Cada día ella lo saludaba de manera normal, pues solo es un compañero más. Sin embargo, al pasar las horas de la mañana ella comenzaba a molestarlo, acariciándolo, tocándolo, diciéndole palabras subidas de tono y acercándose un poco más de lo debido al principio con una sonrisa pícara, pero burlona al final.
Así pasaban los días, el mismo juego de siempre, un simple juego molesto, donde causaba gracia para los demás y entretenimiento para mí.
Hasta que un día una de esas caricias juguetonas para mí se tornó placentera al punto de que me acerqué aún más de lo debido a su rostro, con ganas de morder sus labios. Y recordando el lugar donde nos encontrábamos, culminó una vez más con jocosidad.
Pero esa imagen de lo sucedido, esa reacción química en mi cuerpo no se olvidó. Revoloteando en mi mente y sin darle importancia a lo que sentí eso quedó en mi mente e inconscientemente estaba ahí esperando el momento en prestarle un poco de atención.
Ahora bien, quiero acotar que el cerebro es más poderoso de lo que nosotros creemos, ya que cómo no le di la importancia que merecía a lo que me sucedió pues mi sueño nocturno se encargó de mostrarme lo que yo no quería pensar.
Ese chispazo que sentí en la realidad pues en mis sueños se convirtió electricidad; ensimismada en mí sueño ahí lo vi sentado tal cual como en cada mañana, serio y tranquilo esperando que yo lo molestara, y así fue. Lo molesté, lo toqué, lo acaricié y, e impredeciblemente él me besó, me tocó, me apretó fuertemente mis muslos y caderas, yo envuelta en sus besos lo seguí acariciando pero con placer; lo abracé y sin dejar de tocar sus labios junto a los míos. Mi sueño me mostró lo que yo no quería imaginar y mucho menos idealizar.
Seguidamente, en mi sueño caliente y loco aparecimos en un cuarto con luz tenue y una cama con sábanas blancas, él ahí de nuevo sentado en la cama y yo de pie me tomó de la cintura y me preguntó si yo quería que sucediera lo que los dos queremos. Le respondí sin palabras y abalanzándome sobre él materializamos nuestros besos, abrazos y caricias llenas de placer y sexo. (El sueño literalmente me mostró todooo lo que hicimos) penetrándome placenteramente hasta llegar al clímax. El mejor.
En mi sueño hicimos el amor y me sentí llena, plena y con ganas de más.
Fue solo eso. Un sueño.
Pero al despertarme en la mañana fue lo primero que mi mente recordó y así he pasado dos días continuos pensando en lo bien que lo pasamos. Envuelta en mis pensamientos me lleno de placer, tocándome un poco y mojándome más de lo que imaginan, para recordar lo placentero que fue estar con él.
Cada noche me duermo pidiendo volver a verte en mis sueños y me hagas tuya una vez más.
Ahora mi miedo es grande…
… mi miedo en decírtelo y mi miedo en callarme…
Realmente deseo sentirlo despierta así cómo en mi sueño y ahora en mis pensamientos.