad, pero lo que no la dije es que habría deseado cogerla y apretarla contra la pared para recorrerla entera con mis manos y mi lengua.

Esa conversación dio pie a que ella dijera que un día podíamos tomar café. Me escapé de la propuesta con mi timidez y vergüenza, pero estaba deseando hacerlo, poder disfrutar de ella y quien sabe… quizá tener algo más que ese café.

Ese día llegó y se presentó con un vestido negro cortito que hacía lucir sus trabajadas piernas y el resto de su torso, nos dimos los dos besos de rigor y tomamos un café, charlamos y sin darnos cuenta pasaron las horas. Decidimos irnos, pero yo deseaba besarla y no sabía cómo reaccionaría, pero lo deseaba tanto…

Tuve la suerte de que ambos habíamos aparcado en el garaje del centro comercial e hicimos juntos el recorrido hasta los coches, una vez en el suyo me acerque a ella y busque su boca para besarla sin saber cómo reaccionarias y no solo se limitó a continuar el beso, sino que me abrazo y apretó contra ti.

Terminamos apoyados en tu coche besándonos y acariciándonos sin preocuparnos de la gente que podía entrar o salir del parking. Paramos y nos miramos, y sin saber cómo te dije: “quieres continuar en mi casa?”, tu sonreíste y contestaste “ya te vale, toda la tarde esperando”. Nos montamos en mi coche y nos fuimos.

Del parking a mi casa, te cogí la mano y tú me la llevaste a tu muslo y ese rato estuve acariciándote con ganas de parar y subir la mano haya tu ingle. Llegamos a casa y en el mismo portal ya nos estábamos comiendo la boca como si se acabara el mundo, entramos en casa y sin separar casi nuestros labios me desabrochaste el pantalón y yo te quite la chaqueta y trate de sacarte el vestido.

Nos tiramos en la cama y recorrí con mi lengua todo tu cuerpo, desde el cuello hasta tu ombligo, haciendo especial hincapié en tus tetas y pezones que mordisquee con mis dientes mientras tú ponías cara de placer. Tras un rato de caricias y besos decidí bajar a tu entrepierna, jugué con mi lengua por tu pelvis y cada vez que podía rozaba tus labios por encima de tu braguita, tú hacías un movimiento cada vez que esto ocurría.

Decidiste quitarte tú misma la braga y ofrecerme tu coño depilado para que mi boca le disfrutara y te hiciera disfrutar, pero ahí aguantaste poco y me pediste que tú también querías. Me deje manejar y cambiamos las tornas, ahora yo era el que estaba tumbado boca arriba y tú me quitaste el pantalón y el slip para masajearme la polla.

Primero con tus manos y luego con tu boca, jugaste con tu lengua a recorrer mi polla de arriba abajo y luego te la metiste entera en la boca para saborearla, yo me limitaba a observar la situación con la que tantas y tantas veces había fantaseado y… como disfrutaba. Como me estabas excitando mucho y no quería terminar aun, te pedí que pararas y que me dejaras follarte.

Accediste y te pusiste a cuatro encima de la cama para que yo te penetrara por detrás, primero de manera suave y lenta pero después de metértela varias veces decidí darte fuerte y que notaras todo mi ser dentro de ti. Comenzaste a gemir y tratar de moverte y todo eso me ponía más cachondo aún. Pare de nuevo, pero para volver a penetrarte lentamente y notar como mi polla se iba abriendo camino entre tus labios y tú te saliste para ponerte boca arriba y mostrarme todo tu coño.

Me cogiste de mi polla y te la llevaste hacia la entrada de tu coño, mientras con tus piernas me atrapabas, una vez dentro de ti comenzaste a moverte hasta que ambos llegamos al orgasmo. Nos hicimos a un lado y nos abrazamos quedándonos un rato quietos mirándonos a los ojos.

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