Cierro los ojos y puedo recordar, tu piel, tersa, exquisita, brilla con la luz de la lámpara que ilumina la pieza del motel, estás en cuatro sobre la cama, pero con tus brazos relajados y tu cara apoyada en la almohada, en ese instante soy tu dueño, soy tu amo y tu entregada totalmente a mí, entregada al placer infinito de lo prohibido, de lo clandestino.
Me pongo detrás de ti con mi verga erecta, gruesa e hinchada, te apunto y te la refriego desde tus labios vaginales hasta tu ano, como haciendo una pequeña presión. Eres mía y solo espero el momento para clavártela, acaricio tu culo, lo tienes respingado y firme, te doy una fuerte cachetada en tu culo, me hablas como una niñita, me vuelves loco, dejos de ser racional, me vuelvo salvaje, tomo el tronco del pico y te lo apoyo a la entrada de tu concha, te tomo de las caderas y me cargo con toda mi fuerza, te lo meto de un solo golpe, hasta adentro, te arqueas de placer, haces un gemido animal, tus manos aprietan desesperadamente las sabanas y frazadas, te estoy culeando salvajemente, disfrutas y comienzas a mover el culo al ritmo de cada clavada, eres una diosa, no resisto más… eyaculo largos chorros de leche caliente, lo puedes sentir, te inundo, me vacío completamente en ti, te desvaneces en la cama, quedas casi inconsciente, perdida.
Te abrazo, fuertemente, acaricio tu pelo por largo rato, te doy un beso y te digo mirándote a los ojos… eres hermosa.