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Era el novio del dueño
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Hace un tiempo, había comenzado a frecuentar un lugar muy conocido en Mendoza, que no puedo precisar justamente por esa razón, y lo hice en varias oportunidades.  Conocí a su dueño y a un chico que trabajaba allí. Desde el principio me gustó mucho, de muy buen cuerpo, peludito y varonil. Conversábamos siempre, es muy simpático, hasta que un día que el dueño no estaba y se había quedado a cargo, se dio la coincidencia que estábamos solos en el lugar.

Comenzó a insinuarse, nos acercamos y de un momento a otro, sin más palabras, comenzamos a tranzar. Besos y mucha franela. Me invitó a pasar a otra parte del local, allí nos pusimos en bolas. Me dijo que le encantaba mi pecho. Manoseó y succionó mis tetas fuertemente, parece que son su debilidad. A mi me encantó su culo, redondito y duro, muy peludito como sus piernas y su pecho. Se arrodilló y se dedicó a mamar mi verga hasta hacerme acabar. Nos vestimos rápidamente porque llegaba gente.

Repetimos la experiencia, muchas veces. Trataba de ir en horarios en los que podía estar solo o cuando él me avisaba que podíamos. Ya en la segunda oportunidad garchamos con todo, tiró una colchoneta al piso y me cabalgó la pija. El lugar y la situación, como ya saben por mis otros relatos, me excitaban mucho. Siempre se dedicaba un buen rato a mis tetas. Le encantaba chupar y morder mis pezones. En una oportunidad, estábamos cogiendo y sentimos ruido de alguien que llegaba, se puso muy nervioso, nos vestimos rápidamente y me pidió que saliera lo más rápido posible, el que estaba entrando era el dueño, nos miró sorprendido, pero no dijo nada.

Una de las veces en que iba al lugar y no podía estar a solas con él porque había otros clientes, estuve charlando con un flaco que me contó de casualidad que este chico era el novio del dueño. No podía creer en el lío que me estaba metiendo pero agradecía que afortunadamente me enteré a tiempo. Lo charlamos y todo quedó en claro, no podíamos exponernos a más riesgos y decidimos terminar ahí pero él me pidió una cogida de despedida. Con dudas, accedí, realmente es un chico hermoso que me calentaba mucho y, la verdad, lo lamentaba…

Nos encontramos una noche y primero fuimos a comer a un lugar discreto y después a un telo. Pedimos una habitación con hidromasaje, tenía que ser con todo. Me dijo que gozaba mucho conmigo, que quería que lo cogiera para que nunca me olvidara. Que rico franelear en el agua, nos besábamos mientras nuestras manos recorrían mutuamente los cuerpos por completo, ayudados por el masaje de los chorros de agua tibia. Mis manos se detenían siempre en su orto, acariciando su hoyo suave rodeado de muchos pelitos que después pude disfrutar con mi boca. Sus bellos mojaditos hacían hermoso y deseable su rico, excitante y bien trabajado cuerpo de gym. Bajo por mi pecho, por supuesto, deteniéndose largo rato en comer mis pezones. Jugaba con ellos con su lengua, haciendo presión y luego mordiéndolos suavemente, lo que ponía mi pija al palo. Se metió debajo del agua y chupó mi garcha. Yo, más caliente, si es que era posible…

Tomó uno de los preservativos que habíamos dejado al costado y me pidió que me parara, chupó otro poco mi pija y me puso el forro con su boca. Nos sentamos otra vez y él se montó en mi pija. Sentaditos en el agua, con los chorros de agua acariciándonos y moviéndonos rítmicamente. Primero, él subía y bajaba, cogiendo la pija. Cuando bajaba se la metía hasta los huevos. Después, se quedaba quieto y yo me movía, mi pelvis chocaba con su culo. Nos manteníamos abrazados y nos besábamos casi todo el tiempo, comiéndonos la boca con mucha calentura mientas culeabamos lenta y suavemente o fuerte de a ratos, completamente unidos por mi pija y su orto, como un solo cuerpo. Acabe adentro suyo con un grito de placer, él se paró y me pidió acabar sobre mi pecho. Me incline respaldándome en la orilla, él se agachó y metió su pija en mi boca, saboreé su jugo preseminal, me cogió la boca y cuando iba a acabar, la sacó tirando toda su leche en mi pecho, yo ayudé a distribuirla con mi mano y él sonrió.

Brindamos y nos mimamos un rato más, hasta que nos fuimos mojaditos a la cama. Le dije que se acostara boca abajo, le hice algunos masajitos sentadito sobre su culo y después empecé a recorrerlo con mi boca desde la nuca hacia abajo, quería comerme su culo todo el tiempo que pudiera, me calentaba mucho. Mordí sus cachetes, recorrí con la lengua su raya de arriba a abajo, besé y lamí su riquísimo orto. Me acosté encima de él y apoyé mi pija que ya estaba dura, presionando en su orto. Rápidamente ya estábamos culeando de nuevo, primero en cuatro y después de frente. Cuando estaba cogiéndolo, le dije gracias y unas lágrimas escaparon de mis ojos, no sé porque o sí… Me pidió que la sacara antes de acabar, que me sacara el forro y tirara mi leche en su orto. Lo hice y me calentó de tal manera la vista de mi leche chorreando por su culo que me metí nuevamente entre sus nalgas y limpié su orto con la lengua. Nos besamos interminablemente antes de despedirnos en el telo y en el auto. Lo vi irse y no volví nunca más por aquel lugar donde lo conocí. Jamás lo olvidaré.

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